2ª Parte: Los Cromosomas Masculinos
Mi amiga Hortensia dice que siguiendo con los estudios sobre genética de la Universidad Retrograde del estado New Casposian del Norte, le toca hablar de los cromosomas masculinos, a saber:
- Cromosoma technical o “Black & Decker”: ¡qué hay más masculino que un “chapuzas”!. Venga de donde venga un hombre, el destornillador, la llave inglesa, la taladradora o el martillo y los clavos, es su medio natural. Colocar una lámpara o un cuadro, arreglar un enchufe, pintar o desatascar el fregadero no son misterio para él, pobre del que no sepa hacer algo de esto por una deficiencia genética, tendrá que ir rápidamente a realizar un curso de CCC si no quiere ser la mofa de sus compañeros o la burla de sus “contrarias”.
- Cromosoma finantial o “El Economista”: Si se siente a gusto haciendo bricolaje, no lo está menos entre números, entre ingresos y gastos, facturas, cuentas bancarias, movimientos monetarios, cambios y domiciliaciones, pequeñas inversiones para tener los ahorrillos a buen recaudo, seguros, y, como no, ya lo dije anteriormente, un estricto control de los “caprichitos”, para evitar despilfarros, que los tiempos no están para fiestas. Nosotras ocupadas en estas tareas tenemos que poner los cinco sentidos para que no nos bailen los números y confundamos el “debe” y el “haber”.
- Cromosoma “Rey de la selva”: Quizá sea el más primitivo de todos, el más atávico, porque aquí demuestran su fuerza física (mover muebles, trasladar los bultos más pesados) y mental, su estricto control de las emociones y sensiblerías (un hombre nunca llora), amable, cortés pero sin perder la esencia.
- Cromosoma “Sex-Bomb”: Este cromosoma es el responsable de algunos comportamientos que les juegan muy malas pasadas.
Después de leer con atención el estudio, fui corriendo a buscar mi agenda para ponerme en contacto con todos aquellos amigos y conocidos que creía tenían un fallo en su material genético, le mandé un SMS a mi queridísimo para que con carácter urgente pidiese cita con el médico. Fregar, hacer la compra, cocinar y ocuparse de sus hijos era una tarea tan poco “masculina” que me preocupó que estuviese enfermo, irremisiblemente “dañado”. También pensé en mi amiga Mª Paz que lleva las cuentas de su casa como si de un contable se tratase, haciendo cábalas para llegar a fin de mes con cierto desahogo, y en mi amigo Carlos que es tan mañoso con la aguja, el dedal y la plancha como colocando un baldosín, o en mi hermano que lleva al parque a su hija todos los días, le ayuda con las tareas y hace la cena, e incluso en mi suegra, que tiene una memoria prodigiosa, no sólo se acuerda de todos cumpleaños, sino que se sabe de carrerilla las cotizaciones de bolsa, y tantos, tantos otros.
Al margen de todo esto que tiene más que ver con la educación que con la genética, pienso que el que quiere, puede, puesto que ni siquiera haber recibido una educación poco “igualitaria” es motivo, ni excusa. Muchos, hombres y mujeres, pensamos que compartir es más beneficioso para la convivencia porque minimiza los conflictos y los reproches que suelen producirse cuando uno piensa que da más de lo que recibe.
Así, después de hacer mil pedazos ese absurdo estudio, Hortensia tan “poco femenina” en algunos aspectos, se retrepó en el sillón, al lado de su “poco masculino” queridísimo, contenta por no contar con un mapa genético perfecto.