Mi amiga Hortensia dice que existen
señales que no siempre queremos escuchar, como aquellas de advertencia o de
alarma que nos envía nuestro cuerpo, o las que desde otros organismos vivos,
seres de nuestra especie, nos lanzan y nosotros desoímos por distintas razones.
Por eso comprendí que no podía
ser fruto de la casualidad que mi hermano en su vuelta a la bitácora escogiese
el tema del desánimo y de los caminos alternativos, y que una amiga mía
estuviese ofuscada por el derrotero de las conversaciones vespertinas, parecía
que todas terminaban hablando de lo mismo….la SITUACIÓN.
Sí señores, por causas que no es
objeto de este artículo ni de esta escritora explicar, puesto que nos
meteríamos en una discusión sin fin, nos ha caído una M…de dimensiones
espectaculares, que nos ha dejado en estado de shock. Primero nos dijeron que
era caca sin importancia, incluso ni se la ponía llamar así, pero con el tiempo
hemos visto que no, que aquello es un excremento y de los gordos. Entonces han
aparecido los equipos encargados de analizarlo (expertos y no tan expertos):
longitud, profundidad, dimensiones, textura, pero en lo que todo el mundo está
de acuerdo es que despide un olor nauseabundo.
Esta gran excreción o Crisis ha
producido algo muy humano, primero desconcierto, después estupefacción, enfado
y por último abatimiento y derrotismo.
Al principio pensé que la
fascinación por la magnitud de la enorme cagarruta, daría paso a un alejamiento
y al repudio más absoluto, porque ya os digo que la fetidez es insoportable,
pero lejos de ocurrir esto, estamos total y absolutamente deslumbrados (debe
ser por el shock del que todavía no nos hemos repuesto) e incluso estamos con
el palito venga a removerla, lo que airea más la peste.
Mientras estás ahí, respirando
los vapores, es imposible que tu cerebro tenga oxígeno suficiente para pensar
en si es mejor rodear el emplaste, tirar un puente colgante, calzarse las botas
de goma y meterse hasta las rodillas para cruzarlo cuanto antes o cualquier
otra solución.
Mientras estamos ahí todos
juntitos, con el palito, alguno cuenta cómo el cuñado de su prima se metió
hasta el cuello y consiguió salir (a éste le miran con cara rara y le mandan a
buscar más palitos), otro parece entrever las piernas del quiosquero de su
barrio que cayó de los primeros.
Mientras estamos ahí, ya no
estamos enojados, estamos tristes, desanimados, desmoralizados, incapaces ya de
encontrar nada y asumiendo lo que tenga que venir como corderos en el matadero.
Oí las señales, ya desde hace
tiempo no hacía caso de los olores, y me alejé un poco. Sencillamente encontré,
el aire un poco menos viciado, si tengo que buscar alguna solución, camino
alternativo o cualquier salida necesito tomar perspectiva (alejarme del olor y
verlo desde otro punto de vista), a algunos enfadados o indignados pero con
esperanza, otros creativos y los más, más o menos como yo, oxigenándonos un
poco para dar nuestros primeros pasos, tímidos o confiados dependiendo de quien
los dé.
No he dado con la solución, ni
personal ni universal, pero en el centro de la gran M tampoco estaba haciendo
nada de nada, aquí tengo las fosas nasales más despejadas, la cabeza más
limpia, empiezo a tener ideas (unas más peregrinas que otras).
Entiendo que los equipos de expertos que tienen que seguir analizando la
plasta sigan allí, para que luego puedan documentarlo todo muy bien y saquen
conclusiones para los libros de Historia. A mi ya no me hacen falta más
análisis, de momento, saqué mis conclusiones. Los que quieran quedarse allí
cerquita, que se queden, como si en vez de ser lo que es, fuese un faro
deslumbrante, pero por favor os lo pido ¡¡¡dejad ya de removerla con el
palito!!!.
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