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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Tribulaciones de una bloguera pardilla. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice  que cuando limpia, tarea tediosa e ingrata donde las haya, es cuando tiene el “subidón” creativo. Cualquier tema es bueno para opinar, debatir o polemizar: política, sucesos, situaciones cotidianas, profesión, emociones.
Cuenta con dos grandes aliados “Doña Escoba” y “Don Plumero” a los que, seguro, impresiona con sus teorías y soluciones sobre los temas más candentes de la actualidad y deja impresionados con su clarividencia en el análisis de las emociones humanas. Es entonces cuando, en plena efervescencia oratoria, mira a los ojos a “Doña Escoba” (más bien al palo que sujeta) y le dice orgullosa: “¡Qué tertuliana tan magnífica se está perdiendo este País!”, y “Don Plumero”, que es asido con vigor de limpieza hogareña, calla, sumándose a tan tremenda verdad.
De repente, cae en la cuenta, ¡vaya, si ahora tengo blog, estoy en Twitter, y en Linkedin!, y allí hay debates interesantes en los que puedo participar, y dejar caer mis perlas de sabiduría. ¡Ya no seréis los únicos, “Doña Escoba”, “Don Plumero”, ahora toda la red escuchará lo que tengo que decir!.
Y corre rauda y veloz hacia el ordenador, y se conecta; pero antes de hablar, o sea de escribir, observa y escucha, es decir lee, lo que se "cuece", qué debates hay, qué comentarios se escriben y mientras, va “cociendo” su propio post, claro, escribirá sobre algo que conoce, que ha vivido, sobre lo que ha meditado tantas veces y llegado a conclusiones prácticas, sencillas, fáciles de llevar a cabo, ésas que tanto la gustan.
Existen muchos debates interesantes y otros tantos en los que puede opinar con fundamento, con conocimiento de causa.
Y se decide, tiene que ser algo importante, que aporte, pero con frescura, intentando ser novedosa en el planteamiento, nudo y desenlace. Escogiendo las palabras con mimo, con un lenguaje sencillo, pero cuidado, sin excesivos circunloquios.
Ya está, lo ha hecho, ¡Caray, qué largo!, quizá se ha pasado un poco, y es que cuando se lía…pero, no pasa nada en el siguiente tratará de abreviar.
Algunos de los comentarios que ha hecho en los distintos foros son elocuentes, y espera impaciente, que algún tertuliano virtual, la alabe con un “has dado en el clavo”, o un “ése es el quid de la cuestión”, o acaso un “excelente argumentación”, pero nada, en la mayoría de los casos…nada (¡eo, eo, estoy aquí!). En algunos un “gracias por tu aportación”, alguna oferta, o un “sigue así que tú puedes” y en otros, concretamente, en uno al que respondió a un desacertadísimo comentario sobre el victimismo de los parados, tildándolo de frívolo e insensible, le acusaron de insultar, pero ahí quedó todo, no fue a mayores.
Y ha estrenado su blog, con posts más acertados unos que otros, y ha tenido buenas críticas de amigos, que la quieren, de familia, que la adora, y de algún internauta desconocido, y los valora todos.
Y seguirá, porque parece que le ha cogido el gustillo a esto de escribir.
Y prueba con Twitter, la verdad, es que no se entera mucho de qué va, ni cómo se utiliza, los 140 caracteres se le hacen escasos (ya lo dice, es que cuando se lía…). Pero, ¡¿qué pones?!, ¿frases cortas?, así en plan misterioso, para crear expectación, ¿enlaces a otros sitios?, o sea, ¿4 horas, de media, buceando para encontrar lo que todo el mundo encuentra?.
Necesita desesperadamente un tutorial.
Y como el que sigue, si no la consigue, por lo menos se entretiene, pues ahí está, de momento, en observación, es decir, observando lo que circula, y, a veces, se pregunta, con el orgullo herido: ¿Por qué ciertos debates y comentarios provocan una oleada de comentarios a su vez, unos a favor y otros en contra, y no son ni la mitad de chispeantes e ingeniosos que los suyos? ¿Por qué se forman auténticas camarillas de diálogo virtual en la que, a los participantes, entre chascarrillos, alabanzas mutuas, discrepancias, sólo les falta darse palmaditas en la espalda, mientras la dejan al margen?.
Será cosa de perseverar.
Desconecta temporalmente.
Y ahí están como siempre, impertérritos, dispuestos a escuchar de nuevo otra argumentación genial, “Doña Escoba” y “Don Plumero”, sus eternos aliados.