Mi amiga Hortensia dice que si siguiera al pie de la letra todos los consejos publicitarios que ve diariamente en la tele, su vida podría convertirse en esto:
Suena el despertador y se escucha a un gallo cantar, porque Hortensia pertenece a una Compañía para gente despierta. Se levanta, se despereza y se mete en la ducha, con un gel tan cremoso y fragante que hasta los bebés querrán separarse de sus madres. Aliento fresco, deja el espejo hecho una pena y una bomba sacude las cañerías, pero lo más importante, el cuidado de la piel, con un toque de sol, y una hidratante con siete efectos y ¡a un precio de ganga!.
En su casa ya todos están despiertos, aseados, vestidos y con una gran sonrisa, felices porque empieza un nuevo día, y en la cocina, que por arte de magia se hace enorme y entra un sol radiante, aunque de a un patio de luces, desayunan todos juntos en unión y armonía. Como el desayuno es la comida más importante del día, ponen especial cuidado, zumo recién extraído de huerta valenciana, yogur de beber (el de los inmunitas, esos bichejos que te cuidan las tripas), una rebanada de pan con crema de avellanas, o un bol de cereales que chocolatea todo lo que le cae cerca, y después, el clásico, la leche con cacao. “Estos niños míos están hoy especialmente energéticos”, piensa Hortensia, sin desdibujar la sonrisa de su rostro, “¿no será que en vez de leche con cacao han tomado leche con te da alas?”. Pues, ya está, listos para el cole, para el recreo, como Hortensia no es muy partidaria de la bollería industrial, les ha preparado unos bocadillos de foie-gras, de los de toda la vida, los que están más buenos que el pan.
En este momento, se produce un hecho sorprendente, mágico, además de tremendamente doloroso, Hortensia se desdobla. Una de las Hortensias, la profesional se pone un casco, debajo del brazo lleva unos canutos larguísimos (deben ser los planos del edificio que está construyendo) y se va de casa para montarse en el coche, para ella imprescindible, por lo que tiene que tenerlo bien asegurado. La otra, la Hortensia doméstica, se dispone a limpiar el polvo, pero harta de hacerse brechas en la frente, esta vez utilizará un producto que lo hace desaparecer exactamente el tiempo que tardas en abrir de nuevo las ventanas. Para la siguiente tarea, Hortensia necesita consultar al Oráculo, poner la lavadora no es una tarea baladí, ¿detergente en polvo, líquido, gel, pastillas?, el quitamanchas que tiene no le sirve, es como agua, necesita uno que se adhiera a la prenda, y ¿el suavizante?, claramente el de perlitas, el que va dejando rastro durante todo el día (así cuando alguien vaya en el metro o en el autobús no le importará olerle el sobaquillo al vecino). No debe olvidar, las manchas de cal de los baños, todo el día fregando y están hechos un desastre.
La Hortensia profesional está todo el día pegada al teléfono, suerte que hace poco contrató una tarifa, la llamada sapo gusarapo, por la cual hablas 1 minuto y pagas dos (¡uy, perdón, al revés!). Ha quedado con un grupo de amigas para comer, para hablar de sus cosas, tiene noticias que contarles, unas bandas de cera fría con una lengüeta que te permite tirar llevándote todos los pelillos, su otra amiga es más partidaria de la máquina quitapelos que puedes utilizar hasta debajo del agua, pero para unas prisas, lo mejor, la cuchilla, específica para chicas, con almohadillas jabonosas, ¡el no va más!.
Aquí se me plantean varias dudas:
¿Cuál de las dos Hortensias se preocupará por comerse un bol de Special-Copos para guardar la línea?, tiene un mensaje tan políticamente correcto, algo así como “encuentra tu cuerpo y quiérelo”, al mismo tiempo que te sacan a una mujer que está estupenda (¿será por si no lo encuentras o por si no lo quieres una vez encontrado?).
¿Cuál de las dos Hortensias se subirá en las zapatillas balancín que tonifican glúteos y piernas?
¿Cuál de las dos Hortensias se sentirá hinchada?
Después de un duro día de trabajo, las dos Hortensias se reencuentran y se hacen una. El queridísimo ya ha llegado, pobre, también él ha tenido lo suyo, ¡venga a caerle ángeles del cielo, mientras desliza, sin tirones, la cuchilla por su bello rostro!, aguantando después que le llamen medio inútil porque no sabe hacer una sopa. Pero, Hortensia ha pasado por la farmacia y tiene una sorpresa, ha comprado un gel, el mismo que cuando se lo das a tu marido en el cuello le sale un tigre y si te lo das tú, una boa constrictor.
Y aunque después del sexo se descansa muy bien, de repente, la casa de Hortensia se llena de tiernos corderillos blancos que la arrullan hasta que se queda finalmente dormida.
Felices sueños, Hortensia.