lunes, 10 de octubre de 2011

¡Peligro, fusión a la vista!. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que confundir las palabras es confundir los conceptos, se habla de fusiones cuando son compras o anexiones de unas empresas por otras y por distintos motivos, pero es que parece que decir “me he fusionado” no causa el mismo desaliento que decir “me han comprado”, aunque la incertidumbre por el qué pasará prácticamente es la misma.

Ninguna adquisición es igual a otra y no siempre se produce porque la empresa “comprada” esté en situación financiera o comercial delicada, es más, en ciertos sectores (como en las TIC), empresas pequeñas o medianas llegadas a un volumen de negocio se hacen especialmente apetitosas para otras más grandes, o para multinacionales que quieren tener mayor presencia en nuestro país o quieren hacerse con los servicios de ciertos clientes estratégicos.

Pero para muestra un botón, que no es más que eso, un ejemplo que puede o no, ser suficientemente representativo:

Hace años recalé en una empresa mediana, bien posicionada y con buenos clientes, aunque para mí eso no era lo importante ya que se me abría un panorama profesional fascinante, lleno de retos, de aprendizajes y un largo camino por descubrir.
En estas estaba, concentrada en mi trabajo y aprovechando al máximo las oportunidades que se me brindaban, cuando un par de años más tarde nos dieron una noticia, nos habíamos fusionado con una multinacional holandesa, que ya tenía una sede aquí en España.
Al principio no sabes cómo tomártelo, ni si será para bien o para mal, pero toda la cúpula directiva en pleno salió a tranquilizarnos, porque lejos de tener que echarnos a temblar por nuestros puestos de trabajo, íbamos a disfrutar de mejores medios para poder seguir desarrollando nuestro cometido con total tranquilidad.
Porque, qué es una fusión, sino la unión de fuerzas, intereses, en condiciones similares, en las que las dos partes tienen cosas que decir, tienen voz y voto. La cosa cambia mucho cuando te enteras de que no es una fusión sino una adquisición, y por tanto el que compra manda, y tiene la potestad de imponer sus decisiones, sus métodos, y hasta su plantilla.
Pero nosotros, ilusos, estábamos encantados, ¡qué digo!, henchidos de orgullo de que se hubiesen fijado en nosotros, por eso cuando nos dijeron que vendría un Controller holandés, ya fantaseábamos con la idea de que fuese alto, rubio y guapetón….pero debimos empezar a sospechar que no iba a ser todo tan bonito cuando el que vino era un malayo cincuentón, con muy malas pulgas y más feo que un dolor.
Más feo y con más malas pulgas se puso cuando, a pesar de todos los intentos de liarle y confundirle por parte de la cúpula directiva, las cuentas no le salían y los números cantaban desafinados por mucho que se intentasen edulcorar los resultados. Los holandeses pasaron de estar frotándose las manos por el estupendo negocio que habían hecho, a llevarse estas mismas manos a la cabeza preguntándose en qué lío se habían metido.

El tan esperado encuentro de plantillas se produjo y aquello fue….desamor a primera vista, mientras nosotros pensamos que eran una panda de gañanes, tuercebotas e informáticos de segundo orden, ellos pensaron de nosotros que éramos unos pardillos, finolis, resabiados y arrogantes con los que no tenían ni para empezar, ya que ellos curtidos en mil y una compras, fusiones, adquisiciones, estaban más que bregados en estas batallas. No tuvieron ni que esforzarse en dar codazos, ni en hacerse sitio a golpes, tenían la razón (la del dinero que paga), y se limitaron a empujarnos levemente mientras que nosotros nos quedábamos patidifusos unos, encolerizados otros ante tanta insolencia, y los más, lloriqueantes por lo que se avecinaba.

Conclusión, pocos vencedores (los que vendieron a buen precio), muchos vencidos (los que compraron y no supieron que ni unos ni otros entendíamos el negocio del vecino y nos mezclaron sin más ni más para desastre general, y los que se quedaron navegando a la deriva a la espera de otra compra, esta vez, no tan “ventajosa”). Y, por supuesto, muchísimos más cadáveres, entre los que se encontró Hortensia.


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