viernes, 25 de marzo de 2011

Incompatibilidad de caracteres. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que esta es la frase más manida en los divorcios televisivos norteamericanos, pero al margen de las relaciones de pareja, en la que influyen otros muchos factores, la incompatibilidad de caracteres se da en cualquier tipo de relación interpersonal, y no es más que la falta de “mezcla” entre los niveles de tolerancia de unos y los defectos de otros.

Algo así le pasa a Hortensia con un “conocimiento” que tiene (podríamos llamarla amiga, si ampliásemos el concepto de amistad a cualquier persona con la que te relaciones asiduamente).

Por razones que no vienen al caso, tiene que ver a esta persona dos o tres veces en semana, y pasar un rato en el que sólo se puede tomar un café, charlar y poco más. A Hortensia le resulta irritante, porque muchas de sus facetas más destacables, para Hortensia son defectos, quizá no sean muy dañinos, pero sí muy cargantes y difíciles de digerir. Y digo para Hortensia, porque aquí está el quid de la cuestión, su nivel de tolerancia para éstos es bajo y por lo tanto no pasa ni una.

Lo primero que no soporta es su afán de protagonismo (dice el refrán, le gusta ser la novia en la boda y el muerto en el entierro), incluso pensó que podría ser la consecuencia de un serio complejo o de un problema más grave, y se puso manos a la obra, tratando de averiguar qué se podría esconder detrás de tan recalcitrante actitud, pero rápidamente cejó en su empeño dada su experiencia en meterse en “fregaos ajenos” y “abogacías de pleitos pobres” y salir escaldada. La susodicha, siempre tiene una experiencia similar o superior a la que estás contando, y, no sólo eso, sino que dispone del perfecto tutorial para que salgas airosa de la situación, gracias a su inestimable conocimiento.

Como consecuencia de lo anterior, es una incansable monologuista, lo que no la exime de, en ocasiones, ser una grosera, impertinente y metepatas, y es que “tanto va el cántaro a la fuente…”. ¡¿Cómo no va a ser todo eso si no para de hablar?!, a cualquiera le ocurriría lo mismo.

Y para remate, anda por el mundo con unos aires de suficiencia, que te deja pasmada. No sólo sabe de todo y te lo dice hasta extenuarte, sino que, además, sienta cátedra. Vamos que está, como quien dice “encantada de conocerse”.

Es tanta la fatiga que la provoca, que incluso, cuando ella deja algún resquicio, ya no tiene ni ganas de conversar.

Hortensia trata de ser objetiva, analizar la situación con racionalidad y no dejarse llevar por el runrún que la bulle dentro, y por eso, entiende que todas estas particularidades de carácter, no son en sí mismas, ni perversas, ni malvadas, ni retorcidas, ni tramposas, son más bien molestas, fastidiosas, enojosas y cabreantes. Y es por ese motivo, por lo que semana tras semana sigue soportándola, unas veces con más acierto que otras.

De esta manera, Hortensia se debate entre dejarse llevar por sus instintos más primarios, o “pasar” de ella dada su tendencia natural a evitar las confrontaciones, y en esa actitud, aparentemente pasiva, se ha dedicado a observar el cotarro y a escuchar o desconectar, si el índice de tonterías por minuto supera el límite que puede soportar.

No es una postura ni inteligente ni madura, sólo quizá práctica, y tiene algunas ventajas, se ha dado cuenta que cuanto menos se empeña Hortensia en rivalizar por tener un hueco en la conversación, más descolocada deja a esta persona, y hasta le da paso (¡qué sorpresa!), cuanto más la mira a los ojos, más se calla (¡sorpresa de nuevo!), cuanto menos interés tiene en polemizar, contraargumentar o comentar, más le pregunta por su opinión y parece tener un interés verdadero (de esto último no se fía ni un pelo).

Todo esto me hace recordar el tema de la psicología inversa, a veces funciona, ¿quizá sea este el caso?.

2 comentarios:

  1. ¡Qué buen tema! Creo que lo que le sucede a Hortensia es muy común, pero lo que le sucede a su "amiga" tal vez lo sea más. En defensa de la "pesada" -por calificarla de algún modo- diría que los que caemos en esas conductas -y me considero entre ellas mal que me pese- lo hacemos empujados por una sensación de inseguridad. Esto es un acto inconsciente, y por ello muy difícil de controlar. El motivo: una necesidad imperiosa de generar empatía con el otro, de ser aceptado (y hasta querido). Una posibilidad es intentar brindar cierta seguridad al otro y ser sincero en cuanto a esos “momentos incómodos”. Claro, sin enojo y con suavidad. ¿Qué opinaría Hortensia de todo esto?.

    Saludos!!

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  2. Florencia, creo que Hortensia tiene una máxima, siempre que la persona tenga "buen fondo", todos debemos hacer un esfuerzo por encontrar un punto de encuentro. Creo que Hortensia lo está intentando, aunque de casualidad, y está variando el tipo de relación entre las dos, ya comento que cada vez existe más diálogo y menos monólogo, creoq ue va por buen camino. para hablar a las claras hay que tener un don especial para decir sin hacer daño, es dificilísimo, vamos de profesional, creo que la actitud es mucho más sutil y se capta sin tanta agresión.

    Un saludo.

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