domingo, 19 de junio de 2011

La Información es Poder. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que había una vez una empresa donde la información era poder. El poder de ocultarla, de atesorarla, de guardarla a buen recaudo como en una caja fuerte.
Pero siempre había filtraciones, aquellos que la conocían se sentían poderosos y no podían dejar pasar la oportunidad de vanagloriarse ante sus amigos más íntimos, o usar una pequeña porción como arma arrojadiza contra sus enemigos o, como si de premios se tratase, hacerles partícipes a sus colaboradores más fieles.

Rectifico, no todos conocían toda la información, cuanto más alto era el estatus, o mayor aproximación a la fuente (secretarias, asistentes, casi siempre personas entregadas a la compañía con un alto valor de confianza), mayor era el conocimiento, pero siempre la parte que faltaba se rellenaba a base de elucubraciones de mayor o menor acierto, fantasías fruto de mentes calenturientas o inferencias sobre lo que se “pescaba en otros caladeros”. Es decir que saber más o menos era inversamente proporcional a la cercanía a la fuente de poder.

Era una empresa llena de rumores, de cotilleos, algunos muy mal intencionados. Las pausas para el café y la hora de la comida era un hervidero de noticias frescas, de puesta en común, de creatividad en estado puro, cada uno aportaba lo que sabía, o se guardaba lo que le convenía, según la audiencia, ya que la información era poder y tenía que ser utilizado en el momento justo y adecuado para los intereses particulares.

Allí se trabajaba mucho, rectifico de nuevo, se permanecía muchas horas, ¡¿cómo si no?!, habría que hacer algo que tuviese que ver con el negocio, con el desarrollo de la faceta profesional, que era al fin y al cabo de lo que vivían todos, habría que compensar de alguna manera todo el tiempo invertido en “Radio Macuto”.

Pero todo tiene su cruz, los que conocían la información estaban encantados de tener entre sus manos tanto control, de manejar a su antojo a tantas personas volviéndolas locas devanándose los sesos para obtenerla, y se olvidaron, borrachos como estaban de poder, de que todas esas personas que iban a la empresa y dedicaban buena parte de su tiempo y energía a la habladuría, no lo dedicaban a su actividad profesional, o lo hacían con desgana, malestar y desánimo fruto de las miles de historias inventadas y de sentirse segregados y discriminados por ocultarles la verdad.

Así que como estaban todos distraídos del objetivo, desconfiando los unos de los otros, con luchas de poder y cuentas pendientes y, los menos, intentando centrarse y nadar contracorriente, lo que hasta entonces había sido sólo un rumor, una historia fruto de esa mente calenturienta, pasó a ser una verdad como un castillo. Las pérdidas eran tales que hasta el grupo matriz se negaba en redondo a seguir sufragándolas indefinidamente.

No se puede pedir que los que un día jugaron a ser dioses, hicieran una gestión honesta, racional y profesional de tan delicada situación, ya que contra todo pronóstico, con esa cortedad de miras que, a veces, nubla el entendimiento de los altos cargos de las multinacionales, fueron ellos (los que fallaron), los designados para gestionarla, y, como no podía ser de otra manera, de nuevo volvieron por sus fueros, ocultando información ahora sí, real. Dijeron que no, cuando era que sí, filtraron de nuevo retazos de noticias, fomentando rumores que crearon tal estado de malestar, ansiedad y desconcierto en el que era difícil desarrollar una actividad profesional, porque ahora no se trataba de una charleta de café, sino del futuro de muchos.

El más poderoso de los poderosos todavía permanece, aunque ha perdido mucha de su influencia, para él la información siempre fue poder, un poder destructivo, un poder perverso, vergonzante y escandaloso. Es, simplemente, un vendedor de humo, pero es posible que todavía tenga en sus manos cierta información, y ya se sabe, para él, la información siempre es poder.

viernes, 10 de junio de 2011

Espíritus. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que se acaba la temporada de futbol, los entrenamientos y las tertulias-coloquio que tanto juego le dan para comentar en esta bitácora. Hace cuentas, y entre el material que ya tiene, el que salga de su cabeza y alguna escapadita a la plaza, cree que para el verano tiene temas suficientes, hasta que llegue el nuevo curso. Respira tranquila.

Uno de los últimos temas que se sacaron a la palestra, genera muchas dudas en Hortensia, y no menos controversias en el resto de la audiencia.

Parece ser que es bastante popular un programa en el que una medium habla con los muertos, espíritus, presencias del más allá, de famosos o de conocidos de cierta relevancia. Una de las cosas que llama la atención es la imagen de dicha medium, que contraviene todos los estereotipos a los que estamos acostumbrados. Nada de maquillaje, peinado, ni vestimenta extravagante, nada de trances con ojos en blanco ni convulsiones, nada de bolas de cristal, movimientos extraños de mobiliario ni cambios bruscos de temperatura, es decir, nada de la parafernalia que suele rodear este tipo de eventos. Se presenta ante nosotros como una persona común, sencilla, podría ser nuestra vecina (si viviésemos en Gran Bretaña), parece que quiere decirnos: “aquí estoy ante vosotros, sin trampa ni cartón, sin nada que ocultar, como cualquiera, como alguien normal”. ¿Quién podría sospechar, tener reticencias ante tanta naturalidad?.
Pues ahí está la primera duda, ¿cuántas veces hechos horrendos, delictivos o impactantes se han escondido bajo el manto de la “normalidad”?, sin embargo, no podemos sospechar de todo lo que es “normal”, así que de primeras le damos un voto de confianza.

Todos los que han pasado por dicho programa hablan que durante la experiencia les ha embargado una sensación de paz, y que después se van a casa más tranquilos, como si se hubiesen quitado un peso de encima. Claramente nadie quiere tener una sesión con un muerto, espíritu o presencia del más allá, iracundo y vociferante, ¡vaya miedo!, nadie repetiría, ni habría más gente que quisiera pasar por ello, por lo tanto, ya se cuidará muy mucho dicha señora, de que los mensajes sean pacíficos, tranquilizadores y positivos al máximo, esto es el abecé de cualquier negocio. Por otro lado, todos los que por allí pasaron y pasarán quieren o necesitan escuchar algo, si eso es lo que escuchan, es lógico que les invada esa sensación.

¿He dicho negocio?, creo que sí, no creo que “la señora entre fantasmas” lo haga de manera altruista, creo que tiene cartera de clientes y lista de espera!!!. Tampoco es ilícito hacer negocio con tus dones, habilidades, competencias y conocimientos, siempre que éstos sean contrastables, que las dos partes sepan quién es quién, si no, en vez de negocio podría ser estafa. ¿Cómo se contrasta que uno se comunica con los muertos, espíritus o presencias del más allá?, algunos dirán: “por lo que dice”. Nuestra medium, además de “normal”, parece una mujer serena, inteligente, que sabe controlar la situación y observadora (de hecho, no quita ojo a su interlocutor, no al muerto, sino al vivo), son tantas las señales que emitimos sin querer, es tanta la información que damos sin darnos cuenta, que un observador formado y entrenado, puede “mágicamente” saber cosas de nosotros sin que salga palabra alguna de nuestra boca. Se puede documentar de tantas formas que hasta detalles íntimos pueden estar a su alcance, se puede comunicar con tal grado de vaguedad, e ir modificando el discurso según nuestra reacción, que parezca que se dicen cosas a las que nosotros ya nos ocupamos de darle sentido. Todas, facultades nada sobrenaturales, muy humanas, que requieren, por supuesto, mucho conocimiento, mucho entrenamiento y mucha habilidad.

Tengo dudas, muchas dudas, ni quito ni pongo nada, cada uno que crea sin reservas o con reticencias o que no crea a pesar de lo que escuche, o que unas veces sí y otras no, de los que sí estoy segura es que, de momento, a mis muertos, solo les hablo yo, ¿quién más podría si están en mis pensamientos?, forman parte de mí, porque es la forma que tienen de ser eternos.

viernes, 3 de junio de 2011

Italia: juerga, diversión y chicos guapos. Mi amiga Hortensia dice... (2ª Parte de Roma a Madrid)

Mi amiga Hortensia dice que su prima y ella estaban ya cansadas de tantos kilómetros, y de  los elementos fastidiosos que les habían tocado en suerte, por eso, enfrentaban la segunda parte del viaje sin muchos ánimos, pero…todo puede cambiar.

DÍA 6, 7 y 8: Roma. ¡ Ah, esto es otra cosa, claro, es que se han traído a todos los bellezones a esta ciudad, para tenerlos localizables!. Acabé con esguince cervical y triplicando la producción de babas.

Definitivamente, éste era el momento que estábamos esperando, las catacumbas era el lugar idóneo para “perder” a la Cocochas, luego ya daríamos parte a la policía, y tendrían que repatriarla vía aérea. No nos decidimos finalmente, el marido no estaba muy convencido, tenía cierto reparo, mala conciencia, la guía puso la excusa de que podría perder su trabajo, las Hadas tenían que ser buenas o las quitaban sus poderes, mi prima y yo éramos jóvenes para empezar nuestra carrera como delincuentes.

Quizá el personaje más entrañable, por su patetismo y ternura a partes iguales, era Joseba. Mi padre dice que todos los borrachines llevan dibujado en la nariz el mapa de La Rioja, éste llevaba el de todos los garitos del casco viejo de San Sebastián. Tenía una barriga correspondiente a un embarazo de 40 semanas y era un comprador compulsivo de cuantos souvenirs horteras y estrambóticos se le pusieran por el camino. Era un soltero cincuentón que pretendió, desde el primer momento, encontrar pareja, nosotras quedamos descartadas porque podríamos ser sus hijas y Las Hadas realizaron un conjuro de alejamiento que las mantuvo sanas y salvas.

DÍA 9 y 10: Venecia. Me sorprendió el viaje en góndola, no sabía que el cutre-viaje llevara incluido semejante dispendio.

Aquí sucedieron dos hechos que cambiaron el rumbo de nuestro viaje, bueno, decir que cambiaron el rumbo es mucho, pero nos impactaron, además fueron motivo de chanza durante el resto del camino.

Después de un día agotador en la dulce Venecia, llegábamos tarde para coger el último autobús que nos llevase al hotel (ya estábamos en la parte firme de esta ciudad flotante). Echamos a correr todos a una, pero el marido de la Cocochas, por llevarla agarrada del brazo y tirar de ella para que se diera prisa, tropezó, como llevaba las dos manos ocupadas, cayó al suelo sin apoyo y se dio de bruces, dejándose tatuado el asfalto veneciano en cara, rodillas, brazos y pecho. Mientras unos acudíamos en su ayuda, otros trataron de hacerse entender con el conductor del autobús para que nos esperase. El pobre hombre tenía un aspecto lamentable, sangraba y le costaba levantarse, pero lo peor de todo fue cuando llegó su contraria a la que había dejado medio tirada, a salvo, antes de estamparse contra el suelo. Se plantó delante de él, y entonces lo vio, (a todos los demás se nos había pasado por alto, por el insignificante detalle de que estábamos intentando limpiarle las heridas y levantarle del suelo) ¡¡¡Había destrozado el reloj!!!.
Si me creía que lo había visto todo, me equivocaba totalmente, ¡qué chorro de voz!, ¡qué cantidad de improperios por minuto!. Definitivamente, esta mujer, además del termostato y la vejiga, tenía el sistema de prioridades algo desarreglado y, perdida y olvidada la buena educación. Su marido, humillado y, confuso por el tremendo trompazo, calló y, con la mirada gacha, ayudado por todos, se encaminó hacia el autobús.

Lo de las catacumbas no era tan mala idea.

Joseba, que en eso de meter la pata era un hacha, y para aliviar la tensión, no se le ocurrió otra cosa que preparar un plan para gastar una broma esa noche a las niñas (es decir, a nosotras). Para ello utilizó uno de sus múltiples souvenirs, un cacharro infame que consistía en un pajarillo mecánico dentro de una jaula dorada, que trinaba y hacía gorgoritos. Se levantó a las 5 de la mañana y se dispuso a dejar el aparatejo en la puerta de nuestra habitación, pero como ya había dado unos cuantos tientos a la botella de Amaretto, se equivocó y, en vez de dejarlo a nuestra puerta, lo hizo en la de nuestra amada guía, toda ella dulzura y sentido del humor. Lo conectó, y fue a esconderse. Aquello empezó a trinar a todo gas, montando una escandalera de órdago, cual fue la sorpresa de Joseba cuando se abrió la puerta y, en lugar de ver nuestras caras, vio a la pitbull de la guía, en pijama, dormida y descompuesta.
¡Pobre pajarillo, pobre aparatejo infernal y pobre Joseba!. Ciertamente, esta mujer había confundido su profesión, tenía que haber sido pateadora de un equipo de rugby, el cacharro describió una parábola perfecta hasta estamparse en el suelo y quedar hecho una piltrafa.
Joseba no corrió la misma suerte, porque, de nuevo, nuestra amada guía prefirió conservar su puesto de trabajo.

DÍA 11: Venecia – Siena - Milán.
DÍA 12: Milán. Tras acuerdo tácito de las partes, decidimos guardar 3 días de luto oficial por el pájaro cantor, así que nos dedicamos a admirar el paisaje, las ciudades y a andar un poco ensimismados en nuestros pensamientos.

DÍA 13: Milán - Grenoble. Pero la tranquilidad no era lo nuestro. De la forma más inesperada, y después de un suceso muy poco edificante, ¡por fin!, La Cocochas había enmudecido definitivamente, el marido, ya más recuperado y siendo el centro de una ola de solidaridad, estaba más reconfortado.

Nos encaminamos hacia la frontera con Francia, pero antes de dejar Italia tuvimos la visita de los Carabinieri (¿alertados, quizá, por el asesinato del ave mecánica?, o ¿por la pérdida irremplazable de una joya de la relojería suiza?, o peor ¿alguien se había ido de la lengua respecto a nuestros planes en las catacumbas?, nunca lo sabremos), el caso es que se dirigieron al fondo de la tartana, justo donde se encontraba Joseba.
Empezó a ponerse nervioso, pasó del blanco ceniciento al grana más intenso cuando el policía, dirigiéndose a él en italiano, le señaló la funda de los prismáticos. Como no contestaba, insistió, un compañero que estaba a su lado le dijo “los prismáticos, Joseba, que le enseñes los prismáticos”. Pero Joseba entendió mal (¿el Amaretto de nuevo?), y creyó que el policía quería saber qué eran unos prismáticos, no qué había en la funda de los prismáticos, así que sonrió todo ufano y le espetó “Máquina mía pa ver los Alpes”.
No le pagaban tanto al policía para aguantar al papanatas aquel diciendo tontadas, así salió escopeteado para poder reirse a gusto.
El resto, liberamos tensión, con una sonora carcajada.

DÍA 14: Grenoble – Barcelona.
DÍA 15: Barcelona – Zaragoza – Madrid. En Zaragoza nos despedimos de parte del grupo, de mi querido Joseba, al que finalmente le cogí cariño, y de La Cocochas, a la que pedí no ver nunca más, compadecí al marido para mis adentros y le deseé la mejor de las suertes. Nuestra amada guía se despidió igual que había sido durante el viaje, con cara de hastío. Las Hadas, Flora, Fauna y Primavera siguieron viaje hasta Madrid y no volvimos a vernos, como el resto del grupo.

Un viaje es, en sí mismo, una aventura, da igual el lugar, lo exótico, lo lejos o cerca que esté, es una oportunidad de encuentro, no siempre satisfactorio, pero en el que se aprenden cosas, divertido, casi más cuando lo cuentas que cuando lo vives y único, no hay dos viajes iguales, y por supuesto, no hay dos maneras iguales de contarlo.