miércoles, 27 de julio de 2011

Amy Winehouse o El caso de las niñas perdidas. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que mira las imágenes de Amy y, aunque ya no lo era, siempre ve reflejado en su rostro su cara de niña perdida.

Para la historia quedará siempre su final trágico, casi poético, pero no creo que ella lo viviera así, seguramente sería una vivencia dolorosa, tortuosa, un no encontrarse, un no querer lo que encontraba.
Imagino que,  a veces, el dolor indefinido por no saber es tan insoportable que buscas anestesiarlo de cualquier forma posible, buscando los peores refugios, los que además te autodestruyen.

Pero ella no es la única niña perdida, existen otras que se precipitan hacia su propio final trágico pero no poético, ya que no tienen una voz prodigiosa, ni millones de admiradores anónimos, para ellas, su única esperanza es ser rescatadas.

Niñas perdidas que no se quieren, o que necesitan castigarse por ser como son, usan como coartada la búsqueda de un cuerpo perfecto, y se pierden en el vómito y en la ausencia de alimento, para encontrar finalmente la piel pegada al hueso.

Niñas perdidas en la ausencia de objetivo vital, de metas personales, porque antes todo era fácil de conseguir y ahora todo está muy complicado. Piensan que no merece la pena, que todo da igual y queman el momento, sin vivirlo, embotando los sentidos, nadando en un cubilete de plástico, en una mezcla de garrafón y refresco, o probando la pastilla mágica, o en una fila de polvos blancos.

Niñas perdidas en la furia, en la ira contra sus circunstancias, contra sus “culpables”, sus mayores, sus iguales, cualquiera. Niñas tiranas, provocadoras, agresivas, que traspasan cualquier límite.

¿Qué hemos hecho para perderlas?
¿Qué podemos hacer para encontrarlas?

Quiero pensar que hay esperanza, porque hay otras muchas niñas que no están perdidas, que viven y nadan en ese mar unas veces tranquilo y otras, revuelto y embravecido.

Yo tengo una niña.
Le dejo señales, piedrecitas en el camino, por si se pierde, para que vuelva a encontrarse.

viernes, 22 de julio de 2011

Segunda Vida. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que existen familias endogámicas, y que ella conoció una.

Quizá por las circunstancias, siempre de un lado para otro, por toda la geografía española y, en muchos casos, teniendo que proteger su propia seguridad, la madre se propuso hacer de su propia familia, su propio sustento afectivo, no es que no tuviesen otras relaciones, las tenían, y muchas, pero todas ellas eran consideradas temporales, y sobre todo prescindibles, por eso crió a sus tres hijas para que fuesen más que hermanas, fuesen amigas, amigas íntimas y buscasen la ayuda, el consuelo, el apoyo y la confianza más que en ninguna otra persona, entre ellas. Lo hizo como lo hacen las madres, con la mejor de las intenciones, pensando que así las protegía más ante un entorno, a veces, muy hostil, encerrándolas en una bonita, confortable, preciosa y llena de amor jaula de oro, bajo un control estricto, aquel que sólo pueden detentar las personas carismáticas.
Pero, de oro o no, jaula al fin y al cabo, y una jaula no te deja volar libremente, ni desarrollarte como persona, ni hacer locuras cuando es el momento, ni madurar. Todo esto lo haces constreñido entre los barrotes, inacabado, incompleto.

Todas se casaron y tuvieron hijos, y todas, creo, notaron la ausencia de algo más, algo les faltaba y algo buscaban.
La mayor de las hermanas era una versión debilitada de la madre, controladora al máximo, bajo una apariencia extrovertida, vivaz y alegre, se escondía una persona asustada y depresiva, las jaulas no permiten desarrollar los músculos al máximo.

La mediana, siempre quiso decir no, pero confundió asertividad con traición, y buscó una alternativa, dijo no a su manera, evadiéndose en su mundo, siendo fantasiosa, perdiéndose en él cuando la convenía. Hizo suyo el lema “Vive y deja vivir” en su más amplia versión, incluso más allá de los límites razonables, por lo que nunca puso límites a nadie, ni a sus hijos que crecían torcidos y a los que no enderezó porque contravenía su lema.

Y la pequeña, simplemente, no creció, pasó a ser prisionera de otra jaula, menos confortable o con menos amor, en la que su carcelero le repetía cada día, cada minuto lo poco que valía, lo poco que era sin él.

Pero el pegamento que las unía era demasiado fuerte, su madre, ahora enferma, necesitaba más que nunca que fuesen una piña.

Yo la vi irse, y vi el pánico, no de desaparecer, sino de dejarles, ahora sin ella estarían perdidos y desorientados, y efectivamente así fue. Todos pensamos que tras la elaboración del duelo y de asimilar la pérdida, volverían, no sin mucha fuerza de voluntad, a tomar el control de sus vidas, lo que no sabíamos es que no tenían control de sus vidas y no sabían lo que querían ser.

Ya antes de la pérdida, las hermanas sí habían encontrado otra Segunda Vida, una virtual, un juego en el que puedes ser lo que quieras, creas tu propia vida, vas a fiestas, tienes amistades, aventuras, peleas, tienes una profesión, ganas dinero. Cada una en su ordenador, vivían su segunda vida, a veces juntas y otras separadas, libres, por fin, siendo lo que nunca se atrevieron, dando rienda suelta a todas sus fantasías, y además no violaban ninguna regla de la jaula de oro.

Y cuando la brújula se perdió y el pegamento se cuarteó y se secó, aquella familia empezó a desmoronarse por los cuatro costados.

El viudo que, conscientemente, había renunciado a ser él mismo para entregarse a ella, a disfrutar de lo poco que le quedaba, ya no sabía encontrarse, sí encontró a la peor compañera de viaje que puedes buscar, la copa, y ahí sigue, haciendo eses, zigzagueante, siempre.

La pequeña se liberó definitivamente de sus ataduras, pero como lo hacen las personas que no han crecido, huyendo hacia adelante, sin asumir los problemas, sin plantarles cara, sin tomar el control de su vida, escondiendo la cabeza, y resolviendo la situación de manera chapucera para acallar la conciencia y poder irse a kilómetros de su casa, de sus hijos, de su padre y…de sus hermanas.

Pero, vuelvo a repetir, el pegamento era demasiado fuerte, lo que has mamado desde la tierna infancia no puedes dejarlo a un lado sin más, y las tres se buscaban, y rompieron todos los lazos con esas amigas reales, con las relaciones que siempre fueron para ellas temporales y prescindibles, porque querían volver a ser ellas tres de nuevo, aún en la distancia. Entonces qué mejor que en la Segunda Vida.

En su mundo virtual no tengo cabida, en el real he dejado de buscarlas, simplemente, porque ellas no quieren que yo las encuentre.

viernes, 15 de julio de 2011

Terapia Vacacional. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que cualquier mujer sabe que antes de maquillarse, aunque sea mínimamente hay que prepararse la piel, limpiarla y acondicionarla, de tal manera que cualquier maquillaje, por ligero que sea quede impecable. Si tienes una piel llena de impurezas y sucia, por muchas capas que te pongas el resultado es nefasto. Pues lo mismo pasa con nuestra mente, pretendemos divertirnos, repararnos, desestresarnos, renovarnos y prepararnos para lo que nos queda de año en las vacaciones, sin antes limpiarnos de nuestras impurezas, de la suciedad que vamos acumulando, igual que las capas de maquillaje, ponemos una sobre otra, y el resultado es descorazonador.

Jacobo era un hombre racional, metódico, algo maniático y muy poco dado a creerse cualquier cosa que antes no hubiese comprobado. Tenía un trabajo estresante como muchos y planteaba sus vacaciones, casi con el único objetivo de descansar, dedicarse a leer, disfrutar de la familia, tirarse a la bartola a ratitos y poco más, vamos como tantos otros. Y como tantos otros, volvía una y otra vez de las vacaciones con un regusto amargo, por volver a trabajar, se decía él, pero, en el fondo no se atrevía a confesarse a sí mismo que después de 335 días de arduo trabajo, los días de tan merecido descanso habían resultado un tanto decepcionantes (por nada en particular y por todo en general).

Un día de los que Jacobo salía a correr a orillas del mar, sin saber muy bien porqué, en vez de empezar, se sentó en la orilla a contemplar el vaivén de las olas, cómo se agitaban, cómo llegaban a la orilla y se llevaban cuanto encontraban a su paso para llevárselo mar adentro, y volvían y dejaban algo y volvían a llevárselo, una y otra vez, sin prisas, sin pausa, con cadencia infinita. No pensaba en nada, sólo en las olas, una y otra vez las olas entraban y salían incluso dentro de él llevándose algo y dejando a su paso calma. Despertó del sopor, miró el reloj, sólo habían pasado 15 minutos que le habían parecido eternos y comprobó con sorpresa que se encontraba más vigoroso que con su carrera diaria. Pero ya os he dicho que Jacobo era un hombre racional e impropio de él hubiese sido entusiasmarse con la sensación de sosiego, alivio y frescura que le recorría, así que lejos de alegrarse, se propuso comprobar otras sensaciones.

Llegó a su casa y se planteó hacer sólo una cosa a la vez, sin pensar en nada más. Se preparó el desayuno, concentrado al cien por cien en lo que estaba haciendo, cómo llenaba la cafetera, cómo calentaba la leche, cogía una tostada y cómo untaba la mantequilla, despacio, todo por igual, para que quedara uniforme, dando tantas pasadas como fuera necesario, cuando quedó satisfecho del resultado, le dio un mordisco y paladeó cada bocado, un sorbito de café. En definitiva, un desayuno nada sibarita, pero el más delicioso que recordaba.

Ya estaba muy picado, aquello le divertía y le intrigaba a partes iguales, pero no se lo terminaba de creer del todo, la próxima tarea sería más difícil, ocuparse de su enano, seguro que aquí habría otras sensaciones. Crema protectora, gorra anti-insolación, cubito, pala…El pequeño estaba encantado, su papá era bien distinto, no hacía el cuestionario de rigor de preguntas cortas, respuestas rápidas y breves, le dejaba explicarse, seguir sus argumentos, su propio discurso errático, caótico, infantil, que pasa sin más ni más de un tema a otro, y le miraba a los ojos, y deliberaban sobre la cantidad de agua que necesitaba la arena para compactar mejor y que el castillo no se desmoronase. Porque Jacobo no tenía prisa por terminar, no pensaba en acabar cuanto antes para irse a leer el periódico, estaba de nuevo concentrado totalmente en ese instante.
Probó y siguió probando con muchas, muchas cosas.
Un día miró a su mujer a los ojos como hacía tiempo que no la miraba, no con deseo (eso ya lo hacía muchas veces), sino con atención, absorto en lo que hablaba y en lo que decía sin hablar.

Para Jacobo fue todo un descubrimiento, personal y quizá, intransferible, porque cuando las cosas están maduras caen por su propio peso y salen con total naturalidad, casi sin esfuerzo, salen porque quieres que salgan.

Después de la limpieza marina y de estar en cada momento como si fuese único, saborearlo, vivirlo con intensidad, Jacobo, por primera vez en mucho tiempo, se sintió satisfecho.

viernes, 8 de julio de 2011

La Becaria. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que hace unos años entró en una empresa pequeña junto con otra compañera, Carmen. Desde el primer momento hubo sintonía entre ellas, y eso que no tenían mucho en común, las separaba un abismo generacional, una trayectoria y experiencia profesional diferente, y un recalaje opuesto, Hortensia venía del paro y había tenido que rebajar sus expectativas salariales, mientras que Carmen había dado un salto sustancial en su carrera.
Pero, como es bien sabido, la diferencia no la marcan las circunstancias que te rodean, no siempre y no tantas veces como nos empeñamos en justificar, sino las personas, decidiendo nuestra actuación, nuestro comportamiento y nuestras reglas.

Mientras todos esperaban que saltasen chispas, surgiesen conflictos, celos profesionales y la más antigua, Hortensia, quisiese tomar el mando sin autorización, por aquello de la edad y experiencia, se encontraron con una situación completamente distinta a la esperada, para tranquilidad de unos y beneficio de todos.
Se complementaban bien, lo que a Carmen le faltaba, lo suplía Hortensia y estaba ávida de aprender, y Hortensia aprendió tanto o más como enseñó en entornos desconocidos hasta entonces.

Había tanto trabajo, que las Altas Instancias decidieron contratar a un becario para que echara una mano en ciertas tareas más administrativas al mismo tiempo que iba aprendiendo técnicas de selección. Y llegó el día en el que pudieron dar la bienvenida a una tímida y calladita argentina que había sido, finalmente, seleccionada.
Le traspasaron aquellas tareas que, previamente les indicaron, iban a ser de su competencia, y se las explicaron, y compartieron con ella otras (selección de currícula, preparación de entrevistas, etc).
Todos aprendemos cometiendo errores, y siempre ha habido quien, con infinita paciencia, nos ha explicado una y mil veces cómo hacerlo bien, y no es una pérdida de tiempo, es una inversión, porque el tiempo que ahora empleas, se ganará más adelante, pero ¡¡¡¿¿tantos??!!!.
Carmen y Hortensia descartaron desde el primer momento que no tuviera capacidad, era simplemente un problema de actitud, de desidia o de falta de interés por hacerlo bien.

La empresa se presentaba a un concurso y necesitaba recabar, consolidar y poner en bonito un montón de información, y, como venía siendo habitual, el reparto de tareas vino dado. Hortensia y Carmen consolidarían y formatearían, mientras que la tímida y calladita becaria sería la encargada de conseguir la información. ¡¿Cuántas veces le preguntaron cómo iba, si tenía problemas y cuánto llevaba y Cuántas veces dijo que todo iba bien y que sólo faltaban unos pocos?!. Hasta que la misma mañana en la que se acababa el plazo, soltó la bomba, ni había llamado a nadie, ni había recogido nada…y ni se había enterado de lo que tenía que hacer.
Tras unos cuantos litros de tila y unas valerianas, dejando el “¿En qué estabas pensando?”, el “¿Cómo se te ocurre?”, el “¿A qué te has dedicado?” y el más importante el  “¿POR QUÉ NO HAS DICHO NADA HASTA AHORAAAA?”, para más adelante, Carmen y Hortensia se pusieron a la ingrata tarea de deshacer el entuerto y la tímida y calladita becaria decidió que, como ya había metido la pata suficientemente, sería más útil yéndose al cine que quedándose a compartir el marronazo.

Unos días más tarde, nuestra tímida y calladita becaria, cayó en la cuenta de que debía una disculpa a sus compañeras, no por el error cometido, sino por su comportamiento tan poco solidario, y con lágrimas de cocodrilo y golpecitos de pecho, se sinceró. Esperaba mucho más de ese trabajo, las tareas encomendadas eran de muy bajo nivel y no le aportaban nada, es más, quería ir haciendo el mismo trabajo que sus dos compañeras, y aún así no estaba del todo segura de que le gustase, quizá se había precipitado al cogerlo y quería explorar otros horizontes. Como meta no está mal, pero todo a su tiempo, Hortensia le dijo que tuviese paciencia y sobre todo que era joven y podía probar con otras actividades si no lo tenía claro.

Días después habló con el jefe y le comunicó su decisión de irse, volvió al departamento y dijo que pasaría a despedirse más tarde. Nunca más volvió. Minutos después Hortensia fue llamada al despacho y para su sorpresa, la tímida y calladita becaria había rajado de lo lindo, se iba, forzada por las palabras de Hortensia que le había dicho que no servía para este trabajo después de los errores cometidos, y harta de la mala actitud de sus compañeras ante su falta de experiencia. A Hortensia casi le cuesta un disgusto muy gordo y una sospecha de la que no se deshizo nunca.

Da igual si somos becarios o directores generales, si tenemos más o menos experiencia, algunas circunstancias excusan a veces nuestro proceder, pero casi siempre nosotros podemos elegir  cómo queremos recorrer el camino, con valentía, asumiendo nuestros errores, sin avergonzarnos por cambiar de opinión, con ganas de aprender hasta lo más simple o…..de otra forma.

viernes, 1 de julio de 2011

Yo soy así. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que con la excusa de “Yo soy así”, hay muchas personas que aprovechan para comportarse de manera muy poco adecuada. El “yo soy así” quiere decir “digo lo que pienso, tal y como lo pienso, en cualquier momento, a cualquier persona y si no le gusta no es mi problema”, para estas personas es sinónimo de sinceridad, de no tener pelos en la lengua y sobre todo de ser fieles a sí mismas.

Lo respeto, pero no lo comparto en absoluto. Se puede ser sincero sin hacer daño a otros de manera gratuita, podemos esperar a que nos pidan opinión, y no soltarla sin más ni más, porque, aunque nos parezca mentira no todo el mundo quiere escucharnos, ni le interesan “nuestras verdades”. Se pueden decir las cosas de maneras muy diferentes. Ser fiel a uno mismo no es pasar como un bulldozer por encima de los sentimientos de los demás.

Ser insolentes, frescos, groseros, inapropiados, maleducados e inoportunos está al alcance de todos y la convivencia sería insoportable si nos dejásemos llevar por lo primero que se nos cruza por nuestra cabeza.

El otro día, en la fiesta de fin de temporada futbolística, el equilibrio era delicado, no todos los que estábamos habíamos tenido unas relaciones muy cordiales, ni amistosas, pero por el bien de nuestros hijos, enterramos el hacha de guerra. Claro que no contábamos con algunos elementos “yo soy así”, que, animados por la ingesta de cubatas, darían rienda suelta a su deseo de decirle “cuatro verdades” al de enfrente. Menos mal que cada uno metaboliza el alcohol de manera diferente, a unos les da por mandar de vacaciones indefinidas a su lóbulo pre-frontal (así hace lo que quiere, cuando quiere, sin preocuparse de las consecuencias), mientras otros se lo toman todo a risa y no le dan importancia a lo que escuchan. Digo menos mal, porque si no se habría liado una buena.
Decirle a una persona que no le saludas porque te parece una pija, no es muy apropiado. Estás en tu derecho de comportarte como una maleducada, siempre y cuando no comprometas  a los demás creando un conflicto o una situación incómoda, convirtiendo un festejo en un enfrentamiento, pero con la excusa de “yo soy así” todo lo arreglan.
Como no llegó la sangre al río, y cosas del alcohol, luego se abrazaron y quedaron amigos para siempre, todos respiramos tranquilos y pasamos página.

 
Aún así, sigo pensando que la franqueza, la sinceridad, la sencillez de carácter, no ser hipócrita y todas esas buenas cualidades que los “yo soy así” toman por bandera, también las tienen otras muchas personas que cuentan además con sensibilidad, empatía, corrección, educación y buenas maneras, tan buenas cualidades como las primeras y muy beneficiosas para nuestra convivencia.

domingo, 19 de junio de 2011

La Información es Poder. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que había una vez una empresa donde la información era poder. El poder de ocultarla, de atesorarla, de guardarla a buen recaudo como en una caja fuerte.
Pero siempre había filtraciones, aquellos que la conocían se sentían poderosos y no podían dejar pasar la oportunidad de vanagloriarse ante sus amigos más íntimos, o usar una pequeña porción como arma arrojadiza contra sus enemigos o, como si de premios se tratase, hacerles partícipes a sus colaboradores más fieles.

Rectifico, no todos conocían toda la información, cuanto más alto era el estatus, o mayor aproximación a la fuente (secretarias, asistentes, casi siempre personas entregadas a la compañía con un alto valor de confianza), mayor era el conocimiento, pero siempre la parte que faltaba se rellenaba a base de elucubraciones de mayor o menor acierto, fantasías fruto de mentes calenturientas o inferencias sobre lo que se “pescaba en otros caladeros”. Es decir que saber más o menos era inversamente proporcional a la cercanía a la fuente de poder.

Era una empresa llena de rumores, de cotilleos, algunos muy mal intencionados. Las pausas para el café y la hora de la comida era un hervidero de noticias frescas, de puesta en común, de creatividad en estado puro, cada uno aportaba lo que sabía, o se guardaba lo que le convenía, según la audiencia, ya que la información era poder y tenía que ser utilizado en el momento justo y adecuado para los intereses particulares.

Allí se trabajaba mucho, rectifico de nuevo, se permanecía muchas horas, ¡¿cómo si no?!, habría que hacer algo que tuviese que ver con el negocio, con el desarrollo de la faceta profesional, que era al fin y al cabo de lo que vivían todos, habría que compensar de alguna manera todo el tiempo invertido en “Radio Macuto”.

Pero todo tiene su cruz, los que conocían la información estaban encantados de tener entre sus manos tanto control, de manejar a su antojo a tantas personas volviéndolas locas devanándose los sesos para obtenerla, y se olvidaron, borrachos como estaban de poder, de que todas esas personas que iban a la empresa y dedicaban buena parte de su tiempo y energía a la habladuría, no lo dedicaban a su actividad profesional, o lo hacían con desgana, malestar y desánimo fruto de las miles de historias inventadas y de sentirse segregados y discriminados por ocultarles la verdad.

Así que como estaban todos distraídos del objetivo, desconfiando los unos de los otros, con luchas de poder y cuentas pendientes y, los menos, intentando centrarse y nadar contracorriente, lo que hasta entonces había sido sólo un rumor, una historia fruto de esa mente calenturienta, pasó a ser una verdad como un castillo. Las pérdidas eran tales que hasta el grupo matriz se negaba en redondo a seguir sufragándolas indefinidamente.

No se puede pedir que los que un día jugaron a ser dioses, hicieran una gestión honesta, racional y profesional de tan delicada situación, ya que contra todo pronóstico, con esa cortedad de miras que, a veces, nubla el entendimiento de los altos cargos de las multinacionales, fueron ellos (los que fallaron), los designados para gestionarla, y, como no podía ser de otra manera, de nuevo volvieron por sus fueros, ocultando información ahora sí, real. Dijeron que no, cuando era que sí, filtraron de nuevo retazos de noticias, fomentando rumores que crearon tal estado de malestar, ansiedad y desconcierto en el que era difícil desarrollar una actividad profesional, porque ahora no se trataba de una charleta de café, sino del futuro de muchos.

El más poderoso de los poderosos todavía permanece, aunque ha perdido mucha de su influencia, para él la información siempre fue poder, un poder destructivo, un poder perverso, vergonzante y escandaloso. Es, simplemente, un vendedor de humo, pero es posible que todavía tenga en sus manos cierta información, y ya se sabe, para él, la información siempre es poder.

viernes, 10 de junio de 2011

Espíritus. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que se acaba la temporada de futbol, los entrenamientos y las tertulias-coloquio que tanto juego le dan para comentar en esta bitácora. Hace cuentas, y entre el material que ya tiene, el que salga de su cabeza y alguna escapadita a la plaza, cree que para el verano tiene temas suficientes, hasta que llegue el nuevo curso. Respira tranquila.

Uno de los últimos temas que se sacaron a la palestra, genera muchas dudas en Hortensia, y no menos controversias en el resto de la audiencia.

Parece ser que es bastante popular un programa en el que una medium habla con los muertos, espíritus, presencias del más allá, de famosos o de conocidos de cierta relevancia. Una de las cosas que llama la atención es la imagen de dicha medium, que contraviene todos los estereotipos a los que estamos acostumbrados. Nada de maquillaje, peinado, ni vestimenta extravagante, nada de trances con ojos en blanco ni convulsiones, nada de bolas de cristal, movimientos extraños de mobiliario ni cambios bruscos de temperatura, es decir, nada de la parafernalia que suele rodear este tipo de eventos. Se presenta ante nosotros como una persona común, sencilla, podría ser nuestra vecina (si viviésemos en Gran Bretaña), parece que quiere decirnos: “aquí estoy ante vosotros, sin trampa ni cartón, sin nada que ocultar, como cualquiera, como alguien normal”. ¿Quién podría sospechar, tener reticencias ante tanta naturalidad?.
Pues ahí está la primera duda, ¿cuántas veces hechos horrendos, delictivos o impactantes se han escondido bajo el manto de la “normalidad”?, sin embargo, no podemos sospechar de todo lo que es “normal”, así que de primeras le damos un voto de confianza.

Todos los que han pasado por dicho programa hablan que durante la experiencia les ha embargado una sensación de paz, y que después se van a casa más tranquilos, como si se hubiesen quitado un peso de encima. Claramente nadie quiere tener una sesión con un muerto, espíritu o presencia del más allá, iracundo y vociferante, ¡vaya miedo!, nadie repetiría, ni habría más gente que quisiera pasar por ello, por lo tanto, ya se cuidará muy mucho dicha señora, de que los mensajes sean pacíficos, tranquilizadores y positivos al máximo, esto es el abecé de cualquier negocio. Por otro lado, todos los que por allí pasaron y pasarán quieren o necesitan escuchar algo, si eso es lo que escuchan, es lógico que les invada esa sensación.

¿He dicho negocio?, creo que sí, no creo que “la señora entre fantasmas” lo haga de manera altruista, creo que tiene cartera de clientes y lista de espera!!!. Tampoco es ilícito hacer negocio con tus dones, habilidades, competencias y conocimientos, siempre que éstos sean contrastables, que las dos partes sepan quién es quién, si no, en vez de negocio podría ser estafa. ¿Cómo se contrasta que uno se comunica con los muertos, espíritus o presencias del más allá?, algunos dirán: “por lo que dice”. Nuestra medium, además de “normal”, parece una mujer serena, inteligente, que sabe controlar la situación y observadora (de hecho, no quita ojo a su interlocutor, no al muerto, sino al vivo), son tantas las señales que emitimos sin querer, es tanta la información que damos sin darnos cuenta, que un observador formado y entrenado, puede “mágicamente” saber cosas de nosotros sin que salga palabra alguna de nuestra boca. Se puede documentar de tantas formas que hasta detalles íntimos pueden estar a su alcance, se puede comunicar con tal grado de vaguedad, e ir modificando el discurso según nuestra reacción, que parezca que se dicen cosas a las que nosotros ya nos ocupamos de darle sentido. Todas, facultades nada sobrenaturales, muy humanas, que requieren, por supuesto, mucho conocimiento, mucho entrenamiento y mucha habilidad.

Tengo dudas, muchas dudas, ni quito ni pongo nada, cada uno que crea sin reservas o con reticencias o que no crea a pesar de lo que escuche, o que unas veces sí y otras no, de los que sí estoy segura es que, de momento, a mis muertos, solo les hablo yo, ¿quién más podría si están en mis pensamientos?, forman parte de mí, porque es la forma que tienen de ser eternos.

viernes, 3 de junio de 2011

Italia: juerga, diversión y chicos guapos. Mi amiga Hortensia dice... (2ª Parte de Roma a Madrid)

Mi amiga Hortensia dice que su prima y ella estaban ya cansadas de tantos kilómetros, y de  los elementos fastidiosos que les habían tocado en suerte, por eso, enfrentaban la segunda parte del viaje sin muchos ánimos, pero…todo puede cambiar.

DÍA 6, 7 y 8: Roma. ¡ Ah, esto es otra cosa, claro, es que se han traído a todos los bellezones a esta ciudad, para tenerlos localizables!. Acabé con esguince cervical y triplicando la producción de babas.

Definitivamente, éste era el momento que estábamos esperando, las catacumbas era el lugar idóneo para “perder” a la Cocochas, luego ya daríamos parte a la policía, y tendrían que repatriarla vía aérea. No nos decidimos finalmente, el marido no estaba muy convencido, tenía cierto reparo, mala conciencia, la guía puso la excusa de que podría perder su trabajo, las Hadas tenían que ser buenas o las quitaban sus poderes, mi prima y yo éramos jóvenes para empezar nuestra carrera como delincuentes.

Quizá el personaje más entrañable, por su patetismo y ternura a partes iguales, era Joseba. Mi padre dice que todos los borrachines llevan dibujado en la nariz el mapa de La Rioja, éste llevaba el de todos los garitos del casco viejo de San Sebastián. Tenía una barriga correspondiente a un embarazo de 40 semanas y era un comprador compulsivo de cuantos souvenirs horteras y estrambóticos se le pusieran por el camino. Era un soltero cincuentón que pretendió, desde el primer momento, encontrar pareja, nosotras quedamos descartadas porque podríamos ser sus hijas y Las Hadas realizaron un conjuro de alejamiento que las mantuvo sanas y salvas.

DÍA 9 y 10: Venecia. Me sorprendió el viaje en góndola, no sabía que el cutre-viaje llevara incluido semejante dispendio.

Aquí sucedieron dos hechos que cambiaron el rumbo de nuestro viaje, bueno, decir que cambiaron el rumbo es mucho, pero nos impactaron, además fueron motivo de chanza durante el resto del camino.

Después de un día agotador en la dulce Venecia, llegábamos tarde para coger el último autobús que nos llevase al hotel (ya estábamos en la parte firme de esta ciudad flotante). Echamos a correr todos a una, pero el marido de la Cocochas, por llevarla agarrada del brazo y tirar de ella para que se diera prisa, tropezó, como llevaba las dos manos ocupadas, cayó al suelo sin apoyo y se dio de bruces, dejándose tatuado el asfalto veneciano en cara, rodillas, brazos y pecho. Mientras unos acudíamos en su ayuda, otros trataron de hacerse entender con el conductor del autobús para que nos esperase. El pobre hombre tenía un aspecto lamentable, sangraba y le costaba levantarse, pero lo peor de todo fue cuando llegó su contraria a la que había dejado medio tirada, a salvo, antes de estamparse contra el suelo. Se plantó delante de él, y entonces lo vio, (a todos los demás se nos había pasado por alto, por el insignificante detalle de que estábamos intentando limpiarle las heridas y levantarle del suelo) ¡¡¡Había destrozado el reloj!!!.
Si me creía que lo había visto todo, me equivocaba totalmente, ¡qué chorro de voz!, ¡qué cantidad de improperios por minuto!. Definitivamente, esta mujer, además del termostato y la vejiga, tenía el sistema de prioridades algo desarreglado y, perdida y olvidada la buena educación. Su marido, humillado y, confuso por el tremendo trompazo, calló y, con la mirada gacha, ayudado por todos, se encaminó hacia el autobús.

Lo de las catacumbas no era tan mala idea.

Joseba, que en eso de meter la pata era un hacha, y para aliviar la tensión, no se le ocurrió otra cosa que preparar un plan para gastar una broma esa noche a las niñas (es decir, a nosotras). Para ello utilizó uno de sus múltiples souvenirs, un cacharro infame que consistía en un pajarillo mecánico dentro de una jaula dorada, que trinaba y hacía gorgoritos. Se levantó a las 5 de la mañana y se dispuso a dejar el aparatejo en la puerta de nuestra habitación, pero como ya había dado unos cuantos tientos a la botella de Amaretto, se equivocó y, en vez de dejarlo a nuestra puerta, lo hizo en la de nuestra amada guía, toda ella dulzura y sentido del humor. Lo conectó, y fue a esconderse. Aquello empezó a trinar a todo gas, montando una escandalera de órdago, cual fue la sorpresa de Joseba cuando se abrió la puerta y, en lugar de ver nuestras caras, vio a la pitbull de la guía, en pijama, dormida y descompuesta.
¡Pobre pajarillo, pobre aparatejo infernal y pobre Joseba!. Ciertamente, esta mujer había confundido su profesión, tenía que haber sido pateadora de un equipo de rugby, el cacharro describió una parábola perfecta hasta estamparse en el suelo y quedar hecho una piltrafa.
Joseba no corrió la misma suerte, porque, de nuevo, nuestra amada guía prefirió conservar su puesto de trabajo.

DÍA 11: Venecia – Siena - Milán.
DÍA 12: Milán. Tras acuerdo tácito de las partes, decidimos guardar 3 días de luto oficial por el pájaro cantor, así que nos dedicamos a admirar el paisaje, las ciudades y a andar un poco ensimismados en nuestros pensamientos.

DÍA 13: Milán - Grenoble. Pero la tranquilidad no era lo nuestro. De la forma más inesperada, y después de un suceso muy poco edificante, ¡por fin!, La Cocochas había enmudecido definitivamente, el marido, ya más recuperado y siendo el centro de una ola de solidaridad, estaba más reconfortado.

Nos encaminamos hacia la frontera con Francia, pero antes de dejar Italia tuvimos la visita de los Carabinieri (¿alertados, quizá, por el asesinato del ave mecánica?, o ¿por la pérdida irremplazable de una joya de la relojería suiza?, o peor ¿alguien se había ido de la lengua respecto a nuestros planes en las catacumbas?, nunca lo sabremos), el caso es que se dirigieron al fondo de la tartana, justo donde se encontraba Joseba.
Empezó a ponerse nervioso, pasó del blanco ceniciento al grana más intenso cuando el policía, dirigiéndose a él en italiano, le señaló la funda de los prismáticos. Como no contestaba, insistió, un compañero que estaba a su lado le dijo “los prismáticos, Joseba, que le enseñes los prismáticos”. Pero Joseba entendió mal (¿el Amaretto de nuevo?), y creyó que el policía quería saber qué eran unos prismáticos, no qué había en la funda de los prismáticos, así que sonrió todo ufano y le espetó “Máquina mía pa ver los Alpes”.
No le pagaban tanto al policía para aguantar al papanatas aquel diciendo tontadas, así salió escopeteado para poder reirse a gusto.
El resto, liberamos tensión, con una sonora carcajada.

DÍA 14: Grenoble – Barcelona.
DÍA 15: Barcelona – Zaragoza – Madrid. En Zaragoza nos despedimos de parte del grupo, de mi querido Joseba, al que finalmente le cogí cariño, y de La Cocochas, a la que pedí no ver nunca más, compadecí al marido para mis adentros y le deseé la mejor de las suertes. Nuestra amada guía se despidió igual que había sido durante el viaje, con cara de hastío. Las Hadas, Flora, Fauna y Primavera siguieron viaje hasta Madrid y no volvimos a vernos, como el resto del grupo.

Un viaje es, en sí mismo, una aventura, da igual el lugar, lo exótico, lo lejos o cerca que esté, es una oportunidad de encuentro, no siempre satisfactorio, pero en el que se aprenden cosas, divertido, casi más cuando lo cuentas que cuando lo vives y único, no hay dos viajes iguales, y por supuesto, no hay dos maneras iguales de contarlo.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Italia: juerga, diversión y chicos guapos. Mi amiga Hortensia dice... (1ª Parte de Madrid a Florencia)

Mi amiga Hortensia dice que viajar a lugares exóticos no siempre es sinónimo de aventura, de hecho, el destino más común, puede llegar a ser una experiencia ¿inolvidable?.

Hace años, muchos, tantos que Europa tenía fronteras y muchas monedas, tantas como países la conformaban, Hortensia y su prima decidieron hacer un viaje a Italia, país maravilloso lleno de historia, arte y belleza, pero poco deslumbrante si lo comparamos con las últimas modas en viajes de recreo o aventura. Además de visitar ciudades míticas, tenían una idea en mente, varias para ser precisos: juerga, diversión y chicos guapos.
Llegaron al punto de encuentro y se encontraron con un grupo en el que eran, claramente las benjamines, bueno sería mejor decir, que gracias a su juventud la media del grupo había bajado, pasando de ser carroza a madura aceptable, todos eran parejas o matrimonios, salvo un grupillo de tres treintañeras, Flora, Fauna y Primavera, nada parecidas a las chicas de Sexo en Nueva York. Sus padres, que se habían acoplado cual marsupiales a sus espaldas, quedaron satisfechos, pues las dejaban en buenas manos.
Tras la primera decepción, y sin perder la esperanza porque otro grupo les esperaba en Zaragoza, subieron al autobús, prestas a disfrutar del viaje.
Si el grupo de Madrid era, digamos, maduro, el que les esperaba en Zaragoza, todavía más, incluso el autobús era una tartana que contaba los días para un merecido retiro.
O sea, que lo de los chicos guapos, como no los encontrasen por el camino….
En la asignación de asientos, Hortensia tuvo especial mala suerte, aunque procuró por todos los medios a su alcance (incluido el soborno), ponerse cerca de las Tres Hadas, no lo consiguió, tocándole un matrimonio de Bilbao que le haría las “delicias” durante todo el trayecto.

DÍA 1: Barcelona. Cuando la visitas años después, entiendes, aunque no compartas, la machacona corazonada de Gallardón, y su empeño obsesivo en querer hacernos desfilar bajo los 5 aros olímpicos. El hotel, clase “Psicosis”. Al día siguiente partimos sin lamentar desgracias personales.

DÍA 2: Niza - Montecarlo, un paisaje maravilloso. Niza es todo glamour, con una playa que a los franceses les parece el no va más, para nosotros un poco decepcionante. En Montecarlo estás fuera de lugar, no es tu ambiente, es como si te hubieras colado en una fiesta de la jet set sin invitación, pero a cambio y para compensar, gané en el casino.

Llevábamos pocos días de viaje, pero mis compañeros de retaguardia ya empezaban a comportarse como unos auténticos plomos, en concreto, ella, la Cocochas, se quejaba continuamente, del paisaje, de la temperatura, de la comida, del pis que se hacía continuamente. Algo que no me explico ¿por qué salió de su casa para recorrer un país que encontraba abominable y un viaje que aborrecía?. Era simplemente inaguantable y, a lo largo de los días varias veces se nos cruzó por la mente dejarla abandonada en algún lugar recóndito (para que tuviese motivos de queja). Si Italia era un horror, su querido Bilbao y alrededores era la octava maravilla del mundo, y la comida sin parangón, de hecho ella hacía unas cocochas de chuparse los dedos.

Todo esto una y otra vez durante días y días sin parar.
El marido tenía suficiente con aguantar estoicamente sus arrebatos de mal genio, subirle y bajarle continuamente la chaquetita para el frío y salir corriendo en cada parada para guardarle un sitio en la cola de los aseos.

DÍA 3: Niza – Pisa - Florencia. “Este carrete está mal, llevo un montón de fotos hechas y no se acaba nunca”. Efectivamente, me había cargado todas las fotos que llevaba hasta el momento, me puse a despotricar como una verdulera y terminé comprando unas postales horrendas.

¿Los que hacen de guías no tienen que pasar un examen de comportamiento?, porque si es así, esta nuestra lo habría suspendido sin remedio, antipática, estirada, irritable, o sea un amor de tía, explicaba poco, mal y tarde, era evidente que ella ya se lo sabía, pero nosotros, no. Despedía por todos los poros de su cuerpo el aburrimiento más supino por un viaje que, habría hecho cientos de veces, nos reñía a cada momento y se desentendía de nosotros siempre que podía.
No sé si para torturarnos, ponía el aire acondicionado a las 7 de la mañana en la tartana, según ella el calor se estaba levantando (a lo que mi prima, bajito para que no la oyera, le apostillaba, “sí, se está levantando…de la cama, como nosotros”). Por esta razón, y contra todo pronóstico meteorológico, salíamos del autobús cual palitos de merluza congelados, éramos La Expedición del Capitán Pescanova, buscando el sol para poder llegar a la edad adulta con todos los dedos intactos. Esta terapia de crionización nos procuró llegar a nuestro destino mucho más jóvenes y lozanos de lo que habíamos salido, cosa que agradecieron los miembros más venerables de nuestro grupo.

DÍA 4 y 5: Florencia. Sin duda la ciudad que más me impresionó de toda Italia, es coqueta, recoleta y sorprendente por los cuatro costados.

Aquello era un rollazo alucinante, me apasiona el arte, amo la historia y admiro la belleza y disfruté por ello de cada momento, pero ¿dónde estaba la diversión, la juerga y sobre todo, ¡¡¡¡LOS CHICOS GUAPOS!!!!?, lo que traíamos de casa, mejor ni mirarlo, pero los italianos, ¡con la fama que tienen!. Se nos pegaban los mismos “cuerpoescombro” que en España, más pesados si es posible.

Cuando pierdes la esperanza, cambias el foco, dejas por fin que los acontecimientos transcurran, te relajas y empiezas a divertirte. Te llevas algunas sorpresas agradables.  Es lo que les pasó a Hortensia y a su prima en la segunda parte de su viaje, simplemente lo mejor estaba por llegar.
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jueves, 19 de mayo de 2011

Yo Confieso. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que el maltrato se puede dar en cualquier faceta de nuestra vida, incluida la laboral, y lo puede sufrir cualquier persona, aunque hay quien piensa “a mi no me pasaría nunca, porque yo haría…”. Yo también lo pensaba.

El maltratador es un lobo con piel de cordero, te embauca, te corteja hasta que te tiene en sus manos y después se quita la máscara.

El maltrato laboral se dice que es sutil, porque no deja evidencias, no hay magulladuras, ni heridas sangrantes, pero puede ser igual de cruel, brutal, despiadado y violento como cualquiera. No te anula a ti, como profesional (eso lo hacen los malos jefes, tóxicos también, pero no tan destructivos), te anula como persona, o lo intenta.

Hay reunión, la tensión se palpa en el ambiente, la gente está nerviosa, yo estoy nerviosa. Todos miramos nuestros papeles, no podemos agachar más la cabeza. Pienso, ojala hoy no me toque a mí, pero si no es a mi, será a otro, lo prefiero (lo sé, es mezquino). Ángel tiene la camisa empapada en sudor y a punto está de llorar, ÉL se está cebando (¡¡¡es que nadie va a decir nada, es que YO no voy a decir nada!!!, cobarde).

Mi inmediato superior no duerme desde hace días, le llama a cualquier hora, de día o de noche, tiene que buscar excusas para poder desconectar el teléfono. Nos vamos a comer, y por tercera vez en esta semana, ÉL le hace dejar la comida en la mesa y volver a la oficina, no quiere nada, es por el simple placer de sentirse obedecido.

Segunda reunión, se me revuelve el estómago. Empieza el repaso, parece que he salido airosa, le toca a Ricardo y se atasca, hay algún problema, pero…¿Qué haces?, ¿Por qué me echas la culpa? Sabes que eso no es verdad, Ricardo, no sigas por ese camino, porque si me buscas me vas a encontrar, esto no es solo trabajo, es algo más, es o tú o yo. Todos me miran, ÉL también, y esperan mi respuesta, y según salen de mi boca las palabras ya me estoy arrepintiendo, pero es demasiado tarde, y quiero decirle a Ricardo, te lo dije, te lo advertí, me acorralaste y tengo miedo. ÉL, sonríe satisfecho, le encanta ver cómo nos despedazamos entre nosotros, y yo, no me reconozco, nunca pensé que pudiese caer tan bajo. Ricardo, seguramente lo tiene peor, va a ser implacable con él, cómo es posible que se haya dejado arrumbar por una advenediza.

Hay algún díscolo, Enric, ya no le teme, le sigue teniendo pillado por el tema económico (con un asunto feo), pero ya no le tiene miedo ni a ÉL ni al Fisco.
Me piden que le vigile, que controle sus idas y venidas, espíe sus correos, sus llamadas de teléfono, e incluso que le sonsaque, digo NO (buenas sensaciones), paso a ser yo la espiada.

Otra reunión, hoy viene especialmente mosqueado, pero con prisas, por lo que reparte sin ensañarse mucho, ¿¡¡¡Me ha insultado!!!?, ¿Lo vas a aguantar?, ¿Qué será lo siguiente? (algo hace click en mi cerebro), y digo NO, no quiero que me insultes (¿¡Qué hago!?), veo las caras de espanto de mis compañeros.

Ya no te tengo miedo, ya no me coaccionas, YO tengo el control, ya no eres ÉL.