Mi amiga Hortensia dice que el maltrato se puede dar en cualquier faceta de nuestra vida, incluida la laboral, y lo puede sufrir cualquier persona, aunque hay quien piensa “a mi no me pasaría nunca, porque yo haría…”. Yo también lo pensaba.
El maltratador es un lobo con piel de cordero, te embauca, te corteja hasta que te tiene en sus manos y después se quita la máscara.
El maltrato laboral se dice que es sutil, porque no deja evidencias, no hay magulladuras, ni heridas sangrantes, pero puede ser igual de cruel, brutal, despiadado y violento como cualquiera. No te anula a ti, como profesional (eso lo hacen los malos jefes, tóxicos también, pero no tan destructivos), te anula como persona, o lo intenta.
Hay reunión, la tensión se palpa en el ambiente, la gente está nerviosa, yo estoy nerviosa. Todos miramos nuestros papeles, no podemos agachar más la cabeza. Pienso, ojala hoy no me toque a mí, pero si no es a mi, será a otro, lo prefiero (lo sé, es mezquino). Ángel tiene la camisa empapada en sudor y a punto está de llorar, ÉL se está cebando (¡¡¡es que nadie va a decir nada, es que YO no voy a decir nada!!!, cobarde).
Mi inmediato superior no duerme desde hace días, le llama a cualquier hora, de día o de noche, tiene que buscar excusas para poder desconectar el teléfono. Nos vamos a comer, y por tercera vez en esta semana, ÉL le hace dejar la comida en la mesa y volver a la oficina, no quiere nada, es por el simple placer de sentirse obedecido.
Segunda reunión, se me revuelve el estómago. Empieza el repaso, parece que he salido airosa, le toca a Ricardo y se atasca, hay algún problema, pero…¿Qué haces?, ¿Por qué me echas la culpa? Sabes que eso no es verdad, Ricardo, no sigas por ese camino, porque si me buscas me vas a encontrar, esto no es solo trabajo, es algo más, es o tú o yo. Todos me miran, ÉL también, y esperan mi respuesta, y según salen de mi boca las palabras ya me estoy arrepintiendo, pero es demasiado tarde, y quiero decirle a Ricardo, te lo dije, te lo advertí, me acorralaste y tengo miedo. ÉL, sonríe satisfecho, le encanta ver cómo nos despedazamos entre nosotros, y yo, no me reconozco, nunca pensé que pudiese caer tan bajo. Ricardo, seguramente lo tiene peor, va a ser implacable con él, cómo es posible que se haya dejado arrumbar por una advenediza.
Hay algún díscolo, Enric, ya no le teme, le sigue teniendo pillado por el tema económico (con un asunto feo), pero ya no le tiene miedo ni a ÉL ni al Fisco.
Me piden que le vigile, que controle sus idas y venidas, espíe sus correos, sus llamadas de teléfono, e incluso que le sonsaque, digo NO (buenas sensaciones), paso a ser yo la espiada.
Otra reunión, hoy viene especialmente mosqueado, pero con prisas, por lo que reparte sin ensañarse mucho, ¿¡¡¡Me ha insultado!!!?, ¿Lo vas a aguantar?, ¿Qué será lo siguiente? (algo hace click en mi cerebro), y digo NO, no quiero que me insultes (¿¡Qué hago!?), veo las caras de espanto de mis compañeros.
Me cautivó... Excelente narrativa... Un relato inteligente y agudo!!
ResponderEliminarHan pasado dos años, sigue provocando en mí ciertas sensaciones, emociones que todavía no manejo bien, por eso, no estaba segura del resultado y sigo sin estarlo mucho. He hecho el post, como todos, con lo mejor que se dar en cada momento, pero es verdad que de éste tengo dudas. Mi intención era mostrar que la vulnerabilidad es un estado pasajero que puede sorprendernos a cualquiera, y por éso los que han sufrido un trato así necesitan nuestra comprensión, nunca nuestra compasión.
ResponderEliminarAfortunadamente, cuando yo estaba en activo no existían las envidias y ese mal ambiente que señalas en tu narración y que no dudo es reflejo de la situación actual. Yo pienso que cualquier tiempo pasado fué mejor.J.M.O
ResponderEliminarMe reconozco. A mi me cambió la vida. Entras en ese estado de indefensión que dices..., hagas lo que hagas..., lo hagas o no lo hagas..., sabes que te va a tocar en algún momento. A mi me retiraron el saludo, me prohibieron hablar con compañeros sin presencia de otra personas, me acusaron de maltratar a algunos compañeros que, claro, hoy tienen puestos para los que no esstán formados ni preparados..., me destrozaron, atacan las bases de tu personalidad independientemente de la profesión que ejerzas. Hace tiempo que puedo decir que lo he superado pero durante estos meses he sentido cierto desazón y me he dado cuenta que aún me quedan algunas inseguridades.. Y aquí sigo viviendo y aprendiendo y cuando lo observo como espectadora, me afecta de una manera que no puedo aún explicar.
ResponderEliminar¿Sabes de lo que me admiro?, de que haya podido sacar algo positivo de todo esto.
ResponderEliminarTanta y tanta gente humillada en una reunión de ventas, insultada por, seguramente, alguien que no merece la pena. Una persona que para sentirse bien necesita hundir a alguien, debe tener una vida muy desgraciada. Si rascamos seguro que el lobo, es más cobarde que cualquier cordero...
ResponderEliminarMis felicitaciones por tu post. Es tan vívido e intenso que pone los pelos de punta. Te quedas con la sensación de desesperación y humillación al estar acorralada... Durísimo, pero también muy real. Una reflexión: además de cobardes, quienes actúan así suelen ser unos incompetentes en su trabajo. ¡Y no hay nada peor que tener un incompetente por encima, disfrazado de líder!
ResponderEliminarDios mío,,,, cuantas veces hemos sido una Hortensia maltratada y lo hemos permitido y soportado.
ResponderEliminarYo he vivivo esa situación, soy una persona fuerte pero los maltratadores los son aún más. Te van minando, buscan tu punto débil y van a por él. Te secuestran. Te hacen creer que no tienes opción fuera de ahí. Que no sirves para nada.
Tardé más de 3 años en recuperarme de la experiencia de ser gerente en una empresa familiar tóxica, muy tóxica.
Mi consejo: Un trabajo es solo eso Un trabajo. Tu vales!!!!! Sal fuera y cambia de trabajo ya!!! Tu salud está por encima de todo, la tuya y la de tu entorno.
SE VALIENTE!!!!TU PUEDES
No merecen la pena, merecen la pena personas generosas, amables, competentes, luchadoras....que piensan que en lo laboral y en lo personal no todo vale, siempre hay límites que no deben cruzarse. Por suerte, para mí, también he conocido personas así y con éso me quedo y esos ejemplos te ayudan a decir no y basta (Hortensia lo logró).
ResponderEliminarUn post profundo e inteligente. Tiene que ser agobiante sentirse así.
ResponderEliminarHay muchos jefes que no saben ser jefes. Para mí la palabra Jefe debería ser sinónimo de Maestro: el que te guía y enseña. Así lo siento yo en mi piel y la recompensa que obtengo es enorme.
Gracias Inmaculada.
Emy
Coincido contigo Laura, no hay nada peor que tener un jefe "tonto"... esta frase me la decía mucho un antiguo compañero de trabajo.
ResponderEliminarAlgunos jefes piensan que para hacerse respetar necesitan sembrar el pánico entre los subordinados... nada más lejos de la realidad. El respeto se gana con el trabajo, demostrando resultados y apoyando a tu equipo. No machacándolos, que lo único que se consigue es desmotivarlo.
Felicidades por tu artículo!!
Me parece muy valiente tu post de esta semana. Refleja una situación muy habitual y que pocos se atreven a explicar abiertamente.
ResponderEliminarEl poder describirlo, sea o no sea algo del pasado, refleja una madurez hacia el problema, aceptarlo y afrontarlo. Y eso es muy positivo.
Felicidades por tu entereza.
Gracias a todos por vuestros comentarios. es difícil escribir sobre algo que te toca tan dentro, pero cuando lo consigues, no veas la de demonios que salen y se volatilizan y ya no asustan nada.
ResponderEliminarHortensia.
Me ha gustado tu post :) Muy bien explicado! Da para pensar un buen rato jeje
ResponderEliminarTe felicito.
Saludos
Eva Teixidor