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viernes, 28 de diciembre de 2012

El brindis. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que es tiempo de controles de alcoholemia, normal, si contamos con la cantidad de comidas, cenas y hasta desayunos de empresa y familiares que se dan en esta época.

Nunca me han parado en uno de esos controles, y no he soplado por el tubito en mi vida, aunque a tenor de lo que bebo (alcohólico, porque de agua y refrescos soy una esponja), daría un hermoso, bonito y alardeante 0,0.

Pero voy a hacer un brindis virtual, no creo que me atreva a hacerlo en persona delante de mis comensales de esa noche.

El 2012 ha sido un año con muchos sinsabores, y con algunas cosas dignas de reseñar, de las que ahora no me acuerdo, lo que ha terminado de afearlo definitivamente es que todos los que lo empezaron no han podido terminarlo. Por mi parte, comencé el año perdiendo a una amiga y lo voy a finalizar habiendo perdido a mi padre, cosas de la vida, hay años que visitas varias veces el tanatorio y otras ni te acercas. Por este motivo no voy a caer en la tentación de brindar por el nuevo año, porque sea mejor (que lo espero), aunque sé positivamente que siempre hay mucho margen para empeorar.
El año que viene será como sea y se irá desgranando día a día, lo de hacer balance es un artificio humano, nos gusta hacer resúmenes de todo.

Este brindis es por todos vosotros, por aquellos que esa noche compartiréis conmigo mesa y mantel y por todos los que estaréis compartiéndolo con otros.

Os deseo que viváis cada día de este 2013 que se estrenará, no como si fuera el último (¡qué angustia!), sino como si fuera Único, como de hecho es, no habrá otro día igual en vuestras vidas, para bien o para mal.

Porque hay un momento para ir deprisa, deprisa, atropelladamente sin tiempo para nada, y otro momento para parar, tomarse un respiro y hacer lo que sea que debamos o queramos al ritmo y cadencia que el asunto requiera.

Porque hay un momento para hacer varias cosas a la vez, y otro para realizar solo una, en la que se concentre toda nuestra atención, nuestro interés y nuestra energía, sacándole  todo el jugo a esa experiencia.

Porque hay un momento para el control y la planificación y otro para dejarse llevar por los acontecimientos, quién nos dice que no es ese el camino que nos llevará a cumplir nuestros objetivos.

Porque hay un momento para la angustia, la desesperación, la pena y la tristeza y otro para preguntarse si todo eso nos servirá para seguir.

Porque hay un momento para dejar para mañana lo que podrías haber hecho hoy, y otro para hacerlo, no vaya a ser que el mañana nos pille a contrapié.

Lo difícil es saber cuál es el momento adecuado para cada cosa, lo cual me lleva al último: hay un momento para equivocarse, no somos infalibles.
Os deseo por tanto que piséis fuerte cada día del calendario, que no haya ninguno que se quede en blanco, anodino.

Y un brindis por los que ya no están, que sin querer o queriendo, ya han dejado su huella en nosotros, como los tatuajes, algunos brillantes y llenos de colores, otros cargados de significado, todos indelebles para el recuerdo.

Por 365 días intensos, calmados, alegres, tristes, caóticos, ordenados, sencillos, complejos, desesperantes, esperanzadores, libres….llenos de vida.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Inmersión. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que el término inmersión siempre le recuerda a los submarinos, y a las películas, en las que el oficial al mando, en medio del caos ante la llegada de un barco enemigo gritaba desaforado: “Inmersión, inmersión”, y todos aguantábamos el aliento expectantes, ¿les daría tiempo o no?, ¿conseguirían sumergirse antes del lanzamiento de los proyectiles?.
                                                                                 
Sin embargo estos días la inmersión flota en el ambiente lejos del mar y del océano.

Y esta mañana en los descafeinados Desayunos de TVE (que se han vuelto tan oficialistas como el resto de su programación), alguien ha vuelto a hablar de inmersión, pero esta vez haciendo oídos a un prestigioso economista que revelaba la fórmula contra el fracaso escolar de nuestros pequeños, a saber, la inmersión en Matemáticas e Inglés.
No quiero ser mordaz, pero como su negociado anda un poco despistado y no se ponen de acuerdo en lo fundamental, es decir si crecemos o nos seguimos desecando, pues debe considerar que es mejor ponerse a opinar de otros. Lo cual no me parece inoportuno (yo también opino de Economía, sin despeinarme), si se toma como lo que es, una opinión, no la sentencia del Oráculo de Delfos.

Que nuestra educación está fallando hace tiempo que lo sé, pero no por una cuestión de promedios, ni de las calificaciones de nuestros estudiantes en los exámenes comunitarios o internacionales. Nuestra educación falla por una variedad de circunstancias a las que no nos hemos sabido adaptar (a nivel mundial, por eso no me sirven los sistemas de medida), ni la sociedad, ni los programas, ni los profesionales, ni los alumnos y los que menos de todos los gestores que deberían haber promocionado un cambio de paradigma.

Hemos ido enfocando y por lo tanto, lo que más nos ha importado, es la medición, ahí es dónde depositamos el valor de nuestros estudiantes, del 5 para abajo no vales, y el único objetivo del curso, de la clase, del profesional y del alumno es superar la prueba, el resto (si aprendes, si asimilas, si comprendes la materia, si la haces tuya) si sucede bien y si no, no importa. Lo que produce a la larga, a la corta y a la media, tanta frustración en cualquiera de las partes que es casi un milagro que el sistema todavía funcione y se siga soportando.
Hemos hecho de la medición un fin en sí mismo y no un medio, lo que siempre fue, uno de tantos, importante, pero no el único.

La inteligencia, y esto no lo digo yo que soy como quien dice una inexperta en la materia, es tan variopinta, tan diversa y, en casi en todos los casos, tan poco medible, que no se circunscribe a una disciplina concreta (ni a dos), aunque muchas básicas y necesarias para el desarrollo del ser humano.

A algunos economistas les hubiese venido de perlas una inmersión en Historia, por aquello de no cometer los mismos errores cíclicamente. En esta época convulsa y oscura, donde vuelven a hacerse preguntas que antes se habían olvidado, no vendría mal una inmersión en Filosofía, madre de todas las ciencias modernas, una reflexión sobre el fin, los medios, los valores, y todas esas “chorradas” para algunos pragmáticos.

O de qué me sirve ser multilingüe si no pongo ni la voluntad, ni el interés en escuchar al otro, hable el idioma que hable.
Las Matemáticas, o la certeza en un mundo incierto, no el instrumento de la usura.

Como en el submarino del principio, no quiero hacer una inmersión de urgencia, por la vía rápida, para que en los test de capacitación “mis chicos” den la talla.
Quiero a estos míos empapados hasta la médula de toda la sabiduría posible, que sepan hacer despertar la creatividad que todos llevamos y, que nos ha hecho unos investigadores estupendos en cualquier campo, quiero que exploren el mundo, no por necesidad perentoria, si no por afán aventurero (no como ahora), quiero que aprendan primero y luego sepan hacer exámenes porque lo necesitarán para abrir algunas puertas.

Mucho me temo que estoy haciendo una inmersión en Utopía, con el agua al cuello y el periscopio bajado me hundo lentamente….

viernes, 30 de noviembre de 2012

Chorizos. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que el otro día le pasaron un vídeo de un economista que empezaba su disertación diciendo que éramos un país de chorizos.

No puedo estar menos de acuerdo con una aseveración tan tajante y generalista, perdóneme usted, señor economista del que no recuerdo su nombre, pero yo como otros muchos que conozco no soy una choriza. No sé si la densidad de chorizos de nuestra población es mayor que la de otros países, la impresión generalizada es que sí, aunque las impresiones no siempre se corresponden con un análisis más minucioso y exhaustivo de la realidad, pero una cosa no quita la otra, y no se puede negar que parece que se ha abierto la veda al “destape” de este particular clan que hasta ahora parecía actuar bajo cuerda, en una especie de secreto a voces.

Es posible que, sin yo saberlo, me haya topado con algún que otro chorizo de poca monta (no me muevo en ambientes selectos). Hasta ahora, ya que, en este momento, sí puedo afirmar que conozco si no un chorizo, una subespecie, el estadio inmediatamente anterior, el marrullero tramposo, ése que, sin llevarse nada (aparentemente), hace enjuagues con el dinero que no es suyo, tapando agujeros generados de líos anteriores, liquidándolos con maniobras cuando menos dudosas.

Este personaje, presidente de nuestro club de futbol, podríamos haberle puesto el sobre-nombre de “El Hombre Invisible”, porque nunca ha ido a ver jugar a nuestros hijos, ni ha aparecido nunca para hablar con nosotros (incluso en los peores momentos del club), y muchos padres no saben ni ponerle cara. Yo le he visto dos veces, a lo lejos (¡¡Mira ese es el presi!!), y otra vez cuando me pagó la lotería de Navidad, pero sé de sus andanzas, y de sus teje-manejes, y una vez presencié cómo un individuo le llamaba de todo, menos bonito, porque debía dinero en todas partes. A este señor sólo le interesa el equipo profesional, al que paga, no religiosamente, ya que también les deja a deber de vez en cuando, pero la Escuela de Fútbol, es decir, nosotros, ésta es para él una mosca cojonera, que no le aporta nada y últimamente sólo le da problemas, porque le ha salido respondona.

Casi nos quedamos sin equipación (que ya teníamos apalabrada y el dinero recaudado), porque él tenía trampas en el almacén y como somos una única entidad, primero debía liquidar las deudas.

Y llega la Navidad y con ella la lotería. El año pasado nos dieron papeletas para vender, y tocó (¡qué mala pata!), ya que alguno de nosotros cobramos la última este mes de septiembre. Así que como mi memoria está intacta, y, aunque se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, esta mujer que os escribe, no, por eso sólo quiero décimos que puedo cobrar en cualquier administración, no vaya a ser que toque.

Cuando Mª José nos pasó el mensaje de que el “presi” ya tenía preparadas no sé cuántos tacos de papeletas, yo en una alarde de grosería y empleando un lenguaje soez, indigno de la educación que he recibido, le dije que me hiciese el grandísimo favor de enviarle mi contestación, a saber, que se podía meter los tacos o las papeletas una a una (a elegir) por donde amargan los pepinos. O bien que se dignase a venir a vernos, que yo gustosa se lo decía en persona. Vista nuestra reacción, la suya no se hizo esperar, sorprendido, indignado (por nuestra buena memoria), arrogante y prepotente, lanzó su chantaje: sin papeletas, no hay décimos, así que no hay lotería para nadie.

¿¡Qué me esperaba acaso, un acto de sincera contrición!?, arrepentido de su sinvergonzonería reiterada, de no parar de escamotearnos las subvenciones que nos da el Ayuntamiento (para la Escuela), de no reintegrarnos el dinero de lo que se recaudó el año pasado con las aportaciones loteras, de desviar las devoluciones de las cantidades que pagamos a los árbitros y que luego nos devuelve la Federación, y de tantas y tantas cosas más que habrá debajo de la alfombra y que desconocemos.

Lejos de esto, los chorizos y las subespecies asociadas, se creen por encima del Bien y del Mal, se sienten con el derecho de hacer lo que seguro piensan harían todos si tuviesen la oportunidad y por eso, lejos de pedir disculpas o avergonzarse, se envalentonan.

¡Qué ganas tengo de echármelo a la cara!, aunque creo que no sucederá, será una característica del chorizo (o de la subespecie) o de este individuo en concreto, pero no dan la cara, se escamotean todo lo que pueden, en definitiva tienen un tufillo cobarde.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Una Petición. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que la próxima vez que vaya a la frutería, cosa que pocas veces hace, ya que tiene un Queridísimo encargado de la tarea, va a cambiar la lista de la compra por una estrategia distinta.

Imaginemos por un momento que frente a frente con el frutero, un hombre cordial y simpaticón donde los haya, me planto y en vez de contestarle directamente a su pregunta, “¿Qué te pongo?”, empiezo a lanzarle sutiles mensajes sobre mis problemas digestivos, “que si últimamente tengo cierta tendencia a la acidez de estómago”, “que si no hago bien las digestiones”, “que unas veces ando algo estreñida y unos días más tarde el arroz blanco es mi única comida”, o utilizo los globos sonda sobre la economía doméstica, o una queja en toda regla: “no consigo que los niños coman fruta ni a tiros”. Tras los primeros minutos de confusión, mi frutero, al margen de pensar que me habría desquiciado (¡pobrecilla!), insistiría en la pregunta: “Pero ¿qué te pongo?”. Yo, por mi parte, podría pensar que es más que evidente, después de tantos años que me conoce y de toda la información que le he dado, tendría que haberle quedado claro que lo que quiero es: un par de manzanas, un par de peras, un manojo de acelgas, medio de judías verdes y cuatro plátanos, aunque esta vez voy a pasar de las mandarinas (por aquello de los ácidos) y de todos aquellos productos fuera de temporada que estarán carísimos.

Esta situación resulta chocante, pero no lo es tanto si sustituimos “la cesta de la compra” por peticiones más personales: qué quiero, qué necesito, qué espero de ti, qué esperas de mi, por qué me has dicho o hecho tal o cuál cosa o has omitido, cómo puedo ayudarte o ayudarme, cómo me siento, cómo te sientes. Con todas estas cuestiones pretendemos que los demás estén al tanto de los más mínimos detalles, un gesto, un bufido, una palabra fuera de contexto o un silencio “relevante”. Cuando nos damos cuenta que nada de esto surte el efecto deseado, es decir que el otro (que ciertamente nos conoce demasiado), no reacciona, pasamos a elaborar una historia paralela sobre los motivos, la aderezamos convenientemente con explicaciones, añadimos más y más detalles y nuestro enfado sube enteros por momentos. Incluso podemos llegar a barajar la remota posibilidad de que el otro (haciendo gala de una torpeza sin límites, ya que nuestra información, aunque sutil era clarísima) no se haya enterado de la misa la mitad, pero nunca, nunca emitimos una petición. Todo esto saldrá tarde o temprano, con la excusa de algún enfado como reproche ácido y envenenado.

Yo en esto, aunque quiero fervientemente mejorar, tengo que reconocer que tengo algún que otro pensamiento mágico al respecto. Pienso que con la fuerza de mi mente conseguiré que los demás hagan algo que, por otra parte para mi es obvio, pero me olvido de pedirlo abiertamente.
Me pasa siempre que dejo la ropa tendida. Sé que saldré tarde, volveré cansada y lo que menos me apetece es recoger la ropa del tendedero, entonces, me concentro, pienso, pienso y pienso, transmito la información, a través de canales etéreos, a los que están en casa para que se les encienda la bombilla, abran la ventana de la cocina, vean todas las cuerdas plagaditas de ropa ya seca y la recojan “convenientemente” (faltaría más). Y siempre, siempre me pasa lo mismo, llego esperanzada y “me cojo un rebote del quince” cuando lo que yo “transmití” mentalmente, no ha pasado. Me enfurruño, empiezo a rezongar por las esquinas y no paro de pensar que son todos unos desconsiderados conmigo (¡con todo lo que yo hago por ellos!), y como alguno me pregunte…ja….¡vaya chorreo que se lleva!, y ¡vaya cara de pasmo y de incredulidad que se le queda!.

Con lo fácil que hubiese sido haber pedido claramente que lo hiciesen, sin más, sin malos humos, sin necesidad de enfados, sin crear guiones ni tramas alternativas, ni interpretar lo que no es.

Es injusto, y nada beneficioso para nosotros esperar que los que nos conocen, que los que nos quieren, nos adivinen.

Hacer una petición es un acto valiente, maduro y arriesgado, nos exponemos no sólo a escuchar lo que no queremos, a que se nieguen a nuestra petición, sino que brindamos la oportunidad al otro de que se “retrate”, pero merece la pena si preferimos la claridad y no la confusión, si queremos saber para construir y no elucubrar para sufrir, si queremos confiar u optamos por la suspicacia.

Hoy no he puesto la lavadora, mañana, si voy a llegar tarde, haré mi petición.

martes, 13 de noviembre de 2012

Estoy en duelo. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que la muerte forma parte de la vida querámoslo o no, es una verdad indiscutible, quizá una de las pocas que existen, aunque nosotros, simples mortales, finitos en el tiempo, nos empeñemos tozudamente en obviarlo.

Hace unos meses, cuando murió mi amiga Virginia, tuve una conversación con Mayte, una de esas que de tan sencilla y aparentemente poco trascendente, me hizo reflexionar largo y tendido sobre cuánto tiempo invertimos en preparar ciertos acontecimientos y otros los dejamos sin cerrar. Casi, y sin casi, en los peores instantes de tu vida, cuando el dolor, la pena y la ofuscación mental te envuelve toda, tienes que empezar a decidir cuestiones materiales: qué, cuándo, cómo y de qué manera quieres despedir a tu difunto. No sólo eso, debes tener en cuenta que los motivos del certificado de defunción sean indiscutibles, no vaya a ser que el forense sospeche, o los papeles oficiales que tendrás que recibir para acto seguido empezar con tu particular vía crucis burocrático.

Al final de todo ello, Mayte y yo convinimos que ciertas cuestiones deberían formar parte de nuestra preparación vital, por morboso que parezca, no sólo el testamento, sino qué queremos que hagan con nosotros cuando nosotros ya no somos nada de nada, como último acto de altruismo al que se queda, aunque ciertas cuestiones siempre serán inevitables.

Heme aquí, ni dos horas han pasado desde que ha muerto mi padre y estoy en un cuchitril aguantando como puedo las explicaciones sobre las distintas opciones que tengo en cuanto a ataúdes, tanatorios, urnas, crematorios, coronas y como no, las tarifas reducidas que pueden aplicarme si se llevan a mi progenitor (lo que queda de él) a El Escorial o a Tres Cantos (esta última opción podemos verla mediante circuito cerrado, tipo Super Bowl, incluso puedo, si quiero, asegurarme de que es a mi padre a quien meten en el horno crematorio, para que no haya malentendidos). Eso sí, no paran de darme sus condolencias, pero no me enfado por ello, esto al fin de al cabo es un negocio y ellos hacen su trabajo, no hay nada que reprochar.

En el tanatorio estoy a gusto, faltaría más después del mal trago, y me pasan unos arbolitos para el recuerdo para que los plante y un libro escrito por un hermano carmelita, que me llevo, sospecho que me hablará de la eternidad, pero nunca se sabe, estoy pendiente de leerlo.

Todo sale a pedir de boca, incluso tenemos catering y pañuelos de papel para aburrir, por cierto que me han irritado la nariz y llevo dos días dándome vaselina para no despellejarme viva.

Estoy en duelo, en paz conmigo misma, porque afortunada fui, tuve la oportunidad de pasar dieciséis días para dejar casi todo hecho y dicho con mi padre.

No me he hecho la pregunta maldita ¿Por qué?, no la he necesitado, y además hace tiempo que supe la respuesta, y eso reconforta.

No estoy enfada con el mundo, solo triste y le añoro cada segundo.

Espero que cuando esta pena negra deje de envolverme, lo que sucederá con el tiempo, este mismo tiempo me devuelva a mi padre, para que me acompañe y se haga eterno como se merece.

Aún así, quiero ser consecuente y me voy a poner a dar instrucciones sobre qué quiero que hagan conmigo, a mi no es que me vaya a importar mucho, pero quiero ahorrar a los que se queden algún mal trago que otro, no estoy muy segura que se pueda, que el negocio esté preparado para que los vivos elijan antes. 
Ahí puede haber un filón, una nueva idea para desarrollar en el futuro.

lunes, 22 de octubre de 2012

Unión de Patanes Asociados. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que tantos años y tantas ediciones de ese macabro programa de Gran Hermano tenían que pasar factura tarde o temprano. Tantos años y tantas horas de encumbrar la mala educación, la grosería, el despropósito y la desmesura, sin pensar en las consecuencias de lo que se dice por unos minutos de gloria radio-televisados, no podían caer en saco roto.

Siempre pensé que los que terminarían pagando las consecuencias, bueno las consecuencias las pagaríamos todos, pero que los que tomarían estos malísimos ejemplos como la prueba de que el fin justifica los medios (ganarse de la vida de cualquier forma), serían las generaciones más jóvenes. Sin embargo, y casi con lágrimas en los ojos (de alegría), veo que prefieren otras cosas. Nunca se me ocurrió que la ponzoña acabaría anidando en otros, más maduros (¿?), más vividos, de más edad y claramente mucho, mucho, mucho más irresponsables.

Creo que se hace más que necesaria la creación de una nueva asociación, hay muchas, aunque ésta es de vital importancia, ya que a ella irían a parar todos aquellos que, independientemente de su afiliación política, tengan el  “patanismo” en niveles peligrosos para la salud propia y ajena, yo lo llamaría la Unión de Patanes Asociados o Partido Patán, como más guste.
Últimamente, será por los temas que se suscitan, porque está el personal algo nervioso, porque las horas de tele o de radio se cotizan al alza, porque estemos en campaña electoral casi permanentemente o porque seamos un país de bravucones, si alguien dice una burrada, siempre hay otro que, medio segundo después, lanza un exabrupto todavía peor, y lejos de quedarse ahí la cosa, la bola de nieve crece exponencialmente.

Hay frentes abiertos por doquier, el tema catalán da mucho juego, aquí se dividen entre los que se envalentonan de uno y otro lado: “pues yo tengo a los Mossos” y llega otro, un vejestorio con añoranza de ruido de sables, “pues yo al ejército” y otro más “y yo, a la Guardia Civil”. Y todos tan anchos.

Pero no son los únicos, hay otro patán, cuyo nombre he querido olvidar, que hace poco dijo que la ley estaba para ser violada como las mujeres. Sin comentarios.

Si estamos en el fragor de un mitin o en pleno debate en el Congreso entonces ya existe patente de corso para decir lo que se quiera: el candidato del partido rival ha matado a no sé cuántos él solito, o españolizar lo que él mismo considera español (lo cual sería una redundancia), o los abuelos de no sé quién han quitado la infancia a los que ahora quieren quitar las pensiones (¡qué trabalenguas, creo que me he liado!), o el carnet de mujer por puntos o la comparación bastante desafortunada (por decirlo finamente) entre las asociaciones de padres de alumnos que se suman a las protestas en defensa de la educación pública y cierta banda armada y su entorno (¡aggg, chirría!).

Alguien podría tacharme de intransigente, por aquello de no perdonar los deslices. Meter la pata, cometer un desliz, es humano, y todos tenemos amargas experiencias, otras incluso graciosas, de meteduras de pata grandiosas. Lo que diferencia a un patán, es su pertinaz obstinación en no reconocer cuándo ha cometido la falta, asumirlo, desdecirse y explicarse mejor, no, un patán no sólo no reconoce, se empecina en decir que no ha dicho lo que ha dicho, y si lo ha parecido es que se ha interpretado mal. Conclusión: te lanza el cóctel molotov verbal y luego te llama necio. También existen patanes más peligrosos, los que quedan absolutamente satisfechos de cuanto dicen, sin remordimientos, sin sombra de duda.

La fila da tres vueltas a la manzana, son muchos los que han mostrado interés por sumarse a esta nueva asociación, bien por convicción propia o animados por compañeros, así las diferentes instituciones sanean sus filas.

Como el resto, la gran mayoría somos, como mucho, metepatas, lejos de condenarlos al ostracismo por toda la eternidad (revisando su condena o no), les daremos la oportunidad de reinsertarse mediante buenos programas educativos.

lunes, 8 de octubre de 2012

Martes, Manifestación. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que la ola de manifestaciones que desborda nuestro país últimamente ha puesto muy nerviosos a algunas de nuestras autoridades. Como ya tienen las tijeras en la mano y están a todas horas utilizándolas, parece que no se les ha ocurrido otra cosa que empezar a dar tijeretazos también a los derechos fundamentales.

De acuerdo, muy de acuerdo, ¡qué molestos son los manifestantes!, ¡qué vocerío más desproporcionado!, egoístas ellos, no se percatan del daño a la imagen de este país (¡mecachis!), del trastorno a la vida cotidiana que producen, del gasto (en estos tiempos) en limpieza y en horas extras de antidisturbios, a los que ya tenían prometido un bonito recorte, porque también son funcionarios públicos, de los quebraderos de cabeza que provocan a las mentes pensantes y a sus señorías, ¡qué despropósito!.

Por todo ello he pensado que la alternativa es, sin duda, la Manifestación Unifamiliar, es decir que cada uno se manifieste en su casa y que invite a quien quiera, vecinos, amigos o familiares, pero en un entorno recogido, sin prensa, sin gasto público, en la intimidad del hogar (como un buen españolito, como le gusta a nuestro presidente, calladitos todos), así no molesta al resto de sus conciudadanos (bueno a alguno sí, a los que viven abajo, o arriba o a los lados) y, por supuesto, no inquieta a los gobernantes, que bastante tienen ellos con las charlas que les dan desde Bruselas o Berlín, para tener que aguantarse con esto, “¿No votaron hace poco?”, se preguntan.

El caso es que yo, como soy una mujer práctica, he propuesto a mi entorno más próximo establecer el Martes, como el día para manifestarse, en mi casa claro, aprovechando que mi hermana vive en el piso de arriba, mi hermano pequeño está a diez minutos en coche, mi madre viene a verme, e incluso a veces mis suegros. El motivo, ya lo someteremos a votación, hay muchos Martes y muchos más motivos de protesta, lo difícil será ponerse de acuerdo, no vaya a ser que encima de pocos, mal avenidos.

Pero en mi manifestación unifamiliar voy a hacer trampas, ¡cómo no, para eso la he inventado yo!, y no me voy a privar de nada.

Voy a contar con la prensa, llamaré a mi hermano el mayor, reportero de Madridiario para que cubra la noticia, ya que qué sentido tiene una manifestación si no se difunde.

Como delegada de gobierno de mi casa, y al mismo tiempo, promotora de la manifestación tengo un conflicto de intereses, o como diría el cantante “el corazón partío”, entre protestar y salvaguardar mis figuritas de porcelana. Ciertamente cuando las cosas se calientan se pierden los papeles y a ver si a mi hermanillo le va a dar por quemarme el cubo de la basura dentro de casa o volcarme alguna silla.
Solución: tendré que optar por llevar un agente para salvaguardar el orden público/privado. Como mi hija quiere ser policía desde que tiene uso de razón es la candidata ideal, aunque últimamente no lo tiene tan claro, ver las cargas policiales (algunas tan “selectivas” y “proporcionadas” como la que le llevó a mi hermano, el reportero, a llevarse más palos que una estera) le están dando qué pensar, pero yo le digo que sosiegue, que la policía hace otras muchas labores más amigables.
Definitivamente se encargará de este tema, le pondré el escurre-verduras en la cabeza y le daré un cazo como arma preventiva, pero con la promesa de no utilizarlo.

Ya tengo el itinerario hecho, pero las proclamas tendremos que improvisarlas, y dependerá del motivo de la “mani”.

Dejaré libertad de expresión para todos aquellos que acudan, allá ellos con lo que dicen, mi hija tiene el punto de ebullición bajo y como le toquen la fibra, me la veo corriendo detrás de su tía blandiendo el cazo amenazadoramente, mientras su tío de la prensa (convenientemente identificado), le hace fotos.

No sé si decirle a mi madre que ese día se abstenga de venir, tiene ya una avanzada edad y me da miedo que en una “tangana” con algún manifestante loco, espía infiltrado o violento profesional, se tropiece con la mesita del café y se caiga pasillo abajo.

Este Martes, no puedo, pero al siguiente estrenaré el Manifestódromo casero, aunque pensándolo bien creo que si quiero manifestarme lo voy a seguir haciéndolo en la calle como siempre, ¿No será que lo que les molesta no son las manifestaciones sino el motivo por el que se manifiestan?.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Yo,Yo,Yo, Yoísta. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que existe riesgo de contagio.

Ante todo he decir que no ha sido a mí a quien se le ocurrió el término, fue a una amiga mía, y aunque parezca que no es muy ortodoxo, describe a la perfección esta enfermedad, este virus antiguo como la Humanidad, pero que hoy en día (como las plagas de piojos), se ha acrecentado y multiplicado, porque aunque estamos rodeados de gente, muchas veces nos sentimos tremendamente solos y desamparados.

No hay que decir, o sí, que esta amiga mía y yo, tenemos otra amiga común yoísta hasta la médula, pero ella, como la mayoría de afectados, no lo sabe. A veces, a esta amiga y a mí, se nos hace insufrible soportar los síntomas.

El yoísta es un paciente duro de pelar, primero porque no se considera aquejado por el virus, segundo, porque en el caso de que alguien le ponga en antecedentes y le haga ver lo que hace, tiene una imagen tan distorsionada de sí mismo que considera que aquel insensato sólo pretende ofenderle  y le tiene especial animadversión y tercero, porque necesita desesperadamente la atención del respetable.

¿Cómo reconocer a un yoísta? Sea cual sea el tema que se sugiera en una conversación, el yoísta tomará enseguida la iniciativa empezando su frase con un “yo hago, a mi me pasa, yo conozco…” para hilvanar acto seguido con cualquier elemento discursivo que tenga que ver o no con lo planteado.
El yoísta charla sin parar, interrumpe sin remordimientos, termina tus frases si tardas más de la cuenta (estás invadiendo su preciado tiempo), te interroga si necesita información, te examina para asegurarse de tu atención y en casos muy graves llega a recriminarte si te coge en un renuncio.

El yoísta es un agujero negro que absorbe todas las conversaciones y las transforma en yoa-logos (no hay diálogos).
El yoísta resulta tan cargante que aleja de sí a toda aquella persona que no tenga una voluntad de hierro y que no decida, por amor o amistad, mantenerse cerca a pesar de los pesares, lo cual provoca aislamiento, no convoca la cantidad de auditorio que les gustaría y eso acrecienta más los síntomas.

No hay espectáculo más espléndido que una batalla de yoístas, el resto de los allí presentes sólo deben sentarse con una buena bolsa de pipas y ver cómo luchan denodadamente, cómo te utilizan, cómo hacen prisioneros, cómo se alían primero con unos y luego con otros y por último, cómo se rinde uno, y el otro sale triunfante…amargo triunfo, ya que los allí convocados hartos ya del duelo sólo desean no volver a verlos en su vida.

Hace ya unas semanas que propuse a unas amigas un curso de relajación, quizá fue un mal planteamiento, ya que la idea no es llevar la colchoneta, los bombachos y hacer tres respiraciones profundas, sino empezar la casa por los cimientos, ahondar en el hecho de que la relajación es quizá la última estación de un largo camino que hay que recorrer, y que pasa por la conciencia de uno mismo, la buena gestión de nuestras emociones, aprender a escuchar y observar las señales de dentro y de fuera, saber lo que nos limita y lo que nos potencia y contar con ello para llevar a cabo todo lo que nos propongamos. No tuvo mucho éxito y me temo que no me vendo muy bien.

Sinceramente creo que sería beneficioso para todas esas personas yoístas, pero para otras también, incluida Yo.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Profesiones de Futuro. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que cada año los estudiantes y sus preocupados progenitores se devanan los sesos para intentar dilucidar cuáles serán las profesiones más demandadas en el futuro.

Para mi es un planteamiento tramposo de inicio, ya que quién sabe con las vueltas que da la vida y los avatares que estamos sufriendo qué va a ser más útil, e iría, incluso, un paso más allá, ¿dónde ponemos la utilidad o no de una profesión?. Yo por mi parte, cambiaría útil por Valioso, me gusta más y le añadiría al guiso dos ingredientes: Cariño por lo que haces y Respeto. A partir de ahí las posibilidades son inmensas, cómo juegues con la fusión de tus conocimientos, experiencia y gustos, para ponerlos a merced de lo que puede ser valioso también para otros, útil también.

Reconozco que estas ideas mías no son compartidas por muchos, no desespero, ya que mi Queridísimo, un hombre pragmático donde los haya, ya ha mutado. El otro día me sorprendió dándole la charla a mi hija, diciéndole lo mismo que yo le había dicho hace tiempo y creyéndoselo. Pero no todos son así, y ayer mismo mi peluquera, una chica nada sospechosa de encefalograma plano, me miraba como si me faltara un tornillo (o varios), cuando empecé a obsequiarla con mi diatriba sobre las profesiones del futuro.

Mientras te están dando el pegote del colorín, te someten a un tratamiento de calentamiento intensivo de cabeza para que el tinte se fije definitivamente, te lavan la cabeza y te dejan medio sorda con tanto chorro en las orejas y después tienes a tu alrededor el parque eólico de secadores, las conversaciones de cierto calado con argumentaciones, que den lugar a un cambio de impresiones y a un debate o dialéctica sobre el por qué de tu razonamiento, no tienen cabida. Así que yo aprovecho estos momentos para estar calladita o mantener charlas más livianas que se puedan interrumpir y dejo la artillería pesada para cuando tengo que abonar la dolorosa, que en este caso es muy, muy dolorosa.

Como ayer iba acompañada y tenía cierta prisa, no tenía intenciones de hacer de Seneca, pero siempre me tiran de la lengua, o al menos es lo que yo me creo (¡¡¡maldita vanidad la mía!!!), y esbocé rápidamente mis ideas sobre las profesiones que en el futuro serán las más demandadas, a saber: Filósofo, Historiador, Lingüista, Literato y en general todo lo que tenga que ver con lo denominado, Arte, y, por supuesto, Psicólogo, dejándome a un lado lo más convencional, léase, todo lo tecnológico.
Se puede imaginar uno la cara que puso la muchacha, no sabía si estaba de broma, si formaba parte de mi fina ironía, si lo decía en serio (y necesitaba tratamiento rápidamente) o era con afán de polemizar.

Antes de nada he de decir que todas las profesiones,  con o sin título académico, me merecen el mayor de los respetos siempre que se ejerzan con estos tres ingredientes básicos que ya apunté al principio de este post: Cariño, Respeto y Validez, aún así sigo pensando que tendremos que volver a retomar nuestros valores como seres humanos, nos deberemos reencontrar con nuestra esencia para saber hacer útil la tecnología que tenemos a nuestro alcance, sin que ella nos alcance a nosotros y nos destruya.

Todo esto no pude argumentarlo….las prisas.

Quizá esté absolutamente equivocada y las profesiones del futuro no sean estas, sino otras, da igual, ¿qué es lo importante? Que nuestros hijos estudien o hagan aquello que más les guste, para que luego puedan encontrar la forma de hacer de su pasión, su medio de vida.

viernes, 31 de agosto de 2012

Vacaciones. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que hoy es el último día de Agosto, ya huele a Septiembre, a libros, a la vuelta al cole, a la verdadera cuesta por la subida del IVA, a un otoño caliente, a fascículos y colecciones que se empiezan y nunca se acaban, y a una palabra maldita, esa que parece no debemos pronunciar porque da mala imagen y  desasosiega, como si el culpable de todos los males fuese llamar a las cosas por su nombre y no hacerlas mal. Pero a lo que huele definitivamente es al fin de las vacaciones.

Y ya tenía yo ganas, que este año me las tomé in extremis, casi, casi, a hurtadillas, y estaba un poquito harta de ver a todo el mundo pasar por delante de mí con los cachivaches rodantes (ya no los hay de los de siempre, ataditos con cuerdas), rescatando del baúl de los recuerdos el pueblo de la niñez o retomando después de años las amistades o las relaciones familiares con apartamento en la playa.

Por supuesto, nada de cruceros, ni de tours por Centro-Europa, ni nada de un “Todo Incluído” en una jaula de oro en Punta Cana o en la Riviera Maya, eso para otro año, porque en este hasta los que podrían, para dar buena imagen o para no crispar, han hecho el paripé de irse, pero poco, o irse, pero a lugares poco glamorosos, como si con ello engañasen a alguien o deshiciesen algún entuerto.

Yo cambié el sur por el norte, ya había pasado suficiente calor este año, y la playa, por el camino, y la gente….esto no lo cambié porque seguía habiendo gente por todas partes, andando, en bici, y vacas, muchas vacas, y hasta unos dinosaurios (más bien dinosaurias), que se debieron escapar del Museo del Jurásico de Muja, a las que no pude datar ya que hubiese necesitado la técnica del Carbono 14, pero que calculo yo a ojo tendrían entre 100 y 10.000 años de edad y un color de piel caramelo por la sobre-exposición al sol. Tanto tiempo en  un museo sin saber qué ponerse, debieron creer que el short y la camiseta de tirantes era la indumentaria correcta independientemente de tu edad, carnes, peso específico y tersura de la piel, e iban ellas tan ufanas por el paseo marítimo luciendo pellejo, que pensé yo que en uno de esos vaivenes del colgajo se les desprendería del hueso dejando un esqueleto perfecto.

También me llamó la atención, cómo reaccionamos ante la manifestación de la Naturaleza en estado puro, es decir, las vacas a su aire, seguro que si baja una nave espacial del cielo no nos sorprende tanto como este hecho. Tan estupefactos estábamos todos de la comunión entre hombre y vaca, íbamos caminando a la par sin agredirnos, que el hombre sacaba cada dos por tres la cámara de fotos para inmortalizar este momento: “Hazme una con la vaca pastando”, “A mi, a mi, con la vaca tumbada a mi lado”.

Este año he hecho mía la máxima de entra en el sitio más cutre, te saldrá bien de precio y comerás de maravilla, y aunque la mayoría de las veces es cierta, a veces, el sitio más cutre es el más cutre por algo.

Y volví con mis cachivaches, ya feliz. Como me fui de las últimas ya no he tenido que ver cómo otros se iban, ni siquiera he visto volver a tantos, volvieron antes que yo, porque los períodos vacacionales también sufrieron recortes y severos. Encaro el final de este año con ánimo porque es mi etapa preferida, llega el frío, se acortan los días y yo revivo, proporcionalmente a como me marchito en primavera y agonizo en verano, rarita que soy.

Pero las vacaciones siempre son necesarias no importa el destino, ni cuanto dinero inviertas en ellas, necesitas poner tierra de por medio, cambiar la rutina, aunque sea por otra distinta, lo único que deseo es que el año que viene no se hagan tanto de rogar como en este.

lunes, 23 de julio de 2012

El palito. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que existen señales que no siempre queremos escuchar, como aquellas de advertencia o de alarma que nos envía nuestro cuerpo, o las que desde otros organismos vivos, seres de nuestra especie, nos lanzan y nosotros desoímos por distintas razones.

Por eso comprendí que no podía ser fruto de la casualidad que mi hermano en su vuelta a la bitácora escogiese el tema del desánimo y de los caminos alternativos, y que una amiga mía estuviese ofuscada por el derrotero de las conversaciones vespertinas, parecía que todas terminaban hablando de lo mismo….la SITUACIÓN.

Sí señores, por causas que no es objeto de este artículo ni de esta escritora explicar, puesto que nos meteríamos en una discusión sin fin, nos ha caído una M…de dimensiones espectaculares, que nos ha dejado en estado de shock. Primero nos dijeron que era caca sin importancia, incluso ni se la ponía llamar así, pero con el tiempo hemos visto que no, que aquello es un excremento y de los gordos. Entonces han aparecido los equipos encargados de analizarlo (expertos y no tan expertos): longitud, profundidad, dimensiones, textura, pero en lo que todo el mundo está de acuerdo es que despide un olor nauseabundo.

Esta gran excreción o Crisis ha producido algo muy humano, primero desconcierto, después estupefacción, enfado y por último abatimiento y derrotismo.

Al principio pensé que la fascinación por la magnitud de la enorme cagarruta, daría paso a un alejamiento y al repudio más absoluto, porque ya os digo que la fetidez es insoportable, pero lejos de ocurrir esto, estamos total y absolutamente deslumbrados (debe ser por el shock del que todavía no nos hemos repuesto) e incluso estamos con el palito venga a removerla, lo que airea más la peste.

Mientras estás ahí, respirando los vapores, es imposible que tu cerebro tenga oxígeno suficiente para pensar en si es mejor rodear el emplaste, tirar un puente colgante, calzarse las botas de goma y meterse hasta las rodillas para cruzarlo cuanto antes o cualquier otra solución.
Mientras estamos ahí todos juntitos, con el palito, alguno cuenta cómo el cuñado de su prima se metió hasta el cuello y consiguió salir (a éste le miran con cara rara y le mandan a buscar más palitos), otro parece entrever las piernas del quiosquero de su barrio que cayó de los primeros.
Mientras estamos ahí, ya no estamos enojados, estamos tristes, desanimados, desmoralizados, incapaces ya de encontrar nada y asumiendo lo que tenga que venir como corderos en el matadero.

Oí las señales, ya desde hace tiempo no hacía caso de los olores, y me alejé un poco. Sencillamente encontré, el aire un poco menos viciado, si tengo que buscar alguna solución, camino alternativo o cualquier salida necesito tomar perspectiva (alejarme del olor y verlo desde otro punto de vista), a algunos enfadados o indignados pero con esperanza, otros creativos y los más, más o menos como yo, oxigenándonos un poco para dar nuestros primeros pasos, tímidos o confiados dependiendo de quien los dé.

No he dado con la solución, ni personal ni universal, pero en el centro de la gran M tampoco estaba haciendo nada de nada, aquí tengo las fosas nasales más despejadas, la cabeza más limpia, empiezo a tener ideas (unas más peregrinas que otras).

Entiendo que los equipos de expertos que tienen que seguir analizando la plasta sigan allí, para que luego puedan documentarlo todo muy bien y saquen conclusiones para los libros de Historia. A mi ya no me hacen falta más análisis, de momento, saqué mis conclusiones. Los que quieran quedarse allí cerquita, que se queden, como si en vez de ser lo que es, fuese un faro deslumbrante, pero por favor os lo pido ¡¡¡dejad ya de removerla con el palito!!!.

lunes, 16 de julio de 2012

Neurotransmisores. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que en el último curso de carrera escogió una asignatura que se llamaba Neuropsicología, que le pareció interesantísima.

Sin embargo, aunque es una de mis pasiones y uno de mis intereses, el estudio cerebral, la neurociencia, y el método científico, no terminan de adaptarse a mis características caóticas personales. Se necesitan grandes dosis de paciencia, que yo no tengo, de constancia, de avances diminutos para llegar al objetivo, y sobre todo, se necesita una capacidad de conservar nombres que, a mi se me resiste, ni los de las personas, las capitales, ni mucho menos los de las zonas cerebrales.

Pero yo doy ideas, por si algún científico quiere investigar, y creo haber descubierto un nuevo neurotransmisor en el cerebro, que a falta de otro nombre mejor ideado, he dado en llamarle Malababanina, y del que estoy descubriendo cada día sus efectos nocivos y perniciosos en el comportamiento humano. La Malababanina, no es más que el exceso de mal humor, mal genio, mala baba o lo que viene a ser “estar de morros”, las causas son lo de menos, de todo hay, pueden ser objetivas, subjetivas o sin causas aparentes, lo importante son las secuelas que producen en nuestro organismo.

Hace unos días, entré a la farmacia (local que últimamente acumula personas con altas dosis de Malababanina, por aquello del copago), y percibí un tufillo extraño (este neurotransmisor se caracteriza, entre otras cosas, porque despide un cierto aroma acre muy reconocible), al salir la boticaria, confirmé mis temores…estaba de mal humor (también es otra de sus características, afecta a los músculos faciales, entre otros). En estas circunstancias lo breve, dos veces bueno, así que le espeté el nombre de la medicina que iba buscando (sin receta) para acabar cuanto antes la transacción comercial. A mi los laboratorios farmacéuticos no me consultan el nombre que le ponen a sus preparados, bastante tengo con hacer un esfuerzo supino y acordarme de cómo se llaman los que necesito.

La farmacéutica me miró con cara de nulo entendimiento y empezó a cortocircuitarse. Repetía una y otra vez el nombre del medicamento en voz alta para ver si acudía a sus manos, como en el hechizo de Harry Potter, mas no quise decirle que le faltaba la varita y la palabra mágica. Como aquello no surtía efecto, probó abriendo todos los cajones del almacén, mientras seguía repitiendo el nombre dichoso. Después de un rato, el nivel de Malababanina iba en aumento, por su torpeza, así que pegó un bocinazo a su colega que estaba en la rebotica, la cual le indicó en dos segundos dónde estaba el susodicho fármaco.
Podría haberme ido a mi casa en este momento sin sufrir más daños ya que no era yo ni la causa ni el objeto de su enfado, pero ahí cometí mi primer y único error. Cuando ya me estaba cobrando, mi hija, me recordó que nos faltaba uno, y se me ocurrió pedírselo. Me devolvió una mirada de perro y de manera ciertamente tirante, inquirió que primero me cobraría y luego se ponía a buscar el siguiente.

“BiominolA”, le dije yo, y directamente, entró en bucle, uno de esos malignos, dañinos, interminables.
De nuevo probó con el hechizo (¡¡qué te falta la varita!!) y con los cajones, y una sirena silenciosa se disparó porque la Malababanina estaba en límites críticos. Otro bocinazo, y la colega de la rebotica le contesta con tono de estaestontaderemate: “2º cajón, donde las gotas, la caja azul de toda la vida”.

La boticaria sale del bucle, pega un vaivén de cabeza tipo porqueyolovalgo y….
Me dice A MI: “Claro, las vitaminas de toda la vida, las que le daba mi padre a los pájaros (mi hija se pone a trinar como loca, porque lleva 2 años tomándolas), si me hubieses dicho BiominolA, te habría entendido”.
No temo al peligro….”Pues claro, lo que te he dicho, BiominolA”
“Ah, pues yo te había entendido BiominolA”.

Conclusión: la Malababanina tiene un efecto corrosivo sobre el procesamiento del sonido, la comprensión del lenguaje, la recuperación de conocimientos de la memoria, el bloqueo mental en general y además impide reconocer cuándo nos hemos confundido y hemos de asumir la disculpa.

Ayer tuve un subidón inexplicable de Malababanina que me ha dejado unas consecuencias hasta ahora no documentadas, un trastorno intestinal y un dolor de estómago apoteósico….Tomaré nota.

lunes, 9 de julio de 2012

Excusas. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que la semana que viene tiene que llevar el coche a pasar la ITV.

Como siempre, todos los años, me pasa lo mismo, igual que lo de ir al taller, me sale sarpullido. Entonces me busco una excusa, una excusa que por supuesto nadie se cree, y termino por reconocer delante del Queridísimo que odio todo lo relacionado con el “4 ruedas” y no me queda más remedio que hacerle una petición formal, porque mi excusa no tiene excusa.

Ayer sorprendida me quedé, aliviada al ver que no soy la única que tira de excusas, cuando una amiga mía puso el pretexto menos contundente, más quebradizo, menos solvente que he visto para no llevar a cabo el plan del fin de semana propuesto, y conste que la entiendo, porque me sé los detalles y, en su lugar, es posible que yo también me encontrase en esa tesitura.

Sin embargo yo estaba allí contemplando el panorama, como todos (excepto yo) desmontaban la coartada de mi amiga, creyendo que le hacían un favor, mientras ella sonreía por fuera y retorcía pescuezos por dentro. Yo intentaba por todos los medios pensar con rapidez para darle una salida airosa, pero éste nunca ha sido mi fuerte, ya que todo lo que se me ocurría era tan retrógrado y casposo que iba a sonar muy poco creíble. El mal ya estaba hecho.

¿Qué hay detrás de una excusa?, pues un enorme “No me atrevo” a decir “No quiero o No me apetece”. Porque ese atrevimiento puede resultar muy caro, bajo nuestra perspectiva de las cosas, puede desencadenar consecuencias de magnitudes desproporcionadas, o al menos eso es lo que creemos, y antes de meternos en esos jardines, probamos la disculpa. Si nos sale bien solventamos la situación, pero no resolvemos el problema, ése siempre sigue ahí, irresoluble.

En este caso, como en otros muchos los consejos de poco sirven, los “yo le diría” o “tienes que hacer” son papel mojado:
Primero porque sueles desconocer datos cruciales y fundamentales de la ecuación.
Segundo porque se produce un hecho biológicamente insólito, los canales auditivos se despejan de cerumen, las conexiones neuronales desaparecen y el sonido de tus palabras entra por la oreja del receptor de tus consejos y sale por la otra y se pierde en la inmensidad del espacio.
Y tercero, pero no por ello menos importante, te puedes encontrar con la tortilla dada la vuelta, es decir, recibiendo consejos, los mismos que tú diste anteayer (jaja, ¡qué desmemoriada!).

Sin embargo no todo está perdido, la solución debe encontrarla el que tiene el problema, plateándose primero qué quiere conseguir y qué es lo que le impide conseguirlo. Como primer paso no está mal, a partir de ahí, hay que seguir avanzando. Los resultados suelen ser espectaculares y uno se pregunta por qué no lo habría hecho mucho antes, seguramente porque no estaba preparado y no era el momento, todo tiene su tiempo de cocción.
  
Si a mi amiga le sale mal, por lo menos en la siguiente ocasión pensará una buena evasiva, o si decide que está preparada, que ha llegado el momento, planteará la cuestión desde otro punto de vista, abordando el “No quiero” directamente, ella decidirá a su tiempo.

Yo, por mi parte, sigo intentando zafarme de llevar el coche a la ITV, ahora ya sin excusas, ¿Qué es lo peor que me puede pasar?....que me diga que no.

lunes, 2 de julio de 2012

El Desenlace. Organización de Eventos. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que los datos fríos nos dejan el siguiente balance: Un superávit recaudatorio que fue convenientemente revertido, índice de morosidad, 0, índice de impago, 0.

Sin embargo todo el mundo sabe que cuando se trata de hacer un análisis del éxito o el fracaso de cualquier evento, los números desapasionados no bastan, existen otros elementos que influyen de manera crucial, elementos que no son tan medibles, menos cuantitativos, más abstractos, más subjetivos.

Aquel día tenía yo bastante con aguantarme, no porque estuviese de mal cariz, ni mucho menos, sino que literalmente me costaba estar de pie y, por contagio, me envolvía una anestesia mental preocupante. Sería por la ley de la compensación o por otra de naturaleza desconocida, el Queridísimo era todo positivismo, donde siempre ve problemas, encontraba soluciones. Tanto es así que cuando llegamos al campo y nos dijeron que, por quincuagésima vez en este año, nos habían vuelto a dejar sin fluido eléctrico (por el robo del cobre), rápidamente se puso a buscar alternativas e incluso no descartó la cena a la luz de las velas (¡¡¡¡¿Quién eres tú y qué has hecho con mi Queridísimo?!!!!).

Y yo, mientras, deambulaba por allí, definitivamente perdido el contacto con la nave nodriza.

Siempre existen mecanismos en tu interior que no dejan de sorprenderte, cuando estás “empanada” para ciertas habilidades que suelen ser tu fuerte, se abren paso otras que jamás creías que tenías y acudieron a mí las “artes económicas” y como contable avezado (ya no tengo abuelas) empecé a clarificar el panorama de los dineros, los que había, los que no, los que faltaban, cómo habría que realizar los pagos, dejando a otros el “arte recaudatorio” mitad negociación, mitad acto diplomático.

Al filo de las 3 de la mañana alguien dijo que nadie quería apuntarse a nuestro club porque nos consideraban “un equipo de mierda” (¡vaya, no sabía yo que estuviesen por los aledaños los descendientes de los Messi y Ronaldo o de nuestras estrellas patrias que no pillan un balón de oro por muchos méritos que hagan!), y volví a pensar en los datos, en ésos objetivos, fríos, parecidos a los del principio, como son: que cada retraso en las cuotas les cuesta a los entrenadores dejar de cobrar, que no metemos ni un gol al arco iris y que hemos quedado los terceros por la cola en liga, en la categoría más baja que hay. Visto desde ese punto, la conclusión es inapelable….pero como todo el mundo sabe, existen otros elementos de juicio.
Si el objetivo de nuestros hijos fuese ganarse la vida como profesionales de las pataditas, éste no sería su equipo, pero si es otro, quizá sí lo sea, porque en qué otro equipo de fútbol el entrenamiento y los partidos de los chicos son un mero pretexto para las reuniones de los padres, ya que cuando se acaba la temporada nos despedimos tristones, con la esperanza de reencontrarnos el próximo septiembre. Porque en qué otro equipo de fútbol, cuando no tenemos luz, llega el “chispas” o padre del delantero y saca la escalera, los metros de cable y la caja de herramientas y hace un apaño para iluminarnos. Porque en qué otro equipo de fútbol el que no paga las cuotas sigue jugando, ya que el muchacho no es responsable de las apreturas de sus padres y no en tantos equipos las cenas de final de temporada se viven con esta intensidad, ni se ríen tanto, seguro.
Pero claro, todo depende de tus objetivos, de tus expectativas, de lo que valores y por supuesto, de lo que estés dispuesto a recoger de cuanto se te ofrece, es, por consiguiente, una elección que haces.

En conclusión, si analizamos los datos, la cena fue un éxito rotundo y sin paliativos, aunque seguro que no todos piensan lo mismo (“el arroz estaba pasado”, “la pizza no me gustaba”, “la música…. ”….). Si analizamos los datos, este equipo es ruinoso lo mires por donde lo mires, pero no todos pensamos lo mismo.

Como la “nave madre” me había abandonado a mi suerte, no tuve más remedio que confraternizar con estos absurdos terrícolas, tan graciosos, cantando, bailando con ellos y riéndome de una cosa llamada “epiglotis” que debe ser la bomba porque se ríen a carcajadas de ella.

lunes, 18 de junio de 2012

Organización de eventos. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que la organización de un evento es algo que suele suscitar siempre cierta polémica.

La “Vice” nos falló este año, presentó su dimisión con carácter irrevocable como organizadora de la cena del equipo. Todos miraron a su alrededor para intentar pasarle el muerto a otro y concluyeron que, en ese momento, la que tenía más cara de prima era yo. Guardé la calma, recogí el testigo y lejos de asumir plenamente toda la responsabilidad, en una maniobra sin precedentes (para mis escasos recursos), les hablé de la necesidad de repartir los esfuerzos, de poner todos, nuestro granito de arena y de que entre unos cuantos seguro que aquello salía mucho mejor y resultaba menos costoso….y funcionó. Así que nos dispusimos a la tarea el “equipo pelotilla”, con poca ilusión, pero esperanzadas en que los únicos problemas que nos íbamos a encontrar iban a ser los de todos los años, la recaudación del dinero, la morosidad y el impago.

La decisión sobre el regalo del míster fue tan fácil que nos hizo creer en que todo sería un camino de rosas.
Siempre nos realiza el menú la misma persona, pero este año nos encontramos con que no podía por diversos problemas técnicos (falta de luz, de gas…y de ganas) y no hacía más que ponernos pegas a todas nuestras propuestas. Con este panorama, hicimos un rondo de consultas entre los padres y salieron varias propuestas, entre ellas:
1)      Propuesta 1, Comida Campera: esta propuesta consistía en que cada madre (los padres por aquí no aparecían), se encargaba de hacer una comida, para treinta, que llevábamos y compartíamos. Cuando alguien se quedó con la alternativa sándwich, otra con la empanada (comprada) y otra con la tortilla, sólo quedaba el conejo con tomate, los filetes empanados y algún que otro guiso tortuoso que hacer para un regimiento. Se me pusieron los pelos como escarpias viéndome en la cocina ante semejante reto gastronómico, y como mi queridísimo es el cocinero oficial de esta familia, yo, en mi candidez, intenté colarle el “marrón”. Se volvió tranquilamente, me miró a los ojos y dulcemente me dijo “Cariño, ¿te has tomado hoy toda la medicación?”. Después de esto, mi voto fue un rotundo “NO”.
2)      Propuesta 2, Cada uno que se apañe: lo que suponía que individualmente, cada cual se llevaba su propia cena y a correr.
3)      Propuesta 3, Barbacoa Salvaje: Sin aparato, ni carbón, ni nada, es decir, a lo bruto, un bidón enorme, unos tablones de madera y una plancha de metal. La última vez que lo intentaron vino la policía porque las llamaradas se veían desde Alcorcón.
4)      Propuesta 4, Hamburguesería, suponía desplazarse desde nuestro espacio natural de recreo a un sitio pequeño en el que no cabríamos los cincuenta que éramos, ni podríamos hacer todo lo que pretendíamos.
5)      Propuesta 5, Paella: encargar unas paellas de encargo y llevarlas al campo donde íbamos a celebrar la fiesta.

Después de unos cuantos dimes y diretes, salió la alternativa 5 e hicimos el presupuesto.

Recaudar el dinero es algo que desde hace años nos ha proporcionado innumerables anécdotas, desde los que hay que perseguir hasta el último momento, los que pagan a regañadientes, los que desaparecen y están ilocalizables, los que se niegan porque dicen que no han comido mientras les asoman los bigotillos de las gambas por las comisuras de los labios, o no beben y se han debido hidratar por ósmosis, o los que pretenden que con el dinerillo que ponen, paguen el regalo, la comida y ya, si acaso, un fin de semana en Puerto Banús. También nos acechaba el fantasma del impago, con el que nos hemos encontrado año tras año, los que vienen, comen y se van, por “despiste”.

Todos estos nubarrones amenazaban con aguarnos la fiesta, con echar por tierra el primer experimento de organización de eventos en equipo, de, porqué no decirlo, pasar la mirada inquisitoria de la “Vice” que, aunque retirada, estaría a la expectativa y deseando comparar con años anteriores.

Pero todo esto tendrá que esperar al siguiente, porque pasaron cosas que no estaban previstas.

lunes, 4 de junio de 2012

Imagen Pública. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que es una medusa, ha llegado a esta conclusión tan sorprendente después del ejercicio que ha tenido que hacer a resultas de un curso que ha realizado.

El citado ejercicio se llama Imagen Pública y le pides a tres personas de tu entorno que se estrujen el cerebro exponiendo de ti 3 cosas que se te dan bien y otras 3 que no se te dan tan bien, con ejemplos y todo.

Es una práctica, una apuesta arriesgada y para los destinatarios un compromiso, porque tienen que medir muy bien sus palabras, para cumplir con el objetivo marcado y no perder el contacto contigo definitivamente. Y tú te arriesgas a leer lo que no quieres y de personas que no crees que piensan eso de ti.

La crítica no siempre es bienvenida y sobre todo cuando toca fibras muy sensibles.

Yo me arriesgué y mucho, ahora lo pienso, e hice una apuesta casi suicida, porque se lo pedí a tres personas que me importan de verdad, que me importa lo que piensan y sobre todo de las que estaba segura iban a ser escrupulosas con el espíritu del ejercicio, manteniendo lo más posible la ecuanimidad, sin alabarme, llamando al pan, pan y al vino, vino.

Y llegó la sorpresa, ¡¡¡SOY TRANSPARENTE!!!

De las tres características, llamémosle “positivas”, no me asombro porque esas las sabes de sobra, las explotas a tu favor, las divulgas a los cuatro vientos.
Pero de las otras, ¡por favor!, toda la vida intentando ocultarlas, ¿para qué?, son tan evidentes como si las llevase con un post-it en la frente, a la vista está porque hubo coincidencias.

Pero también me sorprendió, que no me sorprendiera ninguna de ellas, todas me encajaban,  de ninguna pude decir “No, yo no soy así”.

Y la última de las sorpresas es que no estoy dolida, con alguna de las cuestiones sé que tengo un problema, y algo tendré que hacer con ello.

Pero, ¡¡¿de qué me sorprendo?!!, nunca me he caracterizado por mis dotes de farsante o de misteriosa enigmática, se me ve venir a distancia.

Así que a esta medusa sólo le queda cambiar lo que le limita, conservar lo que le sirve y seguir paseándose, disfrutando de esta tranquilizadora transparencia.

lunes, 21 de mayo de 2012

La Comunidad. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que es posible que esté desvelando un secreto bien guardado, si es así, pide disculpas por anticipado.

Este secreto lo descubrí por casualidad, acudiendo a una reunión vecinal: mi Comunidad es un grupo de mentes preclaras, de grandes eruditos de la Humanidad que viven aquí de incógnito, alejados de los focos, de la fama, al margen de circuitos profesionales, evitando así, la ocasión de ser nombrados como miembros de instituciones prestigiosas nacionales e internacionales, porque, en el fondo, sólo quieren vivir una vida tranquila en un barrio modesto.

Todo empezó como empiezan todas estas reuniones, con una controversia, de ahí derivó el asunto hacia posibles acciones legales que otros podían acometer contra la vecindad. Alguien sugirió que pidiésemos asesoramiento legal y, como si se abriesen las compuertas, fueron saliendo, uno a uno, todos los abogados que se “escondían” dentro de nuestra humilde colectividad. Primero, tímidamente, y después, todos en tropel como setas en un otoño lluvioso.

Cada uno de ellos exponía argumentos a favor y en contra, posibles resquicios en la ley. Fundamentaron sus exposiciones apoyados en cuantiosa jurisprudencia sobre servidumbres de paso, propiedad horizontal, sobre si la costumbre hace la ley, sobre responsabilidad civil en caso de accidente. 
Ni todas las series de abogados que he visto en mi vida me habrían preparado para semejante momento, la emoción me embargaba de tal manera que casi se me saltan las lágrimas ante tanta sabiduría (y lo escondida que había estado durante tanto tiempo).
Bueno es saberlo, ya sé dónde acudir cuando necesite asesoramiento.

Según avanzaba la noche, aquello se iba animando por momentos, por ello y para que los del grupo legal no fueran las únicas estrellas, hicieron su aparición los arquitectos, ingenieros de obras públicas, paisajistas y expertos en urbanismo. También ellos tenían algo que decir respecto a la resistencia del suelo, la calidad del murete construido, la malla metálica, la cesión de terreno, el diseño del perímetro y las puertas de acceso al mismo, sin olvidar lo mal aplicado que estaba siendo el cemento.

Los expertos en seguridad tuvieron algún que otro encontronazo con los abogados ya que nuestro sistema jurídico es algo garantista en cuanto a derechos y libertades individuales, ¡incluidos los de individuos incívicos y delincuentes, qué país!.

Aún así, lo mejor estaba por llegar, la guinda del pastel, los filósofos y licenciados en Ciencias Políticas, aquellos que nos instruyeron sobre las normas básicas de la Democracia, qué es una mayoría absoluta, para qué votar, el acatamiento del resultado, normas de impugnación de una asamblea, necesidad de participar para manifestar la opinión.

Una duda, antes de seguir, hace unos meses la Comunidad requirió el asesoramiento de un Arquitecto Técnico para un proyecto y pasaron las semanas sin que nadie de dentro ofreciese sus servicios, curioso, no?. Sin embargo, estoy convencida, de que alguno de mis convecinos además de sabio es súper-dotado, porque en pocos meses ha obtenido el título pertinente.

No veo el momento de acudir a la siguiente reunión de vecinos, será una Masterclass de tema y ponente por determinar.

No sé qué pinto yo en esta Comunidad tan sabia, es posible que alguno de nosotros que no destacamos en ninguna disciplina seamos los escogidos como pantalla, como cortina de humo frente a miradas curiosas e indiscretas de cazatalentos que están al acecho para proponer a alguno de mis vecinos como candidato a un puesto de relevancia.

Yo, por mi parte, que nada sé de leyes, ni de arquitectura, obras, urbanismo o seguridad, casi siempre he preferido antes de nada dialogar, el consenso, llegar a acuerdos y negociar y votar en último caso, cuando ya no es posible el entendimiento, pero es que claro yo, de Democracia, sólo sé lo justito.

lunes, 7 de mayo de 2012

Cómo ser Asertiva. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que los toros se ven muy bien desde la barrera, al igual que el fútbol desde la grada.

Los problemas de otros los vemos con claridad meridiana, como la solución a los mismos. Con un poquito de aquí y de allá, deshacer de un sitio, y poner en otro, decir esto o aquello, casi sin sentir, hemos dado con el remedio inmejorable al dilema que se nos ha planteado, y acometemos sin despeinarnos el siguiente paso, hacer partícipe al atribulado que tenemos enfrente de la salida que resolverá tan terrible papeleta. Pero es que, aunque esto sea así, aunque la solución sea en sí misma correcta, incumple la única condición que la hace perfecta, NO es la SUYA.

Nosotros en nuestro impecable análisis de la situación la hemos desvirtuado, porque la hemos quitado las emociones que están implicadas, los miedos para abordarla, las zancadillas que cada cual se pone, las limitaciones, convirtiendo un problema en una situación a la que sigue un comportamiento. Y esto es un camino que debe recorrer uno mismo, con ayuda, sí, pero sin que nadie te de la solución, porque esa, sólo la tienes tú.

Pero…¡qué bien se ven los toros desde la barrera y el fútbol desde la grada! y qué bien que las palabras lo aguanten todo, porque pasar a la acción y ser consecuente ya es más difícil.

Ahí estaba yo, delante de mi amiga diciéndole (sin despeinarme) lo poco asertiva que era, que su problema era que no sabía decir “no”.

Vaya que si sabe, no tiene ningún impedimento de dicción, ni de vocabulario, ni le pasa nada a su lengua, ni a su centro cerebral del lenguaje, lo que pasa es que decir “no” nos sugiere consecuencias y esas, no siempre estamos dispuestos a asumirlas.

Mi amiga será por su “problema” de asertividad o porque tiene una paciencia admirable aguanta la disertación, aunque poniendo todas las trabas posibles, todos los “peros” que se le ocurren. Una manera sutil de decir “no”, esa no es la vía, no es la manera en la que yo necesito que me ayudes.

Tomo nota.

 Voy más allá, ¡quién soy yo para dar lecciones de asertividad!, ¡yo, que llevo semanas incómoda por una situación al no saber decir “NO” a tiempo!. Porque he confundido el decir “No, gracias”, con falta de cortesía, con falta de educación, he preferido el silencio, un silencio que, en este caso, no otorga (no siempre los refranes tienen razón).

Es preferible decir “Te lo agradezco, pero no” o “Esto es lo que quiero”, antes que guardar silencio, o dejar pasar los días ya que el tiempo, por sí solo, no hace lo que sólo a ti te corresponde: decir en cada caso lo que tengas que decir, sin agresividad, sin culpa y sin rabia, pero dejando claro que el único experto en TU vida eres TÚ mismo.


Aún así ¡qué bien se ven los toros desde la barrera, el fútbol desde la grada y qué bien aguantan las palabras todo lo que le echen!, porque ahora lo difícil está en llevarlo a la práctica.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Especies protegidas. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que existen muchas especies en peligro de extinción, casi todas ellas animales, aunque hay algunas que son humanas.

Pequeños especímenes que están al borde de la desaparición, que han ido escaseando desde que el mundo es mundo hasta convertirse en raros, difíciles de encontrar en estado salvaje, en su hábitat y que han requerido, por parte de algunos intrépidos, medidas extraordinarias como la cría en cautividad para su posterior reinserción en su entorno natural. Seguro que a todos se nos ocurren unas cuantas, pero yo quisiera poner el foco en dos de ellas.

Los escuchadores es una de las especies que más peligro corren hoy en día. Su población fue disminuyendo conforme el entorno fue infravalorando la atención al otro y el aprendizaje, poniendo en un pedestal el egocentrismo más recalcitrante. Ahora mismo, existen granjas en las que se enseña a personas con ciertas cualidades, a escuchar, lo cual supone, en muchos casos, un desaprendizaje previo, limar muchos malos hábitos, para sentar las bases sólidas de lo que serán los grandes escuchadores del futuro. Algunos de ellos se dedican profesionalmente a ello y, además, enseñan los rudimentos a otros humanos, concienciados de la necesidad de no perder tan ancestral habilidad.

Pero los que más me interesan a mí, son los que están en estado salvaje, por ser los más infrecuentes. Pasan desapercibidos, ya que sus cualidades, a veces extraordinarias, no están de moda. Yo, que soy una mujer con suerte, conozco a uno, es más, tengo el honor de tenerlo bastante cerca y no os podéis ni imaginar lo que supone ser escuchado por un excelente escuchador: cómo despliega naturalmente sus dotes, se centra en ti, puesto que no le interesa contarte su experiencia al respecto, ni darte consejos, que seguro tú no le has pedido, te incita a seguir, te hace preguntas pertinentes que siguen tu ritmo o que te plantean otra mirada. Y todo ello, sin necesidad de sacar la tarjeta de crédito que últimamente está algo escuálida. Miedo me da preguntarle cómo lo hace, no vaya a ser que se sienta amenazado y se esconda en un paraje de difícil acceso, hay mucho cazador furtivo suelto por el mundo, por eso mantendré su identidad en el anonimato.

La otra especie amenazada es Los Oradores, que no hay que confundir con los charlatanes, verborreicos, vomitadores del lenguaje, manipuladores y adoctrinadores de distinto pelaje. Ellos no te seducen, o te engañan con triquiñuelas lingüísticas, sencillamente te fascinan con su conversación, te animan, te hacen reír, te conmueven, te conciencian o te sosiegan.
Y, como la suerte sigue acompañándome, también conozco uno en estado natural. Cuando le escucho es como si me sentara en una mecedora y me balanceara a un ritmo cadencioso, nunca soporífero, nunca me aburre su convencional cotidianeidad, me pierdo en los detalles, en su cadencia, en su tono, en su olor, en ese breve tacto de su mano y podrían pasar horas, y horas estaría escuchando, no sé si como una gran escuchadora, pero sí como una oyente entregada.

Este lunes, el destino casi hace un milagro, que estos dos individuos representantes de esas especies en peligro de extinción se encontrasen cara a cara. Por escasos minutos no sucedió, y ambos tomaron caminos opuestos. Una lástima, porque podría haber sido una experiencia única que creo nunca se repetirá delante de mis ojos.
Sin embargo esto me ha hecho tomar conciencia de la importancia de proteger a cuanto individuo de estas especies encuentre a mi paso, valorar a las dos joyas que tengo la fortuna de conocer y hacerlas valer delante de otros (cuidándome de los furtivos).

Mientras, entraré en alguna de las granjas de cría en cautividad para adquirir las habilidades básicas, aquellas que más encajen con mis dotes naturales. Pasado un tiempo, lo mismo formo parte de una, pequeña pero creciente, población de individuos pertenecientes a una especie protegida.

lunes, 23 de abril de 2012

2012, El año del fin del mundo. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que por lo que cuentan, éste es el año del fin del mundo, según el calendario maya, azteca o Pirelli, no recuerdo cuál de ellos.

No sé si finalizará el mundo este año, pero lo cierto es que las cosas están algo revueltas.

Mi prima, ésa que saltó a la fama mundial por ser intrépida y arriesgada, está desquiciada del todo, necesita medicación porque está empeñada en dispararse, no en el pie como otros (este niño siempre dando problemas), sino directamente en la cabeza, volándose la poca sesera que le queda. Y es que últimamente, lo de disparar, se está poniendo de moda en este país, que se lo digan al abuelo del niño, que para alejarse de este ambiente deprimente y distraerse de las tremendas preocupaciones que no le dejan dormir (propias y ajenas), se ha ido a disparar a unos animalicos con trompa. A lo mejor, cuando el dinero vuelva a fluir, el INEM empieza a proponer safaris para los desempleados, para aliviar tensiones.
Pero ¡ea!, ya se disculpó, así que asunto zanjado.

Aquí cada uno hace lo que puede, pone su granito de arena, para liar más la madeja o para ser más extravagante. Algunos de los políticos, según les dieron la cartera ministerial, se les aflojó un tornillo, perdieron neuronas o, simplemente, se quitaron la careta y nos dejaron ver su imagen real.

Está aquel que, después de dejar uno de los mayores pufos de la historia en el Ayuntamiento de Madrid, ahora ha tomado por misión la creación del Carnet de Mujer por Puntos. Si eres madre, más puntos, si quieres ser madre, más puntos, si quieres ser madre y “no te dejan”, más puntos y solidaridad, pero amiga, si no eres madre y encima no quieres, entonces, pierdes un montón, y ya si, por circunstancias, has abortado, directa a los cursos de reciclaje de “Cómo ser una buena Mujer”, porque los has perdido todos, todos y todos. Lo que se ha guardado de decir es que por muchos puntos que tengas, ayuda real sigues sin tener.

Y también está su compañero en el Consejo de Ministros que trata de justificar el aumento de alumnos por aula (pública, claro), argumentando que a nuestros niños les vendrá bien como instrumento de socialización. Esta medida ha sido tan valorada por pedagogos y educadores, aunque contravenía las últimas tendencias e investigaciones, que incluso los colegios privados más elitistas, las academias de postín, los centros  dedicados a la enseñanza altamente especializada y todas las escuelas de prestigio están considerando adoptar dicha medida inmediatamente, aumentando el número de alumnos en sus aulas y ofrecerlo como criterio de valor en su oferta formativa. Y yo le propongo al ministro que, puestos a aumentar nuestra socialización (como país debemos ser uno de los “peores” socializados de Europa), por qué no damos clase en los teatros, o mejor en los campos de fútbol, así sólo necesitaríamos un profesor con un megáfono.

Pero nuestros políticos no son los únicos que se crecen ante las adversidades, nada más cruzar el charco, tenemos a La Gran Viudita, que encarna a la mujer que renace de sus cenizas, que después de ser vapuleada por la vida perdiendo al marido y operada de urgencia, se ha echado a la espalda a todo un país para llevarlo de nuevo a las más altas cotas de orgullo patrio. Primero, reclamando Las Malvinas (pero estos británicos son duros de pelar y si no que nos lo digan a nosotros), y luego nacionalizando una empresa de hidrocarburos. Y mientras ensalza la honra de nación, digo yo, que algo desviará la atención sobre los problemas reales que tiene y el desconocimiento sobre la solución a los mismos.
Pero esto de la nacionalización nos ha tocado de lleno a nosotros, que, por otra parte no estamos para tirar cohetes, ni se nos ha puesto a tiro ningún Islote Perejil, así que supongo que el Gobierno va a contraatacar y me temo que con la única arma que tiene a su alcance….Nacionalizar a Messi, a ver cómo se les queda el cuerpo cuando no pueda volver a jugar en la Albi-celeste de nuevo, si acaso en la Roja y con permiso de Del Bosque.

Entre las insensateces de unos, los desmanes de otros y las ineptitudes del resto el mundo no sé si se acabará, pero lo que parece más probable es que acabemos volviéndonos todos locos.