lunes, 22 de octubre de 2012

Unión de Patanes Asociados. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que tantos años y tantas ediciones de ese macabro programa de Gran Hermano tenían que pasar factura tarde o temprano. Tantos años y tantas horas de encumbrar la mala educación, la grosería, el despropósito y la desmesura, sin pensar en las consecuencias de lo que se dice por unos minutos de gloria radio-televisados, no podían caer en saco roto.

Siempre pensé que los que terminarían pagando las consecuencias, bueno las consecuencias las pagaríamos todos, pero que los que tomarían estos malísimos ejemplos como la prueba de que el fin justifica los medios (ganarse de la vida de cualquier forma), serían las generaciones más jóvenes. Sin embargo, y casi con lágrimas en los ojos (de alegría), veo que prefieren otras cosas. Nunca se me ocurrió que la ponzoña acabaría anidando en otros, más maduros (¿?), más vividos, de más edad y claramente mucho, mucho, mucho más irresponsables.

Creo que se hace más que necesaria la creación de una nueva asociación, hay muchas, aunque ésta es de vital importancia, ya que a ella irían a parar todos aquellos que, independientemente de su afiliación política, tengan el  “patanismo” en niveles peligrosos para la salud propia y ajena, yo lo llamaría la Unión de Patanes Asociados o Partido Patán, como más guste.
Últimamente, será por los temas que se suscitan, porque está el personal algo nervioso, porque las horas de tele o de radio se cotizan al alza, porque estemos en campaña electoral casi permanentemente o porque seamos un país de bravucones, si alguien dice una burrada, siempre hay otro que, medio segundo después, lanza un exabrupto todavía peor, y lejos de quedarse ahí la cosa, la bola de nieve crece exponencialmente.

Hay frentes abiertos por doquier, el tema catalán da mucho juego, aquí se dividen entre los que se envalentonan de uno y otro lado: “pues yo tengo a los Mossos” y llega otro, un vejestorio con añoranza de ruido de sables, “pues yo al ejército” y otro más “y yo, a la Guardia Civil”. Y todos tan anchos.

Pero no son los únicos, hay otro patán, cuyo nombre he querido olvidar, que hace poco dijo que la ley estaba para ser violada como las mujeres. Sin comentarios.

Si estamos en el fragor de un mitin o en pleno debate en el Congreso entonces ya existe patente de corso para decir lo que se quiera: el candidato del partido rival ha matado a no sé cuántos él solito, o españolizar lo que él mismo considera español (lo cual sería una redundancia), o los abuelos de no sé quién han quitado la infancia a los que ahora quieren quitar las pensiones (¡qué trabalenguas, creo que me he liado!), o el carnet de mujer por puntos o la comparación bastante desafortunada (por decirlo finamente) entre las asociaciones de padres de alumnos que se suman a las protestas en defensa de la educación pública y cierta banda armada y su entorno (¡aggg, chirría!).

Alguien podría tacharme de intransigente, por aquello de no perdonar los deslices. Meter la pata, cometer un desliz, es humano, y todos tenemos amargas experiencias, otras incluso graciosas, de meteduras de pata grandiosas. Lo que diferencia a un patán, es su pertinaz obstinación en no reconocer cuándo ha cometido la falta, asumirlo, desdecirse y explicarse mejor, no, un patán no sólo no reconoce, se empecina en decir que no ha dicho lo que ha dicho, y si lo ha parecido es que se ha interpretado mal. Conclusión: te lanza el cóctel molotov verbal y luego te llama necio. También existen patanes más peligrosos, los que quedan absolutamente satisfechos de cuanto dicen, sin remordimientos, sin sombra de duda.

La fila da tres vueltas a la manzana, son muchos los que han mostrado interés por sumarse a esta nueva asociación, bien por convicción propia o animados por compañeros, así las diferentes instituciones sanean sus filas.

Como el resto, la gran mayoría somos, como mucho, metepatas, lejos de condenarlos al ostracismo por toda la eternidad (revisando su condena o no), les daremos la oportunidad de reinsertarse mediante buenos programas educativos.

lunes, 8 de octubre de 2012

Martes, Manifestación. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que la ola de manifestaciones que desborda nuestro país últimamente ha puesto muy nerviosos a algunas de nuestras autoridades. Como ya tienen las tijeras en la mano y están a todas horas utilizándolas, parece que no se les ha ocurrido otra cosa que empezar a dar tijeretazos también a los derechos fundamentales.

De acuerdo, muy de acuerdo, ¡qué molestos son los manifestantes!, ¡qué vocerío más desproporcionado!, egoístas ellos, no se percatan del daño a la imagen de este país (¡mecachis!), del trastorno a la vida cotidiana que producen, del gasto (en estos tiempos) en limpieza y en horas extras de antidisturbios, a los que ya tenían prometido un bonito recorte, porque también son funcionarios públicos, de los quebraderos de cabeza que provocan a las mentes pensantes y a sus señorías, ¡qué despropósito!.

Por todo ello he pensado que la alternativa es, sin duda, la Manifestación Unifamiliar, es decir que cada uno se manifieste en su casa y que invite a quien quiera, vecinos, amigos o familiares, pero en un entorno recogido, sin prensa, sin gasto público, en la intimidad del hogar (como un buen españolito, como le gusta a nuestro presidente, calladitos todos), así no molesta al resto de sus conciudadanos (bueno a alguno sí, a los que viven abajo, o arriba o a los lados) y, por supuesto, no inquieta a los gobernantes, que bastante tienen ellos con las charlas que les dan desde Bruselas o Berlín, para tener que aguantarse con esto, “¿No votaron hace poco?”, se preguntan.

El caso es que yo, como soy una mujer práctica, he propuesto a mi entorno más próximo establecer el Martes, como el día para manifestarse, en mi casa claro, aprovechando que mi hermana vive en el piso de arriba, mi hermano pequeño está a diez minutos en coche, mi madre viene a verme, e incluso a veces mis suegros. El motivo, ya lo someteremos a votación, hay muchos Martes y muchos más motivos de protesta, lo difícil será ponerse de acuerdo, no vaya a ser que encima de pocos, mal avenidos.

Pero en mi manifestación unifamiliar voy a hacer trampas, ¡cómo no, para eso la he inventado yo!, y no me voy a privar de nada.

Voy a contar con la prensa, llamaré a mi hermano el mayor, reportero de Madridiario para que cubra la noticia, ya que qué sentido tiene una manifestación si no se difunde.

Como delegada de gobierno de mi casa, y al mismo tiempo, promotora de la manifestación tengo un conflicto de intereses, o como diría el cantante “el corazón partío”, entre protestar y salvaguardar mis figuritas de porcelana. Ciertamente cuando las cosas se calientan se pierden los papeles y a ver si a mi hermanillo le va a dar por quemarme el cubo de la basura dentro de casa o volcarme alguna silla.
Solución: tendré que optar por llevar un agente para salvaguardar el orden público/privado. Como mi hija quiere ser policía desde que tiene uso de razón es la candidata ideal, aunque últimamente no lo tiene tan claro, ver las cargas policiales (algunas tan “selectivas” y “proporcionadas” como la que le llevó a mi hermano, el reportero, a llevarse más palos que una estera) le están dando qué pensar, pero yo le digo que sosiegue, que la policía hace otras muchas labores más amigables.
Definitivamente se encargará de este tema, le pondré el escurre-verduras en la cabeza y le daré un cazo como arma preventiva, pero con la promesa de no utilizarlo.

Ya tengo el itinerario hecho, pero las proclamas tendremos que improvisarlas, y dependerá del motivo de la “mani”.

Dejaré libertad de expresión para todos aquellos que acudan, allá ellos con lo que dicen, mi hija tiene el punto de ebullición bajo y como le toquen la fibra, me la veo corriendo detrás de su tía blandiendo el cazo amenazadoramente, mientras su tío de la prensa (convenientemente identificado), le hace fotos.

No sé si decirle a mi madre que ese día se abstenga de venir, tiene ya una avanzada edad y me da miedo que en una “tangana” con algún manifestante loco, espía infiltrado o violento profesional, se tropiece con la mesita del café y se caiga pasillo abajo.

Este Martes, no puedo, pero al siguiente estrenaré el Manifestódromo casero, aunque pensándolo bien creo que si quiero manifestarme lo voy a seguir haciéndolo en la calle como siempre, ¿No será que lo que les molesta no son las manifestaciones sino el motivo por el que se manifiestan?.

martes, 2 de octubre de 2012

Quiero darme de baja. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que nunca ha trabajado para una compañía de telefonía móvil.

Como técnico de selección, y como responsable de departamento mi ámbito de trabajo fue siempre otro bien distinto, nunca me pidieron que seleccionara personas para servicios de atención al cliente de compañías de telefonía móvil, quizá por esto, desconozco cuáles son los requisitos que se demandan de estos perfiles.

Sin embargo cuando, apretado por las circunstancias, casi en un callejón sin salida, no te queda más remedio que tomar la decisión, dolorosa por otro lado, de comunicarte con tu compañía de telefonía para anunciarles, con pesar, que quieres darte de baja del servicio, es entonces cuando te planteas, qué destrezas, habilidades, experiencias y conocimientos tienen en cuenta las mentes pensantes de dichas empresas para elaborar los perfiles de los empleados de los servicios de atención al cliente.

Las malas noticias es mejor darlas a bocajarro, sin miramientos y sin paños calientes (teniendo en cuenta que no mantienes una relación personal con la compañía, aunque te haya acompañado en tantos momentos entrañables), y cuando pronuncias la frase “Quiero darme de baja”, esperando una reacción lógica al otro lado de la línea, interesándose por el motivo de tu partida, te encuentras con una persona que parece tener un problema de comprensión verbal (lo cual no es muy probable), o le importa un bledo lo que le estás contando (esto sí es más posible), porque en una maniobra envolvente “pasa” literalmente de ti y te ofrece un cerro de alternativas sobre lo que hacer con tu línea.

O sea, que una de las características básicas de este “perfil tipo” es ser creativo. Ahora entiendo que yo, habiendo contemplado una única posibilidad (léase, darme de baja), se me bloquee la mente con otras tan variopintas como trasladarla a otro domicilio, dársela a un amigo o incluso, ya si te pones, regalársela a una ONG.

No es el caso, no me satisface ninguna de ellas e insisto en irme, pero me encuentro con una tozudez sin límites.

Segunda característica, ser duro de oído o mostrar una habilidad extraordinaria en el “habla chucho que no te escucho”.

Tengo cierta vena aragonesa y a cabezota me gana poca gente. Pero cambia de tercio, ¡qué hábil!, porque ahora me sale con que tengo contrato de permanencia y tengo que pagar “nosecuantos” euros de más, y esgrime: “Tengo la grabación”, pero no me arredro: “Pues mándamela”. Llevo tres días sin salir de casa esperando la grabación como si fuera yo Garganta Profunda y aquello el Watergate.

Tercera característica, ser un desmemoriado o saber tirarse faroles.

Muevo ficha y, aunque me duela (no están los tiempos para tirar los euros ni para regalárselos a quienes ya tienen muchos más que yo), me decido a apearme del burro y me comprometo a pagar la permanencia. Esta vez se ha pasado con las drogas o ahora, sí que sí, tiene un serio problema mental porque la comunicación es imposible, no me hace caso y sigue con su letanía sobre qué podría hacer yo con mi línea…de todo, menos darme de baja.

Cuarta y quizá última característica, anestesia absoluta de empatía con el cliente.

Viendo el perfil, si yo tuviera que seleccionar un candidato y contarle todo esto lo tendría muy difícil, honestamente tendría que contarle que el único objetivo e interés de mi compañía es la permanencia a TODA COSTA del cliente, independientemente de sus gustos, de su interés o de su satisfacción con el servicio, por lo que su único objetivo, como empleado, es dilatar con cualquier excusa (o artimaña si fuera necesario) cuantos más días mejor, para hacer caja, nada de facilitar la tarea y quedar como un señor.

Suerte, para mí y para muchos clientes, que no siempre es así.

Estoy quemando mis últimos cartuchos, se me acaban las opciones antes de entrar en la lista de morosos por negarme a pagar una cuota más de una línea que no quiero. Propondré la creación de una lista tan negra como esa, para las compañías que juegan con nosotros, porque sigo pensando (en mi candidez?) que otra forma de hacer negocios es posible.