lunes, 21 de mayo de 2012

La Comunidad. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que es posible que esté desvelando un secreto bien guardado, si es así, pide disculpas por anticipado.

Este secreto lo descubrí por casualidad, acudiendo a una reunión vecinal: mi Comunidad es un grupo de mentes preclaras, de grandes eruditos de la Humanidad que viven aquí de incógnito, alejados de los focos, de la fama, al margen de circuitos profesionales, evitando así, la ocasión de ser nombrados como miembros de instituciones prestigiosas nacionales e internacionales, porque, en el fondo, sólo quieren vivir una vida tranquila en un barrio modesto.

Todo empezó como empiezan todas estas reuniones, con una controversia, de ahí derivó el asunto hacia posibles acciones legales que otros podían acometer contra la vecindad. Alguien sugirió que pidiésemos asesoramiento legal y, como si se abriesen las compuertas, fueron saliendo, uno a uno, todos los abogados que se “escondían” dentro de nuestra humilde colectividad. Primero, tímidamente, y después, todos en tropel como setas en un otoño lluvioso.

Cada uno de ellos exponía argumentos a favor y en contra, posibles resquicios en la ley. Fundamentaron sus exposiciones apoyados en cuantiosa jurisprudencia sobre servidumbres de paso, propiedad horizontal, sobre si la costumbre hace la ley, sobre responsabilidad civil en caso de accidente. 
Ni todas las series de abogados que he visto en mi vida me habrían preparado para semejante momento, la emoción me embargaba de tal manera que casi se me saltan las lágrimas ante tanta sabiduría (y lo escondida que había estado durante tanto tiempo).
Bueno es saberlo, ya sé dónde acudir cuando necesite asesoramiento.

Según avanzaba la noche, aquello se iba animando por momentos, por ello y para que los del grupo legal no fueran las únicas estrellas, hicieron su aparición los arquitectos, ingenieros de obras públicas, paisajistas y expertos en urbanismo. También ellos tenían algo que decir respecto a la resistencia del suelo, la calidad del murete construido, la malla metálica, la cesión de terreno, el diseño del perímetro y las puertas de acceso al mismo, sin olvidar lo mal aplicado que estaba siendo el cemento.

Los expertos en seguridad tuvieron algún que otro encontronazo con los abogados ya que nuestro sistema jurídico es algo garantista en cuanto a derechos y libertades individuales, ¡incluidos los de individuos incívicos y delincuentes, qué país!.

Aún así, lo mejor estaba por llegar, la guinda del pastel, los filósofos y licenciados en Ciencias Políticas, aquellos que nos instruyeron sobre las normas básicas de la Democracia, qué es una mayoría absoluta, para qué votar, el acatamiento del resultado, normas de impugnación de una asamblea, necesidad de participar para manifestar la opinión.

Una duda, antes de seguir, hace unos meses la Comunidad requirió el asesoramiento de un Arquitecto Técnico para un proyecto y pasaron las semanas sin que nadie de dentro ofreciese sus servicios, curioso, no?. Sin embargo, estoy convencida, de que alguno de mis convecinos además de sabio es súper-dotado, porque en pocos meses ha obtenido el título pertinente.

No veo el momento de acudir a la siguiente reunión de vecinos, será una Masterclass de tema y ponente por determinar.

No sé qué pinto yo en esta Comunidad tan sabia, es posible que alguno de nosotros que no destacamos en ninguna disciplina seamos los escogidos como pantalla, como cortina de humo frente a miradas curiosas e indiscretas de cazatalentos que están al acecho para proponer a alguno de mis vecinos como candidato a un puesto de relevancia.

Yo, por mi parte, que nada sé de leyes, ni de arquitectura, obras, urbanismo o seguridad, casi siempre he preferido antes de nada dialogar, el consenso, llegar a acuerdos y negociar y votar en último caso, cuando ya no es posible el entendimiento, pero es que claro yo, de Democracia, sólo sé lo justito.

lunes, 14 de mayo de 2012

El Horóscopo. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que el ser humano necesita esperanza, no puede vivir continuamente en un pozo de incertidumbre, inseguridad, desasosiego continuo, ese mismo en el que nos tienen sumidos últimamente todos y cada uno de los que, con cara de pocos amigos, taciturnos, tristes y lúgubres mensajeros de malas noticias, aparecen cada día vaticinando una nueva vuelta de tuerca, un peor es posible y esto no se acaba todavía.

Y el ser humano, nosotros, las personas, cada uno por separado, en público, repetimos la letanía de lo mal que van las cosas, el desastre que se cierne sobre nosotros y la crisis tan tremenda y demoledora que nos ahoga, mientras que en privado, por supervivencia, por higiene mental y física, y creo, que porque somos más inteligentes de lo que nos creemos, nos alegramos de los logros que conseguimos, o hacemos chistes hasta del penalty de un jugador de fútbol, o de la súper-crisis, o nos vamos de “celebra-fuentes”.

Pero esto sólo alivia, no da esperanza, confianza, perspectiva, creencia e ilusión en el futuro. Todo lo que hasta ahora nos lo proporcionaba parece estar patas arriba, sin embargo hay algo con lo que no se puede acabar, algo que ninguna economía, falta de dinero, de trabajo, o de cualquier cosa mundana puede aniquilar…la magia.

Y hacen su aparición “los brujeríos”, horóscopos, tarots, curanderos, piedras de la suerte, conjuros varios. Porque si lo conocido no funciona, habrá que probar con las fuerzas cósmicas, con la energía que ni se crea ni se destruye y que, por lo tanto, tendrá que estar en algún sitio, con los que tienen un “don” para visualizar que el viernes es mi mejor día para un negocio en ciernes que me sacará del agujero y me abrirá las puertas a un nuevo universo.

La misma esperanza, desesperada, que cuando una conocida mía hace muchos años, enfermísima de todo, fue a visitar a un cantamañanas que le dio tres galletas y le dijo “YA estás curada”, y tres meses después murió (mi conocida, no el cantamañanas).

La misma esperanza, desesperada, que ha lanzado a súper-ventas al champú de caballo como remedio contra la alopecia.

La misma esperanza, desesperada, que hace acudir a las consultas de videntes para quitar el mal de ojo, para saber si encontrarás o no el trabajo, el amor o el dinero que te falta.

O la misma esperanza que nos hace mirar el horóscopo…y va un día y acierta, porque entre tantas veces que no, y tanta gente a la que va dirigido, digo yo, que con alguna tiene que acertar. Es entonces cuando pasa de curiosidad a oráculo, y a la siguiente semana lo miras con otros ojos, incluso aunque no coincida, seguro que moldeas los acontecimientos para que parezca que sí.

La semana pasada me decía que el jueves y el viernes estaban destinados a un éxito laboral, un negocio en ciernes…y me propusieron uno (¡fíjate tú!).
Esta semana me habla del equilibrio entre amigos y familia, de la oportunidad de integrar un equipo talentoso en el trabajo y que me pueden pedir ayuda para solucionar una difícil situación. Claramente voy a estar en el centro del huracán de las grandes decisiones y se me va a tener muy en cuenta para tomarlas.

No sé cómo tomármelo, ni el calado de las decisiones en las que tendré que intervenir, si recibiré una llamada de Moncloa, de Bruselas o de Washington, o sencillamente, tendré que tomar partido como cada semana por las decenas de alternativas que se me presentan cada día.

No está en mi mano decirle a nadie dónde tiene que encontrar su esperanza para no disiparse, la mía la encuentro donde la siento, casi siempre más dentro que fuera, donde la cazo, porque es esquiva a veces, donde me la ofrecen honestamente, pero casi nunca leyendo el Horóscopo.

lunes, 7 de mayo de 2012

Cómo ser Asertiva. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que los toros se ven muy bien desde la barrera, al igual que el fútbol desde la grada.

Los problemas de otros los vemos con claridad meridiana, como la solución a los mismos. Con un poquito de aquí y de allá, deshacer de un sitio, y poner en otro, decir esto o aquello, casi sin sentir, hemos dado con el remedio inmejorable al dilema que se nos ha planteado, y acometemos sin despeinarnos el siguiente paso, hacer partícipe al atribulado que tenemos enfrente de la salida que resolverá tan terrible papeleta. Pero es que, aunque esto sea así, aunque la solución sea en sí misma correcta, incumple la única condición que la hace perfecta, NO es la SUYA.

Nosotros en nuestro impecable análisis de la situación la hemos desvirtuado, porque la hemos quitado las emociones que están implicadas, los miedos para abordarla, las zancadillas que cada cual se pone, las limitaciones, convirtiendo un problema en una situación a la que sigue un comportamiento. Y esto es un camino que debe recorrer uno mismo, con ayuda, sí, pero sin que nadie te de la solución, porque esa, sólo la tienes tú.

Pero…¡qué bien se ven los toros desde la barrera y el fútbol desde la grada! y qué bien que las palabras lo aguanten todo, porque pasar a la acción y ser consecuente ya es más difícil.

Ahí estaba yo, delante de mi amiga diciéndole (sin despeinarme) lo poco asertiva que era, que su problema era que no sabía decir “no”.

Vaya que si sabe, no tiene ningún impedimento de dicción, ni de vocabulario, ni le pasa nada a su lengua, ni a su centro cerebral del lenguaje, lo que pasa es que decir “no” nos sugiere consecuencias y esas, no siempre estamos dispuestos a asumirlas.

Mi amiga será por su “problema” de asertividad o porque tiene una paciencia admirable aguanta la disertación, aunque poniendo todas las trabas posibles, todos los “peros” que se le ocurren. Una manera sutil de decir “no”, esa no es la vía, no es la manera en la que yo necesito que me ayudes.

Tomo nota.

 Voy más allá, ¡quién soy yo para dar lecciones de asertividad!, ¡yo, que llevo semanas incómoda por una situación al no saber decir “NO” a tiempo!. Porque he confundido el decir “No, gracias”, con falta de cortesía, con falta de educación, he preferido el silencio, un silencio que, en este caso, no otorga (no siempre los refranes tienen razón).

Es preferible decir “Te lo agradezco, pero no” o “Esto es lo que quiero”, antes que guardar silencio, o dejar pasar los días ya que el tiempo, por sí solo, no hace lo que sólo a ti te corresponde: decir en cada caso lo que tengas que decir, sin agresividad, sin culpa y sin rabia, pero dejando claro que el único experto en TU vida eres TÚ mismo.


Aún así ¡qué bien se ven los toros desde la barrera, el fútbol desde la grada y qué bien aguantan las palabras todo lo que le echen!, porque ahora lo difícil está en llevarlo a la práctica.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Especies protegidas. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que existen muchas especies en peligro de extinción, casi todas ellas animales, aunque hay algunas que son humanas.

Pequeños especímenes que están al borde de la desaparición, que han ido escaseando desde que el mundo es mundo hasta convertirse en raros, difíciles de encontrar en estado salvaje, en su hábitat y que han requerido, por parte de algunos intrépidos, medidas extraordinarias como la cría en cautividad para su posterior reinserción en su entorno natural. Seguro que a todos se nos ocurren unas cuantas, pero yo quisiera poner el foco en dos de ellas.

Los escuchadores es una de las especies que más peligro corren hoy en día. Su población fue disminuyendo conforme el entorno fue infravalorando la atención al otro y el aprendizaje, poniendo en un pedestal el egocentrismo más recalcitrante. Ahora mismo, existen granjas en las que se enseña a personas con ciertas cualidades, a escuchar, lo cual supone, en muchos casos, un desaprendizaje previo, limar muchos malos hábitos, para sentar las bases sólidas de lo que serán los grandes escuchadores del futuro. Algunos de ellos se dedican profesionalmente a ello y, además, enseñan los rudimentos a otros humanos, concienciados de la necesidad de no perder tan ancestral habilidad.

Pero los que más me interesan a mí, son los que están en estado salvaje, por ser los más infrecuentes. Pasan desapercibidos, ya que sus cualidades, a veces extraordinarias, no están de moda. Yo, que soy una mujer con suerte, conozco a uno, es más, tengo el honor de tenerlo bastante cerca y no os podéis ni imaginar lo que supone ser escuchado por un excelente escuchador: cómo despliega naturalmente sus dotes, se centra en ti, puesto que no le interesa contarte su experiencia al respecto, ni darte consejos, que seguro tú no le has pedido, te incita a seguir, te hace preguntas pertinentes que siguen tu ritmo o que te plantean otra mirada. Y todo ello, sin necesidad de sacar la tarjeta de crédito que últimamente está algo escuálida. Miedo me da preguntarle cómo lo hace, no vaya a ser que se sienta amenazado y se esconda en un paraje de difícil acceso, hay mucho cazador furtivo suelto por el mundo, por eso mantendré su identidad en el anonimato.

La otra especie amenazada es Los Oradores, que no hay que confundir con los charlatanes, verborreicos, vomitadores del lenguaje, manipuladores y adoctrinadores de distinto pelaje. Ellos no te seducen, o te engañan con triquiñuelas lingüísticas, sencillamente te fascinan con su conversación, te animan, te hacen reír, te conmueven, te conciencian o te sosiegan.
Y, como la suerte sigue acompañándome, también conozco uno en estado natural. Cuando le escucho es como si me sentara en una mecedora y me balanceara a un ritmo cadencioso, nunca soporífero, nunca me aburre su convencional cotidianeidad, me pierdo en los detalles, en su cadencia, en su tono, en su olor, en ese breve tacto de su mano y podrían pasar horas, y horas estaría escuchando, no sé si como una gran escuchadora, pero sí como una oyente entregada.

Este lunes, el destino casi hace un milagro, que estos dos individuos representantes de esas especies en peligro de extinción se encontrasen cara a cara. Por escasos minutos no sucedió, y ambos tomaron caminos opuestos. Una lástima, porque podría haber sido una experiencia única que creo nunca se repetirá delante de mis ojos.
Sin embargo esto me ha hecho tomar conciencia de la importancia de proteger a cuanto individuo de estas especies encuentre a mi paso, valorar a las dos joyas que tengo la fortuna de conocer y hacerlas valer delante de otros (cuidándome de los furtivos).

Mientras, entraré en alguna de las granjas de cría en cautividad para adquirir las habilidades básicas, aquellas que más encajen con mis dotes naturales. Pasado un tiempo, lo mismo formo parte de una, pequeña pero creciente, población de individuos pertenecientes a una especie protegida.

lunes, 23 de abril de 2012

2012, El año del fin del mundo. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que por lo que cuentan, éste es el año del fin del mundo, según el calendario maya, azteca o Pirelli, no recuerdo cuál de ellos.

No sé si finalizará el mundo este año, pero lo cierto es que las cosas están algo revueltas.

Mi prima, ésa que saltó a la fama mundial por ser intrépida y arriesgada, está desquiciada del todo, necesita medicación porque está empeñada en dispararse, no en el pie como otros (este niño siempre dando problemas), sino directamente en la cabeza, volándose la poca sesera que le queda. Y es que últimamente, lo de disparar, se está poniendo de moda en este país, que se lo digan al abuelo del niño, que para alejarse de este ambiente deprimente y distraerse de las tremendas preocupaciones que no le dejan dormir (propias y ajenas), se ha ido a disparar a unos animalicos con trompa. A lo mejor, cuando el dinero vuelva a fluir, el INEM empieza a proponer safaris para los desempleados, para aliviar tensiones.
Pero ¡ea!, ya se disculpó, así que asunto zanjado.

Aquí cada uno hace lo que puede, pone su granito de arena, para liar más la madeja o para ser más extravagante. Algunos de los políticos, según les dieron la cartera ministerial, se les aflojó un tornillo, perdieron neuronas o, simplemente, se quitaron la careta y nos dejaron ver su imagen real.

Está aquel que, después de dejar uno de los mayores pufos de la historia en el Ayuntamiento de Madrid, ahora ha tomado por misión la creación del Carnet de Mujer por Puntos. Si eres madre, más puntos, si quieres ser madre, más puntos, si quieres ser madre y “no te dejan”, más puntos y solidaridad, pero amiga, si no eres madre y encima no quieres, entonces, pierdes un montón, y ya si, por circunstancias, has abortado, directa a los cursos de reciclaje de “Cómo ser una buena Mujer”, porque los has perdido todos, todos y todos. Lo que se ha guardado de decir es que por muchos puntos que tengas, ayuda real sigues sin tener.

Y también está su compañero en el Consejo de Ministros que trata de justificar el aumento de alumnos por aula (pública, claro), argumentando que a nuestros niños les vendrá bien como instrumento de socialización. Esta medida ha sido tan valorada por pedagogos y educadores, aunque contravenía las últimas tendencias e investigaciones, que incluso los colegios privados más elitistas, las academias de postín, los centros  dedicados a la enseñanza altamente especializada y todas las escuelas de prestigio están considerando adoptar dicha medida inmediatamente, aumentando el número de alumnos en sus aulas y ofrecerlo como criterio de valor en su oferta formativa. Y yo le propongo al ministro que, puestos a aumentar nuestra socialización (como país debemos ser uno de los “peores” socializados de Europa), por qué no damos clase en los teatros, o mejor en los campos de fútbol, así sólo necesitaríamos un profesor con un megáfono.

Pero nuestros políticos no son los únicos que se crecen ante las adversidades, nada más cruzar el charco, tenemos a La Gran Viudita, que encarna a la mujer que renace de sus cenizas, que después de ser vapuleada por la vida perdiendo al marido y operada de urgencia, se ha echado a la espalda a todo un país para llevarlo de nuevo a las más altas cotas de orgullo patrio. Primero, reclamando Las Malvinas (pero estos británicos son duros de pelar y si no que nos lo digan a nosotros), y luego nacionalizando una empresa de hidrocarburos. Y mientras ensalza la honra de nación, digo yo, que algo desviará la atención sobre los problemas reales que tiene y el desconocimiento sobre la solución a los mismos.
Pero esto de la nacionalización nos ha tocado de lleno a nosotros, que, por otra parte no estamos para tirar cohetes, ni se nos ha puesto a tiro ningún Islote Perejil, así que supongo que el Gobierno va a contraatacar y me temo que con la única arma que tiene a su alcance….Nacionalizar a Messi, a ver cómo se les queda el cuerpo cuando no pueda volver a jugar en la Albi-celeste de nuevo, si acaso en la Roja y con permiso de Del Bosque.

Entre las insensateces de unos, los desmanes de otros y las ineptitudes del resto el mundo no sé si se acabará, pero lo que parece más probable es que acabemos volviéndonos todos locos. 

lunes, 16 de abril de 2012

¿Qué pasa con mis palabras?. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que tiene una amiga, que no soy yo, que el otro día le envió unos videos de una psicóloga chilena llamada Pilar Sordo que os recomienda encarecidamente.

Según esta psicóloga los hombres tienen diez mil palabras y las mujeres veinticinco mil, las cuales utilizan de distinta manera. Así como los hombres se dedican a emplearlas casi todas fuera de las fronteras de sus relaciones maritales, personales, es decir fuera de su entorno doméstico, las mujeres, en cambio, utilizan la mayoría dentro de él, y de aquí viene, entre otros, unos de los mayores motivos de frustración de unas y de desconcierto de otros.

O sea que los hombres hablan….pero fuera de casa, es bueno saberlo, me quedo más tranquila, pues ya empezaba a pensar que podrían ser presa de alguna extraña involución perniciosa que les privase de la habilidad comunicativa.

Pero siempre voy un paso más allá y me voy a comparar las grandes cifras, los grandes estudios, la generalidad de los valores estadísticos, con la particularidad de mi hogar, con la idiosincrasia de las personas que habitamos estas cuatro paredes que llamo “MI CASA”.

Empiezo por mi queridísimo, y digo: “¡Bingo!, esta mujer ha dado en el clavo”. Gastó sus diez mil palabras en la oficina y no se ha dejado ni una para casa, suerte que yo no soy muy charlatana, aún así tendré que hacerle ver las ventajas de administrarse bien los recursos, sobre todo cuando son escasos. Y luego pienso, algún defecto tendría que tener.

El otro hombre de la casa, ése, es otro cantar, seguro que se hizo con las diez mil de otro muchacho despistado, o de uno que no quería las suyas para nada, y ha atesorado más de las que le corresponden, o eso, o es que no gasta nada en el colegio, ya que te suelta las diez mil que tiene a bocajarro en cuanto llega a casa. No hay manera de meter baza en ningún momento del día…ni de la noche porque habla en sueños.

Y mi hija, atesora sus veinticinco mil como una avara, para ella sólo existe una manera de utilizarlas, por teléfono con sus amigas. En esto sus padres, es decir nosotros, estuvimos finos, por una vez, y tuvimos la precaución de contratar una tarifa plana telefónica para no acabar teniendo que poner un candado.

Y yo ¿qué hago con mis veinticinco mil?, si mi pequeño no me deja insertar ni una frase, mi hija es muda, solo conversa cuando tiene un auricular en la mano y mi queridísimo es un manirroto lingüístico, ¡¡¿qué me queda?!!

Hasta hace unos meses las guardaba en un bote, a buen recaudo para que mi hijo no las encontrase (¡¡¡sólo me faltaba!!!), luego me dedique a salir y cultivar amistades, pero (¡maldita sea mi suerte!) me volví a encontrar con gastadoras compulsivas de palabras, después las puse negro sobre blanco, en papel digital para que todo el que quisiese las “escuchase”, pero no es lo mismo escribirlas que decirlas.

Así que he decidido que se acabó, voy a proponer el PEP (Plan Económico de Palabras), para que cada uno de los miembros de este ilustre hogar tenga una cuota, unos subiendo sus emisiones y otro (el pobre niño) adecuando las suyas para que nos de tiempo a todos a emplear las nuestras, y repartirlas de manera que todos nos sintamos más satisfechos.

Y ahora que lo pienso ¿Qué he hecho yo con el bote de mis palabras?

lunes, 9 de abril de 2012

¿Qué hago con mi queja?. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que si Descartes hubiese vivido hoy en día no escribiría eso de Cogito ergo sum, o lo que es lo mismo, Pienso luego existo, más bien habría escrito algo parecido a esto, Me quejo luego existo (disculpad que no lo ponga en latín ya que lo tengo un poco oxidado).
La queja es el deporte nacional, o el internacional (aunque no sé si es algo que traspasa nuestras fronteras), y cuanto más improductiva mejor.

Hace unas semanas dos señoras en el autobús iban hablando de cuánto tiempo hacían que no salían juntas, a lo que una de ellas respondió: “si es que no puedo moverme de casa, con el dichoso perro….” Acto seguido empezó a bombardearle a su amiga con un repertorio de quejas sobre todo el trabajo, dinero y molestias generadas por el animalico, que era un amor de can, pero que entre las enfermedades, la comida que tragaba, y que no les permitía disponer de su tiempo libre, ni irse de vacaciones donde querían porque no admitían perros de semejante envergadura, su vida, en definitiva, se resumía a una monótona y aburrida rutina. Y para rematar la perorata culminó con un “¡¡quién me mandaría a mí regalarle un perro a mi hijo!!”.

Su amiga…y yo, pero a mí no me preguntaron, lo tuvo claro en ese mismo instante: “Dile a tu hijo (un joven ya hecho y derecho) que se encargue del perro”, a lo cual la quejosa mujer le respondió: “Ya, pero no es tan fácil, porque a mi lo que me gustaría es no tener que pedírselo, sino que saliera de él”.

Entonces me imaginé por un momento cómo podrían haber sucedido las cosas en esa familia. Después de que el niño estuviera dando la paliza durante días, semanas o meses a sus tiernos progenitores lanzándoles mensajes machacones cual tortura china, como “cómprame un perro” o “todos mis amigos tiene perro” o “a Daniel sus padres le han regalado un perro por su cumpleaños” , papá y mamá, a punto de cortarse las venas, le compraron el perro al niño, eso sí sin mirar mucho la raza del susodicho animal, y sin tener en cuenta que algún día crecería y se convertiría en el mastodonte que hoy día era.

Jamás el niño se responsabilizó del cuidado del perro, a las pruebas me remito, ni de hacerse cargo de su custodia cuando creció, el niño, no el perro, porque por lo que seguía contando la madre a la amiga, el muchacho viajaba por todo el mundo y disfrutaba de la vida que era un primor, mientras que los padres se hacían cargo del perrazo como si fuese ya una más de sus infinitas responsabilidades y tareas.

La madre abducida por un pensamiento mágico tan grande como ella (o el perro), piensa en este instante, de camino a su casa en el autobús, que por arte de birli birloque  su hijo, al que no le han enseñado a hacerse responsable de su mascota, sea ahora responsable de ella y, sin saberlo él, se le encienda una luz en su cabeza que le advierta de que debe quedarse con él mientras sus padres disfrutan de unas merecidas vacaciones y todo esto sin que medie ni una sola palabra.

Lástima que no sepa dónde vive esta mujer, porque si consigue esto, puedo asegurar que tiene algún poder paranormal que le permite poner pensamientos en la cabeza de otros con su sola fuerza de voluntad.
La buena señora ni está dispuesta a poner encima de la mesa la situación que provoca su queja, ni a pedir a su hijo que se haga cargo de dicha situación a partir de ahora, por lo que sigue quejándose infructuosamente, sin hacer nada para cambiarlo.

Cada día, nos quejamos por cosas que no estamos dispuestos a cambiar, porque no nos merece la pena, porque tenemos miedo, porque nos compensa de alguna manera ya que ser víctima tiene sus beneficios, porque no sabemos, porque es un mal hábito que hemos aprendido, porque estar satisfechos puede confundirse con ser conformistas. Sin embargo, la queja constante pasa tarde o temprano su factura, nos aleja cada vez un poco más de los demás, de todos, incluso de los que más queremos.

Así que volvamos de nuevo al principio, a Descartes y revisemos de nuevo su frase, porque si hubiese vivido en esta época, probablemente habría escrito algo más parecido a Me quejo luego cambio.

lunes, 2 de abril de 2012

Reality. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que un día llegó a este país algo llamado culebrón, un serial que nosotros teníamos en la radio, pero en formato televisivo con acentos sabrosos, con nombres compuestos y con tramas que eran tan evidentes desde el principio que se adivinaba el final, pero con nudos tan intrincados como los de los buenos marineros…y los españolitos, nos enganchamos a ellos con pasión.

Unos años más tarde nos sorprendió otro formato, el reality, y esto sí que era una auténtica revolución en nuestras vidas, ya que se trataba de fisgar sin pudor a otros en su devenir diario, siguiendo sus pasos minuto a minuto, vidas cotidianas o vidas aisladas en un ambiente de pseudo-laboratorio. Se sustituyó el vaso en la pared, y la creatividad de imaginarse qué es lo que estaba pasando en casa del vecino, por la patente realidad de las miserias humanas, y esto siendo testigo, millones de hogares en todo el país. ¡Vaya, un exitazo de la cadena!. Y se crearon nuevos dioses, tan imperfectos como el resto de los mortales, si cabe, más imperfectos que el más imperfecto de los mortales, ya que cuanto más zafios, groseros, ignorantes, maleducados, grotescos y escandalosos eran, más valían como dioses de este universo tan “real” como la vida misma.

Renovarse o morir, los realities, también han ido cambiando con el tiempo, hemos pasado de una realidad de laboratorio en la que surgen de manera casi natural toda clase de percances, a un amaño, metiendo individuos con consignas muy específicas sobre cómo deben comportarse. O aquellos que se nutren de los famosillos con falta de “cash” para que se saquen los ojos o se envuelvan en escarceos amorosos, así sus parejas, fuera, tienen que ir a las tertulias post-capítulo para ser vilipendiados por tertulianos, que, a su vez, han salido de otros realities. En definitiva, un negocio redondo, porque se nutre así mismo de carnaza ininterrumpidamente.

Y luego están los talent-show, que son realities, pero en los que los participantes tienen que desarrollar una habilidad: cantar, bailar, pero sin despistarse, entre gala y gala, de los momentos de casa, cama, riñas, ducha…

En estos programas, los americanos, quiero decir, los estadounidenses, nos llevan una gran ventaja, ellos tienen mil y una variedad: los que transforman a una persona en otra bien distinta, tras varias operaciones de cirugía, visitas al dentista, maquillaje, peluquería, guardarropa; los que acuden a la llamada de un negocio que está en las últimas para que un experto lo levante.
Hay aquí dos que me “encantan”, el de la peluquera que parece una policía de la antigua Alemania Democrática, eso sí, con un estilazo bárbaro, pero que da miedo sólo verla aparecer. Esta señora, llamada Tábata, llega a la peluquería, mejor dicho, al salón de belleza, a punto de quebrar, y pone a todo el mundo firme, empezando por el dueño y terminando con el último empleado del negocio, y no se anda con medias tintas, al final consigue que el negocio florezca de nuevo, si le hacen caso, si no, se viene abajo como era de esperar.

El otro, que tiene el mismo formato, lo encabeza un cocinero, y transforma el restaurante y al chef de turno, si se deja, claro que durante todo el programa le ha dado su ración de palo y tente tieso, poniéndole verde a cada instante….por su bien, para que reaccione.

Y hay otros encantadores, los de las novias en busca de los trajes de boda de sus sueños, ¡lo que sufren las pobres mías!, porque la mayoría tienen un peso considerable y eligen vestiditos de Barbie.

Pues puestos a cotillear, llamadme antigua, pero prefiero el vaso en la pared y la imaginación, elucubrar e inventar lo que se estaba cociendo al otro lado del tabique, supone utilizar más el cerebro, no expandir el cotilleo hasta límites universales y un esfuerzo considerable.

Sin embargo ahora, meterse en la vida ajena, la de personas a las que no conocemos de nada, y nada nos importan, eso se logra, apretando un botón.

lunes, 26 de marzo de 2012

¡Nos vamos de excursión!. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que nuestros hijos se van haciendo mayores y nosotros nos volvemos más y más tontos cada día. No estamos preparados para muchas de las cosas que nos pasan cuando somos padres, pero para verlos crecer y dejarles hacerlo, para esto, menos que para el resto. Así nuestros cachorros suman años y nosotros estupidez, empezamos a reaccionar y a comportarnos como si no pasase el tiempo por ellos, como si no madurasen poco a poco, como si fuesen unos completos inútiles.

Mi hijo hace meses que llegó con una nota del instituto, era una excursión a Inglaterra. Desde entonces todo han sido planes, fuera y dentro, ya que en su mismo entorno escolar han tenido que guardar un comportamiento ejemplar para ser merecedores de la excursión y se han estado preparando para poder afrontarla. Fuera, nos ocupamos de preparar los documentos necesarios. Por supuesto, como no podía ser de otra manera, llegaron las reuniones, padres y profesores las abordamos, ansiosos unos y colaboradores otros, para que todo sucediera de la manera más fluida posible.

Y aquí llega la prueba palpable de nuestra tremenda idiotez, ¡qué preguntas!, si nos oyeran nuestros hijos se abochornarían de nosotros.

Pasan de tener trece años a cuatro meses, o eso parece, o no, nosotros pasamos de ser adultos con dos dedos de frente a sobre-protectores, “todoloquierosaber”, controladores de todos los “y si..”, dejando patente que a nuestro niño o niña no le gusta esto o lo otro, o tiene estas costumbres, o qué hace si tiene sed, o cuántos calzoncillos hay que meterle en la maleta, o si tendrán tiempo de lavarse los dientes, o si se mareará en el avión, o si, o si, o si…..

La profesora que tiene gran experiencia en estas lides, y es madre también, nos mira con condescendencia, con toda la paciencia del mundo nos hace saber que esto es una excursión de chicos no una guardería.

Seguimos insistiendo, porque hay una madre que, ¡horror!, se ha dado cuenta que tienen que atravesar una carretera, claro nosotros que vivimos en una comunidad Amish, en la que solo hay carromatos, no estamos acostumbrados a los vehículos con motores de explosión y a esos caminos de asfalto infernales.

Luego está la cuestión monetaria, pobrecitos ¿y si se quedan sin dinero?, vaya con lo que cuesta un Ferrari, ¿Podrán ir al banco a cambiar?, porque no será por pasta, además de vivir en un medio rural y de principios de siglo, somos muy, muy ricos. El hotel ¿tiene caja fuerte para guardar todo el dineral que llevarán nuestros pipiolos?. No hay que preocuparse, nos dice una madre: “mi hijo lleva tarjeta de crédito, yo me quedo más tranquila”. ¡Ostras, se me olvidó sacarle al niño la American Express!.

Se fueron por fin, y no quiero imaginarme el humo que deben estar echando algunos teléfonos móviles, dando minuto a minuto el devenir de los acontecimientos diarios, todo lo que no hacemos cuando están aquí con nosotros, que desaparecen durante toda la tarde y no llevan la webcam colgada al cuello.

Lo dicho, se hace necesario una escuela de padres para que aprendamos a ser responsables cuando están aquí, sin agobiar, enseñándoles a tomar el control de sus vidas poco a poco, admitiendo que van a cometer muchos errores, ¿tantos como nosotros, quizá?, acompañándoles sin dejarles, y además permitiéndoles que crezcan a su ritmo.

Sin embargo, solo en la intimidad porque soy su madre, y hasta cuando él me lo permita, cuando venga “mi pequeñín” le voy a comer a besos.

lunes, 19 de marzo de 2012

La báscula, la dieta y otros hombres del saco. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que, a pesar de los graves problemas que aquejan al mundo, existen otros asuntos, menudencias, cosas sin importancia que nos afectan a nosotros, que nos hacen sentirnos incómodos o que revolucionan nuestra apacible, o no tan apacible, existencia. Algunos nos acompañan gran parte de nuestra vida, otros son puntuales, ocasionales, aparecen y desaparecen, pequeños “hombres del saco” que se esconden en el armario, debajo de la cama, que mantenemos a raya, en ocasiones, y en otras nos desbordan.
Son importantes en la medida de que son nuestros.

Uno de estos “hombres del saco” para algunos es su imagen, o la diferencia entre lo que les gustaría y lo que ven frente al espejo. Para ayudarnos a recuperar la armonía se encuentran, cómo no, la báscula y la dieta.

La báscula, ése objeto inanimado al que hacemos un hueco en nuestro humilde hogar. ¿Dije inanimado?, no, rectifico, la báscula tiene vida propia, porque aunque no tenga pila, esté llena de polvo o arrinconada, nos llama, nos susurra, nos reta: “Anda, valiente, súbete, o ¿es que no te atreves y prefieres ignorarme?”. Es pérfida y no tiene compasión, sin más ni más nos espeta a la cara un número desproporcionado, que ni mucho menos tiene que ver con nuestro peso real, porque la mitad de las veces está estropeada, mal calibrada o no funciona ¡qué se yo!, “no es posible que yo pese tanto o ¿es que el espejo me engaña?”. Siempre sale triunfante, por activa, si me subo un “ya te lo dije te sobran unos kilitos” o por pasiva, si no lo hago, “eres una cobarde”, poniéndosele una sonrisa maliciosa.

Y esta misma báscula es un elemento imprescindible cuando abordamos la otra gran estrella que aparece en nuestro firmamento, sobre todo cuando se acerca el momento de ir quitando capas a nuestro cuerpo, la dieta. Existen tantas clases de dietas, casi como personas en el planeta.

Las dietas milagrosas, las que prometen quitar en un santiamén lo que tanto tiempo ha costado almacenar. Las dietas mono-alimenticias, como la de la alcachofa, o la del kiwi, o la del pollo, con su gran aliada, la piña, para acabar convirtiéndote en un pájaro tropical. Las disociadas en las que pierdes peso de la preocupación que te entra analizando qué puede ir con qué, o no lo pierdes, pero te haces una experta en bioquímica. Las asociadas a los períodos pre-vacacionales, también llamadas boomerang porque siempre vuelven en primavera, después del verano…en las que te hartas de grano para jilguero, agua a raudales, batidos nauseabundos y un palillo para dar algo de consistencia. Las personales: “no, si yo con quitarme el pan, el postre, las tapas del fin de semana, la cerveza, y el vaso de cola-cao con galletas que me meto todas las noches antes de irme a dormir para conciliar el sueño, tengo bastante”. Las de las celebrities, (esta dieta no se llama “Photoshop”), avaladas por doctores de postín y que aseguran resultados espectaculares, ahí mismo están las fotos, y las apariciones en la alfombra roja. Las estrictas, esas en las que todos los que están a tu alrededor rezan cada día para que elimines lo que crees que te sobra o para que te aceptes como eres, porque mientras sigas castigándote de esa manera la convivencia contigo es insoportable. Las permisivas: “bueno, hoy me he pasado un poco, pero ya mañana me pongo en serio”. Las que incluyen ejercicio físico, primero te compras todo el equipo, te apuntas al gimnasio, vas dos días, haces tres de dieta y luego ya lo dejas porque te da pereza, no, porque estás muy ocupada, te has resfriado, te han surgido mil imprevistos…Y la báscula, socarrona, esperando la cita semanal.

En la televisión los endocrinos de nuestros hospitales tienen su momento de gloria, alertando del sinsentido o de la insensatez, pero tozudamente todos los años pasa lo mismo.
Aparecen entonces la nostalgia: “con los bocadillos de foiegras que yo me comía y seguía estando como un fideo”, o la envidia: “Fulanita come lo que quiere y mírala, qué tipazo tiene” o “Mi marido parece un barrilete y ni se preocupa, cada año se compra una talla más de bañador y a lucirse como si fuera un vigilante de la playa”.

Cada cual, como siempre me digo, si quiere, que se mire hacia dentro, se interrogue sinceramente y se responda, si la lorza tiene importancia en sí misma o sólo la que queramos darle nosotros.

lunes, 12 de marzo de 2012

¡Feliz Vueling!. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que hace unas semanas hizo un viaje y nunca pensó que la compañía aérea fuera determinante para que tuviese una experiencia sorprendente.

Hacía tiempo que no montaba en un avión a través de las escalerillas de siempre, estaba ya acostumbrada a los pasillos, fingers creo que se llaman, que parecen una brecha espacio-temporal, porque te trasladan de tierra firme al pájaro volador. Como en esta compañía se paga por todo, por facturar, por respirar más de la cuenta y por elegir asiento, mi amiga y yo nos tuvimos que conformar con ir separadas. A mi me tocó en suerte a un compañero que ni se inmutó para dejarme pasar, lo cual hizo que tuviese que desplegar mis dotes de gimnasta de élite, y a otro que estaba ocupadísimo con el teléfono móvil. 
Se respiraba “colegueo”  nada más subir al avión, y supuse que eso nos incluía también a los pasajeros, por lo que intenté pegar la hebra con el de la derecha (el otro ya estaba dormido o disimulando para no ser molestado), sobre lo “cómodos” que estábamos allí, tan espaciosos, con asiento y todo, con lo fácil que hubiera sido habernos puesto unos palitroques para ir subidos como en un gallinero, a lo que el otro me respondió: “todo se andará” y fin de la conversación.

Sin embargo la incomodidad se combate con optimismo y buen rollo, eso que no falte, siempre que sea natural y no por mandato corporativo, y además, ¡es gratis!.

La tripulación se presentó, nombre de pila, posición en cabina, pero estaba despistada y los nombres no son mi fuerte. Antes de salir hacia la pista, el comandante de la aeronave y piloto del avión, Francisco Nosecuantitos, volvió a presentarse, a él mismo y a todos los que le acompañaban (alguien le debió soplar que se me habían olvidado los nombres), se disculpó por el retraso que llevábamos y se vio en la obligación de darnos una explicación, una explicación extensa, rica en detalles: la escalerilla (por eso ya no se utiliza tanto, trae muchos problemas) tiene unos mecanismos muy delicados a los que afectan, y mucho, las bajas temperaturas que estaba haciendo estas últimas noches en Madrid, los engranajes de acoplamiento a las puertas no funcionaban correctamente por lo que llamaron al técnico que tuvo que….ahí ya desconecté, me parecía excesivo.
Tengo que reconocer que el ser humano es un inconformista, si le dan pocas explicaciones, malo, y si se las dan en exceso, también.

Pero el piloto seguía con su verborrea, no sólo ya habían solucionado el intrincado problema técnico escaleril, sino que, debido a unas condiciones meteorológicas en altura muy favorables, y un viento que se las pelaba, íbamos a propulsarnos, ganando velocidad y recuperando el tiempo perdido. Le agradecí que no entrase en detalle sobre fórmulas y coeficientes de rozamiento.

Despegamos, por fin, tras las consabidas instrucciones por si nos pegábamos un cebollazo en pleno vuelo. Parecía que todo iba a transcurrir plácidamente, por eso me dispuse a dejarme mecer por el sopor y dormitar un poco, dado por otra parte, que el de delante había echado hacía atrás el respaldo y estaba yo como una calcomanía en el mío. Vana esperanza la mía, cuando la voz de nuestro comandante y piloto del avión, Francisco Nosecuantitos, nos despierta, para indicarnos, los maravillosos paisajes aéreos que estábamos sobrevolando. Estuve en un tris de despertar a la “marmota” de mi izquierda para decirle a la azafata “MariPuri” (soy incorregible para los nombres) que me dejase ir a la cabina para solazarme con tan incomparable vista, ya que en la caja de zapatos en la que me encontraba no podía ver ni Calatayud, ni el Moncayo nevado, ni nada de nada, o que fueran tan amables de pasarme las diapositivas para poder recuperar esos momentos inolvidables. Lo dejé pasar, no fuera a ser que me tacharan de pasajera “non grata”.
Pero nuestro comandante y piloto del avión, Francisco Nosecuantitos, era pertinaz, y diez minutos más tarde, volvía otra vez a ponerse en contacto con nosotros para obsequiarnos con otra de sus prolijas explicaciones, esta vez, sobre el mar (¡qué bonito!), la maniobra de aproximación al aeropuerto (¡qué técnico y qué gratuito!) y las nubes (muchas, pero no tantas???). Aquí, ya grité en silencio: “Por favor, Francisco (ya teníamos una confianza), concentración, céntrate en dejar este pájaro en el suelo, entero y déjate de hablar con el pasaje, te prometo que luego quedamos, nos tomamos un café, hablamos de nuestras cosas y sacamos el álbum de fotos”.
No sé si me oiría, pero me hizo caso.

Cuando nos disponíamos a abandonar el avión, ahí estaba él, radiante, sonriente, tan efusivo en su despedida que me hizo pensar que me plantaría dos besos en las mejillas, pero no, solo nos deseo que hubiésemos tenido un Feliz Vueling…. 

lunes, 5 de marzo de 2012

Una semana de perros. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que ha tenido una semana de perros, sólo la ha salvado una comida de aniversario deliciosa, y unas horas de complicidad a solas que hace tiempo no tenía.

Sin embargo el resto ha sido espeso, decepcionante, triste y fastidioso, aburrido en muchos momentos. Cuando me sucede esto, tiendo a meterme en una burbuja, me aíslo y me muestro reservada, distraída todo el rato y sin ganas de hacer las miles de cosas que debería.

Me pensé seriamente acudir el sábado al partido de fútbol del benjamín, me habían colgado el cartel de “gafe”, porque cuando yo voy, siempre pierden (no es cierto, alguna vez han ganado o empatado), y el único sábado que me he ausentado ganaron por goleada. Pero fui, y fue espantoso, un espectáculo lamentable, del que salimos todos, menos los rivales y el árbitro, entristecidos, no sólo por el resultado, sino por la actitud de los pequeños que se habían venido abajo de una manera nada habitual, se habían entregado y desesperado. No todo estuvo en esta parte del campo, desde la grada, los nervios se desataron e hicieron perder los papeles a alguna madre que olvidando cualquier norma esencial de urbanidad, cordura, saber estar y complicidad maternal con sus semejantes, descargó su frustración en el portero, abochornando a todos, incluida ella misma.

Parecía que aquello era recuperable cuando el domingo disfruté de mi particular regalo, de la compañía en solitario de mi queridísimo.

Estaba el asunto por no enderezarse, empezó torcido el viernes y el lunes siguió con un silencio en las ondas poco común, nada común, extrañamente inusual. Un silencio que noté o sentí forzado, como que nadie se atrevía a mover un pelo por si acaso. Dada mi tendencia al melodrama, como ya saben muchos de los que me conocen, empecé a montar un guión cinematográfico que no escribí, una lástima, porque si lo hubiese hecho, quizá más adelante, habría intentado vendérselo a alguna cadena de televisión o al mismísimo Almodóvar para que hiciese una película.

Aparentando normalidad, buscaba sin descanso, impacientemente, con ansia, alguna novedad, noticia, un comentario, pero no había nada de nada y así seguí hasta que, alguien acude en tu ayuda, no cualquiera, te recoge cual princesa pusilánime y malherida, se pone el casco (a lo mejor azul), y asume el papel de paladín del “desatasque” y abre camino.

Aunque no terminan de ir las cosas como debieran, es posible que sea ya mi estado de ánimo mohíno y vencido por las desastrosas circunstancias.

Sin embargo, podía pasar más, sin ser grave. Hace aproximadamente más de un año, mi padre, no sé si en un acto de caballerosidad sin límites con mi madre, o por competir con ella (esto último no me cuadra), ha decidido quitarle el sambenito de “besadora oficial de aceras madrileñas”, porque, de siempre, mi madre ha probado en múltiples ocasiones el frío y duro suelo con caídas absurdas y tropezones bobos, algunos de serias consecuencias, pero de un tiempo a esta parte es mi padre el que se está ganando este honor a pulso.  Se cayó por la mañana y se volvió a caer por la tarde ya con otros resultados peores, con asistencia del Samur y visita a urgencias incluida.

No cometeré el error de decir ¡¡¿qué más puede pasar?!!, porque la lista es interminable, ni pienso que se hayan concentrado en esta semana todos los males, simplemente mis ojos, selectivos ellos, a veces con lo bueno, en esta semana, se han concentrado en mirar todo lo nefasto.

Definitivamente, he tenido una semana de perros.

lunes, 27 de febrero de 2012

La próxima vez. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que hacer de cronista es un papel, a veces ingrato, sobre todo cuando lo que se plasma no son hechos puros y duros sino la realidad vista por el que la relata, que puede coincidir o no con la del resto de los protagonistas de la historia.

Si una cita a ciegas de dos, es una apuesta arriesgada, imaginaos una de ocho (tendría que haber sido de nueve, pero no siempre puede uno trastocar su vida para lanzarse a sobrevolar media España). Arriesgadas, insensatas, aunque yo prefiero llamarlas atrevidas y espontáneas, ocho mujeres que no se conocían (miles de correos no sirven a este fin), quedaron una noche barcelonesa para darse la oportunidad de verse las caras, tocarse y definitivamente comprobar fehacientemente si había, o no, algo más detrás.

Cuando llegamos al restaurante con las boas de plumas en el cuello, el resto de los allí presentes pensaron: “Otra despedida de soltera”, por los bocinazos que metíamos, la jarana que llevábamos y los abrazos y besos ruidosos, cierto que estaba un pelín oscuro porque si no, se habrían dado cuenta que no llevábamos las procaces diademas, tan de moda, con pene peludo, y que la novia, si había alguna, ya tenía experiencia anterior en eso de casarse o en cualquier otra cosa, era en sí misma, experimentada.

Teníamos una escandalera montada de ole, conversaciones cruzadas, camareras por todos lados, y una sommelier empeñada en servirnos vino que, cuando se calentaba, se bebía ella y echaba de refresco, y para rematar el lío, regalos, papelotes, aplausos, risas, fotos, fotos y más fotos.

Aquella cena se prolongó tanto que llegado un momento nos apagaron la luz, el restaurante paso de modo “comida” a modo “copa”, y tuvimos que sacar las linternas para atinar con el postre. Teníamos todo empantanado y todo a la vista, fácil hubiese sido birlarnos algo, sobre todo a nuestra sommelier que dejó la bolsa de la cámara abierta, la cartera a la vista y casi una invitación para llevársela, pero ya se sabe que a los ladrones les gusta un cierto riesgo, tanta facilidad les hace sospechar.

Al principio nos pusieron música bailable, de los 40 principales, pero luego debió ser otra cosa, de esas que me son tan ajenas, que para bailar no sirven, sólo para incorporarlo a otras coreografías que algunas parejas de allí ya conocían. Y más fotos, y muchas conversaciones. Poco acostumbrada como estoy a salir de noche y, dada la hora que era, estaba sin estar en mí y de esa parte de la noche recuerdo poco.
¡Cuánto brindamos, por nosotras, por nosotras, por nosotras, y por ti que te quedaste en Madrid!, y ¡Cuántos abrazos para despedirnos!, algunos más cálidos que otros, he de reconocer, y ¡Cuántos planes hicimos!.

No siempre y no con todo el mundo uno puede pretender tener una grandísima amistad, sería iluso por mi parte pretender que en este grupo, como en todos, existe la ecuanimidad más absoluta al respecto, pero es cierto que no todas las relaciones amistosas tienen el mismo ritmo, ni empiezan de la misma manera, y por supuesto tampoco terminan igual. Algunas empiezan con un auténtico flechazo, otras van cogiendo temperatura según va pasando el tiempo y las oportunidades, y otras no empiezan, solo llegarán a un estado de tibia cordialidad. Yo, por mi parte, ya he tenido mis flechazos, y otras que empezaron más lentamente están cogiendo fuerza cada día.

Y hasta aquí mi papel de cronista, pero como soy una reportera muy poco avezada se me han escapado algunas historias y hasta algunos personajes, porque de repente alguien desaparecía solo o en grupo y no volvía hasta mucho después.

Así que os dejo a vosotras para que rellenéis los huecos que faltan y completéis esta narración, una próxima vez.

lunes, 20 de febrero de 2012

¿Qué es un casco azul?. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que un casco azul puede ser una fuerza de pacificación de la ONU, o un objeto que se pone en la cabeza para protegerse del color del cielo, pero no es a lo que ella llama casco azul, para Hortensia un casco azul es aquella persona que, habitualmente o en ocasiones, es el negociador, pacificador, mediador de una disputa, por clamor popular o porque voluntariamente se presta a ello.

Hay tantos tipos de cascos azules como personas, pero el auténtico, el genuino es aquel que entra en todas las situaciones, se apunta a todos los conflictos, con un objetivo en mente, llegar a un acuerdo satisfactorio para las dos partes, nada de cerrar en falso. Una tarea ingrata para el común de los mortales, pero no para él, el casco azul la encuentra tan gratificante que insiste una y otra vez en llevarla a cabo.

Para llegar a ser un casco azul hay que aprender y entrenarse, porque si no, puede ocurrir lo que muchos de nosotros hemos visto en alguna ocasión, el casco azul inexperto llevado por la pasión de su nueva tarea, vocacionalmente entregado, se mete en cualquier refriega a pecho descubierto, sin protección, sin recursos, y termina siendo el objetivo de todas las balas, los contendientes, por un momento, dejan de lanzarse mutuamente ataques furibundos, para ensañarse con el incauto novato. Pero si existe un verdadero interés, esta experiencia no hará que el casco azul abandone, aprenderá de su error y volverá a la carga, ahora sí con todos sus recursos disponibles.

El casco azul es un tipo especial ya que le gusta lo que a otros espanta, cuando se inicia una discusión, un conflicto, un enfrentamiento de pareceres, la mayoría de los que están alrededor de los que se enzarzan, empiezan a tener un comportamiento evasivo, se miran las uñas, recorren la mirada por todo el lugar, hablan con el de al lado, visitan los aseos, se van, o se quedan tan paralizados como los muñecos de cera, en otras ocasiones, algunos toman partido por uno u otro bando. Pero el casco azul, no, está, literalmente, en su salsa, es cuando analiza la situación e interviene en el momento justo, casi siempre cuando ha habido un cierto desahogo por parte de los dos combatientes, pero no se ha producido todavía la tremenda escalada del “y tú más” que ciega totalmente el entendimiento, la razón, la mesura, la compostura y hace salir el animal que llevamos dentro.

Por eso estoy perpleja, porque hace unos días he visto sufrir tanto a un casco azul en un conflicto que algo se ha removido en mi interior. No es lo mismo mediar en un conflicto desde fuera que formar parte de él. En este caso, su vocación misma de casco azul le llevó a ser el otro en el campo de batalla, porque nadie ponía el contrapunto a la argumentación de uno de los reunidos y, en justicia, aquello no era correcto, pero estaba tan fuera de lugar, le era tan ajeno el papel, que su mismo cuerpo lo rechazaba (sudaba, respiraba entrecortadamente, roja como la grana su cara era una máscara…) y él que siempre encontraba las palabras adecuadas, ahora se le escapaban como el agua entre los dedos, el mismo nudo en la garganta no le permitía un discurso coherente. Menos mal que su oponente, un soldado aguerrido, curtido en mil batallas, pero honorable, no hizo sangre, aún así, el casco azul necesitó ayuda para salir del trance, quedó seriamente dañado, y convocado a acudir a una revisión en profundidad.

¿Qué pudo pasar?, ¿Qué hizo que un casco azul tan experimentado se viniera abajo en una situación tan moderada?. Es posible que no haya una única respuesta, o que esta sea compleja, y lo que es seguro es que la respuesta o las respuestas ya las ha empezado a buscar él mismo.

Lo que me lleva a plantearme que no hay cascos azules invencibles, este no lo es, y eso le hace, a mi juicio, más amigable, más cercano. Es humano, no un cyborg diplomático todo mesura y ecuanimidad, tanta perfección resulta cargante. Así me gusta más y creo que su misión, la pacificación y el acuerdo en los conflictos y disputas, se cumple mejor, ya que en vez de estar por encima de las partes, en un pedestal desde el que todo lo mira, le has sentido frágil como tú, perdido en algún momento, y vulnerable...como todos.

martes, 14 de febrero de 2012

Atracción Fatal. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que cuando empezó la carrera tenía unas expectativas sobre su profesión que fueron cambiando a lo largo de los años de formación. Como la gran mayoría de los que empiezan a estudiar Psicología, la Clínica es la rama que focaliza el mayor interés y con el aprendizaje, los años y después la experiencia modificas o no tus gustos y diriges tus pasos hacia otros derroteros o persistes en ellos. Yo cambié los míos alejándome del tratamiento de patologías más o menos leves, para centrarme en las organizaciones empresariales.

Pensé yo que, al margen de que las empresas son personas, que en este ambiente no me toparía con patología alguna salvo la que se da en la gestión de las relaciones, de los equipos, de las habilidades comunicativas, pero no a nivel individual, pero como si fuera un imán a lo largo de estos años me he encontrado con algunas personas o personajes que han contradicho esta suposición.

Dependiendo de la posición de esta persona en la organización y de su nivel de desequilibrio mental, el impacto en tu vida laboral (e incluso personal) puede ser leve, anecdótico o causarte grandes quebraderos de cabeza.

Hace años tuve una jefa que tenía tantos problemas (mentales) que no había por dónde cogerla. Además de una gran claustrofobia, lo cual no suponía ningún impedimento para el devenir de nuestra relación laboral, era caótica e imprevisible, tenía una manera pintoresca, a modo de ver de algunos, de tratarse con la gente, si eras hombre y con buena posición después de un breve coqueteo, pasaba a un trato provocativo y sugerente y lo más gracioso es que también lo hacía por teléfono por lo que infinidad de veces parecía más bien una línea erótica que un teléfono de incidencias. Y acto seguido, cambiaba a modo ogro paranoico gritando como la mejor de las sopranos y buscando enemigos, confabulaciones, complots secretos; todo el mundo, en especial cualquier mujer que pasase por allí, quería quitarle el puesto (¿en la línea caliente?). En medio de este desatino el trabajo se resentía, salía a trompicones, sin organización y cuando esto sucede los damnificados siempre son los mismos. De ahí salí a otro proyecto espantada, pero mentalmente entera.

Crees que una vez que te tropiezas con un ser semejante ya has cumplido tu cuota.

Después de unos años, casi olvidado el incidente recalé en una de las mejores empresas que he conocido y de la que guardo grandes recuerdos y enseñanzas…y dos patologías más, una leve y la otra que en algún momento nos tuvo hasta algo atemorizados al resto del equipo.
Aquella muchacha parecía del todo natural, quizá algo seria y taciturna, pero era una auténtica Caja de Pandora, cuando la destapas….Pasaba meses de normalidad aparente, pero otros en los que discutía con todos (jefe, clientes, usuarios, candidatos, compañeros), saltaba la espoleta por cualquier nimiedad y se desataba la tormenta, ya no había control, el escándalo estaba servido allá donde estuviese y estuviese quien estuviese delante, acobardaba de veras, porque te gritaba enrojecida de furia “me las vas a pagar” (a veces pensamos que un día, enloquecida de verdad, hiciese cualquier locura y sucediese una auténtica desgracia). Al día siguiente venía como un corderito, melosa como un gato ronroneante. Cuántos en esa oficina que no presenciaron sus desvaríos creyeron su paranoia delirante y pensaron que era una pobre víctima y nosotros, el departamento entero, los más crueles verdugos.
Cuando se fue, todos respiramos aliviados. Todos, supuse yo, y pensé que el estado de ánimo de alguna había estado condicionado por la experiencia extrema, pero fueron pasando los meses y la más joven de todas, seguía en un estado letárgico de tristeza. Hasta que descubrimos que era su estado normal, chupaba la energía de los demás como si se tratase de un gran agujero negro, con lo que superada la primera fase de compasión y complacencia, seguía la segunda, de huída y alejamiento para no dejarte arrastrar hacia la melancolía laboral y preservar tu salud mental. Gracias a que el equipo estaba compensado, frente a la atonía de este miembro, otro, era el huracán que nos daba la vida, el empuje, la alegría (ya sabéis que suelo tener buena conexión con los huracanes).

Y estaba por venir la patología en estado puro, el más extremo, aquel sujeto del que ya hablé en su día y sobre el que no volveré a insistir.

Concluyendo, lo mío no puede ser casualidad, tantos desórdenes en un medio tan poco habitual, por algo me pasa, aunque todavía no he descubierto qué lección quiere el orden cósmico que aprenda.

lunes, 6 de febrero de 2012

Diez cosas a la vez. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que hacer varias cosas a la vez nunca ha sido su fuerte, aunque Paz Vega se empeñe en mostrarle las delicias de poseer esta habilidad mientras corretea, eso sí perfecta y guapísima, por la calle. Nada menos que diez cosas a la vez, ni dos ni tres, sino diez, ahí es nada, la quintaesencia de la multitarea, como si fueras la mujer orquesta o un pulpo de mujer.

Pero yo, repito, debo tener  algún fallo en mi estructura neuronal porque a pesar de poner todo mi empeño, sólo he conseguido hacer, a lo sumo, dos tareas, una de ellas mecánica y la otra no muy compleja, aquella que no requiere la intervención de mis más altas capacidades intelectuales. He puesto empeño y algo he conseguido, porque todavía recuerdo aquella vez que intenté bajar las escaleras del Metro mientras sacaba el billete del bolso y me pegué un trompazo tal que estuve quince días escayolada.

No dudo que si quisiera podría hacer diez o quince o veinte cosas a la vez pero con un nivel de eficacia nulo, por eso ni siquiera considero esa posibilidad.

He dicho que he puesto todo mi empeño, quizá no sea del todo cierto, el caso es que tengo serias dudas:

Dudo de la eficacia de hacer varias cosas a la vez, hay tareas que requieren toda mi atención, todo mi empeño y todo mi interés, y me gusta hacerlo así.

Dudo de la conveniencia de difundirlo y de alardear de ello, es un arma de doble filo, el otro, herido en su orgullo, en vez de tomarlo como una oportunidad de aprendizaje, de ahorro de tiempo y de capacitación, te endilga sin más miramientos su tarea (ya que tú puedes hacer varias cosas a la vez) y así ahorra todo el tiempo, el suyo, no el tuyo.

Dudo de la valía de dicha habilidad por encima de otras, en mi caso valoro otras que poseo.

Dudo que sea nuestra mejor cualidad como féminas (si es una cualidad femenina, yo, por ejemplo, no la tengo).

Y dudo de su utilización como arma arrojadiza contra nuestros compañeros de especie varones. (Sí, sí, muy hábil, pero mientras tú haces diez, él una y encima la publicita mejor).

Pero lo de ahorrar tiempo para emplearlo en otros asuntos es algo que empieza a gustarme, y por ello, creo que voy a seguir intentando hacer algunas cosas menudas, las que tengo muy automatizadas, al mismo tiempo (menos bajar las escaleras y buscar algo en el bolso, eso, descartado), para probar, a lo mejor le cojo el gustillo, me aficiono, y con mucha, mucha práctica me hago experta en multitarea (Paz Vega podrá estar orgullosa de mi).

Pero mantendré la boca cerrada, nada de fanfarronear al respecto, primero, para no crear falsas expectativas, segundo, para poder emplear el tiempo libre en lo que yo quiera, tercero, y como consecuencia de lo segundo, para no dar lugar a que otros descarguen sobre mí sus quehaceres, y por último, porque, en fondo, sigo pensando que es más importante el Cómo se hacen las cosas, lo satisfecho que quedas cuando las haces o mientras las estás haciendo que....Cuántas haces a la vez.

lunes, 30 de enero de 2012

Zona de Confort. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que mucho se habla de la zona de confort, de nuestra zona de confort, en pocas palabras, de ese espacio vital en el que estamos tan a gusto, tan protegidos, tan seguros, controlando casi todos los detalles, nuestra vida transcurre con cierta previsibilidad, pero con pocos cambios, por el mismo surco ya trillado, aquel que algunas o muchas veces ya no funciona, ese mismo que algunas o muchas veces ya nos deja insatisfechos, hastiados y frustrados.

Pero salir de la zona de confort no es fácil, da mucho vértigo, produce incomodidad y pereza, porque lo malo conocido es mejor que lo bueno por conocer, o quizá no?.

Y en esto estaba yo, tan cómoda y calentita con mis cosas, cuando por azar o porque era el momento, decidí apuntarme a un grupo de trabajo de antiguos colegas.
Y sin saber ni cómo ni por qué he salido de mi zona de confort o, por lo menos de estar “confortablemente” desocupada, a estar más enfaenada que cuando estaba profesionalmente en activo. Se me acumulan las reuniones, las tareas, las conferencias y empiezo a estar pendiente de los plazos, de los correos electrónicos, de instrucciones que van y vienen, de malentendidos, y de más reuniones….y del diccionario porque después de tantos años alejada del academicismo de mis colegas, concentrada en otros menesteres más pragmáticos, no entiendo nada, parece que hablan en arameo y trato de rescatar del baúl de mi memoria, escuelas, autores, teorías, términos que dejé enterrados hace años cuando acabé la carrera allá por el Pleistoceno.

En las 2 primeras reuniones no abrí la boca ¿para qué?, mejor observar el panorama, embeberme del conocimiento que fluía por doquier y buscar por mi cuenta la lista interminable de palabros y conceptos que no entendía. Un día me decidí a hablar y no estuvo mal, me vine arriba como siempre y pensé que eso del arameo estaba “chupao”, pero en la siguiente, el debate se puso profundo de verdad, más bien oscuro, aquello debía ser un dialecto antiguo, porque volvía a estar fuera de onda, puse cara de total entendimiento, incluso fruncí el ceño un par de veces para mezclarme con el calado de las intervenciones y me puse las gafas, que me dan un aspecto mucho más intelectual.

Quedaba otra vuelta de tuerca. Me encontraba unos días arriba y otros abajo, haciéndome poco a poco con la lingüística, cuando me pidieron que me encargase de una tarea sencilla, la hice y en recompensa (¿?) pasé a jugar con los mayores, en división de honor. ¡Qué honor!, un honor que no he pedido y que sinceramente no creo merecer y no lo digo por falsa modestia, simplemente a las pruebas me remito. Ahora soy responsable de una comisión de trabajo, unipersonal (de momento), lo que supone, proyectos, objetivos, plazos, compromisos, más tareas y por supuesto, más reuniones….reuniones en las que ya no se habla arameo, se habla griego clásico (¡maldita sea mi suerte, para un aprobado general en todo mi expediente y ahora lo necesito como el comer!).

En el primer comité de responsables dije obviedades, repitiendo con distintas palabras aquello que mis colegas decían, en el segundo hice voto de silencio, esto te hace resultar más interesante, pero empiezas a focalizar la atención sobre ti, porque mientras los demás se desgañitan hablando todos al mismo tiempo, tú, que quieres pasar desapercibida (¡por favor que nadie me pregunte!), relumbras como un faro, eres rara.

¡Qué lío tengo!, de momento estoy haciendo un curso acelerado para ponerme al día, con lo que si tenía ya alguna sobre carga, ahora más.

O sea que salí de mi zona de confort para meterme en una montaña rusa que no se qué me deparará, soy positiva y creo que cambios enriquecedores, pero el hecho es que estaba tan cómoda y calentita con mis cosas, y ahora tengo frío, mucho frío.

lunes, 23 de enero de 2012

Marujas Asesinas. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que lo de las marujasasesinaspuntocom ha traído cola. Después de los calamares y de la peluca que era anecdótico, lo otro parece que tiene un poco más de enjundia y hay que aprovecharlo.

Una segunda reunión en Madrid sirvió para sentar las bases preparatorias de lo que será nuestra I Reunión Nacional de Marujas Asesinas. Como esta primera reunión se celebrará en Barcelona, nos repartimos el trabajo de la siguiente manera: nuestras amigas de allí, prepararán la ciudad para recibirnos por todo lo alto y nosotras hemos roto la hucha del cerdito para comprar el billete de avión, el más barato, ése en el que la azafata te da un Red Bull para economizar combustible.

¿En qué consisten estas reuniones?, ni más ni menos que en reuniones de trabajo muy provechosas, charlas, te ríes, te conoces, cuentas experiencias, cambias impresiones, te vuelves a reír, se te pasan las horas como si fuesen minutos, te abrazas, te vuelves a reír, en definitiva, una reunión de trabajo al uso. Yo ya he tenido dos y de ellas he obtenido grandes beneficios.

Pero empezaré por el principio. Para planificar un viaje semejante hay que tener todos los detalles atados y bien atados, hacer un presupuesto, fijar un techo de gasto privado, decidir qué es prescindible y qué no lo es, organizar la logística y coordinarse entre varios para hacerlo todo al mismo tiempo.

La segunda reunión se complicó en lo que a resolver todos estos pormenores, después de 8 horas de arduas deliberaciones y de mandíbulas desencajadas, abrazos, besos y “todavía queda tiempo para la penúltima”, nos volvimos a casa sin haber resuelto nada de nada (como en una reunión de trabajo al uso), y es ahora cuando se plantea, de cara a formalizar estos detalles sin importancia, la urgencia de abordar estos temas.

Para empezar no tenemos un presupuesto, tenemos la idea de cuanto menos mejor que mejor y si pudiera ser gratis, fantástico (lástima que no podamos desmaterializarnos como en Star Treck), por eso estamos buscado el billete de avión más barato, hemos descartado el tren, y el coche, porque supondría salir muy pronto, y otra de las cosas de las que escaseamos es de tiempo. El techo de gasto es más bien suelo de gasto, pero como no podemos pedir un crédito al ICO, ahora estamos barajando otras posibilidades, a saber, NO DORMIR, nos ahorraríamos el hotel, pasaríamos directamente de la tasca al aeropuerto sin pasar por la cama (esperamos, queridas amigas que nos acompañéis tooooda la noche porque si no, me veo abriendo de nuevo el campamento de los indignados de Plaza Cataluña).

En este punto nos encontramos atascadas y no podemos seguir, depende de si nos damos un gusto descansando nuestros no tan lozanos cuerpos o, valientes y arrojadas como somos, pasamos a modo Non Stop cogiendo el primer vuelo de la mañana, así sabremos qué tenemos que meter en el equipaje, incluso, si tenemos que llevar equipaje.

Y ése es otro de los puntos críticos, el equipaje (ya sé que es un clásico, “el qué me pongo”, pero en mi caso real como la vida misma), y por mucho que me empeñe en hacerle entender a las autoridades aéreo-portuarias que no soy MacGyver  y que con la pasta de dientes y el desodorante soy incapaz de elaborar un arma química en 50 minutos (y aunque estuviese toda la vida intentándolo) ellos, erre que erre, siguen el protocolo a rajatabla y me colocan en la disyuntiva de facturar con todos mis cachivaches de reconstrucción facial o llenar el equipaje de mano de diminutos botecitos transparentes y muestras de potingues que nunca he utilizado.  

Realmente esto tiene mucho más encanto y es tremendamente más divertido que andar sacando la Visa Oro sin preocuparse de la minuta.

Y a lo mejor, o a lo peor más bien, cuando seamos mundialmente famosas por Marujas Asesinas y no tengamos que romper la hucha, ni buscar los vuelos más baratos, o prescindir de la cama para las siguientes reuniones que podrían ser en destinos como Vancouver, Berlín o Tokio, nos acordaremos de la primera, sin duda, la más auténtica y entrañable de todas, nuestra I Reunión Nacional de Marujas Asesinas.

lunes, 16 de enero de 2012

La sustituta. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que los grandes avances en la medicina han depositado en nosotros la creencia de que ahora, en este momento, es casi todopoderosa, infalible. Pero cada día nos damos de bruces con la evidencia de que esto, no es así, existen enfermedades incurables, síntomas que no se sabe a qué responden y, al margen de errores y negligencias, la certeza absoluta, la vida se acaba a veces por razones que no entendemos o nos negamos a reconocer.

Como ya saben alguna de mis amigas, he tenido una semana muy intensa, teniendo que viajar a Oriente a visitar a los Magos, un viaje que tuvo sus complicaciones. Sería por esto, por las arenas del desierto, por la sequedad del ambiente, por la falta de agua ingerida, por el cansancio o por tener que tirar de los perezosos camellos, el caso es que empecé a sentirme dolorida. Creyendo reconocer los síntomas, ya antes había tenido un cólico de riñón, como otras veces le puse remedio, consumiendo cantidades ingentes de agua mineral (creo que subieron las acciones de la compañía), y un poco de calor local, pero lejos de remitir los síntomas, fueron a peor.

Los servicios de urgencias en esta época están abarrotados después de los excesos navideños, además no consideré que aquello requiriese horas de espera y molestias innecesarias a profesionales que están para algo más que minucias como las mías, así que confíe en la Atención Primaria, y decidí hacer una visita a mi doctora (de paso le felicitaría el año). Esperé dos días a ser atendida, parece ser que aquí también había atasco, pero lejos de impacientarme lo tomé como un período de prueba por si pasaba el acceso.

Ayer me planté en el Centro de Salud, sin dolores aparentes, ya que esto mío que tengo no es constante, unas veces duele y otras no, lo cual es fastidioso porque en ese momento no sabes muy bien dónde y cómo relatarle al galeno la fuente de tus males.

Nada más salir a recibirme vi que no era ella, otra doctora la sustituía, y cuando me senté en la consulta empezó la función: para empezar, una clase de anatomía (lástima porque no me había llevado el bloc de notas) ahí empezaron las dudas sobre si el riñón, el lumbago, el sacro (creo que no era el Imperio Romano)…Yo no discuto con el profesional que tengo enfrente porque asumo que sabe más que yo, pero lejos de facilitarle la tarea diagnóstica, empezó a dudar de su propio criterio.
Pasaban los minutos y nos adentrábamos cada vez más en la incertidumbre. Ella agazapada detrás del ordenador, esperando inútilmente que el bicho binario le diese la solución, le aportase algo de luz. A mí, se me ocurrían varias opciones para sacarle de esa encrucijada, un brainstorming, un comité de sabios, una encuesta de población, ¿quizá una exploración? (me han dicho que en algunos casos funciona). Por varias veces hizo y deshizo lo mismo, pedir o no una analítica, lo cual, al final consideró innecesario ya que sólo detectaría pequeñeces como infección o sangre en la orina.

Seguíamos atascados en el diagnóstico y, por supuesto, en el tratamiento, y a punto ya de abandonar ese sinsentido, veo que se levanta lentamente de la silla y me propina dos puñetazos en sendos riñones. Desconcertada yo, ella, tan fresca, me pregunta que si me ha dolido…como médico no me estaba dando mucha confianza pero como púgil habría podido tener una brillante carrera.

Me levanto como puedo, con una receta de calmantes en la mano (ahora, ya la necesitaba) y me despido con la esperanza de que no se vuelva a cruzar en mi camino.

Como sigo en el mismo estado no sé qué decisión tomaré más adelante, a lo mejor me decido a molestar al servicio de urgencias con “mis minucias” o quizás pruebe de nuevo en el Centro de Salud, asegurándome de que no me visitarán sustitutos y por supuesto y antes de nada….Cubriéndome muy bien la retaguardia.

martes, 10 de enero de 2012

Colegio Europa, balance 2011. Mi amiga Hortensia dice...


Mi amiga Hortensia dice que ha sido un 2011 turbulento para este Colegio Europa, lleno de tropiezos, sinsabores, luchas de poder, tiras y afloja. Muchos han caído por el camino y otros muchos pagan las consecuencias de los que quieren ir despacio porque la situación les favorece. Y todo esto queda para el recuerdo….

Angelita está loca de contenta, por fin parece que se va imponiendo la cordura y una comisión disciplinaria de la “I1” ha dejado fuera de combate a su delegado Silvio, un crío grosero, procaz y bullanguero, juerguista nato, que siempre andaba metido en líos y levantando las faldas a las muchachas. Dicen, pero esto son sólo rumores, que prometía pasar las preguntas de los exámenes a cambio de favores poco legítimos. Se presentaba a las reuniones con aire de casanova trasnochado y arrogante, dándoselas de importante.
Ahora, le han hecho dimitir y han puesto en su lugar a Mario, serio como un enterrador y más tieso que un palo. Cierto es que las circunstancias no invitan a la risa, se prevé una fuerte oposición a sus medidas restrictivas y algunas voces argumentan la falta de legitimidad y reclaman elecciones anticipadas.

Aunque no todo fueron buenas noticias, mejor dicho el resto, fueron penosas.

La “G” está en pie de guerra, después de que el pequeño Yorgos tuviera que salir por la puerta de atrás ante el desastre más absoluto, les han impuesto un castigo ejemplar y un plan de recuperación asfixiante, teniendo en cuenta que muchos de ellos tienen que compatibilizar sus estudios con trabajos extras, no sé de dónde van a sacar el tiempo material para alcanzar los objetivos (¡Ay, Angelita!, quizá no te acuerdes cuando Nicolás y tú no llegasteis a las expectativas esperadas y acomodasteis los plazos, o sí te acuerdes y pienses que unos son más merecedores que otros de cierta “manga ancha”).

Y peleas de gallos…

Definitivamente José Manuelito y el pequeño Herman han hecho buenas migas, ¡tan distintos, y ahora se les ve todo el día juntos!. A Nicolasete , esto no le hace ni pizca de gracia, ¡qué se habrán creído esos dos!, están tomando un protagonismo que no merecen, los verdaderamente importantes son los delegados, los que en último caso toman las decisiones, el Consejo Escolar es un órgano consultivo, que se creó con el único objetivo de aparentar que todos eran iguales, que no había unas clases más poderosas que otras y que el valor de las decisiones que se tomasen era igual partiese de donde partiese. Y además han salido respondones. No paran de dar ideas, de publicitarlas sin permiso, de oponerse a lo que piensa Angelita…bueno y él mismo. ¡Hasta el mismo Barackito les ha invitado a su colegio, qué desfachatez!.

Y viejas rencillas…

David se dirige a la reunión de delegados parsimoniosamente, nada de andar corriendo por el patio, eso denota mala educación, las carreras son para las competiciones (por cierto, él, las gana todas). El aula B1, de la que es representante, está alejada del resto, es el módulo más antiguo del colegio y los demás se construyeron a posteriori. Sabe que el resto de delegados no le miran con buenos ojos por sus posiciones segregacionistas, querer estar en un grupo sin dar nada a cambio no está bien visto por el resto, para ellos es su única manera de marcar diferencias.
Hace años, la B1 y la F estaban más hermanadas, sobre todo cuando la A tuvo aquel arrebato belicoso al que tuvieron que poner coto entre todos, pero las cosas han cambiado desde entonces, para David la F se ha comportado de una manera desleal, arrimándose tanto a Angelita; para Nicolasete, es la B1 la única causante de su “aislamiento” ya que se comportan con los demás como si tuviesen la peste bubónica.

La situación no mejoraba…

Hace poco hicieron un muestreo y los resultados han sido muy decepcionantes, los niveles de rendimiento, lejos de mejorar, empeoran a cada momento y cada vez hay más clases en situación crítica, no sólo la G, la P, la I2, ahora la I1 ha levantado una auténtica polvareda, la E se precipita porque además tiene un problema añadido, nadie requiere de sus servicios. 
La reunión de rescate se vaticinaba bronca y agria, las posturas enfrentadas, no había recetas mágicas, ni la situación cambiaría de hoy para la mañana. Y en medio de todo aquello…cientos de muchachillos a los que una vez más se les pediría, y no por última vez un gran esfuerzo.

Colegio Europa 2012,…Continuará?