Mi amiga Hortensia dice que hacer
de cronista es un papel, a veces ingrato, sobre todo cuando lo que se plasma no
son hechos puros y duros sino la realidad vista por el que la relata, que puede
coincidir o no con la del resto de los protagonistas de la historia.
Si una cita a ciegas de dos, es
una apuesta arriesgada, imaginaos una de ocho (tendría que haber sido de nueve,
pero no siempre puede uno trastocar su vida para lanzarse a sobrevolar media
España). Arriesgadas, insensatas, aunque yo prefiero llamarlas atrevidas y
espontáneas, ocho mujeres que no se conocían (miles de correos no sirven a este
fin), quedaron una noche barcelonesa para darse la oportunidad de verse las
caras, tocarse y definitivamente comprobar fehacientemente si había, o no, algo
más detrás.
Cuando llegamos al restaurante
con las boas de plumas en el cuello, el resto de los allí presentes pensaron:
“Otra despedida de soltera”, por los bocinazos que metíamos, la jarana que
llevábamos y los abrazos y besos ruidosos, cierto que estaba un pelín oscuro
porque si no, se habrían dado cuenta que no llevábamos las procaces diademas,
tan de moda, con pene peludo, y que la novia, si había alguna, ya tenía
experiencia anterior en eso de casarse o en cualquier otra cosa, era en sí
misma, experimentada.
Teníamos una escandalera montada
de ole, conversaciones cruzadas, camareras por todos lados, y una sommelier empeñada en servirnos vino que,
cuando se calentaba, se bebía ella y echaba de refresco, y para rematar el lío,
regalos, papelotes, aplausos, risas, fotos, fotos y más fotos.
Aquella cena se prolongó tanto
que llegado un momento nos apagaron la luz, el restaurante paso de modo “comida”
a modo “copa”, y tuvimos que sacar las linternas para atinar con el postre.
Teníamos todo empantanado y todo a la vista, fácil hubiese sido birlarnos algo,
sobre todo a nuestra sommelier que dejó
la bolsa de la cámara abierta, la cartera a la vista y casi una invitación para
llevársela, pero ya se sabe que a los ladrones les gusta un cierto riesgo,
tanta facilidad les hace sospechar.
Al principio nos pusieron música
bailable, de los 40 principales, pero luego debió ser otra cosa, de esas que me
son tan ajenas, que para bailar no sirven, sólo para incorporarlo a otras coreografías
que algunas parejas de allí ya conocían. Y más fotos, y muchas conversaciones. Poco
acostumbrada como estoy a salir de noche y, dada la hora que era, estaba sin
estar en mí y de esa parte de la noche recuerdo poco.
¡Cuánto brindamos, por nosotras,
por nosotras, por nosotras, y por ti que te quedaste en Madrid!, y ¡Cuántos
abrazos para despedirnos!, algunos más cálidos que otros, he de reconocer, y
¡Cuántos planes hicimos!.
No siempre y no con todo el mundo
uno puede pretender tener una grandísima amistad, sería iluso por mi parte
pretender que en este grupo, como en todos, existe la ecuanimidad más absoluta
al respecto, pero es cierto que no todas las relaciones amistosas tienen el
mismo ritmo, ni empiezan de la misma manera, y por supuesto tampoco terminan
igual. Algunas empiezan con un auténtico flechazo, otras van cogiendo
temperatura según va pasando el tiempo y las oportunidades, y otras no empiezan,
solo llegarán a un estado de tibia cordialidad. Yo, por mi parte, ya he tenido
mis flechazos, y otras que empezaron más lentamente están cogiendo fuerza cada
día.
Y hasta aquí mi papel de cronista,
pero como soy una reportera muy poco avezada se me han escapado algunas
historias y hasta algunos personajes, porque de repente alguien desaparecía solo
o en grupo y no volvía hasta mucho después.
Así que os dejo a vosotras para que rellenéis los huecos que faltan y
completéis esta narración, una próxima vez.
Dile a tu amiga Hortensia que es una gran cronista... ¡y que me moría de ganas de leer su narración de aquella noche! Para ser la primera vez que nos veíamos, la verdad es que fue absolutamente deliciosa, y estoy segura de que, efectivamente, no acaba aquí... Por la ausencia que debemos compensar y porque los planes se hicieron de corazón.
ResponderEliminar¡Un beso para Hortensia y otro para ti!
Querida amiga de mi amiga Hortensia, qué noche la de aquel día! de esas que se recordarán... aunque, así dicho, hace parecer que ha sucedido hace una eternidad...
ResponderEliminarAy, chicas!! Cómo me acordé aquella noche de vosotras... gracias por tenerme presente también de alguna manera.
ResponderEliminarCiertamente, en una relación de 9 no todas conectan de la misma forma, pero lo importante es que estamos todas ahí para apoyarnos y ayudarnos.
Tengo que decirte que, siendo buena escritora, porque lo eres... he echado en falta alguna fotito de esas tantas que dices jijiji
Sí, buena noche, buenos planes y buenas fotos. No he puesto ninguna porque no son mías y porque, reconozco mi ignorancia no sé subirlas.
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