Mi amiga Hortensia dice que le gustaría dedicarse a la formación en habilidades, pero de una manera diferente, en la que los formados, los alumnos, no se sentaran de forma pasiva a recibir la información, atentos y dispuestos a tomar notas, incluso a hacer preguntas, sino en la que éstos no sólo participaran, sino que fueran los auténticos protagonistas. El de las preguntas, intencionadas, tendría que ser el profesor, el formador, preguntas que serían la guía, para que cada alumno encontrara su camino. Es decir un descubrimiento de las habilidades que tenemos y una ayuda para poder desarrollarlas. Ésta es la formación que le gustaría impartir a Hortensia.
Pero desgraciadamente, esta formación no se imparte, al menos, no habitualmente, quizá algunos escogidos hayan tenido el privilegio de contar con ella.
A veces caemos en el error de pensar que hay cosas que, por ser seres sociales, sabemos hacer de manera innata y que, por lo tanto, no requieren ni formación, ni desarrollo, ni trabajo, ni esfuerzo para conseguirlas, por ejemplo: vender, comunicarnos eficazmente, negociar, liderar, dirigir un equipo, gestionar el tiempo, y nos lanzamos, o nos lanzan, a la aventura sin más ni más y luego nos preguntamos por qué hemos fracasado en el intento.
Y eso le pasó a un amigo mío, muchacho preparado donde los hubiese, cinco años de carrera, dos de becario y otros tantos de programador avezado. Le llegó el momento de dar un salto en su carrera, ése que todos esperamos y tememos a partes iguales.
Un tiempo atrás, cuando le propusieron hacerse cargo de un grupo de programadores, prepararles el trabajo y coordinarles, lo asumió, al principio temeroso de cómo saldría, pero como era un chico listo y observador, pronto se hizo con los mandos. Pero es que esto que ahora le proponían, tenía un cariz completamente distinto, cierto que ya tenía un bagaje, una experiencia a sus espaldas, aún así lo de ahora suponía: dirigir un equipo con personas de diferentes categorías, algunas tan preparadas como él, tratar con el cliente las incidencias, proyectos, guardias, recursos, etc., gestionar el cumplimiento de plazos y el seguimiento económico del proyecto.
Por eso, cuando se lo comunicaron se puso tan contento y dos segundos después, le entró una temblequera de piernas que casi pierde la verticalidad, porque claro ni formación, ni adaptación, ni aclimatación, ni tutorización, directamente, “a calzón quitado”. ¿Quién era el guapo que le decía algo al jefe, no vaya a ser que pensara que no quería, que no estaba preparado, que no era la persona adecuada?, querer, quería, y seguramente era la persona adecuada, pero todo eso no se sabe hasta que no lo haces, pero preparado no estaba, o sea que para programar te tiras 7 años formándote y para dirigir, comunicarse, negociar, controlar el tiempo y el gasto, planificar, etc., NADA?.
Si tuviera al menos, un maldito manual de instrucciones, se decía, para saber por dónde empezar.
Y entonces llegan los tumultos mentales, que si sí lo voy a poder hacer, que si no lo voy a poder hacer, qué hago, qué digo, cómo me presento, qué actitud tomo, y empiezas a cometer los primeros errores, disfrazas tu inseguridad de autosuficiencia, quieres transformarlo todo y todo al mismo tiempo, pides opinión a todo el mundo o no se la pides a nadie, haces y deshaces la misma cosa y no das tiempo a que funcione ningún plan.
Llega el momento de tomar una decisión difícil, o pides asesoramiento, y expones tus carencias, o no lo pides y te arriesgas al gran fracaso, y lo que era la gran oportunidad, se transforma en la gran pesadilla.
Todos tenemos cualidades innatas, intereses naturales, aprendemos sin querer lo que nos llama la atención y nos gusta y lo practicamos sin descanso, pero para aplicar profesionalmente las habilidades que se requieren, que son ineludibles, en ciertos puestos de gerencia o dirección, para negociar con éxito, para saber comunicarse con acierto, para liderar un equipo y gestionarlo y llevarlo hasta su punto de máxima eficacia, para equilibrar el tiempo, el coste económico y la calidad de un servicio que se ofrece, para vender y que el cliente este satisfecho y fidelizado, para todo ello, hace falta aprender, formarse, trabajar y poner todo tu empeño y motivación. Tu empresa debe asumir esa formación, ese aprendizaje, esa tutorización antes de echarte a los leones, antes de embarcarte en un nuevo proyecto, en una nueva etapa de tu vida profesional, igual que lo haría si tuviera que asesorarte técnicamente.
Mi amigo aprendió de su error y hoy en día se dedica a ayudar a otros a no cometerlo.
Cualquier día me veo en los papeles. Retratas a la gente con una facilidad que me parece ver en tus amigos siempre a alguien conocido.
ResponderEliminarEn este caso, no he pensado en nadie en concreto, quizá es que las personas tenemos más en común de lo que pensamos.
ResponderEliminarMuy bien expuesto el asunto, si señora.
ResponderEliminarUna conocida de Hortensia