lunes, 22 de octubre de 2012

Unión de Patanes Asociados. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que tantos años y tantas ediciones de ese macabro programa de Gran Hermano tenían que pasar factura tarde o temprano. Tantos años y tantas horas de encumbrar la mala educación, la grosería, el despropósito y la desmesura, sin pensar en las consecuencias de lo que se dice por unos minutos de gloria radio-televisados, no podían caer en saco roto.

Siempre pensé que los que terminarían pagando las consecuencias, bueno las consecuencias las pagaríamos todos, pero que los que tomarían estos malísimos ejemplos como la prueba de que el fin justifica los medios (ganarse de la vida de cualquier forma), serían las generaciones más jóvenes. Sin embargo, y casi con lágrimas en los ojos (de alegría), veo que prefieren otras cosas. Nunca se me ocurrió que la ponzoña acabaría anidando en otros, más maduros (¿?), más vividos, de más edad y claramente mucho, mucho, mucho más irresponsables.

Creo que se hace más que necesaria la creación de una nueva asociación, hay muchas, aunque ésta es de vital importancia, ya que a ella irían a parar todos aquellos que, independientemente de su afiliación política, tengan el  “patanismo” en niveles peligrosos para la salud propia y ajena, yo lo llamaría la Unión de Patanes Asociados o Partido Patán, como más guste.
Últimamente, será por los temas que se suscitan, porque está el personal algo nervioso, porque las horas de tele o de radio se cotizan al alza, porque estemos en campaña electoral casi permanentemente o porque seamos un país de bravucones, si alguien dice una burrada, siempre hay otro que, medio segundo después, lanza un exabrupto todavía peor, y lejos de quedarse ahí la cosa, la bola de nieve crece exponencialmente.

Hay frentes abiertos por doquier, el tema catalán da mucho juego, aquí se dividen entre los que se envalentonan de uno y otro lado: “pues yo tengo a los Mossos” y llega otro, un vejestorio con añoranza de ruido de sables, “pues yo al ejército” y otro más “y yo, a la Guardia Civil”. Y todos tan anchos.

Pero no son los únicos, hay otro patán, cuyo nombre he querido olvidar, que hace poco dijo que la ley estaba para ser violada como las mujeres. Sin comentarios.

Si estamos en el fragor de un mitin o en pleno debate en el Congreso entonces ya existe patente de corso para decir lo que se quiera: el candidato del partido rival ha matado a no sé cuántos él solito, o españolizar lo que él mismo considera español (lo cual sería una redundancia), o los abuelos de no sé quién han quitado la infancia a los que ahora quieren quitar las pensiones (¡qué trabalenguas, creo que me he liado!), o el carnet de mujer por puntos o la comparación bastante desafortunada (por decirlo finamente) entre las asociaciones de padres de alumnos que se suman a las protestas en defensa de la educación pública y cierta banda armada y su entorno (¡aggg, chirría!).

Alguien podría tacharme de intransigente, por aquello de no perdonar los deslices. Meter la pata, cometer un desliz, es humano, y todos tenemos amargas experiencias, otras incluso graciosas, de meteduras de pata grandiosas. Lo que diferencia a un patán, es su pertinaz obstinación en no reconocer cuándo ha cometido la falta, asumirlo, desdecirse y explicarse mejor, no, un patán no sólo no reconoce, se empecina en decir que no ha dicho lo que ha dicho, y si lo ha parecido es que se ha interpretado mal. Conclusión: te lanza el cóctel molotov verbal y luego te llama necio. También existen patanes más peligrosos, los que quedan absolutamente satisfechos de cuanto dicen, sin remordimientos, sin sombra de duda.

La fila da tres vueltas a la manzana, son muchos los que han mostrado interés por sumarse a esta nueva asociación, bien por convicción propia o animados por compañeros, así las diferentes instituciones sanean sus filas.

Como el resto, la gran mayoría somos, como mucho, metepatas, lejos de condenarlos al ostracismo por toda la eternidad (revisando su condena o no), les daremos la oportunidad de reinsertarse mediante buenos programas educativos.

lunes, 8 de octubre de 2012

Martes, Manifestación. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que la ola de manifestaciones que desborda nuestro país últimamente ha puesto muy nerviosos a algunas de nuestras autoridades. Como ya tienen las tijeras en la mano y están a todas horas utilizándolas, parece que no se les ha ocurrido otra cosa que empezar a dar tijeretazos también a los derechos fundamentales.

De acuerdo, muy de acuerdo, ¡qué molestos son los manifestantes!, ¡qué vocerío más desproporcionado!, egoístas ellos, no se percatan del daño a la imagen de este país (¡mecachis!), del trastorno a la vida cotidiana que producen, del gasto (en estos tiempos) en limpieza y en horas extras de antidisturbios, a los que ya tenían prometido un bonito recorte, porque también son funcionarios públicos, de los quebraderos de cabeza que provocan a las mentes pensantes y a sus señorías, ¡qué despropósito!.

Por todo ello he pensado que la alternativa es, sin duda, la Manifestación Unifamiliar, es decir que cada uno se manifieste en su casa y que invite a quien quiera, vecinos, amigos o familiares, pero en un entorno recogido, sin prensa, sin gasto público, en la intimidad del hogar (como un buen españolito, como le gusta a nuestro presidente, calladitos todos), así no molesta al resto de sus conciudadanos (bueno a alguno sí, a los que viven abajo, o arriba o a los lados) y, por supuesto, no inquieta a los gobernantes, que bastante tienen ellos con las charlas que les dan desde Bruselas o Berlín, para tener que aguantarse con esto, “¿No votaron hace poco?”, se preguntan.

El caso es que yo, como soy una mujer práctica, he propuesto a mi entorno más próximo establecer el Martes, como el día para manifestarse, en mi casa claro, aprovechando que mi hermana vive en el piso de arriba, mi hermano pequeño está a diez minutos en coche, mi madre viene a verme, e incluso a veces mis suegros. El motivo, ya lo someteremos a votación, hay muchos Martes y muchos más motivos de protesta, lo difícil será ponerse de acuerdo, no vaya a ser que encima de pocos, mal avenidos.

Pero en mi manifestación unifamiliar voy a hacer trampas, ¡cómo no, para eso la he inventado yo!, y no me voy a privar de nada.

Voy a contar con la prensa, llamaré a mi hermano el mayor, reportero de Madridiario para que cubra la noticia, ya que qué sentido tiene una manifestación si no se difunde.

Como delegada de gobierno de mi casa, y al mismo tiempo, promotora de la manifestación tengo un conflicto de intereses, o como diría el cantante “el corazón partío”, entre protestar y salvaguardar mis figuritas de porcelana. Ciertamente cuando las cosas se calientan se pierden los papeles y a ver si a mi hermanillo le va a dar por quemarme el cubo de la basura dentro de casa o volcarme alguna silla.
Solución: tendré que optar por llevar un agente para salvaguardar el orden público/privado. Como mi hija quiere ser policía desde que tiene uso de razón es la candidata ideal, aunque últimamente no lo tiene tan claro, ver las cargas policiales (algunas tan “selectivas” y “proporcionadas” como la que le llevó a mi hermano, el reportero, a llevarse más palos que una estera) le están dando qué pensar, pero yo le digo que sosiegue, que la policía hace otras muchas labores más amigables.
Definitivamente se encargará de este tema, le pondré el escurre-verduras en la cabeza y le daré un cazo como arma preventiva, pero con la promesa de no utilizarlo.

Ya tengo el itinerario hecho, pero las proclamas tendremos que improvisarlas, y dependerá del motivo de la “mani”.

Dejaré libertad de expresión para todos aquellos que acudan, allá ellos con lo que dicen, mi hija tiene el punto de ebullición bajo y como le toquen la fibra, me la veo corriendo detrás de su tía blandiendo el cazo amenazadoramente, mientras su tío de la prensa (convenientemente identificado), le hace fotos.

No sé si decirle a mi madre que ese día se abstenga de venir, tiene ya una avanzada edad y me da miedo que en una “tangana” con algún manifestante loco, espía infiltrado o violento profesional, se tropiece con la mesita del café y se caiga pasillo abajo.

Este Martes, no puedo, pero al siguiente estrenaré el Manifestódromo casero, aunque pensándolo bien creo que si quiero manifestarme lo voy a seguir haciéndolo en la calle como siempre, ¿No será que lo que les molesta no son las manifestaciones sino el motivo por el que se manifiestan?.

martes, 2 de octubre de 2012

Quiero darme de baja. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que nunca ha trabajado para una compañía de telefonía móvil.

Como técnico de selección, y como responsable de departamento mi ámbito de trabajo fue siempre otro bien distinto, nunca me pidieron que seleccionara personas para servicios de atención al cliente de compañías de telefonía móvil, quizá por esto, desconozco cuáles son los requisitos que se demandan de estos perfiles.

Sin embargo cuando, apretado por las circunstancias, casi en un callejón sin salida, no te queda más remedio que tomar la decisión, dolorosa por otro lado, de comunicarte con tu compañía de telefonía para anunciarles, con pesar, que quieres darte de baja del servicio, es entonces cuando te planteas, qué destrezas, habilidades, experiencias y conocimientos tienen en cuenta las mentes pensantes de dichas empresas para elaborar los perfiles de los empleados de los servicios de atención al cliente.

Las malas noticias es mejor darlas a bocajarro, sin miramientos y sin paños calientes (teniendo en cuenta que no mantienes una relación personal con la compañía, aunque te haya acompañado en tantos momentos entrañables), y cuando pronuncias la frase “Quiero darme de baja”, esperando una reacción lógica al otro lado de la línea, interesándose por el motivo de tu partida, te encuentras con una persona que parece tener un problema de comprensión verbal (lo cual no es muy probable), o le importa un bledo lo que le estás contando (esto sí es más posible), porque en una maniobra envolvente “pasa” literalmente de ti y te ofrece un cerro de alternativas sobre lo que hacer con tu línea.

O sea, que una de las características básicas de este “perfil tipo” es ser creativo. Ahora entiendo que yo, habiendo contemplado una única posibilidad (léase, darme de baja), se me bloquee la mente con otras tan variopintas como trasladarla a otro domicilio, dársela a un amigo o incluso, ya si te pones, regalársela a una ONG.

No es el caso, no me satisface ninguna de ellas e insisto en irme, pero me encuentro con una tozudez sin límites.

Segunda característica, ser duro de oído o mostrar una habilidad extraordinaria en el “habla chucho que no te escucho”.

Tengo cierta vena aragonesa y a cabezota me gana poca gente. Pero cambia de tercio, ¡qué hábil!, porque ahora me sale con que tengo contrato de permanencia y tengo que pagar “nosecuantos” euros de más, y esgrime: “Tengo la grabación”, pero no me arredro: “Pues mándamela”. Llevo tres días sin salir de casa esperando la grabación como si fuera yo Garganta Profunda y aquello el Watergate.

Tercera característica, ser un desmemoriado o saber tirarse faroles.

Muevo ficha y, aunque me duela (no están los tiempos para tirar los euros ni para regalárselos a quienes ya tienen muchos más que yo), me decido a apearme del burro y me comprometo a pagar la permanencia. Esta vez se ha pasado con las drogas o ahora, sí que sí, tiene un serio problema mental porque la comunicación es imposible, no me hace caso y sigue con su letanía sobre qué podría hacer yo con mi línea…de todo, menos darme de baja.

Cuarta y quizá última característica, anestesia absoluta de empatía con el cliente.

Viendo el perfil, si yo tuviera que seleccionar un candidato y contarle todo esto lo tendría muy difícil, honestamente tendría que contarle que el único objetivo e interés de mi compañía es la permanencia a TODA COSTA del cliente, independientemente de sus gustos, de su interés o de su satisfacción con el servicio, por lo que su único objetivo, como empleado, es dilatar con cualquier excusa (o artimaña si fuera necesario) cuantos más días mejor, para hacer caja, nada de facilitar la tarea y quedar como un señor.

Suerte, para mí y para muchos clientes, que no siempre es así.

Estoy quemando mis últimos cartuchos, se me acaban las opciones antes de entrar en la lista de morosos por negarme a pagar una cuota más de una línea que no quiero. Propondré la creación de una lista tan negra como esa, para las compañías que juegan con nosotros, porque sigo pensando (en mi candidez?) que otra forma de hacer negocios es posible.


lunes, 24 de septiembre de 2012

Yo,Yo,Yo, Yoísta. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que existe riesgo de contagio.

Ante todo he decir que no ha sido a mí a quien se le ocurrió el término, fue a una amiga mía, y aunque parezca que no es muy ortodoxo, describe a la perfección esta enfermedad, este virus antiguo como la Humanidad, pero que hoy en día (como las plagas de piojos), se ha acrecentado y multiplicado, porque aunque estamos rodeados de gente, muchas veces nos sentimos tremendamente solos y desamparados.

No hay que decir, o sí, que esta amiga mía y yo, tenemos otra amiga común yoísta hasta la médula, pero ella, como la mayoría de afectados, no lo sabe. A veces, a esta amiga y a mí, se nos hace insufrible soportar los síntomas.

El yoísta es un paciente duro de pelar, primero porque no se considera aquejado por el virus, segundo, porque en el caso de que alguien le ponga en antecedentes y le haga ver lo que hace, tiene una imagen tan distorsionada de sí mismo que considera que aquel insensato sólo pretende ofenderle  y le tiene especial animadversión y tercero, porque necesita desesperadamente la atención del respetable.

¿Cómo reconocer a un yoísta? Sea cual sea el tema que se sugiera en una conversación, el yoísta tomará enseguida la iniciativa empezando su frase con un “yo hago, a mi me pasa, yo conozco…” para hilvanar acto seguido con cualquier elemento discursivo que tenga que ver o no con lo planteado.
El yoísta charla sin parar, interrumpe sin remordimientos, termina tus frases si tardas más de la cuenta (estás invadiendo su preciado tiempo), te interroga si necesita información, te examina para asegurarse de tu atención y en casos muy graves llega a recriminarte si te coge en un renuncio.

El yoísta es un agujero negro que absorbe todas las conversaciones y las transforma en yoa-logos (no hay diálogos).
El yoísta resulta tan cargante que aleja de sí a toda aquella persona que no tenga una voluntad de hierro y que no decida, por amor o amistad, mantenerse cerca a pesar de los pesares, lo cual provoca aislamiento, no convoca la cantidad de auditorio que les gustaría y eso acrecienta más los síntomas.

No hay espectáculo más espléndido que una batalla de yoístas, el resto de los allí presentes sólo deben sentarse con una buena bolsa de pipas y ver cómo luchan denodadamente, cómo te utilizan, cómo hacen prisioneros, cómo se alían primero con unos y luego con otros y por último, cómo se rinde uno, y el otro sale triunfante…amargo triunfo, ya que los allí convocados hartos ya del duelo sólo desean no volver a verlos en su vida.

Hace ya unas semanas que propuse a unas amigas un curso de relajación, quizá fue un mal planteamiento, ya que la idea no es llevar la colchoneta, los bombachos y hacer tres respiraciones profundas, sino empezar la casa por los cimientos, ahondar en el hecho de que la relajación es quizá la última estación de un largo camino que hay que recorrer, y que pasa por la conciencia de uno mismo, la buena gestión de nuestras emociones, aprender a escuchar y observar las señales de dentro y de fuera, saber lo que nos limita y lo que nos potencia y contar con ello para llevar a cabo todo lo que nos propongamos. No tuvo mucho éxito y me temo que no me vendo muy bien.

Sinceramente creo que sería beneficioso para todas esas personas yoístas, pero para otras también, incluida Yo.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Profesiones de Futuro. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que cada año los estudiantes y sus preocupados progenitores se devanan los sesos para intentar dilucidar cuáles serán las profesiones más demandadas en el futuro.

Para mi es un planteamiento tramposo de inicio, ya que quién sabe con las vueltas que da la vida y los avatares que estamos sufriendo qué va a ser más útil, e iría, incluso, un paso más allá, ¿dónde ponemos la utilidad o no de una profesión?. Yo por mi parte, cambiaría útil por Valioso, me gusta más y le añadiría al guiso dos ingredientes: Cariño por lo que haces y Respeto. A partir de ahí las posibilidades son inmensas, cómo juegues con la fusión de tus conocimientos, experiencia y gustos, para ponerlos a merced de lo que puede ser valioso también para otros, útil también.

Reconozco que estas ideas mías no son compartidas por muchos, no desespero, ya que mi Queridísimo, un hombre pragmático donde los haya, ya ha mutado. El otro día me sorprendió dándole la charla a mi hija, diciéndole lo mismo que yo le había dicho hace tiempo y creyéndoselo. Pero no todos son así, y ayer mismo mi peluquera, una chica nada sospechosa de encefalograma plano, me miraba como si me faltara un tornillo (o varios), cuando empecé a obsequiarla con mi diatriba sobre las profesiones del futuro.

Mientras te están dando el pegote del colorín, te someten a un tratamiento de calentamiento intensivo de cabeza para que el tinte se fije definitivamente, te lavan la cabeza y te dejan medio sorda con tanto chorro en las orejas y después tienes a tu alrededor el parque eólico de secadores, las conversaciones de cierto calado con argumentaciones, que den lugar a un cambio de impresiones y a un debate o dialéctica sobre el por qué de tu razonamiento, no tienen cabida. Así que yo aprovecho estos momentos para estar calladita o mantener charlas más livianas que se puedan interrumpir y dejo la artillería pesada para cuando tengo que abonar la dolorosa, que en este caso es muy, muy dolorosa.

Como ayer iba acompañada y tenía cierta prisa, no tenía intenciones de hacer de Seneca, pero siempre me tiran de la lengua, o al menos es lo que yo me creo (¡¡¡maldita vanidad la mía!!!), y esbocé rápidamente mis ideas sobre las profesiones que en el futuro serán las más demandadas, a saber: Filósofo, Historiador, Lingüista, Literato y en general todo lo que tenga que ver con lo denominado, Arte, y, por supuesto, Psicólogo, dejándome a un lado lo más convencional, léase, todo lo tecnológico.
Se puede imaginar uno la cara que puso la muchacha, no sabía si estaba de broma, si formaba parte de mi fina ironía, si lo decía en serio (y necesitaba tratamiento rápidamente) o era con afán de polemizar.

Antes de nada he de decir que todas las profesiones,  con o sin título académico, me merecen el mayor de los respetos siempre que se ejerzan con estos tres ingredientes básicos que ya apunté al principio de este post: Cariño, Respeto y Validez, aún así sigo pensando que tendremos que volver a retomar nuestros valores como seres humanos, nos deberemos reencontrar con nuestra esencia para saber hacer útil la tecnología que tenemos a nuestro alcance, sin que ella nos alcance a nosotros y nos destruya.

Todo esto no pude argumentarlo….las prisas.

Quizá esté absolutamente equivocada y las profesiones del futuro no sean estas, sino otras, da igual, ¿qué es lo importante? Que nuestros hijos estudien o hagan aquello que más les guste, para que luego puedan encontrar la forma de hacer de su pasión, su medio de vida.

viernes, 31 de agosto de 2012

Vacaciones. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que hoy es el último día de Agosto, ya huele a Septiembre, a libros, a la vuelta al cole, a la verdadera cuesta por la subida del IVA, a un otoño caliente, a fascículos y colecciones que se empiezan y nunca se acaban, y a una palabra maldita, esa que parece no debemos pronunciar porque da mala imagen y  desasosiega, como si el culpable de todos los males fuese llamar a las cosas por su nombre y no hacerlas mal. Pero a lo que huele definitivamente es al fin de las vacaciones.

Y ya tenía yo ganas, que este año me las tomé in extremis, casi, casi, a hurtadillas, y estaba un poquito harta de ver a todo el mundo pasar por delante de mí con los cachivaches rodantes (ya no los hay de los de siempre, ataditos con cuerdas), rescatando del baúl de los recuerdos el pueblo de la niñez o retomando después de años las amistades o las relaciones familiares con apartamento en la playa.

Por supuesto, nada de cruceros, ni de tours por Centro-Europa, ni nada de un “Todo Incluído” en una jaula de oro en Punta Cana o en la Riviera Maya, eso para otro año, porque en este hasta los que podrían, para dar buena imagen o para no crispar, han hecho el paripé de irse, pero poco, o irse, pero a lugares poco glamorosos, como si con ello engañasen a alguien o deshiciesen algún entuerto.

Yo cambié el sur por el norte, ya había pasado suficiente calor este año, y la playa, por el camino, y la gente….esto no lo cambié porque seguía habiendo gente por todas partes, andando, en bici, y vacas, muchas vacas, y hasta unos dinosaurios (más bien dinosaurias), que se debieron escapar del Museo del Jurásico de Muja, a las que no pude datar ya que hubiese necesitado la técnica del Carbono 14, pero que calculo yo a ojo tendrían entre 100 y 10.000 años de edad y un color de piel caramelo por la sobre-exposición al sol. Tanto tiempo en  un museo sin saber qué ponerse, debieron creer que el short y la camiseta de tirantes era la indumentaria correcta independientemente de tu edad, carnes, peso específico y tersura de la piel, e iban ellas tan ufanas por el paseo marítimo luciendo pellejo, que pensé yo que en uno de esos vaivenes del colgajo se les desprendería del hueso dejando un esqueleto perfecto.

También me llamó la atención, cómo reaccionamos ante la manifestación de la Naturaleza en estado puro, es decir, las vacas a su aire, seguro que si baja una nave espacial del cielo no nos sorprende tanto como este hecho. Tan estupefactos estábamos todos de la comunión entre hombre y vaca, íbamos caminando a la par sin agredirnos, que el hombre sacaba cada dos por tres la cámara de fotos para inmortalizar este momento: “Hazme una con la vaca pastando”, “A mi, a mi, con la vaca tumbada a mi lado”.

Este año he hecho mía la máxima de entra en el sitio más cutre, te saldrá bien de precio y comerás de maravilla, y aunque la mayoría de las veces es cierta, a veces, el sitio más cutre es el más cutre por algo.

Y volví con mis cachivaches, ya feliz. Como me fui de las últimas ya no he tenido que ver cómo otros se iban, ni siquiera he visto volver a tantos, volvieron antes que yo, porque los períodos vacacionales también sufrieron recortes y severos. Encaro el final de este año con ánimo porque es mi etapa preferida, llega el frío, se acortan los días y yo revivo, proporcionalmente a como me marchito en primavera y agonizo en verano, rarita que soy.

Pero las vacaciones siempre son necesarias no importa el destino, ni cuanto dinero inviertas en ellas, necesitas poner tierra de por medio, cambiar la rutina, aunque sea por otra distinta, lo único que deseo es que el año que viene no se hagan tanto de rogar como en este.

lunes, 6 de agosto de 2012

Vendo Oro. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que hace unas semanas atracaron a su madre para quitarle una cadenita de oro.

Ya lo sabía yo que con esto de la crisis, la falta de parné en el ambiente, la subida como la espuma del precio del oro y, por consiguiente, la proliferación de los negocios que compran el valioso metal, los cacos sumarían dos y dos y empezarían a buscar una fuente de financiación alternativa al cobre, al papel moneda, a los narcóticos o a cualquier otro negocio sucio que ya estuviese algo agotado.

Todo se agota, nuestras existencias de cobre deben estar ya por los suelos, o en un círculo vicioso de mercado negro, limpieza y mercado blanco.
El papel moneda ya no es lo que era, cada vez vale menos, casi tanto como los billetes del Monopoly. Por cierto, un inciso, yo tengo uno, voy a probar a bajarme al ultramarinos unos cuantos, por si empiezan a servir como moneda de cambio.
Y los narcóticos, bueno éste es un negocio que ya se está volviendo demasiado legal con la industria farmacéutica a la cabeza.

O sea que lo mires por donde lo mires, volvemos a nuestros orígenes, al oro, al Rey Midas. Y lo mires por donde lo mires, los ladronzuelos siguen en sus trece de emplearse a fondo en barrios deprimidos y abusar de personas mayores, como mi madre, que son facilonas. El delito es delito allá donde suceda, pero digo yo que podían cambiar de estrategia, pero no estamos hablando de robinjudes, sino de pelanas que son el último eslabón de una cadena, de una mafia que está desprovista de moralidad bandidesca.

Después del disgusto, del susto de mi anciana madre, de la corajina que le entró porque además, en la meliflua cadenilla, iban insertadas unas cuantas medallitas (éstas no de oro) que eran recuerditos suyos, con poco valor material y mucho sentimental, me dediqué a otra cosa mariposa, dados los calores veraniegos.
Y hete aquí que empezaron los Juegos Olímpicos, y las apuestas sobre el medallero de España.

Llevamos ya unos cuantos días de competición y qué decepción, las medallas se nos resisten.
Es cierto que en algunas disciplinas ya las llevábamos colgadas al cuello como si no hubiese que entrar en concurso, y por eso, nos dieron la primera en la frente. En otras, como juega en nuestra contra la mala suerte, la que nos persigue en estas grandes citas. En las más, pensar que las cosas se construyen de un día para mañana y en el deporte, hay que invertir mucho, aunque el resultado nunca esté garantizado.
Pero tras los primeros batacazos, nuestra niña de cara cuadradota y mirada limpia, se ha colgado dos de plata, después de quitarse de la cabeza las telarañas en las que se envuelve cuando entra en el certamen (gracias a la ayuda de su psicólogo, para que luego digan que no sirven para nada), y una de bronce de otra mujer en aguas bravas, que a buen seguro, pocos sabían que se competía en eso.

Pero ¿Y el Oro?, pues ni está, ni se le espera, me temo.

Por muchas razones.
Las que esgrimirían los expertos serían las de siempre, cuando se deja de apostar por los deportistas de cualquier disciplina (desde hace ya unos cuantos años), los resultados se resienten y sólo destacarán aquellos con muchas dotes, con un buen patrocinio o con una estrella en salva sea la parte.

Aún así, mi razón no es esa, yo creo que lo están haciendo adrede, en cuanto se ven con la más mínima posibilidad de ganar, se arrugan, se encogen, les entra el miedo, y no el escénico por la presión, no, sino por recibir una medalla de oro, y bien gorda, delante de millones de personas, con tu cara en la tele para que todo el mundo te reconozca.

Porque quien es la guapa o guapo que viene con ella colgada del cuello, ja, ¡para que luego te den un tironcejo y te la manguen, con lo que te ha costado conseguirla!.