domingo, 21 de agosto de 2011

Código binario. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que todo empezó un buen día (o malo, según se miré), en el que encendió su portátil como siempre, y quedó congelado en el “escritorio”. Como ya estaba acostumbrada a las salidas de tono de su pequeña maletita, ejecutó sin inmutarse la solución informática de primer orden, hacer IPL, o lo que es lo mismo apagar y encender, confiando en que aquello daría resultado, pero no fue así, volvió a quedarse congelado en el mismo punto. Probó con otras opciones más avanzadas, como quitarle la batería, arrancar en modo seguro, pero nada de nada, quedaba suspendido en el mismo punto sin remisión. Estableció una “technical line” con su experto, pero tras muchos intentos parece que nada surtía efecto.

Cuando llegó el administrador del sistema, técnico provisional y queridísimo de Hortensia, se puso manos a la obra para hacer el diagnóstico preliminar y cuantificar los daños. Comando va, comando viene intentaba por todos los medios abrir el caparazón del bicho binario, que seguía dando muestras de una tozudez más propia de humanos en estado de extrema ofuscación y de animales de cuatro patas.
Hortensia se preguntaba ¿estaría malito, se habría empachado con un exceso de información? o ¿sería un mal de otro tipo, más bien una crisis de identidad, o nos estaba retando lanzando un órdago de “a ver quién puede más y quién tiene más que perder en todo esto?.

El caso es que de frente, por el lateral, por la puerta trasera, ningún acceso estaba disponible y cuando más se cerraba en banda, más crecía la tensión. De vez en cuando daba muestras de que la información estaba ahí, intacta, sin daño, pero inalcanzable para ellos, como si se regodease en su propio poder.

Y ése fue su gran error, no saber con quién se estaba jugando los cuartos, la pequeña maletita binaria acostumbrada a su pacífica usuaria que no hacía otra cosa que escribirle y leer correos, creía que todos los humanos de aquella casa eran iguales, pero no, su administrador, técnico provisional y queridísimo de Hortensia es un hombre pacífico y sosegado hasta que se le provoca, y no hay mayor provocación, mayor reto, que el que una máquina se le “ponga chulita” y más si funciona con unos y ceros.

Así que, desde ese mismo momento, se puso como único objetivo hacerle vomitar a “la máquina infernal” toda la información de una manera u otra, por las buenas o por las malas, o SÍ o SÍ. De nuevo empezó la lucha de titanes y de comandos, de dispositivos externos, de puertos USB no reconocidos. Hortensia no quería verlo, era una lucha sin cuartel.

Después de unas cuantas horas, todos agotados y de casi ya perdida la esperanza, el administrador del sistema, técnico provisional y queridísimo de Hortensia, les reunió a todos en la habitación donde se encontraba el origen de los desvelos y les comunicó que lo único que se le ocurría era que si el software no funcionaba, tendría que pasar al hardware. En pocas palabras extraer físicamente los discos duros para salvar la información, o lo que es lo mismo sacarle las vísceras al bicho binario.

Ya estaba con el destornillador en la mano cuando probó, por última vez, a intentar extraer la información, y…¡¡magia potagia!!, aquello se abrió como una florecilla inocente. Una vez descargado y salvado todo, volvió a enmudecer definitivamente.
Yo tengo una explicación que seguro que nadie comparte, la maletita, al oir la carnicería que se cernía sobre ella tuvo que decidir entre seguir con todas las consecuencias y asumir el despiece o, sin asumir la derrota total y absoluta, coger una salida honrosa que sirviese para minimizar daños.

Todos aprendieron una gran lección, los humanos a hacer copias de seguridad, la pequeña maletita binaria aprendió que el ser humano es único e imprevisible y que si le acorralas puede que la única solución que se le ocurra sea “Sacarte las tripas”.