martes, 25 de octubre de 2011

Mapa genético humano. Mi amiga Hortensia dice...

1ª Parte: Los Cromosomas Femeninos


Mi amiga Hortensia dice que según unos estudios sobre genética de la Universidad Retrograde del Estado New Casposian del Norte, se han establecido nuevos hallazgos genéticos que confirman la tesis de cómo es que hombres y mujeres tradicionalmente se han dedicado a tareas distintas. Justificarían además que unas y otros estén particularmente dotados para la ejecución y desempeño de algunas de ellas. Lo cual invalidaría otros estudios sobre la igualdad en las capacidades de los dos sexos para la realización de dichas rutinas, por eso, empeñarse en seguir por este camino sería, simplemente, ir contra natura.

Los principales cromosomas femeninos que detectaron en este estudio fueron:
-          Cromosoma cleaner o “Don Limpio”: mediante este cromosoma se garantiza que la portadora sabe desempeñar sin entrenamiento previo todas las tareas domésticas: lavar, planchar, fregar, limpiar el polvo, hacer las camas, con total eficacia, cosa que no ocurre con los hombres que necesitan entrenamiento, aprendizaje y cierto estado anímico que les empuje a la realización de las mismas. Aquellos que, por las circunstancias que sean (deficiencia genética, extrema necesidad o “anormal” concienciación solidaria) realizan estas actividades despiertan una ola de admiración en los demás.  Para nosotras no tiene mérito ya que estamos genéticamente preparadas para ello. Y si estamos preparadas y lo hacemos tan bien ¿por qué no hacerlo siempre?.

-          Cromosoma cooker o “Entre fogones”: Al igual que el anterior, este cromosoma desencadena una serie de pautas de conductas que nos llevan a la correcta elaboración de suculentos guisos a partir de una serie de materias primas. Es más, con la sola visión de una olla o una sartén empiezan a funcionar los mecanismos adecuados para recuperar de nuestra memoria ancestral el recetario completo de todas nuestras antepasadas. Al contrario que nosotras, ellos tienen la farragosa tarea de “tirar” de recetas, consultar libros de cocina e incluso hablar con sus madres para solucionar las dudas. Este cromosoma, además tiene la vertiente “avituallamiento”, la cual nos capacita para movernos con maestría por los lineales de los supermercados y “pegar la hebra” con el pescadero con el propósito de conseguir la mejor mercancía.

-          Cromosoma “Mater Amantísima”: Cierta es la especial relación que existe entre un hijo y su madre, lo cual convierte a ésta en un auténtico catalizador de todo, y en este todo se incluyen, los lloros nocturnos, las enfermedades, las tareas académicas, las medidas disciplinarias, higiene y vestuario, las reuniones escolares, y las salidas al parque. Aquí, los hombres, tienen a la audiencia un poco dividida, entre las que piensan lo tierno y monísimo que es un hombre con su hijo jugando (cosa que además puede facilitar “otro tipo de interacciones”), y los que piensan simplemente que es un poco “calzonazos”.

-          Cromosoma shopper o “Quema la Visa”: Hay dos cosas que una mujer puede hacer en su tiempo libre, ir de compras o quedar con las amigas (fundamentalmente para despellejar a alguien que no esté presente), o puede hacer las dos cosas juntas. Este cromosoma no sólo capacita para la consecución de nuestro objetivo, sino que también nos da herramientas para soslayar los obstáculos que nos pongan, por ejemplo, que controlen nuestro gasto, ya que las únicas que tenemos caprichos somos nosotras, ellos sólo tienen necesidades.

Leída la primera parte del estudio (todavía me quedaban todos los cromosomas masculinos), empecé a preocuparme verdaderamente por mi salud, por mi material genético claramente deficiente y, aunque me cueste reconocerlo, muy poco “femenino”. Así que a la espera de obtener más información con el resto del artículo, fui buscando un genetista de prestigio para hacerme un estudio en condiciones.
Continuará…

viernes, 21 de octubre de 2011

829. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que se dice pronto 829. 829 nombres y apellidos, 829 proyectos definitivamente truncados en su momento, 829 familias quedaron suspendidas en ese mismo instante comenzando de nuevo un larguísimo camino hacia otra vida que ya no era la misma, marcada por el ingreso en esa macabra lista. Pero así es como siempre los vieron, como una cifra, sin rostro, como un objetivo, quitándoles la cáscara humana.

Hay más, muchos más, heridos, escoltados, mirando debajo del coche, escogiendo rutas alternativas, los que se fueron hartos de la extorsión y los que quedaron siendo extorsionados, los que hablaban en voz baja y los que defendían unos mismos ideales pero de otra forma, porque siempre hay alternativas.

Todos pagaron un alto precio, cierto es, unos más que otros, porque para 829 ese precio fue irreversible, definitivo. Nada devolverá a esos 829 lo que dejaron pendiente, ni a las 829 familias su rutina anterior, y digo, NADA, ni la venganza, ni el ojo por ojo, ni el arrepentimiento sincero o hipócrita, ni la retórica, ni la entrega de armas, ni la alegría colectiva, ni siquiera la justicia. Acabar con la vida de un ser humano es lo que tiene, es un camino sin retorno, no hay vuelta atrás, y nada de lo que suceda posteriormente devuelve lo que se perdió, o lo que se quitó.

Este es el punto de partida, tener conciencia de que no existe restitución posible, y la desgarradora dureza de este hecho hace que nos neguemos a admitirlo, exigiendo lo que es imposible, lo que sabemos que nunca se nos va a dar y por ello, justificando nuestra intransigencia para poder avanzar, como en perpetua pataleta.

829 desmanes, despropósitos y sinsentidos, que ahora puede que sí lo tengan, 829 que nos empujan a admitir la pérdida, convivir con el dolor y exigir la compensación que se merecen, que los “tibios” y los ambiguos se decidan de una vez a dar un paso al frente, sin las sombras de las “nueve milímetros”, sin cubrir sus oratorias de recursos bélicos o de confrontaciones armadas, ¡como si una guerra diera prestigio!. Que defiendan sus posiciones con ideas, argumentos, propuestas, proyectos y planes de futuro, con un lenguaje claro y moderno, adaptado a nuestra sociedad y sin anclarse en “leyendas medievales”, ni en pretendidas justificaciones genéticas, o que lo hagan como quieran pero sin perder de vista que el arma más poderosa, la que cambia el mundo, es la palabra, las otras sólo lo destruyen. La compensación de no dejarse utilizar por otros, que con motivaciones poco legítimas, insisten en fomentar el rencor, instigan a la revancha, no les conviene que la herida cicatrice limpiamente, sino que siga abierta supurando, sin dar la más mínima oportunidad, una oportunidad para 829 familias que sienten que deben seguir adelante con sus proyectos, sin perder  su memoria y en honor a ella.

Los que tienen que cumplir una condena, tendrán que hacer balance, y reflexionar ¿qué hacer con sus vidas?. Espero, sinceramente que no desaprovechen esta oportunidad, que a ellos les brinda un sistema en el que no creen (¡qué paradoja!) y que, desgraciadamente, para 829 ya no es posible.

lunes, 10 de octubre de 2011

¡Peligro, fusión a la vista!. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que confundir las palabras es confundir los conceptos, se habla de fusiones cuando son compras o anexiones de unas empresas por otras y por distintos motivos, pero es que parece que decir “me he fusionado” no causa el mismo desaliento que decir “me han comprado”, aunque la incertidumbre por el qué pasará prácticamente es la misma.

Ninguna adquisición es igual a otra y no siempre se produce porque la empresa “comprada” esté en situación financiera o comercial delicada, es más, en ciertos sectores (como en las TIC), empresas pequeñas o medianas llegadas a un volumen de negocio se hacen especialmente apetitosas para otras más grandes, o para multinacionales que quieren tener mayor presencia en nuestro país o quieren hacerse con los servicios de ciertos clientes estratégicos.

Pero para muestra un botón, que no es más que eso, un ejemplo que puede o no, ser suficientemente representativo:

Hace años recalé en una empresa mediana, bien posicionada y con buenos clientes, aunque para mí eso no era lo importante ya que se me abría un panorama profesional fascinante, lleno de retos, de aprendizajes y un largo camino por descubrir.
En estas estaba, concentrada en mi trabajo y aprovechando al máximo las oportunidades que se me brindaban, cuando un par de años más tarde nos dieron una noticia, nos habíamos fusionado con una multinacional holandesa, que ya tenía una sede aquí en España.
Al principio no sabes cómo tomártelo, ni si será para bien o para mal, pero toda la cúpula directiva en pleno salió a tranquilizarnos, porque lejos de tener que echarnos a temblar por nuestros puestos de trabajo, íbamos a disfrutar de mejores medios para poder seguir desarrollando nuestro cometido con total tranquilidad.
Porque, qué es una fusión, sino la unión de fuerzas, intereses, en condiciones similares, en las que las dos partes tienen cosas que decir, tienen voz y voto. La cosa cambia mucho cuando te enteras de que no es una fusión sino una adquisición, y por tanto el que compra manda, y tiene la potestad de imponer sus decisiones, sus métodos, y hasta su plantilla.
Pero nosotros, ilusos, estábamos encantados, ¡qué digo!, henchidos de orgullo de que se hubiesen fijado en nosotros, por eso cuando nos dijeron que vendría un Controller holandés, ya fantaseábamos con la idea de que fuese alto, rubio y guapetón….pero debimos empezar a sospechar que no iba a ser todo tan bonito cuando el que vino era un malayo cincuentón, con muy malas pulgas y más feo que un dolor.
Más feo y con más malas pulgas se puso cuando, a pesar de todos los intentos de liarle y confundirle por parte de la cúpula directiva, las cuentas no le salían y los números cantaban desafinados por mucho que se intentasen edulcorar los resultados. Los holandeses pasaron de estar frotándose las manos por el estupendo negocio que habían hecho, a llevarse estas mismas manos a la cabeza preguntándose en qué lío se habían metido.

El tan esperado encuentro de plantillas se produjo y aquello fue….desamor a primera vista, mientras nosotros pensamos que eran una panda de gañanes, tuercebotas e informáticos de segundo orden, ellos pensaron de nosotros que éramos unos pardillos, finolis, resabiados y arrogantes con los que no tenían ni para empezar, ya que ellos curtidos en mil y una compras, fusiones, adquisiciones, estaban más que bregados en estas batallas. No tuvieron ni que esforzarse en dar codazos, ni en hacerse sitio a golpes, tenían la razón (la del dinero que paga), y se limitaron a empujarnos levemente mientras que nosotros nos quedábamos patidifusos unos, encolerizados otros ante tanta insolencia, y los más, lloriqueantes por lo que se avecinaba.

Conclusión, pocos vencedores (los que vendieron a buen precio), muchos vencidos (los que compraron y no supieron que ni unos ni otros entendíamos el negocio del vecino y nos mezclaron sin más ni más para desastre general, y los que se quedaron navegando a la deriva a la espera de otra compra, esta vez, no tan “ventajosa”). Y, por supuesto, muchísimos más cadáveres, entre los que se encontró Hortensia.


lunes, 3 de octubre de 2011

Curiosidad, Interés o Cotilleo. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que ayer leyó en una entrevista que le hacían a Carolina Herrera hija que lo que menos le gustaba de este país es “la curiosidad colectiva sobre la vida de los demás”. Supongo que quiso decir, haciendo gala de una elegancia sin par, que detesta el cotilleo o a los cotillas.

En esto, si es eso lo que quiso trasmitir, no puedo reprocharle nada porque, si para los comunes, para los de “a pie”, ser objetivo de cotilleo, por parte de vecinos, conocidos o gente de paso, ya nos resulta cuanto menos molesto, para una persona conocida, el número de personas que opinan (en casi todos los casos sin saber ni conocer), se inmiscuyen, soliviantan, con afanes casi siempre insidiosos, buscando la morbosidad, la noticia escandalosa, con el único objetivo de obtener un beneficio a costa de la vida privada de los demás, crece exponencialmente, encontrándose desprotegidos y hartos de que su intimidad ande en boca de todos.
Cierto es que algunos lo buscan, casi con desesperación, porque que hablen de ellos para bien o para mal, y a falta de saber o querer hacer otra cosa para ganarse la vida, les reporta pingües beneficios, efímeros, transitorios y temporales, pero bienvenidos para salir del paso.

Sin embargo, me gustaría romper una lanza, en esto de la curiosidad patria, ya que no es lo mismo curiosidad, interés y cotilleo.

No me parece mal que las personas se interesen por sus semejantes, es más, me parece una característica que no deberíamos perder (si es que es una característica colectiva nuestra), porque qué hay más humano que no pasar de largo cuando alguien está en un apuro, por ejemplo. ¡Qué habría sido de mi, si aquel día que casi me parto un tobillo en las escaleras del metro, no hubiese habido unas cuantas personas que se interesaran por mi, me atendieran, me acompañaran y me insistieran en llevarme al hospital, a lo que yo me negué tozudamente por aquello de no llamar más la atención!.

El ser curioso ya es otro cantar, aquí la línea que separa la curiosidad y el cotilleo es más fina y depende, en gran medida, de la utilización que hagamos de la información obtenida. Hay personas a las que les gusta saber de los demás para explicarse, para comprender y para entender los comportamientos que tienen, para dotarlos del contexto adecuado y no malinterpretarlos, o porque esa otra persona les resulta atractiva e interesante y quieren saber más. Y no porque quieran aprovecharlos para hacer daño, o para criticar a sus espaldas.

¡Ay, amigo, pero otras, otras….viven para el cotilleo!, da igual que sea la portada de no sé qué revista, el tertuliano de turno, el compañero de trabajo, o el vecino del 5º, parece que su única pasión en esta vida es el corte y el despiece. Todo lo que hacen los demás es criticable, está mal, es molesto, o pecaminoso, resulta desdeñable y lo más asombroso de todo, tienen una total y absoluta falta de memoria, y con un hilo hacen una madeja.

Por eso, aunque culpable de algún que otro cotilleo esporádico (me pregunto ¿quién no?), soy firme defensora del interés por el semejante, aunque no se le conozca de nada, compañero de especie es al fin y al cabo, y será o no por deformación profesional, y  respetando los límites, soy una incombustible curiosa.