Mi amiga Hortensia dice que tantos
años y tantas ediciones de ese macabro programa de Gran Hermano tenían que
pasar factura tarde o temprano. Tantos años y tantas horas de encumbrar la mala
educación, la grosería, el despropósito y la desmesura, sin pensar en las
consecuencias de lo que se dice por unos minutos de gloria radio-televisados,
no podían caer en saco roto.
Siempre pensé que los que
terminarían pagando las consecuencias, bueno las consecuencias las pagaríamos
todos, pero que los que tomarían estos malísimos ejemplos como la prueba de que
el fin justifica los medios (ganarse de la vida de cualquier forma), serían las
generaciones más jóvenes. Sin embargo, y casi con lágrimas en los ojos (de alegría),
veo que prefieren otras cosas. Nunca se me ocurrió que la ponzoña acabaría
anidando en otros, más maduros (¿?), más vividos, de más edad y claramente
mucho, mucho, mucho más irresponsables.
Creo que se hace más que
necesaria la creación de una nueva asociación, hay muchas, aunque ésta es de
vital importancia, ya que a ella irían a parar todos aquellos que,
independientemente de su afiliación política, tengan el “patanismo” en
niveles peligrosos para la salud propia y ajena, yo lo llamaría la Unión de
Patanes Asociados o Partido Patán, como más guste.
Últimamente, será por los temas
que se suscitan, porque está el personal algo nervioso, porque las horas de
tele o de radio se cotizan al alza, porque estemos en campaña electoral casi
permanentemente o porque seamos un país de bravucones, si alguien dice una
burrada, siempre hay otro que, medio segundo después, lanza un exabrupto
todavía peor, y lejos de quedarse ahí la cosa, la bola de nieve crece
exponencialmente.
Hay frentes abiertos por doquier,
el tema catalán da mucho juego, aquí se dividen entre los que se envalentonan
de uno y otro lado: “pues yo tengo a los Mossos” y llega otro, un vejestorio
con añoranza de ruido de sables, “pues yo al ejército” y otro más “y yo, a la
Guardia Civil”. Y todos tan anchos.
Pero no son los únicos, hay otro
patán, cuyo nombre he querido olvidar, que hace poco dijo que la ley estaba
para ser violada como las mujeres. Sin comentarios.
Si estamos en el fragor de un
mitin o en pleno debate en el Congreso entonces ya existe patente de corso para
decir lo que se quiera: el candidato del partido rival ha matado a no sé
cuántos él solito, o españolizar lo que él mismo considera español (lo cual sería
una redundancia), o los abuelos de no sé quién han quitado la infancia a los
que ahora quieren quitar las pensiones (¡qué trabalenguas, creo que me he
liado!), o el carnet de mujer por puntos o la comparación bastante
desafortunada (por decirlo finamente) entre las asociaciones de padres de
alumnos que se suman a las protestas en defensa de la educación pública y
cierta banda armada y su entorno (¡aggg, chirría!).
Alguien podría tacharme de
intransigente, por aquello de no perdonar los deslices. Meter la pata, cometer
un desliz, es humano, y todos tenemos amargas experiencias, otras incluso
graciosas, de meteduras de pata grandiosas. Lo que diferencia a un patán, es su
pertinaz obstinación en no reconocer cuándo ha cometido la falta, asumirlo,
desdecirse y explicarse mejor, no, un patán no sólo no reconoce, se empecina en
decir que no ha dicho lo que ha dicho, y si lo ha parecido es que se ha
interpretado mal. Conclusión: te lanza el cóctel molotov verbal y luego te
llama necio. También existen patanes más peligrosos, los que quedan
absolutamente satisfechos de cuanto dicen, sin remordimientos, sin sombra de duda.
La fila da tres vueltas a la
manzana, son muchos los que han mostrado interés por sumarse a esta nueva
asociación, bien por convicción propia o animados por compañeros, así las
diferentes instituciones sanean sus filas.
Como el resto, la gran mayoría somos, como mucho, metepatas, lejos de condenarlos al ostracismo por toda la eternidad (revisando su
condena o no), les daremos la oportunidad de reinsertarse mediante buenos
programas educativos.
¡Harta como tú! Vale que quien tiene boca se equivoca, pero el que es bocazas y encima presume me pone enferma! En lo que no había pensado yo era en la relación entre Gran Hermano y el nivel político... ¡mira que si estamos con el ambiente que estamos por la Milá y su experimento sociológico....!
ResponderEliminarYo es que veo confabulaciones hasta donde no las hay, jaja, pero lo que sí es cierto es que ya hay una especie de anestesia hacia la falta de mesura y responsabilidad sobre lo que se dice y cómo se dice. Ésto es preocupante ya que ahora más que nunca necesitamos no dejarnos secuestrar por la amígdala y gestionar correctamente nuestras emociones.
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