lunes, 26 de marzo de 2012

¡Nos vamos de excursión!. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que nuestros hijos se van haciendo mayores y nosotros nos volvemos más y más tontos cada día. No estamos preparados para muchas de las cosas que nos pasan cuando somos padres, pero para verlos crecer y dejarles hacerlo, para esto, menos que para el resto. Así nuestros cachorros suman años y nosotros estupidez, empezamos a reaccionar y a comportarnos como si no pasase el tiempo por ellos, como si no madurasen poco a poco, como si fuesen unos completos inútiles.

Mi hijo hace meses que llegó con una nota del instituto, era una excursión a Inglaterra. Desde entonces todo han sido planes, fuera y dentro, ya que en su mismo entorno escolar han tenido que guardar un comportamiento ejemplar para ser merecedores de la excursión y se han estado preparando para poder afrontarla. Fuera, nos ocupamos de preparar los documentos necesarios. Por supuesto, como no podía ser de otra manera, llegaron las reuniones, padres y profesores las abordamos, ansiosos unos y colaboradores otros, para que todo sucediera de la manera más fluida posible.

Y aquí llega la prueba palpable de nuestra tremenda idiotez, ¡qué preguntas!, si nos oyeran nuestros hijos se abochornarían de nosotros.

Pasan de tener trece años a cuatro meses, o eso parece, o no, nosotros pasamos de ser adultos con dos dedos de frente a sobre-protectores, “todoloquierosaber”, controladores de todos los “y si..”, dejando patente que a nuestro niño o niña no le gusta esto o lo otro, o tiene estas costumbres, o qué hace si tiene sed, o cuántos calzoncillos hay que meterle en la maleta, o si tendrán tiempo de lavarse los dientes, o si se mareará en el avión, o si, o si, o si…..

La profesora que tiene gran experiencia en estas lides, y es madre también, nos mira con condescendencia, con toda la paciencia del mundo nos hace saber que esto es una excursión de chicos no una guardería.

Seguimos insistiendo, porque hay una madre que, ¡horror!, se ha dado cuenta que tienen que atravesar una carretera, claro nosotros que vivimos en una comunidad Amish, en la que solo hay carromatos, no estamos acostumbrados a los vehículos con motores de explosión y a esos caminos de asfalto infernales.

Luego está la cuestión monetaria, pobrecitos ¿y si se quedan sin dinero?, vaya con lo que cuesta un Ferrari, ¿Podrán ir al banco a cambiar?, porque no será por pasta, además de vivir en un medio rural y de principios de siglo, somos muy, muy ricos. El hotel ¿tiene caja fuerte para guardar todo el dineral que llevarán nuestros pipiolos?. No hay que preocuparse, nos dice una madre: “mi hijo lleva tarjeta de crédito, yo me quedo más tranquila”. ¡Ostras, se me olvidó sacarle al niño la American Express!.

Se fueron por fin, y no quiero imaginarme el humo que deben estar echando algunos teléfonos móviles, dando minuto a minuto el devenir de los acontecimientos diarios, todo lo que no hacemos cuando están aquí con nosotros, que desaparecen durante toda la tarde y no llevan la webcam colgada al cuello.

Lo dicho, se hace necesario una escuela de padres para que aprendamos a ser responsables cuando están aquí, sin agobiar, enseñándoles a tomar el control de sus vidas poco a poco, admitiendo que van a cometer muchos errores, ¿tantos como nosotros, quizá?, acompañándoles sin dejarles, y además permitiéndoles que crezcan a su ritmo.

Sin embargo, solo en la intimidad porque soy su madre, y hasta cuando él me lo permita, cuando venga “mi pequeñín” le voy a comer a besos.

5 comentarios:

  1. Mi querida madre de la criatura, sin ánimo de ofender a nadie, te diré, desde mi experiencia, que cuando vuestros polluelos cruzan el charco (el que sea) por primera vez, tienen tanto que ver, tantas sensaciones nuevas que asimilar y tanta ansia (que no miedo) de disfrutar de lo desconocido, que en la mayoría de los casos se olvidan de que dejaron una gallina clueca cubierta de lágrimas y, de no ser por la insistencia de muchas de ellas, la factura telefónica no se movería ni un ápice.
    Y la tía te aconseja que pienses en lo genial que se lo está pasando y en todo lo que está experimentando.
    Ah, y cuando vuelva, no te olvides de preguntarle qué es lo que más le ha sorprendido.
    Ánimo valiente!

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  2. Lo sé, lo sé y prefiero que así sea, que salgan a experimentar dejando a la llorosa mamá gallina, que que se queden a mi vera y se pierdan todo lo que les puede ofrecer el mundo, jajaja, asumo mi papel y compro kleenex a raudales.

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  3. ¡Cuánta razón tiene tu Hortensia, como siempre...! ¿Y si convencemos a los ginecólogos para que vayan cortando tanto cordón umbilical que nos queda? Animos, mami, que por más que la razón diga que debes dejar volar al polluelo, hay algo en algún rincón que no nos deja... Besos!!!

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  4. Pues yo estoy aprendiendo a "dejarles" volar, pero si por mi fera pondrá doble refuerzo en el cordón !!!! Pero claro... los volvería... en fin... que tenenmos que aprender...
    Hortensia, you are the best!!

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  5. Excelente reflexión y ya ves, mi experiencia fue justamente la contraria!! y Emy tiene tooooda la razón. Lo que piensan nuestros curumbeles ante un viaje de estas características ni se acerca a nuestros miedos (diría yo pánicos varios) Pero efectivamente, la posición correcta de madres pesadas es dejarles vivir, experimentar, descubrir, disfrutar y que se equivoquen, que también tienen derecho.
    Ánimo y besos!

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