viernes, 8 de julio de 2011

La Becaria. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que hace unos años entró en una empresa pequeña junto con otra compañera, Carmen. Desde el primer momento hubo sintonía entre ellas, y eso que no tenían mucho en común, las separaba un abismo generacional, una trayectoria y experiencia profesional diferente, y un recalaje opuesto, Hortensia venía del paro y había tenido que rebajar sus expectativas salariales, mientras que Carmen había dado un salto sustancial en su carrera.
Pero, como es bien sabido, la diferencia no la marcan las circunstancias que te rodean, no siempre y no tantas veces como nos empeñamos en justificar, sino las personas, decidiendo nuestra actuación, nuestro comportamiento y nuestras reglas.

Mientras todos esperaban que saltasen chispas, surgiesen conflictos, celos profesionales y la más antigua, Hortensia, quisiese tomar el mando sin autorización, por aquello de la edad y experiencia, se encontraron con una situación completamente distinta a la esperada, para tranquilidad de unos y beneficio de todos.
Se complementaban bien, lo que a Carmen le faltaba, lo suplía Hortensia y estaba ávida de aprender, y Hortensia aprendió tanto o más como enseñó en entornos desconocidos hasta entonces.

Había tanto trabajo, que las Altas Instancias decidieron contratar a un becario para que echara una mano en ciertas tareas más administrativas al mismo tiempo que iba aprendiendo técnicas de selección. Y llegó el día en el que pudieron dar la bienvenida a una tímida y calladita argentina que había sido, finalmente, seleccionada.
Le traspasaron aquellas tareas que, previamente les indicaron, iban a ser de su competencia, y se las explicaron, y compartieron con ella otras (selección de currícula, preparación de entrevistas, etc).
Todos aprendemos cometiendo errores, y siempre ha habido quien, con infinita paciencia, nos ha explicado una y mil veces cómo hacerlo bien, y no es una pérdida de tiempo, es una inversión, porque el tiempo que ahora empleas, se ganará más adelante, pero ¡¡¡¿¿tantos??!!!.
Carmen y Hortensia descartaron desde el primer momento que no tuviera capacidad, era simplemente un problema de actitud, de desidia o de falta de interés por hacerlo bien.

La empresa se presentaba a un concurso y necesitaba recabar, consolidar y poner en bonito un montón de información, y, como venía siendo habitual, el reparto de tareas vino dado. Hortensia y Carmen consolidarían y formatearían, mientras que la tímida y calladita becaria sería la encargada de conseguir la información. ¡¿Cuántas veces le preguntaron cómo iba, si tenía problemas y cuánto llevaba y Cuántas veces dijo que todo iba bien y que sólo faltaban unos pocos?!. Hasta que la misma mañana en la que se acababa el plazo, soltó la bomba, ni había llamado a nadie, ni había recogido nada…y ni se había enterado de lo que tenía que hacer.
Tras unos cuantos litros de tila y unas valerianas, dejando el “¿En qué estabas pensando?”, el “¿Cómo se te ocurre?”, el “¿A qué te has dedicado?” y el más importante el  “¿POR QUÉ NO HAS DICHO NADA HASTA AHORAAAA?”, para más adelante, Carmen y Hortensia se pusieron a la ingrata tarea de deshacer el entuerto y la tímida y calladita becaria decidió que, como ya había metido la pata suficientemente, sería más útil yéndose al cine que quedándose a compartir el marronazo.

Unos días más tarde, nuestra tímida y calladita becaria, cayó en la cuenta de que debía una disculpa a sus compañeras, no por el error cometido, sino por su comportamiento tan poco solidario, y con lágrimas de cocodrilo y golpecitos de pecho, se sinceró. Esperaba mucho más de ese trabajo, las tareas encomendadas eran de muy bajo nivel y no le aportaban nada, es más, quería ir haciendo el mismo trabajo que sus dos compañeras, y aún así no estaba del todo segura de que le gustase, quizá se había precipitado al cogerlo y quería explorar otros horizontes. Como meta no está mal, pero todo a su tiempo, Hortensia le dijo que tuviese paciencia y sobre todo que era joven y podía probar con otras actividades si no lo tenía claro.

Días después habló con el jefe y le comunicó su decisión de irse, volvió al departamento y dijo que pasaría a despedirse más tarde. Nunca más volvió. Minutos después Hortensia fue llamada al despacho y para su sorpresa, la tímida y calladita becaria había rajado de lo lindo, se iba, forzada por las palabras de Hortensia que le había dicho que no servía para este trabajo después de los errores cometidos, y harta de la mala actitud de sus compañeras ante su falta de experiencia. A Hortensia casi le cuesta un disgusto muy gordo y una sospecha de la que no se deshizo nunca.

Da igual si somos becarios o directores generales, si tenemos más o menos experiencia, algunas circunstancias excusan a veces nuestro proceder, pero casi siempre nosotros podemos elegir  cómo queremos recorrer el camino, con valentía, asumiendo nuestros errores, sin avergonzarnos por cambiar de opinión, con ganas de aprender hasta lo más simple o…..de otra forma.

viernes, 1 de julio de 2011

Yo soy así. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que con la excusa de “Yo soy así”, hay muchas personas que aprovechan para comportarse de manera muy poco adecuada. El “yo soy así” quiere decir “digo lo que pienso, tal y como lo pienso, en cualquier momento, a cualquier persona y si no le gusta no es mi problema”, para estas personas es sinónimo de sinceridad, de no tener pelos en la lengua y sobre todo de ser fieles a sí mismas.

Lo respeto, pero no lo comparto en absoluto. Se puede ser sincero sin hacer daño a otros de manera gratuita, podemos esperar a que nos pidan opinión, y no soltarla sin más ni más, porque, aunque nos parezca mentira no todo el mundo quiere escucharnos, ni le interesan “nuestras verdades”. Se pueden decir las cosas de maneras muy diferentes. Ser fiel a uno mismo no es pasar como un bulldozer por encima de los sentimientos de los demás.

Ser insolentes, frescos, groseros, inapropiados, maleducados e inoportunos está al alcance de todos y la convivencia sería insoportable si nos dejásemos llevar por lo primero que se nos cruza por nuestra cabeza.

El otro día, en la fiesta de fin de temporada futbolística, el equilibrio era delicado, no todos los que estábamos habíamos tenido unas relaciones muy cordiales, ni amistosas, pero por el bien de nuestros hijos, enterramos el hacha de guerra. Claro que no contábamos con algunos elementos “yo soy así”, que, animados por la ingesta de cubatas, darían rienda suelta a su deseo de decirle “cuatro verdades” al de enfrente. Menos mal que cada uno metaboliza el alcohol de manera diferente, a unos les da por mandar de vacaciones indefinidas a su lóbulo pre-frontal (así hace lo que quiere, cuando quiere, sin preocuparse de las consecuencias), mientras otros se lo toman todo a risa y no le dan importancia a lo que escuchan. Digo menos mal, porque si no se habría liado una buena.
Decirle a una persona que no le saludas porque te parece una pija, no es muy apropiado. Estás en tu derecho de comportarte como una maleducada, siempre y cuando no comprometas  a los demás creando un conflicto o una situación incómoda, convirtiendo un festejo en un enfrentamiento, pero con la excusa de “yo soy así” todo lo arreglan.
Como no llegó la sangre al río, y cosas del alcohol, luego se abrazaron y quedaron amigos para siempre, todos respiramos tranquilos y pasamos página.

 
Aún así, sigo pensando que la franqueza, la sinceridad, la sencillez de carácter, no ser hipócrita y todas esas buenas cualidades que los “yo soy así” toman por bandera, también las tienen otras muchas personas que cuentan además con sensibilidad, empatía, corrección, educación y buenas maneras, tan buenas cualidades como las primeras y muy beneficiosas para nuestra convivencia.

domingo, 19 de junio de 2011

La Información es Poder. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que había una vez una empresa donde la información era poder. El poder de ocultarla, de atesorarla, de guardarla a buen recaudo como en una caja fuerte.
Pero siempre había filtraciones, aquellos que la conocían se sentían poderosos y no podían dejar pasar la oportunidad de vanagloriarse ante sus amigos más íntimos, o usar una pequeña porción como arma arrojadiza contra sus enemigos o, como si de premios se tratase, hacerles partícipes a sus colaboradores más fieles.

Rectifico, no todos conocían toda la información, cuanto más alto era el estatus, o mayor aproximación a la fuente (secretarias, asistentes, casi siempre personas entregadas a la compañía con un alto valor de confianza), mayor era el conocimiento, pero siempre la parte que faltaba se rellenaba a base de elucubraciones de mayor o menor acierto, fantasías fruto de mentes calenturientas o inferencias sobre lo que se “pescaba en otros caladeros”. Es decir que saber más o menos era inversamente proporcional a la cercanía a la fuente de poder.

Era una empresa llena de rumores, de cotilleos, algunos muy mal intencionados. Las pausas para el café y la hora de la comida era un hervidero de noticias frescas, de puesta en común, de creatividad en estado puro, cada uno aportaba lo que sabía, o se guardaba lo que le convenía, según la audiencia, ya que la información era poder y tenía que ser utilizado en el momento justo y adecuado para los intereses particulares.

Allí se trabajaba mucho, rectifico de nuevo, se permanecía muchas horas, ¡¿cómo si no?!, habría que hacer algo que tuviese que ver con el negocio, con el desarrollo de la faceta profesional, que era al fin y al cabo de lo que vivían todos, habría que compensar de alguna manera todo el tiempo invertido en “Radio Macuto”.

Pero todo tiene su cruz, los que conocían la información estaban encantados de tener entre sus manos tanto control, de manejar a su antojo a tantas personas volviéndolas locas devanándose los sesos para obtenerla, y se olvidaron, borrachos como estaban de poder, de que todas esas personas que iban a la empresa y dedicaban buena parte de su tiempo y energía a la habladuría, no lo dedicaban a su actividad profesional, o lo hacían con desgana, malestar y desánimo fruto de las miles de historias inventadas y de sentirse segregados y discriminados por ocultarles la verdad.

Así que como estaban todos distraídos del objetivo, desconfiando los unos de los otros, con luchas de poder y cuentas pendientes y, los menos, intentando centrarse y nadar contracorriente, lo que hasta entonces había sido sólo un rumor, una historia fruto de esa mente calenturienta, pasó a ser una verdad como un castillo. Las pérdidas eran tales que hasta el grupo matriz se negaba en redondo a seguir sufragándolas indefinidamente.

No se puede pedir que los que un día jugaron a ser dioses, hicieran una gestión honesta, racional y profesional de tan delicada situación, ya que contra todo pronóstico, con esa cortedad de miras que, a veces, nubla el entendimiento de los altos cargos de las multinacionales, fueron ellos (los que fallaron), los designados para gestionarla, y, como no podía ser de otra manera, de nuevo volvieron por sus fueros, ocultando información ahora sí, real. Dijeron que no, cuando era que sí, filtraron de nuevo retazos de noticias, fomentando rumores que crearon tal estado de malestar, ansiedad y desconcierto en el que era difícil desarrollar una actividad profesional, porque ahora no se trataba de una charleta de café, sino del futuro de muchos.

El más poderoso de los poderosos todavía permanece, aunque ha perdido mucha de su influencia, para él la información siempre fue poder, un poder destructivo, un poder perverso, vergonzante y escandaloso. Es, simplemente, un vendedor de humo, pero es posible que todavía tenga en sus manos cierta información, y ya se sabe, para él, la información siempre es poder.

viernes, 10 de junio de 2011

Espíritus. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que se acaba la temporada de futbol, los entrenamientos y las tertulias-coloquio que tanto juego le dan para comentar en esta bitácora. Hace cuentas, y entre el material que ya tiene, el que salga de su cabeza y alguna escapadita a la plaza, cree que para el verano tiene temas suficientes, hasta que llegue el nuevo curso. Respira tranquila.

Uno de los últimos temas que se sacaron a la palestra, genera muchas dudas en Hortensia, y no menos controversias en el resto de la audiencia.

Parece ser que es bastante popular un programa en el que una medium habla con los muertos, espíritus, presencias del más allá, de famosos o de conocidos de cierta relevancia. Una de las cosas que llama la atención es la imagen de dicha medium, que contraviene todos los estereotipos a los que estamos acostumbrados. Nada de maquillaje, peinado, ni vestimenta extravagante, nada de trances con ojos en blanco ni convulsiones, nada de bolas de cristal, movimientos extraños de mobiliario ni cambios bruscos de temperatura, es decir, nada de la parafernalia que suele rodear este tipo de eventos. Se presenta ante nosotros como una persona común, sencilla, podría ser nuestra vecina (si viviésemos en Gran Bretaña), parece que quiere decirnos: “aquí estoy ante vosotros, sin trampa ni cartón, sin nada que ocultar, como cualquiera, como alguien normal”. ¿Quién podría sospechar, tener reticencias ante tanta naturalidad?.
Pues ahí está la primera duda, ¿cuántas veces hechos horrendos, delictivos o impactantes se han escondido bajo el manto de la “normalidad”?, sin embargo, no podemos sospechar de todo lo que es “normal”, así que de primeras le damos un voto de confianza.

Todos los que han pasado por dicho programa hablan que durante la experiencia les ha embargado una sensación de paz, y que después se van a casa más tranquilos, como si se hubiesen quitado un peso de encima. Claramente nadie quiere tener una sesión con un muerto, espíritu o presencia del más allá, iracundo y vociferante, ¡vaya miedo!, nadie repetiría, ni habría más gente que quisiera pasar por ello, por lo tanto, ya se cuidará muy mucho dicha señora, de que los mensajes sean pacíficos, tranquilizadores y positivos al máximo, esto es el abecé de cualquier negocio. Por otro lado, todos los que por allí pasaron y pasarán quieren o necesitan escuchar algo, si eso es lo que escuchan, es lógico que les invada esa sensación.

¿He dicho negocio?, creo que sí, no creo que “la señora entre fantasmas” lo haga de manera altruista, creo que tiene cartera de clientes y lista de espera!!!. Tampoco es ilícito hacer negocio con tus dones, habilidades, competencias y conocimientos, siempre que éstos sean contrastables, que las dos partes sepan quién es quién, si no, en vez de negocio podría ser estafa. ¿Cómo se contrasta que uno se comunica con los muertos, espíritus o presencias del más allá?, algunos dirán: “por lo que dice”. Nuestra medium, además de “normal”, parece una mujer serena, inteligente, que sabe controlar la situación y observadora (de hecho, no quita ojo a su interlocutor, no al muerto, sino al vivo), son tantas las señales que emitimos sin querer, es tanta la información que damos sin darnos cuenta, que un observador formado y entrenado, puede “mágicamente” saber cosas de nosotros sin que salga palabra alguna de nuestra boca. Se puede documentar de tantas formas que hasta detalles íntimos pueden estar a su alcance, se puede comunicar con tal grado de vaguedad, e ir modificando el discurso según nuestra reacción, que parezca que se dicen cosas a las que nosotros ya nos ocupamos de darle sentido. Todas, facultades nada sobrenaturales, muy humanas, que requieren, por supuesto, mucho conocimiento, mucho entrenamiento y mucha habilidad.

Tengo dudas, muchas dudas, ni quito ni pongo nada, cada uno que crea sin reservas o con reticencias o que no crea a pesar de lo que escuche, o que unas veces sí y otras no, de los que sí estoy segura es que, de momento, a mis muertos, solo les hablo yo, ¿quién más podría si están en mis pensamientos?, forman parte de mí, porque es la forma que tienen de ser eternos.

viernes, 3 de junio de 2011

Italia: juerga, diversión y chicos guapos. Mi amiga Hortensia dice... (2ª Parte de Roma a Madrid)

Mi amiga Hortensia dice que su prima y ella estaban ya cansadas de tantos kilómetros, y de  los elementos fastidiosos que les habían tocado en suerte, por eso, enfrentaban la segunda parte del viaje sin muchos ánimos, pero…todo puede cambiar.

DÍA 6, 7 y 8: Roma. ¡ Ah, esto es otra cosa, claro, es que se han traído a todos los bellezones a esta ciudad, para tenerlos localizables!. Acabé con esguince cervical y triplicando la producción de babas.

Definitivamente, éste era el momento que estábamos esperando, las catacumbas era el lugar idóneo para “perder” a la Cocochas, luego ya daríamos parte a la policía, y tendrían que repatriarla vía aérea. No nos decidimos finalmente, el marido no estaba muy convencido, tenía cierto reparo, mala conciencia, la guía puso la excusa de que podría perder su trabajo, las Hadas tenían que ser buenas o las quitaban sus poderes, mi prima y yo éramos jóvenes para empezar nuestra carrera como delincuentes.

Quizá el personaje más entrañable, por su patetismo y ternura a partes iguales, era Joseba. Mi padre dice que todos los borrachines llevan dibujado en la nariz el mapa de La Rioja, éste llevaba el de todos los garitos del casco viejo de San Sebastián. Tenía una barriga correspondiente a un embarazo de 40 semanas y era un comprador compulsivo de cuantos souvenirs horteras y estrambóticos se le pusieran por el camino. Era un soltero cincuentón que pretendió, desde el primer momento, encontrar pareja, nosotras quedamos descartadas porque podríamos ser sus hijas y Las Hadas realizaron un conjuro de alejamiento que las mantuvo sanas y salvas.

DÍA 9 y 10: Venecia. Me sorprendió el viaje en góndola, no sabía que el cutre-viaje llevara incluido semejante dispendio.

Aquí sucedieron dos hechos que cambiaron el rumbo de nuestro viaje, bueno, decir que cambiaron el rumbo es mucho, pero nos impactaron, además fueron motivo de chanza durante el resto del camino.

Después de un día agotador en la dulce Venecia, llegábamos tarde para coger el último autobús que nos llevase al hotel (ya estábamos en la parte firme de esta ciudad flotante). Echamos a correr todos a una, pero el marido de la Cocochas, por llevarla agarrada del brazo y tirar de ella para que se diera prisa, tropezó, como llevaba las dos manos ocupadas, cayó al suelo sin apoyo y se dio de bruces, dejándose tatuado el asfalto veneciano en cara, rodillas, brazos y pecho. Mientras unos acudíamos en su ayuda, otros trataron de hacerse entender con el conductor del autobús para que nos esperase. El pobre hombre tenía un aspecto lamentable, sangraba y le costaba levantarse, pero lo peor de todo fue cuando llegó su contraria a la que había dejado medio tirada, a salvo, antes de estamparse contra el suelo. Se plantó delante de él, y entonces lo vio, (a todos los demás se nos había pasado por alto, por el insignificante detalle de que estábamos intentando limpiarle las heridas y levantarle del suelo) ¡¡¡Había destrozado el reloj!!!.
Si me creía que lo había visto todo, me equivocaba totalmente, ¡qué chorro de voz!, ¡qué cantidad de improperios por minuto!. Definitivamente, esta mujer, además del termostato y la vejiga, tenía el sistema de prioridades algo desarreglado y, perdida y olvidada la buena educación. Su marido, humillado y, confuso por el tremendo trompazo, calló y, con la mirada gacha, ayudado por todos, se encaminó hacia el autobús.

Lo de las catacumbas no era tan mala idea.

Joseba, que en eso de meter la pata era un hacha, y para aliviar la tensión, no se le ocurrió otra cosa que preparar un plan para gastar una broma esa noche a las niñas (es decir, a nosotras). Para ello utilizó uno de sus múltiples souvenirs, un cacharro infame que consistía en un pajarillo mecánico dentro de una jaula dorada, que trinaba y hacía gorgoritos. Se levantó a las 5 de la mañana y se dispuso a dejar el aparatejo en la puerta de nuestra habitación, pero como ya había dado unos cuantos tientos a la botella de Amaretto, se equivocó y, en vez de dejarlo a nuestra puerta, lo hizo en la de nuestra amada guía, toda ella dulzura y sentido del humor. Lo conectó, y fue a esconderse. Aquello empezó a trinar a todo gas, montando una escandalera de órdago, cual fue la sorpresa de Joseba cuando se abrió la puerta y, en lugar de ver nuestras caras, vio a la pitbull de la guía, en pijama, dormida y descompuesta.
¡Pobre pajarillo, pobre aparatejo infernal y pobre Joseba!. Ciertamente, esta mujer había confundido su profesión, tenía que haber sido pateadora de un equipo de rugby, el cacharro describió una parábola perfecta hasta estamparse en el suelo y quedar hecho una piltrafa.
Joseba no corrió la misma suerte, porque, de nuevo, nuestra amada guía prefirió conservar su puesto de trabajo.

DÍA 11: Venecia – Siena - Milán.
DÍA 12: Milán. Tras acuerdo tácito de las partes, decidimos guardar 3 días de luto oficial por el pájaro cantor, así que nos dedicamos a admirar el paisaje, las ciudades y a andar un poco ensimismados en nuestros pensamientos.

DÍA 13: Milán - Grenoble. Pero la tranquilidad no era lo nuestro. De la forma más inesperada, y después de un suceso muy poco edificante, ¡por fin!, La Cocochas había enmudecido definitivamente, el marido, ya más recuperado y siendo el centro de una ola de solidaridad, estaba más reconfortado.

Nos encaminamos hacia la frontera con Francia, pero antes de dejar Italia tuvimos la visita de los Carabinieri (¿alertados, quizá, por el asesinato del ave mecánica?, o ¿por la pérdida irremplazable de una joya de la relojería suiza?, o peor ¿alguien se había ido de la lengua respecto a nuestros planes en las catacumbas?, nunca lo sabremos), el caso es que se dirigieron al fondo de la tartana, justo donde se encontraba Joseba.
Empezó a ponerse nervioso, pasó del blanco ceniciento al grana más intenso cuando el policía, dirigiéndose a él en italiano, le señaló la funda de los prismáticos. Como no contestaba, insistió, un compañero que estaba a su lado le dijo “los prismáticos, Joseba, que le enseñes los prismáticos”. Pero Joseba entendió mal (¿el Amaretto de nuevo?), y creyó que el policía quería saber qué eran unos prismáticos, no qué había en la funda de los prismáticos, así que sonrió todo ufano y le espetó “Máquina mía pa ver los Alpes”.
No le pagaban tanto al policía para aguantar al papanatas aquel diciendo tontadas, así salió escopeteado para poder reirse a gusto.
El resto, liberamos tensión, con una sonora carcajada.

DÍA 14: Grenoble – Barcelona.
DÍA 15: Barcelona – Zaragoza – Madrid. En Zaragoza nos despedimos de parte del grupo, de mi querido Joseba, al que finalmente le cogí cariño, y de La Cocochas, a la que pedí no ver nunca más, compadecí al marido para mis adentros y le deseé la mejor de las suertes. Nuestra amada guía se despidió igual que había sido durante el viaje, con cara de hastío. Las Hadas, Flora, Fauna y Primavera siguieron viaje hasta Madrid y no volvimos a vernos, como el resto del grupo.

Un viaje es, en sí mismo, una aventura, da igual el lugar, lo exótico, lo lejos o cerca que esté, es una oportunidad de encuentro, no siempre satisfactorio, pero en el que se aprenden cosas, divertido, casi más cuando lo cuentas que cuando lo vives y único, no hay dos viajes iguales, y por supuesto, no hay dos maneras iguales de contarlo.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Italia: juerga, diversión y chicos guapos. Mi amiga Hortensia dice... (1ª Parte de Madrid a Florencia)

Mi amiga Hortensia dice que viajar a lugares exóticos no siempre es sinónimo de aventura, de hecho, el destino más común, puede llegar a ser una experiencia ¿inolvidable?.

Hace años, muchos, tantos que Europa tenía fronteras y muchas monedas, tantas como países la conformaban, Hortensia y su prima decidieron hacer un viaje a Italia, país maravilloso lleno de historia, arte y belleza, pero poco deslumbrante si lo comparamos con las últimas modas en viajes de recreo o aventura. Además de visitar ciudades míticas, tenían una idea en mente, varias para ser precisos: juerga, diversión y chicos guapos.
Llegaron al punto de encuentro y se encontraron con un grupo en el que eran, claramente las benjamines, bueno sería mejor decir, que gracias a su juventud la media del grupo había bajado, pasando de ser carroza a madura aceptable, todos eran parejas o matrimonios, salvo un grupillo de tres treintañeras, Flora, Fauna y Primavera, nada parecidas a las chicas de Sexo en Nueva York. Sus padres, que se habían acoplado cual marsupiales a sus espaldas, quedaron satisfechos, pues las dejaban en buenas manos.
Tras la primera decepción, y sin perder la esperanza porque otro grupo les esperaba en Zaragoza, subieron al autobús, prestas a disfrutar del viaje.
Si el grupo de Madrid era, digamos, maduro, el que les esperaba en Zaragoza, todavía más, incluso el autobús era una tartana que contaba los días para un merecido retiro.
O sea, que lo de los chicos guapos, como no los encontrasen por el camino….
En la asignación de asientos, Hortensia tuvo especial mala suerte, aunque procuró por todos los medios a su alcance (incluido el soborno), ponerse cerca de las Tres Hadas, no lo consiguió, tocándole un matrimonio de Bilbao que le haría las “delicias” durante todo el trayecto.

DÍA 1: Barcelona. Cuando la visitas años después, entiendes, aunque no compartas, la machacona corazonada de Gallardón, y su empeño obsesivo en querer hacernos desfilar bajo los 5 aros olímpicos. El hotel, clase “Psicosis”. Al día siguiente partimos sin lamentar desgracias personales.

DÍA 2: Niza - Montecarlo, un paisaje maravilloso. Niza es todo glamour, con una playa que a los franceses les parece el no va más, para nosotros un poco decepcionante. En Montecarlo estás fuera de lugar, no es tu ambiente, es como si te hubieras colado en una fiesta de la jet set sin invitación, pero a cambio y para compensar, gané en el casino.

Llevábamos pocos días de viaje, pero mis compañeros de retaguardia ya empezaban a comportarse como unos auténticos plomos, en concreto, ella, la Cocochas, se quejaba continuamente, del paisaje, de la temperatura, de la comida, del pis que se hacía continuamente. Algo que no me explico ¿por qué salió de su casa para recorrer un país que encontraba abominable y un viaje que aborrecía?. Era simplemente inaguantable y, a lo largo de los días varias veces se nos cruzó por la mente dejarla abandonada en algún lugar recóndito (para que tuviese motivos de queja). Si Italia era un horror, su querido Bilbao y alrededores era la octava maravilla del mundo, y la comida sin parangón, de hecho ella hacía unas cocochas de chuparse los dedos.

Todo esto una y otra vez durante días y días sin parar.
El marido tenía suficiente con aguantar estoicamente sus arrebatos de mal genio, subirle y bajarle continuamente la chaquetita para el frío y salir corriendo en cada parada para guardarle un sitio en la cola de los aseos.

DÍA 3: Niza – Pisa - Florencia. “Este carrete está mal, llevo un montón de fotos hechas y no se acaba nunca”. Efectivamente, me había cargado todas las fotos que llevaba hasta el momento, me puse a despotricar como una verdulera y terminé comprando unas postales horrendas.

¿Los que hacen de guías no tienen que pasar un examen de comportamiento?, porque si es así, esta nuestra lo habría suspendido sin remedio, antipática, estirada, irritable, o sea un amor de tía, explicaba poco, mal y tarde, era evidente que ella ya se lo sabía, pero nosotros, no. Despedía por todos los poros de su cuerpo el aburrimiento más supino por un viaje que, habría hecho cientos de veces, nos reñía a cada momento y se desentendía de nosotros siempre que podía.
No sé si para torturarnos, ponía el aire acondicionado a las 7 de la mañana en la tartana, según ella el calor se estaba levantando (a lo que mi prima, bajito para que no la oyera, le apostillaba, “sí, se está levantando…de la cama, como nosotros”). Por esta razón, y contra todo pronóstico meteorológico, salíamos del autobús cual palitos de merluza congelados, éramos La Expedición del Capitán Pescanova, buscando el sol para poder llegar a la edad adulta con todos los dedos intactos. Esta terapia de crionización nos procuró llegar a nuestro destino mucho más jóvenes y lozanos de lo que habíamos salido, cosa que agradecieron los miembros más venerables de nuestro grupo.

DÍA 4 y 5: Florencia. Sin duda la ciudad que más me impresionó de toda Italia, es coqueta, recoleta y sorprendente por los cuatro costados.

Aquello era un rollazo alucinante, me apasiona el arte, amo la historia y admiro la belleza y disfruté por ello de cada momento, pero ¿dónde estaba la diversión, la juerga y sobre todo, ¡¡¡¡LOS CHICOS GUAPOS!!!!?, lo que traíamos de casa, mejor ni mirarlo, pero los italianos, ¡con la fama que tienen!. Se nos pegaban los mismos “cuerpoescombro” que en España, más pesados si es posible.

Cuando pierdes la esperanza, cambias el foco, dejas por fin que los acontecimientos transcurran, te relajas y empiezas a divertirte. Te llevas algunas sorpresas agradables.  Es lo que les pasó a Hortensia y a su prima en la segunda parte de su viaje, simplemente lo mejor estaba por llegar.
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jueves, 19 de mayo de 2011

Yo Confieso. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que el maltrato se puede dar en cualquier faceta de nuestra vida, incluida la laboral, y lo puede sufrir cualquier persona, aunque hay quien piensa “a mi no me pasaría nunca, porque yo haría…”. Yo también lo pensaba.

El maltratador es un lobo con piel de cordero, te embauca, te corteja hasta que te tiene en sus manos y después se quita la máscara.

El maltrato laboral se dice que es sutil, porque no deja evidencias, no hay magulladuras, ni heridas sangrantes, pero puede ser igual de cruel, brutal, despiadado y violento como cualquiera. No te anula a ti, como profesional (eso lo hacen los malos jefes, tóxicos también, pero no tan destructivos), te anula como persona, o lo intenta.

Hay reunión, la tensión se palpa en el ambiente, la gente está nerviosa, yo estoy nerviosa. Todos miramos nuestros papeles, no podemos agachar más la cabeza. Pienso, ojala hoy no me toque a mí, pero si no es a mi, será a otro, lo prefiero (lo sé, es mezquino). Ángel tiene la camisa empapada en sudor y a punto está de llorar, ÉL se está cebando (¡¡¡es que nadie va a decir nada, es que YO no voy a decir nada!!!, cobarde).

Mi inmediato superior no duerme desde hace días, le llama a cualquier hora, de día o de noche, tiene que buscar excusas para poder desconectar el teléfono. Nos vamos a comer, y por tercera vez en esta semana, ÉL le hace dejar la comida en la mesa y volver a la oficina, no quiere nada, es por el simple placer de sentirse obedecido.

Segunda reunión, se me revuelve el estómago. Empieza el repaso, parece que he salido airosa, le toca a Ricardo y se atasca, hay algún problema, pero…¿Qué haces?, ¿Por qué me echas la culpa? Sabes que eso no es verdad, Ricardo, no sigas por ese camino, porque si me buscas me vas a encontrar, esto no es solo trabajo, es algo más, es o tú o yo. Todos me miran, ÉL también, y esperan mi respuesta, y según salen de mi boca las palabras ya me estoy arrepintiendo, pero es demasiado tarde, y quiero decirle a Ricardo, te lo dije, te lo advertí, me acorralaste y tengo miedo. ÉL, sonríe satisfecho, le encanta ver cómo nos despedazamos entre nosotros, y yo, no me reconozco, nunca pensé que pudiese caer tan bajo. Ricardo, seguramente lo tiene peor, va a ser implacable con él, cómo es posible que se haya dejado arrumbar por una advenediza.

Hay algún díscolo, Enric, ya no le teme, le sigue teniendo pillado por el tema económico (con un asunto feo), pero ya no le tiene miedo ni a ÉL ni al Fisco.
Me piden que le vigile, que controle sus idas y venidas, espíe sus correos, sus llamadas de teléfono, e incluso que le sonsaque, digo NO (buenas sensaciones), paso a ser yo la espiada.

Otra reunión, hoy viene especialmente mosqueado, pero con prisas, por lo que reparte sin ensañarse mucho, ¿¡¡¡Me ha insultado!!!?, ¿Lo vas a aguantar?, ¿Qué será lo siguiente? (algo hace click en mi cerebro), y digo NO, no quiero que me insultes (¿¡Qué hago!?), veo las caras de espanto de mis compañeros.

Ya no te tengo miedo, ya no me coaccionas, YO tengo el control, ya no eres ÉL.

viernes, 13 de mayo de 2011

Esta vida es un anuncio. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que si siguiera al pie de la letra todos los consejos publicitarios que ve diariamente en la tele, su vida podría convertirse en esto:

Suena el despertador y se escucha a un gallo cantar, porque Hortensia pertenece a una Compañía para gente despierta. Se levanta, se despereza y se mete en la ducha, con un gel tan cremoso y fragante que hasta los bebés querrán separarse de sus madres. Aliento fresco, deja el espejo hecho una pena y una bomba sacude las cañerías, pero lo más importante, el cuidado de la piel, con un toque de sol,  y una hidratante con siete efectos y ¡a un precio de ganga!.

En su casa ya todos están despiertos, aseados, vestidos y con una gran sonrisa, felices porque empieza un nuevo día, y en la cocina, que por arte de magia se hace enorme y entra un sol radiante, aunque de a un patio de luces, desayunan todos juntos en unión y armonía. Como el desayuno es la comida más importante del día, ponen especial cuidado, zumo recién extraído de huerta valenciana, yogur de beber (el de los inmunitas, esos bichejos que te cuidan las tripas), una rebanada de pan con crema de avellanas, o un bol de cereales que chocolatea todo lo que le cae cerca, y después, el clásico, la leche con cacao. “Estos niños míos están hoy especialmente energéticos”, piensa Hortensia, sin desdibujar la sonrisa de su rostro, “¿no será que en vez de leche con cacao han tomado leche con te da alas?”. Pues, ya está, listos para el cole, para el recreo, como Hortensia no es muy partidaria de la bollería industrial, les ha preparado unos bocadillos de foie-gras, de los de toda la vida, los que están más buenos que el pan.

En este momento, se produce un hecho sorprendente, mágico, además de tremendamente doloroso, Hortensia se desdobla. Una de las Hortensias, la profesional se pone un casco, debajo del brazo lleva unos canutos larguísimos (deben ser los planos del edificio que está construyendo) y se va de casa para montarse en el coche, para ella imprescindible, por lo que tiene que tenerlo bien asegurado. La otra, la Hortensia doméstica, se dispone a limpiar el polvo, pero harta de hacerse brechas en la frente, esta vez utilizará un producto que lo hace desaparecer exactamente el tiempo que tardas en abrir de nuevo las ventanas. Para la siguiente tarea, Hortensia necesita consultar al Oráculo, poner la lavadora no es una tarea baladí, ¿detergente en polvo, líquido, gel, pastillas?, el quitamanchas que tiene no le sirve, es como agua, necesita uno que se adhiera a la prenda, y ¿el suavizante?, claramente el de perlitas, el que va dejando rastro durante todo el día (así cuando alguien vaya en el metro o en el autobús no le importará olerle el sobaquillo al vecino). No debe olvidar, las manchas de cal de los baños, todo el día fregando y están hechos un desastre.

La Hortensia profesional está todo el día pegada al teléfono, suerte que hace poco contrató una tarifa, la llamada sapo gusarapo, por la cual hablas 1 minuto y pagas dos (¡uy, perdón, al revés!). Ha quedado con un grupo de amigas para comer, para hablar de sus cosas, tiene noticias que contarles, unas bandas de cera fría con una lengüeta que te permite tirar llevándote todos los pelillos, su otra amiga es más partidaria de la máquina quitapelos que puedes utilizar hasta debajo del agua, pero para unas prisas, lo mejor, la cuchilla, específica para chicas, con almohadillas jabonosas, ¡el no va más!.

Aquí se me plantean varias dudas:

¿Cuál de las dos Hortensias se preocupará por comerse un bol de Special-Copos para guardar la línea?, tiene un mensaje tan políticamente correcto, algo así como “encuentra tu cuerpo y quiérelo”, al mismo tiempo que te sacan a una mujer que está estupenda (¿será por si no lo encuentras o por si no lo quieres una vez encontrado?).

¿Cuál de las dos Hortensias se subirá en las zapatillas balancín que tonifican glúteos y piernas?

¿Cuál de las dos Hortensias se sentirá hinchada?

Después de un duro día de trabajo, las dos Hortensias se reencuentran y se hacen una. El queridísimo ya ha llegado, pobre, también él ha tenido lo suyo, ¡venga a caerle ángeles del cielo, mientras desliza, sin tirones, la cuchilla por su bello rostro!, aguantando después que le llamen medio inútil porque no sabe hacer una sopa. Pero, Hortensia ha pasado por la farmacia y tiene una sorpresa, ha comprado un gel, el mismo que cuando se lo das a tu marido en el cuello le sale un tigre y si te lo das tú, una boa constrictor.

Y aunque después del sexo se descansa muy bien, de repente, la casa de Hortensia se llena de tiernos corderillos blancos que la arrullan hasta que se queda finalmente dormida.

Felices sueños, Hortensia.

viernes, 6 de mayo de 2011

En busca de la Felicidad. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que hace unos días, y por casualidad, a una persona de las que charla habitualmente con ella se le ocurrió decir que la vida era una mierda, no “su vida”, sino, en general, como concepto, que el trabajo se vuelve rutina insoportable y que todo lo que empieza como vocación acaba convirtiéndose en monotonía y tedio.

Alguien, para quitar hierro al asunto y pensando que la conversación tomaba tintes deprimentes, dijo que pocas veces había tenido ese problema, ya que había empezado de cero en tantas ocasiones que siempre estaba ilusionado. A renglón seguido, y ya más en serio, que también dependía del cristal con que mirases las cosas y que estar o no motivado no está sólo en manos de otros, sino en las tuyas propias.

Como cada uno hace unas asociaciones mentales muy particulares, empezaron a aflorar los temas más variopintos, que si la felicidad absoluta no existe, que si los pobres no pueden ser felices, que nos creamos unas necesidades ficticias y somos más desgraciados por ello, que después de una terrible experiencia vital te cambian las prioridades, o sea, un pastiche de ideas tipo “libro de auto-ayuda”.

Rápidamente un “equipo de psicólogos aficionados voluntarios” trataron de “hacer terapia” a los pesimistas del grupo, para que cambiaran y descubrieran las maravillas de pensar en positivo, aprender de los errores y ser feliz con lo que se tiene. A lo que los otros, que se resistían con uñas y dientes a ser  terapeutizados, contestaban que lo de pensar en positivo es vivir en un mundo de fantasía irreal, que aprender de los errores no sirve de nada, y que a ser feliz con lo que se tiene se le llama conformarse.

Como es habitual en este tipo de conversaciones no se sacó nada en limpio.

Ninguno de los dos bandos mueve un ápice su posición, es más, la defiende como si de ello dependiera su vida. Digo yo que considerar otras alternativas, y darles, aunque sea una pensada, unos minutos de reflexión, no cuesta tanto, no creo que desestabilice tanto nuestro sistema de valores y nuestra línea de pensamiento. Puedes incluso pensar que parte de lo que dicen puede estar acertado.
Pero no, antes preferimos mantenernos firmes. Creo que, en el fondo, confundimos firmeza con intransigencia y obstinación.

Así que con las mismas, se fueron pensando, unos, en lo ilusos que eran el “Grupo Feliz”, y otros, lo desgraciados y necesitados de ayuda que estaban el “Grupo Pesimista”.

Hortensia cree que el problema no está en expresar “tu verdad” ni  siquiera intentar convencer al otro con argumentos, sino en querer adoctrinarle, cuando alguien vislumbra que otro lo intenta, inmediatamente se pone a la defensiva, se pertrecha tras sus escudos protectores y se hace inmune a cualesquiera ideas, por razonables o beneficiosas, que estas sean, porque el adoctrinamiento, tiene un puntito de suficiencia y presunción que produce rechazo, porque supone que te crees más listo, que estás por encima porque has descubierto lo que otros no han visto y estás designado para iluminar a los ignorantes.

“Felices” y “Pesimistas” volvieron a reunirse a la semana siguiente, y todavía seguían con la coña, entre risas. Ninguno cambió de opinión, ni siquiera meditó sobre el tema, sólo sobre las maneras de defenderlo de los otros. En este caso el Qué era lo importante pero estuvo desvirtuado por el Cómo, ¡una pena!.

lunes, 25 de abril de 2011

3 Estrellas Michelín. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que esta tarde leyó un comentario de una persona que después de perder su empleo, se dedicó a la provechosa tarea de prepararse para una búsqueda eficiente y eficaz, aprovechó al máximo su programa de outplacement, mejoró ostensiblemente su curriculum, afianzó sus puntos fuertes y reforzó los débiles. Hizo un pormenorizado análisis de los puestos que se ofrecían y se preparó para las entrevistas. Después de todo esto y de no conseguir, en un tiempo prudencial su objetivo, ha tirado la toalla, en cuanto a ser asalariado se refiere, y va a apostar por ser su propio jefe. Y todo porque piensa que es su edad la que obstaculiza su reinserción laboral.

Hortensia se obstina en creer que la edad sea un aspecto seleccionador, nunca lo fue para ella, pero parece que la realidad, lo que ve, lo que escucha, se aplica en mostrarle todo lo contrario, pasamos, como decía otro tertuliano, de ser profesionales capacitados a “viejas glorias” ¡qué desperdicio! y ¡qué miopía!, ¿será porque nuestro coste empresarial es más alto que el de personas más jóvenes?.

Cada vez que Hortensia se mete en la cocina, tiene que tener pensado lo que quiere hacer, sigue la receta al pie de la letra e innova pocas veces, primero porque no la gusta y trata de hacerlo bien y acabar cuanto antes sin florituras, segundo porque no se le ocurre qué podría combinar con qué para que quedara un plato diferente, y tercero, porque piensa que le va a salir mal y, claro, al final, le sale mal. Hortensia es una cocinera mediocre, para llenar el estómago con comida de buen sabor, pero sin que “le hagan la ola”.
Su “queridísmo”, que aprendió al mismo tiempo que ella, es todo lo contrario, si le falta algún ingrediente, busca rápidamente alternativas, añade modificaciones a sus recetas de siempre, y se atreve con nuevos “experimentos”. No en todas las ocasiones dichos experimentos son apetitosos, aunque siempre comestibles, pero en la mayoría de los casos abre nuevos panoramas a su universo culinario. Primero a su queridísimo le gusta cocinar, no quiere acabar rápido, busca alternativas, se le ocurre combinaciones novedosas, y no tiene miedo al fracaso y, por lo tanto, fracasa menos.

En el mundo empresarial hay gerentes, directores, responsables de recursos y propietarios que, como Hortensia en la cocina, siguen los patrones establecidos sin salirse del carril, no innovan por miedo al fracaso y por este motivo, se buscan toda clase de cortapisas, miden el rendimiento y el beneficio con una mentalidad cortoplacista, y por tanto, su política de selección, promoción, incentivación de recursos se basa en criterios tan absurdos como la edad, sexo, procedencia.

Otros, por el contrario, se parecen más al “queridísimo”, es normal por ello que vean valor, potencial, y beneficio en un candidato sea cual sea su edad, sexo, e incluso formación, es posible que consideren que puedan aprovechar sus cualidades y competencias en un puesto que no es el que, en principio, están seleccionando, o que en su organización los miembros que la componen evolucionan, crecen y se desarrollan, pueden hacer otras cosas diferentes o iguales pero mejor, y saben reconocerlas.

El futuro, como los buenos cocineros, está en estos últimos, ya que desperdiciar el talento, quitar valor a la promoción interna (deshaciéndote del know how), basarse en estereotipos, creer que el “ahorro” de hoy no te pasará factura más adelante, no fidelizar, no promover medidas de conciliación, etc, etc, es como utilizar ingredientes caducados o de baja calidad, es arrebatar los guisos y no darles el tiempo de cocción adecuado. Al final, has perdido tiempo, dinero y esfuerzo y tienes que llamar al Telepizza para poder comer.

jueves, 14 de abril de 2011

Tres Empresas. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que había una vez, hace más de doce años, tres empresas que eran una, un grupo.
Una de ellas daba siempre beneficios, otra estaba más a tenor de los tiempos, pero se sostenía, la otra, por el contrario, era claramente deficitaria.

Sin embargo, convivían en paz y armonía relativa, porque pensaban que la unión hacía la fuerza, que la oferta de productos al ser más variada daba lugar a más oportunidades, y que donde entraba una, podía entrar la otra o las dos.

Cuando el mercado empezó a ir mal, lo que antes eran ventajas, ahora eran lastres, porque ganar para uno era difícil, pero para dos o para tres era prácticamente imposible. Y lo que era armonía relativa, se convirtió en discordia absoluta.

¿Qué diferencias había entre las tres?, muchas y variadas, pero la principal de ellas era cómo estaban concebidas.

La empresa que perdía dinero, estaba definida por una palabra, Casposa. Lo era en su organización, concepción, estrategia y visión del negocio y por lo tanto, en sus propuestas, creaciones, productos y en el tratamiento de su personal.

La empresa que se sostenía a duras penas, era Caótica, y por ende, en todo lo dicho anteriormente.

Por último, la que daba beneficios, tenía un Objetivo, una Visión de lo que quería alcanzar y del Camino para conseguirlo, y la seguridad de que sólo se conseguiría con una eficiente utilización de sus recursos humanos. Ni mucho menos eran altruistas o desinteresados, simplemente, sabían que ésa era la mejor alternativa posible, la que daba el rendimiento óptimo, a veces excelente, y la que garantizaba, más que ninguna, el beneficio empresarial.

Contaban con varias bazas a su favor, un Director General comercialmente insuperable, un Director de Operaciones que era el cerebro de toda la estrategia (entre los dos hacían un tanden indestructible) y un cuerpo de mandos intermedios completamente leales y entregados a la causa, partícipes de todo.
Estaba diseñada como un cuerpo de élite, y así se transmitía desde el primero hasta el último miembro de la plantilla, eran los mejores, los más creativos, los más eficaces, los más resolutivos, los más entregados, los que contaban con herramientas genuinas que podían vender a cualquiera, dando un valor añadido, la personalización del producto y, por supuesto, los que ganaban más dinero como grupo, es decir como empresa, pero, paradójicamente, no a nivel individual.
La pertenencia al grupo, al grupo de los elegidos, era una de las claves, ya que fuese cual fuese la categoría, desde el director de área hasta la secretaria, se sentían parte de un proyecto común.
Existía camaradería y trato cercano.
Se exigía mucho, pero donde estaba el “currito” estaba el jefe correspondiente, no había excusas para otro comportamiento y todos daban ejemplo.

Y todo esto, tenía sus recompensas, no sólo económicas, de otro tipo.
Se llevaban todos los premios empresariales, los que, con equilibrio, deberían estar repartidos entre las plantillas de las tres empresas.
Tenían ciertos privilegios y eran admirados por la plana mayor del grupo empresarial, a veces, en detrimento de compañeros que realizaban una gran labor profesional.

Pero es que había que quitarse el sombrero, tenían una política de recursos impecable, que servía a sus objetivos.

Eran feroces y manipuladores, los motivos, a veces más que cuestionables y la fuerza, ganar dinero, proyectos, prestigio…si para ello tenían que “cuidar” a las personas, lo hacían y muy bien.

Ésta fue siempre la diferencia más importante entre estas tres empresas, el bienestar de sus empleados era, para unas, una carga, y para la otra su fuerza motriz.

miércoles, 6 de abril de 2011

El Anuncio. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que hace un par de semanas vio un anuncio en un portal de empleo que rezaba de esta manera: “PERFIL 1:Técnico de selección 2.0 sector IT, EDAD MAXIMA: 28 AÑOS, *NO SE ADMITEN CANDIDATOS MAYORES DE 28 AÑOS”.

No soy experta en leyes, pero si no recuerdo mal, el artículo 14 de la Constitución Española y el 4 C del Estatuto de los Trabajadores, ¿no dicen algo al respecto?.

Deben ser imaginaciones mías o tontadas de legisladores a las que no hay que dar la más mínima importancia, porque si no, no cabe en la cabeza, que el propietario de dicho anuncio se lance sin más ni más a dejar por escrito y lanzar a la red con total desparpajo, un anuncio que pudiera contener una ilegalidad, y que el portal de empleo que le da soporte, aunque no estuviera obligado por ley, ni siquiera le advierta del asunto o, se cure en salud, negándose a publicarlo.

Debe ser, también, que no es suficiente que tengamos que aguantar que se produzca discriminación de manera soterrada, o que se intuya mediante eufemismos, sino que ahora ya, con descaro y sin pudor, se puede poner cualquier cosa que apetezca, para que se abstengan de inscribirse candidatos molestos, que ya desde el principio, por causas ajenas a sus méritos profesionales, están descartados.

No se trata de que, entre la gran masa de candidatos a la búsqueda de empleo, nos enzarcemos en una batalla entre jóvenes y mayores, hombres y mujeres, oriundos o extranjeros, para hacernos sitio a codazos, sino que no perdamos las formas y por lo tanto, el fondo del asunto. La selección de personal es una disciplina seria, profesional y respetable, no la zafia pantomima tramposa en la que se convierte a manos de algunos indeseables.

Alguien me dijo que era inocente por sorprenderme por eso, aunque lo soy, lo cual no me parece nada de lo que avergonzarse, no es sólo inocencia, es enfado, ya que me parece que no todo vale, aunque estemos en crisis, que el abuso descarado sigue siendo eso, en cualquier circunstancia, y desde mi escala de valores está mal.

Existen muchas personas capaces, su edad (pequeña o grande), su sexo o su procedencia siempre aporta valores, no los quita, y la valoración debe hacerse en función de esa capacidad y cómo combina con la empresa que desea cubrir el puesto.

Existe, afortunadamente para todos, otra manera de hacer selección, aunque, esta vez para desgracia, empiecen a visualizarse más los ejemplos de las malas prácticas desde el inicio (desde los anuncios).

Debo tranquilizarme, porque ya tengo una edad y no es cuestión de forzar la maquinaria, haré yoga, relajación o ejercicios de respiración profunda, porque como no tengo 28 años (¡quién los pillara!, bueno yo ya los pillé y se me escaparon) debo quedar, según algunos obtusos de mente, para sopitas, buen vino y por supuesto, para quedarme en mi casa haciendo calceta, y me pregunto, por el bien de todos ¿No sería mejor que se quedaran ellos?.

lunes, 4 de abril de 2011

La Clave del Éxito. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que después del post de "Mis siete pecados capitales" ha recibido muchos correos, preguntándole cómo tendrían que afrontar una entrevista de selección. En el fondo, Hortensia, cree que en muchos casos, la pregunta era ¿Qué es lo que tengo que hacer en la próxima entrevista para que me seleccionen?.

Si Hortensia supiera la respuesta a esta pregunta no estaría en la situación que está y, además, no necesitaría presentarse a ningún proceso de selección más, estaría haciendo "bolos" y entrevistas, habría escrito un libro que sería un súper-ventas y sería considerada el nuevo gurú de los Recursos Humanos.

Lo que nos gustaría saber, es la receta mágica para conseguir el ansiado puesto de trabajo, la próxima vez. Pero, plantearse el asunto así, es partir de argumentos falaces.

Primeramente, las recetas mágicas no existen, igual que las píldoras "aprende idiomas", o las dietas milagro, tampoco puedes tele-transportarte, ni hacerte invisible (por mucho empeño que le pongas), ni negar la realidad hace que desaparezca.

El éxito, como concepto global, tampoco existe, conseguimos metas parciales y temporales. Otra cosa, es que el cómputo global que hagamos de nuestra vida pueda resultar satisfactorio o no, pero en todos nosotros, y en nuestras vidas hay claros y oscuros, luces y sombras, y sobre todo, muchos grises.

No existen las garantías, ni para el éxito ni para el fracaso, ni por hacerlo bien, ni por hacerlo mal.

Conseguir todo lo que me proponga y conseguirlo ya, no es un derecho inalienable del ser humano.

Es verdad, que nosotros podemos controlar más de lo que creemos, en principio, pero no todo, los demás también interactúan y cambian la realidad.

Porque la realidad es cambiante y creativa, como dice Ken Robinson, y, por lo tanto, no podemos planificar ni asegurar el resultado hasta el último detalle.

Entonces, ¿me planteo tirar la toalla, dejarme llevar por las circunstancias? No, lo único que tengo que hacer es partir de planteamientos más reales, para no llevarme una y otra vez las mismas decepciones.

Cualquier meta que me proponga necesita motivación, ganas y pasión, disciplina para controlar los elementos, tesón, ejercicio y tiempo. Todo ello no me garantiza el "éxito final", pero me enseña el camino correcto, aprendo las habilidades que necesito, me satisface y me recompensa. puedo llegar a conseguir lo que me había propuesto, o algo distinto que no había planeado y que se abre como una nueva posibilidad, una oportunidad.

Es importante empezar a preparase a uno mismo con una "formación a medida", extraer de lo que leemos, y escuchamos lo que realmente nos sirve a nosotros, sin convertirnos en patéticas copias de otros o en impostores, hacernos preguntas y responderlas con sinceridad. Considerar nuevas alternativas. No obsesionarse con el resultado, ya que sólo produce una ansiedad terrible e impide el desarrollo.

Y, por último, pero no menos importante, considerar este artículo, como lo que es, la visión de Hortensia, que puede ser compartida o no por otros, pero que ni es la verdad absoluta (porque tampoco existe), ni la clave del éxito.

lunes, 28 de marzo de 2011

Mis siete errores capitales. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que cuando a uno le salen mal las cosas es de recibo que, tras unos momentos de autocompasión, de sentirte desgraciada, diminuta, de querer tirar la toalla y de estar enfadada con el mundo, hay que hacer un ejercicio, a veces doloroso, de análisis de qué, cómo, cuándo, dónde y por qué se hizo lo que se hizo; y tras responder a estas preguntas, viene, sin duda, la más importante ¿era lo adecuado teniendo en cuenta las circunstancias y el momento?

Dudo mucho que después de contestar con sinceridad estas preguntas, no encontremos algo que podamos mejorar en ocasiones venideras.

Desde luego no fue una actuación impecable la de Hortensia en el último proceso de selección en el que se vio envuelta como candidata.

Te llama un amigo y te dice que en su empresa puede que haya un puesto vacante (con salvedades), de categoría y sueldo menor a tu último trabajo, y con un hándicap final, la que sería tu jefa puede sentirse un poco incómoda teniendo a alguien con más experiencia que ella como subordinada. Y después de soltarte la perlita, va y te dice: “Bueno, ¡qué!, ¿te presento o no?”.

Primer error, no tomarte tiempo para decidir si quieres embarcarte en un proceso que, en principio no pinta muy bien.

Segundo error, no saber decir NO en el momento adecuado, porque si aceptas, TIENES que ir a muerte y a por todas, como si fuera el mejor puesto de trabajo del mundo.

Así que, en esta tesitura se vio Hortensia metida, sin todavía decidir si quería o no, por lo que empezó a buscarse salidas alternativas, excusas varias y “argumentos aplaca conciencias”, esperando el momento de la entrevista en la que se despejarían todas sus dudas.

Cayendo en el tercer error, no prepararse la entrevista, en definitiva, una consecuencia del primero y del segundo, porque todavía estás en el limbo de la indecisión.

La entrevista se convirtió en un mero trámite, además de en un completo desastre, con todos los elementos que nunca debe tener una entrevista de trabajo. La entrevistadora y “futurible” jefa la recibió entre un mar de sonrisas, agradecimientos y calidez, falsos e impostados, en un estado de agitación propio de una ingesta masiva de Red Bull, y dejándole claro que la “simplicidad”  del puesto no requería nada de lo que Hortensia pudiera ofrecer en su curriculum, adornado por una guinda que jamás se hubiese esperado, una prueba práctica. Hortensia, que a veces es pardilla hasta más no poder, lejos de sobreponerse con prestancia a tan descarado intento de neutralización de un candidato, se encogió cual bicho bola y simplemente desapareció.
Cometió el cuarto error, dejarse arrumbar por el entrevistador.

Quinto error, si tienes una segunda oportunidad, APROVÉCHALA.
Todo se ponía en su contra, si, en un primer momento, el puesto no era muy glamoroso, lo que estaba viviendo no hacía más que poner puntos negativos. Tras salir del despacho y creyendo que había acabado el suplicio, se encontró con otra sorpresa, en quince minutos, tendría una segunda entrevista con el jefe de RRHH. Por supuesto que esta oportunidad no la aprovechó y cometió el sexto error y, quizá, el más imperdonable de todos, no calibrar con objetividad tu situación y tus circunstancias y ser ARROGANTE.

Dejándose llevar por el mosqueo mayúsculo, Hortensia, se cegó de tal manera, que se dedicó en la segunda entrevista (diametralmente opuesta a la anterior), a sacar su orgullo herido y a vanagloriarse de sus muchos logros profesionales y a dejar claro que, escogerla o no, dependía en gran medida de la capacidad de otros para sobreponerse a sus propias inseguridades (¡¡Toma ya!!).
A ver, Hortensia, guapina, no es cuestión de hacer leña del árbol caído, pero tienes 46 años, ya casi no te llaman para hacerte entrevistas y llevas 2 años desempleada, el orgullo está muy bien, pero no da de comer.

Séptimo error, si tienes una tercera oportunidad, ¡¡¡¡¡NO TIRES LA TOALLA, POR FAVOR!!!!!. Para esta tercera entrevista, Hortensia ya había decidido que no quería trabajar allí, ya no era una cuestión de orgullo, sino de sonrojo. Pero se encontró con un “Súper” encantador y le gustó tanto que se arrepintió de no haber ido, desde el principio, con otra mentalidad (sin inseguridades y sin dudas). No consiguió mostrarse entusiasta, ni motivada, ya tenía mentalidad de perdedora.

Cuando eres joven e inexperta, es connatural cometer errores y es bueno para tu formación, después se tiende a pensar que es imperdonable cometer un error, no lo es, lo que sería IMPERDONABLE es no reconocerlo.

viernes, 25 de marzo de 2011

Incompatibilidad de caracteres. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que esta es la frase más manida en los divorcios televisivos norteamericanos, pero al margen de las relaciones de pareja, en la que influyen otros muchos factores, la incompatibilidad de caracteres se da en cualquier tipo de relación interpersonal, y no es más que la falta de “mezcla” entre los niveles de tolerancia de unos y los defectos de otros.

Algo así le pasa a Hortensia con un “conocimiento” que tiene (podríamos llamarla amiga, si ampliásemos el concepto de amistad a cualquier persona con la que te relaciones asiduamente).

Por razones que no vienen al caso, tiene que ver a esta persona dos o tres veces en semana, y pasar un rato en el que sólo se puede tomar un café, charlar y poco más. A Hortensia le resulta irritante, porque muchas de sus facetas más destacables, para Hortensia son defectos, quizá no sean muy dañinos, pero sí muy cargantes y difíciles de digerir. Y digo para Hortensia, porque aquí está el quid de la cuestión, su nivel de tolerancia para éstos es bajo y por lo tanto no pasa ni una.

Lo primero que no soporta es su afán de protagonismo (dice el refrán, le gusta ser la novia en la boda y el muerto en el entierro), incluso pensó que podría ser la consecuencia de un serio complejo o de un problema más grave, y se puso manos a la obra, tratando de averiguar qué se podría esconder detrás de tan recalcitrante actitud, pero rápidamente cejó en su empeño dada su experiencia en meterse en “fregaos ajenos” y “abogacías de pleitos pobres” y salir escaldada. La susodicha, siempre tiene una experiencia similar o superior a la que estás contando, y, no sólo eso, sino que dispone del perfecto tutorial para que salgas airosa de la situación, gracias a su inestimable conocimiento.

Como consecuencia de lo anterior, es una incansable monologuista, lo que no la exime de, en ocasiones, ser una grosera, impertinente y metepatas, y es que “tanto va el cántaro a la fuente…”. ¡¿Cómo no va a ser todo eso si no para de hablar?!, a cualquiera le ocurriría lo mismo.

Y para remate, anda por el mundo con unos aires de suficiencia, que te deja pasmada. No sólo sabe de todo y te lo dice hasta extenuarte, sino que, además, sienta cátedra. Vamos que está, como quien dice “encantada de conocerse”.

Es tanta la fatiga que la provoca, que incluso, cuando ella deja algún resquicio, ya no tiene ni ganas de conversar.

Hortensia trata de ser objetiva, analizar la situación con racionalidad y no dejarse llevar por el runrún que la bulle dentro, y por eso, entiende que todas estas particularidades de carácter, no son en sí mismas, ni perversas, ni malvadas, ni retorcidas, ni tramposas, son más bien molestas, fastidiosas, enojosas y cabreantes. Y es por ese motivo, por lo que semana tras semana sigue soportándola, unas veces con más acierto que otras.

De esta manera, Hortensia se debate entre dejarse llevar por sus instintos más primarios, o “pasar” de ella dada su tendencia natural a evitar las confrontaciones, y en esa actitud, aparentemente pasiva, se ha dedicado a observar el cotarro y a escuchar o desconectar, si el índice de tonterías por minuto supera el límite que puede soportar.

No es una postura ni inteligente ni madura, sólo quizá práctica, y tiene algunas ventajas, se ha dado cuenta que cuanto menos se empeña Hortensia en rivalizar por tener un hueco en la conversación, más descolocada deja a esta persona, y hasta le da paso (¡qué sorpresa!), cuanto más la mira a los ojos, más se calla (¡sorpresa de nuevo!), cuanto menos interés tiene en polemizar, contraargumentar o comentar, más le pregunta por su opinión y parece tener un interés verdadero (de esto último no se fía ni un pelo).

Todo esto me hace recordar el tema de la psicología inversa, a veces funciona, ¿quizá sea este el caso?.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Conciliar o no conciliar, that´s the question. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice que el tema de la conciliación entre vida personal y laboral corre el peligro de quedar en una bonita utopía a la que nadie hace caso por inalcanzable, o lo que es peor, en una burda utilización propagandística y de tintes electorales.

La conciliación no es exclusiva de las mujeres, ni de las parejas con hijos, la conciliación es para todos y a todos les afecta positivamente, casados, solteros, viudos, divorciados, con pareja, sin pareja, con hijos, sin hijos con idea de tenerlos o para los que ni siquiera se les pasa por la cabeza.

Conciliar supone tener vida después del trabajo, y tiempo para hacer lo que necesites, lo que quieras o, simplemente, no hacer nada.

Conciliar supone cuidar tus relaciones familiares y sociales y no esperar al fin de semana a meterte en una bacanal de actividad frenética, con una agenda más apretada que la de Carmen Lomana.

Conciliar supone tener tiempo para educar a tus hijos, para que cuando llegues a casa no les des todo lo que quieren, porque lo que menos te apetece es una pelea por una niñería. Para que seas capaz de imponer disciplina, o castigar ( o incluso dar un cachete), o decir “NO”, sin sentirte culpable, porque también tienes tiempo para reirte con ellos.

Conciliar supone tener una vida de pareja que no sea un ring, en el que cualquier tontería desencadena una pelea, o una apatía cortés en la que poco hay que decirse.

Conciliar es beneficioso para el Sistema Público de Salud, evitaría algunas bajas laborales por estrés, depresión, ansiedad, disminuiría el consumo de medicamentos para combatir el dolor de cabeza o el de estómago. ¡Temblad señores del Pharmatón y del Viagra!, porque habría menos disfunciones sexuales y no nos harían falta los complejos vitamínicos.

Pero si a algo beneficia la conciliación entre vida personal y laboral, es precisamente a esta última. Nuestra vida laboral se vería claramente favorecida por nuestra mejor disposición física y mental, mayor motivación, y un nivel más alto de aprovechamiento de nuestra jornada laboral.

Y es que no hay excusas, porque España, tiene las jornadas laborales más dilatadas pero la productividad más baja, por lo que sólo podemos ir a mejor.

Para que exista una verdadera conciliación entre ambas vidas (¡nos acecha la bipolaridad!), debe de darse una racionalización de la jornada laboral, suprimiéndose pérdidas de tiempo como las reuniones infinitas e inútiles. Debe desecharse, definitivamente, comportamientos absurdos como el presentismo, todavía criterio de valor en muchas organizaciones. Debe focalizarse la energía y el tiempo en hacer el trabajo lo mejor posible, en colaborar y en conseguir los objetivos del equipo, no en hacer la guerra por tu parte, medrar a toda costa, rivalizar, competir, fomentando modelos de mando y comportamiento tóxicos.

Hay que empezar a ser conscientes de que facilitar, promover y activar la conciliación supone, no un acto de buena voluntad, sino un beneficio empresarial.

Pero debe ser que estoy equivocada y todas las ventajas que yo encuentro, no son tales, y es preferible seguir haciendo jornadas maratonianas, que están mejor vistas, aunque sean poco provechosas para todos….
O quizá es que conciliar sea una UTOPÍA.

jueves, 10 de marzo de 2011

Aniversario de un Jueves. Mi amiga Hortensia dice...

Mi amiga Hortensia dice: “No soy un número, ni el sacrificio de ninguna causa”

Aquella mañana Basi se entretuvo en recoger la ropa del tendedero, sabía que llegaría tarde si no se daba prisa, pero llegar a casa después del trabajo y encontrarse todo por hacer no la apetecía en absoluto. Corrió hacia la estación y cuando metió el billete, el tren ya cerraba sus puertas, ¡qué fastidio, lo había perdido, llegaría tarde definitivamente!.
Era Jueves 11 de Marzo,
Lugar: Alcalá de Henares.
Hora: 7:15 de la mañana.

Mónica había cogido el tren muy temprano, tenía que llegar pronto a la facultad, el vagón estaba atestado de gente, como siempre a esas horas, y ella hablando por el móvil, como siempre también, qué sería de su vida sin él. Miró el reloj una vez más, estaban parados en el andén 2.
Era Jueves 11 de Marzo,
Lugar: Atocha.
Hora: 7:37 de la mañana.

Juan Carlos se levantó como todas las mañanas, la misma rutina de siempre, estaba en el andén esperando que llegara el tren, y aprovechando la espera para pensar en sus cosas, cómo se presentaba el día, y lo más importante, quedaba poco para el fin de semana.
Era Jueves 11 de Marzo,
Lugar: Santa Eugenia.
Hora: 7:38 de la mañana.

Diego tenía problemas para hacerse el nudo de la corbata, ya se había retrasado en el cuarto de baño y ahora, esto. Así que se lo puso de cualquier manera, se calzó el abrigo y voló por las escaleras. Una carrerita para recuperar el tiempo perdido. Lo había conseguido, el tren llegaba a la estación y abría sus puertas, embocó el túnel que daba paso al andén.
Era Jueves 11 de Marzo,
Lugar: Santa Eugenia.
Hora: 7:38 de la mañana.

Olga ya llevaba cinco minutos en el tren, uno de dos pisos (¡menos mal, porque con la cantidad de gente que había!), estaba acomodada en un rincón, dispuesta a echarse un sueñecito.
Era Jueves 11 de Marzo,
Lugar: El Pozo.
Hora: 7:38 de la mañana.

Sara estaba en casa, vistiéndose, tenía una entrevista y saldría en media hora, cogería el tren, esperaba a la canguro pero tardaba demasiado. No oyó nada.
Era Jueves 11 de Marzo,
Lugar: Santa Eugenia.
Hora: 7:38 de la mañana.

Basi perdió su tren y no pudo coger el siguiente, porque ya no pasaron más. Llegó dos horas después al trabajo, porque no sabía qué hacer, o quizá, porque no quería estar sola, se abrazó a su jefa, lloró e intuyó lo afortunada que había sido.

Mónica tuvo quemaduras en cara y brazos, y metralla en el cuello, tras unos días en el Hospital de Getafe, en la Unidad de Quemados, se recuperó de sus heridas físicas, de las otras, todavía lo intenta.

Juan Carlos quedó en ese andén para siempre.

Y Diego quiere olvidar cada día, lo que vio al salir del túnel.

Olga no se acuerda de cómo salió del vagón, pero estuvo muchas horas vagando sin rumbo por las calles, perdida y desorientada, hasta que su familia consiguió localizarla.

Sara tuvo la entrevista de trabajo cuatro días después, pero ya tenía una decisión tomada y, hasta ahora, jamás se ha arrepentido.