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viernes, 16 de diciembre de 2011

Monster High. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que como todas las Navidades hay un juguete estrella, y parece ser que el de estas es la serie de muñecas Monster High.

Hace tiempo que desistí de intentar comprender porqué a nuestras pequeñas y no tan pequeñas (imagino que a algún pequeñuelo también, por esto de no marcar tendencias sexistas), les encanta este tipo de muñeca con cuerpo de fideo y cabeza de coco, por no hablar del maquillaje “titanlux”, los pelos de colorines y la vestimenta sugerente (no, ésta no es la palabra, pero la que se me ocurre prefiero no escribirla). Si estas fuesen reales no se sostendrían de pie ni medio minuto, porque con semejante perímetro craneal y con los pies de china del siglo XIV, acabarían en el suelo sí o sí, claro que el moratón no se distinguiría dada la capa de sombra de ojos tan espectacular que lucen.

Pero como a los padres cuando hacen de Magos se les suelta un tornillo, y a los tíos, dos, ahí me fui yo en busca de la susodicha Poligonera Crepuscular.

¡La primera en la frente!, Inocente, me voy a la tienda, a una hora prudencial y me encamino dignamente hacia la estantería donde se encuentra todo lo relacionado con las Cabezonas Monstruosas (no lo digo porque sean horribles, que también, pero es que son hijas de monstruos), y a la dependienta casi le da una apoplejía de la risa cuando le pregunto por la muñeca dichosa, y me dice: “Uy, señora (aggg, ¡qué mal me sienta!) las sacamos a las 9 y a los 3 minutos se han agotado”.
Me voy cabizbaja y empiezo a pergeñar un plan alternativo. Se me ocurre preguntar en todas las pequeñas tiendas, donde seguro que a nadie se le ocurriría buscar. Cierto, porque en esas tiendas no tienen, ni intención de tener, el dichoso juguete.

Para comprar una muñeca de estas hay que hacer un máster, empaparse del catálogo en el que vienen todas y cada una de ellas con sus características personales (¿?¡!), porque entre ellas, como en la vida misma, están las de primera y las de segunda categoría, o sea, las que quieren TODAS las niñas, y las que no quiere ninguna, salvo alguna despistada, y que están para rellenar.

Y como a cabezona (bonito juego de palabras) no me gana nadie, lo intento al día siguiente, me voy muy temprano, para estar la primera, pero ya hay gente esperando en la puerta. Lo que me cuentan me pone los pelos de punta porque no me he traído las deportivas, ni los nunchacos. Hago un diagnóstico preliminar: una abuela (va, con esta puedo), una joven de mi edad (aquí las fuerzas están más compensadas), una joven auténtica (a ésta no la gano ni queriendo), un muchacho (perdido), y dos señoras que como hacen equipo nada de nada, pero me mantengo fuerte y no me vengo abajo.

Nos preparamos. Delante tenemos a un guardia de seguridad que está alucinando y al que intentamos convencer para que nos deje pasar antes, pero no quiere ingresar en el INEM (con todos los que somos y lo bien acompañado que iba a estar), mentalmente diseño la estrategia: pasillo 1, dos viales, izquierda, un vial, derecha y OBJETIVO.
Se da el pistoletazo de salida y salgo como el mismísimo Usain Bolt, pero la abuela, ¡qué astuta!, viendo que el camino estaba atascado vira rápidamente, coge un atajo y llega la primera, jaja, pero yo soy más alta que ella y llego a la estantería, ella no, y alcanzo una caja, y otra, y otra….y se me caen encima tres que aguanto como puedo. Satisfecha, miro las muñecas y digo: "¡Pero, esto qué es, si no hay ninguna de las que quiero!, ¿cuántas Monstruitas de estas hay?". Intento negociar con el de al lado, pero no hay ninguna de las que necesito, los listillos del centro comercial sólo han sacado a la venta las de relleno. Tanto esfuerzo para nada.

Mi querida sobrina se tendrá que conformar con la Cabezona de segunda fila.

Se la enseño a mi hija, la mira arrobada y comenta: “¡qué mona, mamá!.
La miro espantada y  le digo: “Ni lo sueñes, si quieres, coges una de las otras Cabezonas que ya tienes y te la tuneas”.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Soy una romántica. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que es una romántica, es sentimental y soñadora, pero que no está de moda, no tiene mucho prestigio y se teme que está en peligro de extinción. También parece que está poco considerado ser un idealista, optimista, pensar en positivo y no abusar de la queja, si no es para buscar soluciones o  para pedir ayuda.

Me veo como una de esas locuelas con el embudo en la cabeza, la camisa de fuerza y espantando moscas, porque los cuerdos son los demás, los del ceño en la frente, los del impenitente gris marengo tirando a negro, los de “todo está mal y a peor va a ir”, los realistas, los de “esto no lo arregla nadie”. Y lo peor de todo, el perpetuo descontento, para llenarse la boca de sapos y culebras, ¿qué morbo, no?.

Yo propuse un objetivo y me llamaron soñadora, porque era propio de un mundo mejor, y propuse buscar la excelencia y me dijeron que la palabra era oportuna u oportunista según se mirase (¿?), como si la excelencia fuese alcanzable por unos pocos, como si fuese elitista. La excelencia está en todos y cada uno de nosotros, no es un concepto global (no para mí), somos excelentes en un momento y podemos seguir intentándolo más tarde en otra faceta de nuestra vida en la que tengamos mucho que aprender.

Pero no me hagáis caso, porque son sólo sueños….nunca he conocido nadie que merezca la pena, ni he trabajado nunca en una empresa que apostara seriamente por el trabajo en equipo, ni nunca tuve jefes (varios, quiero decir ninguno) que me considerasen una colaboradora no un trozo de carne, ni compañeros que no les interesase medrar a toda costa o a mi costa, ni amigos que permaneciesen, ni familia que no fuese un mero adorno navideño, ni nunca conocí a una persona (hace más de 20 años) que un día quiso estar a mi lado, manteniéndose todavía y, por si fuera poco, nunca conocí a ocho maravillosas magníficas que me sacudiesen el desaliento y las ganas de abandonar a través del medio más inhumano.

Aunque loca, no ciega, y veo la grosería, la mala educación (como la del autobusero de ayer al que tuve que poner en su sitio, “lo cortés no quita lo valiente”), la mezquindad, la arrogancia, y aunque sé que hay gente que simple y llanamente es mala persona, sigo pensando que son excepciones, no la regla.

Pero vuelvo a deciros, no soy de fiar.

A veces sufro un ataque de “cordura” y entonces mi frente se arruga más que ninguna, no considero el marengo sólo el azabache, y de mi boca salen batracios y reptiles inmensos, veo la realidad como parece que es, pero en eso llega el cómico que tengo en casa (él no lo sabe) y me confiesa que él de pequeño (más todavía!!??) quería votar a Spiderman (el Domingo estuve buscando la candidatura pero no la encontré), o que el agua que más le gusta es la del Everest (léase Lanjarón) o qué es eso del Portón de Belén….y me tengo que reir.

No tengo remedio soy….una Loca de atar.

viernes, 21 de octubre de 2011

829. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que se dice pronto 829. 829 nombres y apellidos, 829 proyectos definitivamente truncados en su momento, 829 familias quedaron suspendidas en ese mismo instante comenzando de nuevo un larguísimo camino hacia otra vida que ya no era la misma, marcada por el ingreso en esa macabra lista. Pero así es como siempre los vieron, como una cifra, sin rostro, como un objetivo, quitándoles la cáscara humana.

Hay más, muchos más, heridos, escoltados, mirando debajo del coche, escogiendo rutas alternativas, los que se fueron hartos de la extorsión y los que quedaron siendo extorsionados, los que hablaban en voz baja y los que defendían unos mismos ideales pero de otra forma, porque siempre hay alternativas.

Todos pagaron un alto precio, cierto es, unos más que otros, porque para 829 ese precio fue irreversible, definitivo. Nada devolverá a esos 829 lo que dejaron pendiente, ni a las 829 familias su rutina anterior, y digo, NADA, ni la venganza, ni el ojo por ojo, ni el arrepentimiento sincero o hipócrita, ni la retórica, ni la entrega de armas, ni la alegría colectiva, ni siquiera la justicia. Acabar con la vida de un ser humano es lo que tiene, es un camino sin retorno, no hay vuelta atrás, y nada de lo que suceda posteriormente devuelve lo que se perdió, o lo que se quitó.

Este es el punto de partida, tener conciencia de que no existe restitución posible, y la desgarradora dureza de este hecho hace que nos neguemos a admitirlo, exigiendo lo que es imposible, lo que sabemos que nunca se nos va a dar y por ello, justificando nuestra intransigencia para poder avanzar, como en perpetua pataleta.

829 desmanes, despropósitos y sinsentidos, que ahora puede que sí lo tengan, 829 que nos empujan a admitir la pérdida, convivir con el dolor y exigir la compensación que se merecen, que los “tibios” y los ambiguos se decidan de una vez a dar un paso al frente, sin las sombras de las “nueve milímetros”, sin cubrir sus oratorias de recursos bélicos o de confrontaciones armadas, ¡como si una guerra diera prestigio!. Que defiendan sus posiciones con ideas, argumentos, propuestas, proyectos y planes de futuro, con un lenguaje claro y moderno, adaptado a nuestra sociedad y sin anclarse en “leyendas medievales”, ni en pretendidas justificaciones genéticas, o que lo hagan como quieran pero sin perder de vista que el arma más poderosa, la que cambia el mundo, es la palabra, las otras sólo lo destruyen. La compensación de no dejarse utilizar por otros, que con motivaciones poco legítimas, insisten en fomentar el rencor, instigan a la revancha, no les conviene que la herida cicatrice limpiamente, sino que siga abierta supurando, sin dar la más mínima oportunidad, una oportunidad para 829 familias que sienten que deben seguir adelante con sus proyectos, sin perder  su memoria y en honor a ella.

Los que tienen que cumplir una condena, tendrán que hacer balance, y reflexionar ¿qué hacer con sus vidas?. Espero, sinceramente que no desaprovechen esta oportunidad, que a ellos les brinda un sistema en el que no creen (¡qué paradoja!) y que, desgraciadamente, para 829 ya no es posible.

viernes, 22 de julio de 2011

Segunda Vida. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que existen familias endogámicas, y que ella conoció una.

Quizá por las circunstancias, siempre de un lado para otro, por toda la geografía española y, en muchos casos, teniendo que proteger su propia seguridad, la madre se propuso hacer de su propia familia, su propio sustento afectivo, no es que no tuviesen otras relaciones, las tenían, y muchas, pero todas ellas eran consideradas temporales, y sobre todo prescindibles, por eso crió a sus tres hijas para que fuesen más que hermanas, fuesen amigas, amigas íntimas y buscasen la ayuda, el consuelo, el apoyo y la confianza más que en ninguna otra persona, entre ellas. Lo hizo como lo hacen las madres, con la mejor de las intenciones, pensando que así las protegía más ante un entorno, a veces, muy hostil, encerrándolas en una bonita, confortable, preciosa y llena de amor jaula de oro, bajo un control estricto, aquel que sólo pueden detentar las personas carismáticas.
Pero, de oro o no, jaula al fin y al cabo, y una jaula no te deja volar libremente, ni desarrollarte como persona, ni hacer locuras cuando es el momento, ni madurar. Todo esto lo haces constreñido entre los barrotes, inacabado, incompleto.

Todas se casaron y tuvieron hijos, y todas, creo, notaron la ausencia de algo más, algo les faltaba y algo buscaban.
La mayor de las hermanas era una versión debilitada de la madre, controladora al máximo, bajo una apariencia extrovertida, vivaz y alegre, se escondía una persona asustada y depresiva, las jaulas no permiten desarrollar los músculos al máximo.

La mediana, siempre quiso decir no, pero confundió asertividad con traición, y buscó una alternativa, dijo no a su manera, evadiéndose en su mundo, siendo fantasiosa, perdiéndose en él cuando la convenía. Hizo suyo el lema “Vive y deja vivir” en su más amplia versión, incluso más allá de los límites razonables, por lo que nunca puso límites a nadie, ni a sus hijos que crecían torcidos y a los que no enderezó porque contravenía su lema.

Y la pequeña, simplemente, no creció, pasó a ser prisionera de otra jaula, menos confortable o con menos amor, en la que su carcelero le repetía cada día, cada minuto lo poco que valía, lo poco que era sin él.

Pero el pegamento que las unía era demasiado fuerte, su madre, ahora enferma, necesitaba más que nunca que fuesen una piña.

Yo la vi irse, y vi el pánico, no de desaparecer, sino de dejarles, ahora sin ella estarían perdidos y desorientados, y efectivamente así fue. Todos pensamos que tras la elaboración del duelo y de asimilar la pérdida, volverían, no sin mucha fuerza de voluntad, a tomar el control de sus vidas, lo que no sabíamos es que no tenían control de sus vidas y no sabían lo que querían ser.

Ya antes de la pérdida, las hermanas sí habían encontrado otra Segunda Vida, una virtual, un juego en el que puedes ser lo que quieras, creas tu propia vida, vas a fiestas, tienes amistades, aventuras, peleas, tienes una profesión, ganas dinero. Cada una en su ordenador, vivían su segunda vida, a veces juntas y otras separadas, libres, por fin, siendo lo que nunca se atrevieron, dando rienda suelta a todas sus fantasías, y además no violaban ninguna regla de la jaula de oro.

Y cuando la brújula se perdió y el pegamento se cuarteó y se secó, aquella familia empezó a desmoronarse por los cuatro costados.

El viudo que, conscientemente, había renunciado a ser él mismo para entregarse a ella, a disfrutar de lo poco que le quedaba, ya no sabía encontrarse, sí encontró a la peor compañera de viaje que puedes buscar, la copa, y ahí sigue, haciendo eses, zigzagueante, siempre.

La pequeña se liberó definitivamente de sus ataduras, pero como lo hacen las personas que no han crecido, huyendo hacia adelante, sin asumir los problemas, sin plantarles cara, sin tomar el control de su vida, escondiendo la cabeza, y resolviendo la situación de manera chapucera para acallar la conciencia y poder irse a kilómetros de su casa, de sus hijos, de su padre y…de sus hermanas.

Pero, vuelvo a repetir, el pegamento era demasiado fuerte, lo que has mamado desde la tierna infancia no puedes dejarlo a un lado sin más, y las tres se buscaban, y rompieron todos los lazos con esas amigas reales, con las relaciones que siempre fueron para ellas temporales y prescindibles, porque querían volver a ser ellas tres de nuevo, aún en la distancia. Entonces qué mejor que en la Segunda Vida.

En su mundo virtual no tengo cabida, en el real he dejado de buscarlas, simplemente, porque ellas no quieren que yo las encuentre.