Mi amiga Hortensia dice que para ella el tiempo es agua, que en muchas ocasiones, se la escapa de las manos, y es que, pese a que es de lo poquito que la vida nos da por igual a todos, tiene la sensación de que a otros les cunde más que a ella.
24 horas, ¡se dice pronto!, 8 para dormir, lo acorto, 7, menos no, que me conozco y luego estoy hecha unos zorros, me quedan…17, que tengo que invertir en comer, ducharme, transportarme, trabajar…demasiado o demasiado poco dependiendo de tantas cosas, de cómo me organice, de los imprevistos, de las interrupciones, de la suerte. Algunos de estos factores son incontrolables, pero otros no, y como soy práctica me centro en ellos.
¿Qué puedo hacer yo para no andar siempre como las locas, apagando fuegos, dejando las tareas a medias y al final del día cansada y frustrada por haber hecho poco, mal y tarde?
Además hay que luchar contra una idea que pretende filtrarse en nuestra vida: Cuanto más atareados estamos más importantes somos, o más éxito tenemos, y de ahí viene la segunda gran pregunta que me tengo que hacer y, a ser posible, contestarla con absoluta sinceridad:
¿Quiero de verdad que me “sobre” tiempo?
Porque de esta pregunta se derivan otras como:
¿qué hago con el tiempo que “me sobra”?
¿sé hacer otras cosas además de mantenerme “ocupada” todo el día?
¿está mal visto socialmente no decir “no tengo tiempo para nada”?
Pues si paso de las convenciones sociales y del arquetipo de “mujersúperprofesionalmadredefamiliayparejasexualmenteactiva”, pues casi sí, prefiero que me sobre tiempo.
Lo primero: ORGANIZACIÓN
- Lista exhaustiva de todas las tareas que tengo que hacer, de aquí incluso puedo aglutinar más de una, o eliminarla o dejarla para más adelante (si no es ni urgente ni importante).
- Tengo mi lista definitiva y ahora las priorizo, por orden de importancia y de urgencia (+ Importante + Urgente, la 1ª, + Importante – Urgente, la 2ª, - Importante + Urgente, la 3ª….).
- Determino el tiempo que me va a llevar cada una de ellas, aproximadamente, de ahí se deduce que algunas que llevarán poquito tiempo las podré meter de rondón entre otras de más envergadura.
- Todas las llamadas de teléfono y los correos que tenga que mandar puedo hacerlos al mismo tiempo, se refiere a los que tenga planificados. Entonces determino mis “tiempos telefónicos” y mis “tiempos de e-mails”. El resto tendré que ir solventándolos sobre la marcha.
- Mi tiempo no debe estar del todo planificado, entre un 50% o un 60% es suficiente, el resto son tareas que van surgiendo.
Todo lo APUNTO, así:
- Me centro en lo que estoy haciendo en ese momento.
- No me olvidó de nada importante.
- Si se me ocurren ideas, o formas de llevar acabo mejor las cosas puedo tenerlas en cuenta para otra vez.
Y como todo, si quiero, lo hago y soy constante seguro que surte efecto, fórmulas mágicas no hay.
Y, por último, lo IMPORTANTE, ¿Qué hago con el tiempo que me sobra?.