Mi amiga Hortensia dice que ha
tenido una semana de perros, sólo la ha salvado una comida de aniversario
deliciosa, y unas horas de complicidad a solas que hace tiempo no tenía.
Sin embargo el resto ha sido
espeso, decepcionante, triste y fastidioso, aburrido en muchos momentos. Cuando
me sucede esto, tiendo a meterme en una burbuja, me aíslo y me muestro
reservada, distraída todo el rato y sin ganas de hacer las miles de cosas que
debería.
Me pensé seriamente acudir el
sábado al partido de fútbol del benjamín, me habían colgado el cartel de
“gafe”, porque cuando yo voy, siempre pierden (no es cierto, alguna vez han
ganado o empatado), y el único sábado que me he ausentado ganaron por goleada.
Pero fui, y fue espantoso, un espectáculo lamentable, del que salimos todos,
menos los rivales y el árbitro, entristecidos, no sólo por el resultado, sino
por la actitud de los pequeños que se habían venido abajo de una manera nada habitual, se habían entregado y desesperado. No todo estuvo en esta parte del
campo, desde la grada, los nervios se desataron e hicieron perder los papeles a
alguna madre que olvidando cualquier norma esencial de urbanidad, cordura,
saber estar y complicidad maternal con sus semejantes, descargó su frustración
en el portero, abochornando a todos, incluida ella misma.
Parecía que aquello era
recuperable cuando el domingo disfruté de mi particular regalo, de la compañía
en solitario de mi queridísimo.
Estaba el asunto por no
enderezarse, empezó torcido el viernes y el lunes siguió con un silencio en las
ondas poco común, nada común, extrañamente inusual. Un silencio que noté o
sentí forzado, como que nadie se atrevía a mover un pelo por si acaso. Dada mi
tendencia al melodrama, como ya saben muchos de los que me conocen, empecé a
montar un guión cinematográfico que no escribí, una lástima, porque si lo
hubiese hecho, quizá más adelante, habría intentado vendérselo a alguna cadena
de televisión o al mismísimo Almodóvar para que hiciese una película.
Aparentando normalidad, buscaba
sin descanso, impacientemente, con ansia, alguna novedad, noticia, un
comentario, pero no había nada de nada y así seguí hasta que, alguien acude en
tu ayuda, no cualquiera, te recoge cual princesa pusilánime y malherida, se
pone el casco (a lo mejor azul), y asume el papel de paladín del “desatasque” y
abre camino.
Aunque no terminan de ir las
cosas como debieran, es posible que sea ya mi estado de ánimo mohíno y vencido
por las desastrosas circunstancias.
Sin embargo, podía pasar más, sin
ser grave. Hace aproximadamente más de un año, mi padre, no sé si en un acto de
caballerosidad sin límites con mi madre, o por competir con ella (esto último
no me cuadra), ha decidido quitarle el sambenito de “besadora oficial de aceras
madrileñas”, porque, de siempre, mi madre ha probado en múltiples ocasiones el
frío y duro suelo con caídas absurdas y tropezones bobos, algunos de serias
consecuencias, pero de un tiempo a esta parte es mi padre el que se está
ganando este honor a pulso. Se cayó por
la mañana y se volvió a caer por la tarde ya con otros resultados peores, con
asistencia del Samur y visita a urgencias incluida.
No cometeré el error de decir
¡¡¿qué más puede pasar?!!, porque la lista es interminable, ni pienso que se
hayan concentrado en esta semana todos los males, simplemente mis ojos,
selectivos ellos, a veces con lo bueno, en esta semana, se han concentrado en
mirar todo lo nefasto.
Definitivamente, he tenido una semana de perros.
Hortensia eres excepcional.
ResponderEliminarSilencio en las ondas !! Fabulosa descripción . Volvamos a la normalidad que no es para tanto.
Voto por seguir disfrutando de las otras 9.
Besos Hortensia querida
Desde luego, hay semanas que deberíamos borrar del calendario, ¡aunque lo bueno es que siempre acaban aterrizando en domingo y vuelta a empezar! Me gustaría pensar en que son cosas de los astros, que les da por colocarse fatal y, claro, lo acabamos pagando nosotras. Pero como ya sé que no, que no va a colar que sea por eso, pues digo yo que el silencio virtual se acaba como todos los silencios... ¡hablando! Dile a tu amiga Hortensia que ésta que teclea no calla ni debajo del agua... Un beso grande!
ResponderEliminarQuerida Hortensia,
ResponderEliminarQué razón tienes... por mi parte y pensando en el silencio, voto por romperlo, que creo que merece la pena... Y en cuanto a lo demás... tendrás que romper el malefico, cambia algo, la hora del despertador, comprate un bol nuevo para los cereales, o toma la leche en copa de cava como Holly en Desayuno con diamantes. Todo lo demás vendrá sólo...
Un besazo
Hortensia calla, pero escribe, que para el caso es lo mismo que no callar, así que airea, para que no quede ni rastro de moho.
ResponderEliminarBesos a todas.
Amiga Hortensia, espero que esta semana sea mejor que la anterior... estoy segura que con un poco de esfuerzo por cambiar lo que no va bien... todo mejorará.
ResponderEliminarUn abrazo.