Mi amiga Hortensia dice que es
posible que esté desvelando un secreto bien guardado, si es así, pide disculpas
por anticipado.
Este secreto lo descubrí por
casualidad, acudiendo a una reunión vecinal: mi Comunidad es un grupo de mentes
preclaras, de grandes eruditos de la Humanidad que viven aquí de incógnito,
alejados de los focos, de la fama, al margen de circuitos profesionales,
evitando así, la ocasión de ser nombrados como miembros de instituciones
prestigiosas nacionales e internacionales, porque, en el fondo, sólo quieren
vivir una vida tranquila en un barrio modesto.
Todo empezó como empiezan todas
estas reuniones, con una controversia, de ahí derivó el asunto hacia posibles
acciones legales que otros podían acometer contra la vecindad. Alguien
sugirió que pidiésemos asesoramiento legal y, como si se abriesen las
compuertas, fueron saliendo, uno a uno, todos los abogados que se “escondían”
dentro de nuestra humilde colectividad. Primero, tímidamente, y después, todos
en tropel como setas en un otoño lluvioso.
Cada uno de ellos exponía
argumentos a favor y en contra, posibles resquicios en la ley. Fundamentaron
sus exposiciones apoyados en cuantiosa jurisprudencia sobre servidumbres de
paso, propiedad horizontal, sobre si la costumbre hace la ley, sobre
responsabilidad civil en caso de accidente.
Ni todas las series de abogados que
he visto en mi vida me habrían preparado para semejante momento, la emoción me
embargaba de tal manera que casi se me saltan las lágrimas ante tanta sabiduría
(y lo escondida que había estado durante tanto tiempo).
Bueno es saberlo, ya sé
dónde acudir cuando necesite asesoramiento.
Según avanzaba la noche, aquello
se iba animando por momentos, por ello y para que los del grupo legal no fueran las
únicas estrellas, hicieron su aparición los arquitectos, ingenieros de obras
públicas, paisajistas y expertos en urbanismo. También ellos tenían algo que
decir respecto a la resistencia del suelo, la calidad del murete construido, la
malla metálica, la cesión de terreno, el diseño del perímetro y las puertas de
acceso al mismo, sin olvidar lo mal aplicado que estaba siendo el cemento.
Los expertos en seguridad
tuvieron algún que otro encontronazo con los abogados ya que nuestro sistema
jurídico es algo garantista en cuanto a derechos y libertades individuales, ¡incluidos los de individuos incívicos y delincuentes, qué país!.
Aún así, lo mejor estaba por
llegar, la guinda del pastel, los filósofos y licenciados en Ciencias
Políticas, aquellos que nos instruyeron sobre las normas básicas de la
Democracia, qué es una mayoría absoluta, para qué votar, el acatamiento del
resultado, normas de impugnación de una asamblea, necesidad de participar para
manifestar la opinión.
Una duda, antes de seguir, hace
unos meses la Comunidad requirió el asesoramiento de un Arquitecto Técnico para
un proyecto y pasaron las semanas sin que nadie de dentro ofreciese sus
servicios, curioso, no?. Sin embargo, estoy convencida, de que alguno de mis
convecinos además de sabio es súper-dotado, porque en pocos meses ha obtenido
el título pertinente.
No veo el momento de acudir a la
siguiente reunión de vecinos, será una Masterclass de tema y ponente por
determinar.
No sé qué pinto yo en esta
Comunidad tan sabia, es posible que alguno de nosotros que no destacamos en
ninguna disciplina seamos los escogidos como pantalla, como cortina de humo
frente a miradas curiosas e indiscretas de cazatalentos que están al acecho
para proponer a alguno de mis vecinos como candidato a un puesto de relevancia.
Yo, por mi parte, que nada sé de
leyes, ni de arquitectura, obras, urbanismo o seguridad, casi siempre he
preferido antes de nada dialogar, el consenso, llegar a acuerdos y negociar y
votar en último caso, cuando ya no es posible el entendimiento, pero es que
claro yo, de Democracia, sólo sé lo justito.