lunes, 18 de junio de 2012

Organización de eventos. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que la organización de un evento es algo que suele suscitar siempre cierta polémica.

La “Vice” nos falló este año, presentó su dimisión con carácter irrevocable como organizadora de la cena del equipo. Todos miraron a su alrededor para intentar pasarle el muerto a otro y concluyeron que, en ese momento, la que tenía más cara de prima era yo. Guardé la calma, recogí el testigo y lejos de asumir plenamente toda la responsabilidad, en una maniobra sin precedentes (para mis escasos recursos), les hablé de la necesidad de repartir los esfuerzos, de poner todos, nuestro granito de arena y de que entre unos cuantos seguro que aquello salía mucho mejor y resultaba menos costoso….y funcionó. Así que nos dispusimos a la tarea el “equipo pelotilla”, con poca ilusión, pero esperanzadas en que los únicos problemas que nos íbamos a encontrar iban a ser los de todos los años, la recaudación del dinero, la morosidad y el impago.

La decisión sobre el regalo del míster fue tan fácil que nos hizo creer en que todo sería un camino de rosas.
Siempre nos realiza el menú la misma persona, pero este año nos encontramos con que no podía por diversos problemas técnicos (falta de luz, de gas…y de ganas) y no hacía más que ponernos pegas a todas nuestras propuestas. Con este panorama, hicimos un rondo de consultas entre los padres y salieron varias propuestas, entre ellas:
1)      Propuesta 1, Comida Campera: esta propuesta consistía en que cada madre (los padres por aquí no aparecían), se encargaba de hacer una comida, para treinta, que llevábamos y compartíamos. Cuando alguien se quedó con la alternativa sándwich, otra con la empanada (comprada) y otra con la tortilla, sólo quedaba el conejo con tomate, los filetes empanados y algún que otro guiso tortuoso que hacer para un regimiento. Se me pusieron los pelos como escarpias viéndome en la cocina ante semejante reto gastronómico, y como mi queridísimo es el cocinero oficial de esta familia, yo, en mi candidez, intenté colarle el “marrón”. Se volvió tranquilamente, me miró a los ojos y dulcemente me dijo “Cariño, ¿te has tomado hoy toda la medicación?”. Después de esto, mi voto fue un rotundo “NO”.
2)      Propuesta 2, Cada uno que se apañe: lo que suponía que individualmente, cada cual se llevaba su propia cena y a correr.
3)      Propuesta 3, Barbacoa Salvaje: Sin aparato, ni carbón, ni nada, es decir, a lo bruto, un bidón enorme, unos tablones de madera y una plancha de metal. La última vez que lo intentaron vino la policía porque las llamaradas se veían desde Alcorcón.
4)      Propuesta 4, Hamburguesería, suponía desplazarse desde nuestro espacio natural de recreo a un sitio pequeño en el que no cabríamos los cincuenta que éramos, ni podríamos hacer todo lo que pretendíamos.
5)      Propuesta 5, Paella: encargar unas paellas de encargo y llevarlas al campo donde íbamos a celebrar la fiesta.

Después de unos cuantos dimes y diretes, salió la alternativa 5 e hicimos el presupuesto.

Recaudar el dinero es algo que desde hace años nos ha proporcionado innumerables anécdotas, desde los que hay que perseguir hasta el último momento, los que pagan a regañadientes, los que desaparecen y están ilocalizables, los que se niegan porque dicen que no han comido mientras les asoman los bigotillos de las gambas por las comisuras de los labios, o no beben y se han debido hidratar por ósmosis, o los que pretenden que con el dinerillo que ponen, paguen el regalo, la comida y ya, si acaso, un fin de semana en Puerto Banús. También nos acechaba el fantasma del impago, con el que nos hemos encontrado año tras año, los que vienen, comen y se van, por “despiste”.

Todos estos nubarrones amenazaban con aguarnos la fiesta, con echar por tierra el primer experimento de organización de eventos en equipo, de, porqué no decirlo, pasar la mirada inquisitoria de la “Vice” que, aunque retirada, estaría a la expectativa y deseando comparar con años anteriores.

Pero todo esto tendrá que esperar al siguiente, porque pasaron cosas que no estaban previstas.

lunes, 11 de junio de 2012

Experiencia SPA. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que el otro día fue al Spa.

Mi primer dilema fue decidirme por el paquete que iba elegir entre los dos que me sugerían. Tras unos minutos de deliberación opté por el “Eterna Juventud”, de nombre sugerente y cuyos resultados ya estoy empezando a sentir. Mi reloj biológico es ahora diez o doce segundos más joven que hace unos días, y todo me hace pensar que seguirá decreciendo, aunque esto no podré confirmarlo hasta el próximo Noviembre cuando empiece a cumplir años al revés como Benjamin Button.

El caso es que el paquete en sí consistía en un masaje “arenoso” o peeling que me quitó todo lo muerto que tenía en la piel, que debía ser mucho ya que jamás me había hecho nada parecido, tras lo cual, una ducha para deshacerme de las células cadáver y limpiarme el potingue sobrante. Con esto ya me habría dado por contenta porque estaba muy suave y perfumada, pero había más, me esperaba una bañera de burbujas, de la que tuvieron que sacarme, casi a la fuerza, porque se estaba tan a gusto que me hubiese quedado hasta arrugarme como una pasa, anulando por otro lado los efectos rejuvenecedores del tratamiento anterior. Y como colofón y fin de fiesta, un masaje relajante que incluía cara y cráneo, con aceites esenciales.

Tengo que hacer una mención especial a la joven que se encargó de llevar a cabo dicho tratamiento con maestría, encanto, cordialidad y que hizo sentirme cómoda incluso con mi propia desnudez, cosa algo difícil para las que somos algo timoratas.

Sin embargo esta experiencia tan placentera, que pude disfrutar gracias a mi cuñada, autora de este regalo tan especial, tuvo un inconveniente en forma de pequeña bolsita de plástico que contenía una prenda interior desechable.

El paquetito en sí era diminuto y contenía, según me dijo Esther, un “tanguita” de usar y tirar, que era la única prenda que debía llevar durante todo el tratamiento, excepto para los desplazamientos, para los que podía (más bien debía) ponerme, un albornoz. Mi primer deseo fue que aquello se pareciera a los paracaídas, que van en una pequeña mochila y cuando tiras de la anilla son enormes, y el segundo deseo fue que lo de “tanguita” fuese un eufemismo. Pero ni una cosa, ni la otra, el término era sencillamente una descripción objetiva de la realidad.

Los que me conocen saben que no tengo las posaderas como el bombo de una orquesta, pero no hace falta ser un hacha en cálculo de volúmenes para saber que aquella ridiculez cubriría una ínfima parte de mi anatomía. Lo miré incrédula y desesperada por saber qué parte iba delante y cuál detrás y opté por la lógica “tanguil”, lo estrecho hacia atrás y lo ancho hacia delante. Puse especial cuidado en desplazar la endeble prenda por las piernas para que no se rompiera, encontrándome con la primera dificultad, las gomas de los lados se enrollaban sin control por muy despacio que intentase subir el artilugio maligno.
Después de cinco minutos, agotada, con los nervios a flor de piel, tal como si hubiese estado desactivando una bomba de relojería, me encontré, con un globo por delante, un hilo dental por detrás y los laterales hechos un lío de mil demonios. Con una maniobra mixta, desenredando los laterales pretendía, al mismo tiempo, hacer surgir de nuevo la trasera del tanga que estaba desaparecida, pero si forzaba demasiado corría el peligro de romperlo y tener que pasar a la solución de emergencia o “nudo marinero”, así que como pude me subí a la camilla. Ya tumbada lo coloqué para que Esther no se llevara una experiencia impactante al entrar (¡qué se le va a hacer, todos los trabajos tienen sus riesgos!).

Después de la ducha, otra bolsita me esperaba, y probé la opción B, lo de delante hacia atrás, pero fue peor si cabe, así que aún a riesgo de cargarme el trapillo, modifiqué la colocación. 
Hasta tres veces tuve que ponerme tres pingajos de esos y ninguna de ellas conseguí la más mínima pericia.


¿Qué lección extraigo de todo esto?, pues no sé, que hay que disfrutar de ciertos momentos, incluso de las peripecias más triviales.

lunes, 4 de junio de 2012

Imagen Pública. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que es una medusa, ha llegado a esta conclusión tan sorprendente después del ejercicio que ha tenido que hacer a resultas de un curso que ha realizado.

El citado ejercicio se llama Imagen Pública y le pides a tres personas de tu entorno que se estrujen el cerebro exponiendo de ti 3 cosas que se te dan bien y otras 3 que no se te dan tan bien, con ejemplos y todo.

Es una práctica, una apuesta arriesgada y para los destinatarios un compromiso, porque tienen que medir muy bien sus palabras, para cumplir con el objetivo marcado y no perder el contacto contigo definitivamente. Y tú te arriesgas a leer lo que no quieres y de personas que no crees que piensan eso de ti.

La crítica no siempre es bienvenida y sobre todo cuando toca fibras muy sensibles.

Yo me arriesgué y mucho, ahora lo pienso, e hice una apuesta casi suicida, porque se lo pedí a tres personas que me importan de verdad, que me importa lo que piensan y sobre todo de las que estaba segura iban a ser escrupulosas con el espíritu del ejercicio, manteniendo lo más posible la ecuanimidad, sin alabarme, llamando al pan, pan y al vino, vino.

Y llegó la sorpresa, ¡¡¡SOY TRANSPARENTE!!!

De las tres características, llamémosle “positivas”, no me asombro porque esas las sabes de sobra, las explotas a tu favor, las divulgas a los cuatro vientos.
Pero de las otras, ¡por favor!, toda la vida intentando ocultarlas, ¿para qué?, son tan evidentes como si las llevase con un post-it en la frente, a la vista está porque hubo coincidencias.

Pero también me sorprendió, que no me sorprendiera ninguna de ellas, todas me encajaban,  de ninguna pude decir “No, yo no soy así”.

Y la última de las sorpresas es que no estoy dolida, con alguna de las cuestiones sé que tengo un problema, y algo tendré que hacer con ello.

Pero, ¡¡¿de qué me sorprendo?!!, nunca me he caracterizado por mis dotes de farsante o de misteriosa enigmática, se me ve venir a distancia.

Así que a esta medusa sólo le queda cambiar lo que le limita, conservar lo que le sirve y seguir paseándose, disfrutando de esta tranquilizadora transparencia.

lunes, 28 de mayo de 2012

¿Qué es un pensamiento mágico?. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que hace unos días habló del horóscopo, de la esperanza depositada en una predicción de dudosa solidez.

Mi tía que ya lleva unos cuantos años criando malvas, cuando era una joven con toda la vida por delante vivía en casa de sus tíos con su madre viuda. Una casa grande, espaciosa y con una inmensa terraza que, a falta en aquellos años de los diseños suecos, estaba decorada al uso de la época, con macetas y jaulas de pájaros por todos lados. Y siguiendo los usos de la época también, su existencia seguía los vaivenes propios de las muchachas de su edad, y de los tiempos de apreturas y escaseces.

Será porque su madre era especialmente severa o porque considerase que mi tía tenía cierta tendencia a la ligereza de cascos o era inocente o, peor aún, la considerase tonta de remate, la sometía a un control estricto sobre su vida social, sus entradas y salidas, y, como no, la peligrosa, pero inevitable, relación con el sexo opuesto.

Ella, una chica alegre y vivaracha, se asfixiaba con una madre adusta y autoritaria, con ligereza en sacar la mano a pasear, refugiándose en su tío, más templado, y en su tía tan opuesta a su hermana como la noche y el día.

Mi tía no deseaba ser la nueva Pasionaria, ni reivindicar el amor libre, ella era tan tradicional como la que más, sólo quería echarse novio formal, casarse y crear una familia de lo más convencional, pero ninguno de los candidatos cumplía los requisitos o llegaba a buen puerto, y entonces empezó a pensar que algo estaba pasando al margen de sus cualidades como fémina.

Cuando subía a cuidar el pequeño jardín de la terraza, su tía le repetía, sonriendo, la misma letanía: “hortensia en casa, niña que no se casa”, y ¡cuántas hortensias tenía esa terraza!. Cada día como un machacón mantra se repetía mi tía el dichoso chascarrillo, y sin poder encontrar otra explicación razonable a su falta de éxito en la búsqueda de marido, dedujo que toda la culpa era de las malvadas plantas que estaban lanzando un embrujo que frenaba su objetivo vital.

Así que una vez hallada la fuente de sus desvelos, elaboró el plan para acabar con ellas, lenta, inexorablemente, sin compasión.
Se ofreció voluntaria para subir todos los días a cuidar el jardín, y  mantuvo a las pobres hortensias a dieta hídrica estricta.
Aunque son unas plantas resistentes, no hay ser vivo que resista sin beber durante tanto tiempo y una a una fueron cayendo, ante el asombro de la madre y la tía que no comprendían qué estaba pasando. Cuando la última murió, mi tía descansó tranquila, sin remordimientos, ya que su meta era mucho más importante y elevada que unos míseros vegetales.
Y se obró el milagro, porque meses después se ennovió con un muchacho, se comprometió y, pasado un tiempo, se casó finalmente.

No sé si sobra decir que la muerte de las hortensias fue gratuita y evitable, porque en nada contribuyó a los acontecimientos posteriores, pero esto no es del todo verdad, claro que las hortensias no impiden que las niñas de la casa se casen, pero a mi tía, acabar con ellas le hizo creer que se liberaba de un supuesto gafe, mal de ojo, impedimento mágico que realmente sólo estaba en su cabeza y le otorgó seguridad, confianza y aplomo en la consecución de su objetivo. Al igual que lo hace nuestro amuleto de la suerte, o nuestro número mágico o el rito de hacer algo siempre de la misma manera.

Todos tenemos estos pequeños enganches, pensamientos mágicos tan consoladores y que realmente nos ayudan, siempre y cuando los mantengamos a raya, no tomen el control de nuestras vidas y seamos sus esclavos.

Muchos años más tarde, estaba con mi tía en su pequeño jardín, rodeada de hortensias que cuidaba con mimo y, al repetir sonriendo la invocación, nos prohibió terminantemente a mis primas y a mí acercarnos a ellas.

lunes, 21 de mayo de 2012

La Comunidad. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que es posible que esté desvelando un secreto bien guardado, si es así, pide disculpas por anticipado.

Este secreto lo descubrí por casualidad, acudiendo a una reunión vecinal: mi Comunidad es un grupo de mentes preclaras, de grandes eruditos de la Humanidad que viven aquí de incógnito, alejados de los focos, de la fama, al margen de circuitos profesionales, evitando así, la ocasión de ser nombrados como miembros de instituciones prestigiosas nacionales e internacionales, porque, en el fondo, sólo quieren vivir una vida tranquila en un barrio modesto.

Todo empezó como empiezan todas estas reuniones, con una controversia, de ahí derivó el asunto hacia posibles acciones legales que otros podían acometer contra la vecindad. Alguien sugirió que pidiésemos asesoramiento legal y, como si se abriesen las compuertas, fueron saliendo, uno a uno, todos los abogados que se “escondían” dentro de nuestra humilde colectividad. Primero, tímidamente, y después, todos en tropel como setas en un otoño lluvioso.

Cada uno de ellos exponía argumentos a favor y en contra, posibles resquicios en la ley. Fundamentaron sus exposiciones apoyados en cuantiosa jurisprudencia sobre servidumbres de paso, propiedad horizontal, sobre si la costumbre hace la ley, sobre responsabilidad civil en caso de accidente. 
Ni todas las series de abogados que he visto en mi vida me habrían preparado para semejante momento, la emoción me embargaba de tal manera que casi se me saltan las lágrimas ante tanta sabiduría (y lo escondida que había estado durante tanto tiempo).
Bueno es saberlo, ya sé dónde acudir cuando necesite asesoramiento.

Según avanzaba la noche, aquello se iba animando por momentos, por ello y para que los del grupo legal no fueran las únicas estrellas, hicieron su aparición los arquitectos, ingenieros de obras públicas, paisajistas y expertos en urbanismo. También ellos tenían algo que decir respecto a la resistencia del suelo, la calidad del murete construido, la malla metálica, la cesión de terreno, el diseño del perímetro y las puertas de acceso al mismo, sin olvidar lo mal aplicado que estaba siendo el cemento.

Los expertos en seguridad tuvieron algún que otro encontronazo con los abogados ya que nuestro sistema jurídico es algo garantista en cuanto a derechos y libertades individuales, ¡incluidos los de individuos incívicos y delincuentes, qué país!.

Aún así, lo mejor estaba por llegar, la guinda del pastel, los filósofos y licenciados en Ciencias Políticas, aquellos que nos instruyeron sobre las normas básicas de la Democracia, qué es una mayoría absoluta, para qué votar, el acatamiento del resultado, normas de impugnación de una asamblea, necesidad de participar para manifestar la opinión.

Una duda, antes de seguir, hace unos meses la Comunidad requirió el asesoramiento de un Arquitecto Técnico para un proyecto y pasaron las semanas sin que nadie de dentro ofreciese sus servicios, curioso, no?. Sin embargo, estoy convencida, de que alguno de mis convecinos además de sabio es súper-dotado, porque en pocos meses ha obtenido el título pertinente.

No veo el momento de acudir a la siguiente reunión de vecinos, será una Masterclass de tema y ponente por determinar.

No sé qué pinto yo en esta Comunidad tan sabia, es posible que alguno de nosotros que no destacamos en ninguna disciplina seamos los escogidos como pantalla, como cortina de humo frente a miradas curiosas e indiscretas de cazatalentos que están al acecho para proponer a alguno de mis vecinos como candidato a un puesto de relevancia.

Yo, por mi parte, que nada sé de leyes, ni de arquitectura, obras, urbanismo o seguridad, casi siempre he preferido antes de nada dialogar, el consenso, llegar a acuerdos y negociar y votar en último caso, cuando ya no es posible el entendimiento, pero es que claro yo, de Democracia, sólo sé lo justito.

lunes, 14 de mayo de 2012

El Horóscopo. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que el ser humano necesita esperanza, no puede vivir continuamente en un pozo de incertidumbre, inseguridad, desasosiego continuo, ese mismo en el que nos tienen sumidos últimamente todos y cada uno de los que, con cara de pocos amigos, taciturnos, tristes y lúgubres mensajeros de malas noticias, aparecen cada día vaticinando una nueva vuelta de tuerca, un peor es posible y esto no se acaba todavía.

Y el ser humano, nosotros, las personas, cada uno por separado, en público, repetimos la letanía de lo mal que van las cosas, el desastre que se cierne sobre nosotros y la crisis tan tremenda y demoledora que nos ahoga, mientras que en privado, por supervivencia, por higiene mental y física, y creo, que porque somos más inteligentes de lo que nos creemos, nos alegramos de los logros que conseguimos, o hacemos chistes hasta del penalty de un jugador de fútbol, o de la súper-crisis, o nos vamos de “celebra-fuentes”.

Pero esto sólo alivia, no da esperanza, confianza, perspectiva, creencia e ilusión en el futuro. Todo lo que hasta ahora nos lo proporcionaba parece estar patas arriba, sin embargo hay algo con lo que no se puede acabar, algo que ninguna economía, falta de dinero, de trabajo, o de cualquier cosa mundana puede aniquilar…la magia.

Y hacen su aparición “los brujeríos”, horóscopos, tarots, curanderos, piedras de la suerte, conjuros varios. Porque si lo conocido no funciona, habrá que probar con las fuerzas cósmicas, con la energía que ni se crea ni se destruye y que, por lo tanto, tendrá que estar en algún sitio, con los que tienen un “don” para visualizar que el viernes es mi mejor día para un negocio en ciernes que me sacará del agujero y me abrirá las puertas a un nuevo universo.

La misma esperanza, desesperada, que cuando una conocida mía hace muchos años, enfermísima de todo, fue a visitar a un cantamañanas que le dio tres galletas y le dijo “YA estás curada”, y tres meses después murió (mi conocida, no el cantamañanas).

La misma esperanza, desesperada, que ha lanzado a súper-ventas al champú de caballo como remedio contra la alopecia.

La misma esperanza, desesperada, que hace acudir a las consultas de videntes para quitar el mal de ojo, para saber si encontrarás o no el trabajo, el amor o el dinero que te falta.

O la misma esperanza que nos hace mirar el horóscopo…y va un día y acierta, porque entre tantas veces que no, y tanta gente a la que va dirigido, digo yo, que con alguna tiene que acertar. Es entonces cuando pasa de curiosidad a oráculo, y a la siguiente semana lo miras con otros ojos, incluso aunque no coincida, seguro que moldeas los acontecimientos para que parezca que sí.

La semana pasada me decía que el jueves y el viernes estaban destinados a un éxito laboral, un negocio en ciernes…y me propusieron uno (¡fíjate tú!).
Esta semana me habla del equilibrio entre amigos y familia, de la oportunidad de integrar un equipo talentoso en el trabajo y que me pueden pedir ayuda para solucionar una difícil situación. Claramente voy a estar en el centro del huracán de las grandes decisiones y se me va a tener muy en cuenta para tomarlas.

No sé cómo tomármelo, ni el calado de las decisiones en las que tendré que intervenir, si recibiré una llamada de Moncloa, de Bruselas o de Washington, o sencillamente, tendré que tomar partido como cada semana por las decenas de alternativas que se me presentan cada día.

No está en mi mano decirle a nadie dónde tiene que encontrar su esperanza para no disiparse, la mía la encuentro donde la siento, casi siempre más dentro que fuera, donde la cazo, porque es esquiva a veces, donde me la ofrecen honestamente, pero casi nunca leyendo el Horóscopo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Cómo ser Asertiva. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que los toros se ven muy bien desde la barrera, al igual que el fútbol desde la grada.

Los problemas de otros los vemos con claridad meridiana, como la solución a los mismos. Con un poquito de aquí y de allá, deshacer de un sitio, y poner en otro, decir esto o aquello, casi sin sentir, hemos dado con el remedio inmejorable al dilema que se nos ha planteado, y acometemos sin despeinarnos el siguiente paso, hacer partícipe al atribulado que tenemos enfrente de la salida que resolverá tan terrible papeleta. Pero es que, aunque esto sea así, aunque la solución sea en sí misma correcta, incumple la única condición que la hace perfecta, NO es la SUYA.

Nosotros en nuestro impecable análisis de la situación la hemos desvirtuado, porque la hemos quitado las emociones que están implicadas, los miedos para abordarla, las zancadillas que cada cual se pone, las limitaciones, convirtiendo un problema en una situación a la que sigue un comportamiento. Y esto es un camino que debe recorrer uno mismo, con ayuda, sí, pero sin que nadie te de la solución, porque esa, sólo la tienes tú.

Pero…¡qué bien se ven los toros desde la barrera y el fútbol desde la grada! y qué bien que las palabras lo aguanten todo, porque pasar a la acción y ser consecuente ya es más difícil.

Ahí estaba yo, delante de mi amiga diciéndole (sin despeinarme) lo poco asertiva que era, que su problema era que no sabía decir “no”.

Vaya que si sabe, no tiene ningún impedimento de dicción, ni de vocabulario, ni le pasa nada a su lengua, ni a su centro cerebral del lenguaje, lo que pasa es que decir “no” nos sugiere consecuencias y esas, no siempre estamos dispuestos a asumirlas.

Mi amiga será por su “problema” de asertividad o porque tiene una paciencia admirable aguanta la disertación, aunque poniendo todas las trabas posibles, todos los “peros” que se le ocurren. Una manera sutil de decir “no”, esa no es la vía, no es la manera en la que yo necesito que me ayudes.

Tomo nota.

 Voy más allá, ¡quién soy yo para dar lecciones de asertividad!, ¡yo, que llevo semanas incómoda por una situación al no saber decir “NO” a tiempo!. Porque he confundido el decir “No, gracias”, con falta de cortesía, con falta de educación, he preferido el silencio, un silencio que, en este caso, no otorga (no siempre los refranes tienen razón).

Es preferible decir “Te lo agradezco, pero no” o “Esto es lo que quiero”, antes que guardar silencio, o dejar pasar los días ya que el tiempo, por sí solo, no hace lo que sólo a ti te corresponde: decir en cada caso lo que tengas que decir, sin agresividad, sin culpa y sin rabia, pero dejando claro que el único experto en TU vida eres TÚ mismo.


Aún así ¡qué bien se ven los toros desde la barrera, el fútbol desde la grada y qué bien aguantan las palabras todo lo que le echen!, porque ahora lo difícil está en llevarlo a la práctica.